martes, 10 de julio de 2012

Felicidad



Dice José Antonio Marina en su libro “El aprendizaje de la sabiduría”: Para aumentar la posibilidad de ser feliz, el ser humano debe ser capaz de realizar una serie de actividades: las cinco principales son:
  Elegir las metas adecuadas, lo que significa establecer prioridades, saber planificar, hacer revisión de la vida, atreverse a cambiar de proyecto si es necesario, determinar la jerarquía de valores que van a dirigir nuestra acción, etc.
  Resolver problemas, ser capaz de tomar buenas decisiones, de no refugiarse en la pasividad o en la huida, saber reconocer lo que es o no es una buena solución, soportar el esfuerzo para ponerlas en práctica, etc.
  Valorar las cosas adecuadamente y disfrutar las buenas. La capacidad de disfrutar no es tan común como parece. Con frecuencia la ansiedad, el miedo, el aburrimiento o la envidia nos impiden apreciar lo bueno.
  Tender lazos afectivos cordiales con los demás, ser capaces de querer, de convivir; de colaborar, de comprometerse.
  Mantener la autonomía correcta y responsable. Se trata de acertar con la distancia justa. Ni guión que anule la propia autonomía, ni desvinculación que rompa los lazos sociales.
Podemos llamar “sabiduría” a la capacidad de realizar esas actividades, o lo que es igual, de aumentar la posibilidad de ser felices."

Vaya propuesta y nosotros con “el interior a medio construir”(1), perdiendo mucho tiempo en aparentar, pero dedicando poco a lo que debería ser nuestro norte, es decir, dotarnos  de suficientes mecanismos para perfeccionarnos internamente y que el resultado de esa reestructuración,  sea nuestra tarjeta de presentación sincera y sin subterfugios inútiles. No habrá nada que nos proporcione tanta felicidad y esa es nuestra misión principal en esta vida.

Salvar las relaciones, con actos vacíos, que confundan a los que nos rodean, aún suponiendo que sean efectivos a corto plazo, devendrán en el sinsentido que provoca la falta de autenticidad; sobre todo cuando  involucramos a otras personas vendiéndoles unas circunstancias ficticias y luego pretendemos recibir de ellas una “entrega total”. Por coherencia, nadie debería esperar de los demás, lo no está dispuesto a dar.

Por mucho esfuerzo que uno haga en ser el que es, mientras no termine el edificio interno lo tiene muy difícil y eso más que un acto, es la consumación de una serie de etapas decididas y firmes en el avance para cimentar nuestras convicciones. Saber valorar lo que necesitamos, es un avance importante para consolidar un estado de serenidad, porque la ansiedad y la inquietud las provocan siempre la carencia de cosas superfluas.

Como vamos a querer a quienes nos rodean, sino hemos sido capaces de construirnos a nosotros  mismos, es decir, querernos. Estar en paz internamente, es otra de las antesalas previas al “salón” de la felicidad y nosotros, incautos empedernidos,  buscándola de modo incansable fuera. Pero todo esto, solo es posible comprometiéndose, de modo firme con nosotros primero y luego con los demás, esa es la convivencia real. Pretender pasar de “puntillas” por los temas y conseguir con ello intercambios de lazos firmes de amistad o amor, es  cuanto menos una osadía.

Tener el interior a medio construir, es como conducir con malos frenos. Conducir con malos frenos es correr riesgos innecesarios. Quienes corren riesgos innecesarios, desafían continuamente a la naturaleza. Quienes desafían a la naturaleza son en el fondo unos inconscientes. Casi siempre los inconscientes tienen el interior a medio construir.


(1) Frase de Mercedes en su comentario en la entrada “Inmadurez” (7/7)

2 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

...Totalmente de acuerdo con cada una de tus palabras!
Me hace gracia cuando mucha gente se pregunta en plan esotérico o incluso científico por el sentido de la vida, y no se dan cuenta de que lo tienen delante de sus narices: construirse a sí mismos. Y la felicidad no consiste en que te adulen, ni en que consigas riquezas, ni en que tengas muchísimos amigos, sino en ver que la construcción de tu interior es una realidad, porque confirma que has cogido el tren correcto.
Un saludo... y gracias por la cita!

seriecito dijo...

Mercedes:

Construirse a uno mismo, es la mejor aplicación de nuestro quehacer; lástima que no tengamos tiempo, ni ganas para aplicarnos a ello.

Pero es cierto que cuando las cosas nos salen mal, nunca pensamos en la falta de esfuerzo, siempre tratamos de disfrazarlo con "mala suerte".

La cita era obligada, me había "dado tecla".

Salu2:

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