Dice José Luis Sampedro y Olga Lucas en su libro “Cuarteto para un solista”: “- ¿Me estás diciendo que verdad es lo que uno cree que es verdad?
- Naturalmente. Lo importante en la vida de una persona es su creencia. Las creencias son las verdades vitales, las que nos guían y motivan, decidiendo nuestro futuro. La mente humana concibe con toda fantasía los mitos más variados, inventa hadas y gigantes, se propone intereses y objetivos, rumbos desconocidos y cualquier otra creación. Los innumerables dioses de tantas religiones han nacido en la mente humana y sus historias y características se han desarrollado en incontables textos.
- ¿Qué hacer para conocer la verdad ante tanta hipótesis?
- Mi norma es no aceptar nunca pasivamente lo que nos dicen; no asumirlo aunque lo diga una autoridad ni aunque se encuentre escrito en un libro donde alguien consignó hace siglos su propia creencia. Hay que enterarse, comparar y elegir. Alguna de esas propuestas arraigará porque te convence. Si se acepta sin pensar no se vive la propia vida, sino la que otros dictan. En cambio, con la verdad propia asumida, se está en el camino de llegar a ser quien se es.
- Naturalmente. Lo importante en la vida de una persona es su creencia. Las creencias son las verdades vitales, las que nos guían y motivan, decidiendo nuestro futuro. La mente humana concibe con toda fantasía los mitos más variados, inventa hadas y gigantes, se propone intereses y objetivos, rumbos desconocidos y cualquier otra creación. Los innumerables dioses de tantas religiones han nacido en la mente humana y sus historias y características se han desarrollado en incontables textos.
- ¿Qué hacer para conocer la verdad ante tanta hipótesis?
- Mi norma es no aceptar nunca pasivamente lo que nos dicen; no asumirlo aunque lo diga una autoridad ni aunque se encuentre escrito en un libro donde alguien consignó hace siglos su propia creencia. Hay que enterarse, comparar y elegir. Alguna de esas propuestas arraigará porque te convence. Si se acepta sin pensar no se vive la propia vida, sino la que otros dictan. En cambio, con la verdad propia asumida, se está en el camino de llegar a ser quien se es.
Extraordinaria propuesta, digna de quien la hace. Difícil para los que como nosotros, vivimos de acuerdo con los cánones establecidos, sin habernos planteado nunca por qué. Pensamos que somos independientes, pero en realidad nuestro modo de actuar es poco o nada crítico. Asumimos siempre.
La verdad es que enterarse, comparar y elegir, es un planteamiento sencillo de enunciar, pero claramente complicado de aplicar y no solo por nuestra posición ante los acontecimientos de la vida; ya fuimos educados en ese sentido en la escuela, el instituto y la universidad. Más que formación, lo que recibimos fueron recetas. Tan es así, que preferimos memorizar, mas que razonar. Nadie nos enseñó, que lo principal en las personas es su propio criterio, para discernir por sí mismos, aquellos acontecimientos que estén a su alcance.
Tan arraigado tenemos este comportamiento, que para nosotros contrastar pareceres es acabar discutiendo. No sabemos dialogar, solo sabemos defender dialécticamente nuestros puntos de vista, mucho mas por tener razón, que por aflorar la verdad. Bien es verdad, que fruto de esta práctica, escuchamos poco a los demás y peor aún, solo queremos oír a los que postulan en la misma dirección que nosotros.
También es verdad, que los medios de comunicación a nuestro alcance, son “clones”, que buscan divulgar exclusivamente sus principios y denostar los de aquellos otros que no se encuentran en su línea; de este modo no hay noticias, hay varias interpretaciones de los hechos, según la ideología de quien hace el comentario o la propuesta. Puestas así las cosas, no esperemos estar bien informados si no somos capaces de ver y contrastar, para luego decidir o formarnos un criterio propio, aunque no acertemos, peor es equivocarse con los argumentos de otros.
No hay que negar, que cuesta mucho más esfuerzo, esa independencia que trata de esbozar Sampedro, que la dulce pendiente, que representa deslizarse por la opinión más cercana y posiblemente mayoritaria. Seremos tachados de raros y poco sociables, si no seguimos fielmente las costumbres del lugar o invocamos otras razones para considerar los acontecimientos cotidianos, pero ganaremos tranquilidad de conciencia y por que, paz interior.
Aceptar sin más, es renunciar a nuestra singularidad. La singularidad nos define y nos identifica. Definirnos es indispensable para vivir con intensidad. Vivir con intensidad, requiere en muchas ocasiones, discrepar. Cuando no se discrepa nunca, puede decirse que se acepta sin más.
3 comentarios:
Ojalá algún día la gente se dé cuenta de que la cabeza sirve para algo más que para ir a la peluquería, y que si uno no es capaz de procesar información y verdades, no es nadie ni nada y nunca llevará las riendas de su propia existencia.
Me ha encantado esta entrada.
Un saludo de una rara poco sociable de toda la vida.
Mercedes.
Con lo que escribes no puedes ser muy rara, y lo de poco sociable tampoco parece.
Coincido claramente contigo, en que sin procesar información, es imposible dirigir, poco a poco a uno lo llevan.
Salu2:
Mercedes.
Con lo que escribes no puedes ser muy rara, y lo de poco sociable tampoco parece.
Coincido claramente contigo, en que sin procesar información, es imposible dirigir, poco a poco a uno lo llevan.
Salu2:
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