domingo, 22 de julio de 2012

Sentido del humor



Dice Álex Rovira en su libro “La buena crisis”, citando al químico y psicólogo Luis Muñiz: “Nuestra vida cotidiana nos lleva al límite. Y la única forma de sobrepasar ese límite es con el humor, con ese reírnos de nosotros mismos, que es una capacidad   especial, propia de gente sana que no coloca el ego por encima de la inteligencia. El dramatismo implica sentirse más importante que los demás. La importancia que nos damos a nosotros mismos es nuestra propia destrucción. Hay mucha sociabilidad, pero ninguna autenticidad en la comunicación. El psiquiatra Víctor Frankl decía que lo que más falta hacía en el mundo era la humildad, y el humor es la humildad natural del ser humano. El humor es un nivel de percepción del mundo, la capacidad de ver los contrastes, los sinsentidos. Requiere mucha espontaneidad y creatividad y un sentido de libertad tremendo. Es capacidad de asombro y de descubrir significado.”

Tener sentido del humor, es una cualidad poco común, o mejor dicho, queremos sentido del humor para los demás, pero no aceptamos con el mismo talante, cuando somos nosotros los que tenemos que practicarlo. La “finta” más efectiva para atacar las circunstancias de la vida, es demostrar capacidad para enfocarlas desde un punto de vista desenfadado y a ser posible cargado de humor.

Es una combinación difícil, nuestra posición siempre es proclive a la solemnidad y para dar una interpretación desenfada a los acontecimientos, hace falta una buena dosis de humildad, pero no falsa humildad; como vamos a interiorizar esta práctica si lo que admira la sociedad que nos rodea, es el triunfo exento de fallos. Tenemos en la mente la imagen sesgada, de que reconocer con sinceridad un error, es tal como asumir una derrota y nada más lejos la realidad,  con esa asunción, estamos poniendo “la primera piedra” para resolverlo.

Si nuestro comportamiento fuese más espontáneo y menos “artificial”, todas nuestras manifestaciones  resultarían más naturales; aunque nos parezca que perderían relevancia. Solo los fatuos, necesitan ampulosidad en el gesto y soberbia en el ademán, para sentirse seguros de si mismos, a través de la distancia que generan. En el corto plazo, es posible que “cosechen”, pero en el largo plazo sentirán sobre sí, la esterilidad que transmite la falta de amigos  de verdad.

Las personas que se relacionan con nosotros de modo espontáneo, libre de todo interés, no evaluarán nunca nuestros actos por la ampulosidad de los mismos, estarán mucho más cómodos con una visión real de los mismos, aunque para ello debamos asumir  con humildad y cierto grado de humor, nuestro propios fallos. Comunicarse con autenticidad, es alejar de nuestras relaciones con los amigos,  las posiciones rígidas y exentas de reconocimiento, quienes nos han ofrecido su compañía, pretenden mantenerla con la persona y en el fondo les interesa muy poco el personaje.

Tener sentido del humor, no implica falta de rigor, muy al contrario, seguro que pone en evidencia puntos de vista, que no habrían aflorado, si se hubiese dado otro enfoque de apariencia más trascendente. 

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