sábado, 30 de junio de 2012

La espiral del silencio



Dice Elisabeth Noelle.Neumann en su libro “La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social”: “Cuando alguien piensa que los demás le están dando la espalda, sufre tanto que se le puede guiar o manipular tan fácilmente por medio de su propia sensibilidad, como si ésta fuera una brida.
Parece que el miedo al aislamiento es la fuerza que pone en marcha la espiral del silencio. Correr en pelotón constituye un estado de relativa felicidad; pero si no es posible, porque no se quiere compartir públicamente una convicción aceptada aparentemente de modo universal, al menos se puede permanecer en silencio como segunda mejor opción, para seguir siendo tolerado por los demás. Thomas Hobbes escribió sobre el significado del silencio en su libro The Elements of Law, publicado en 1650. El silencio, decía, puede interpretarse como señal de conformidad, ya que es fácil decir no cuando no se está de acuerdo. Hobbes está sin duda equivocado cuando afirma que es fácil decir no, pero tiene razón al suponer que el silencio puede interpretarse como conformidad. Eso es lo que lo hace tan tentador.

Creo que en esta vida social en la que nos encontramos inmersos, decir “no”, es lo más complicado del mundo. El “no”, significa una toma de una clara posición contraria a la propuesta debatida, guardar silencio en principio no perturba la armonía.  En la educación que nos han inculcado desde muy pequeños, hemos recibido el mensaje, de que el “no” solo es efectivo, si es mayoritario. Con este planteamiento previo, nos cuesta enormemente manifestar con claridad, que no estamos de acuerdo con los planteamientos que se nos hacen y en ocasiones esa falta de firmeza, lo único que hace, es complicarnos la vida a posteriori.

Salvo unas pocas personas, muy inteligentes y seguras de si mismas o muy raras, nuestra tendencia es anclarnos en la protección aparente – que no real -, que proporciona el grupo mayoritario; es indudablemente lo que menos esfuerzo precisa, con dejarse llevar y aparentar, todo resuelto. El problema se plantea, cuando a fuerza de “censurar” nuestra propia opinión, nos hacemos rehenes de nuestro “pasotismo”, este planteamiento acaba pasándonos factura, con una especie de insatisfacción interior, que nos torna inseguros y poco resolutivos.

Nos hemos instalado  en un mecanismo difícil de resolver con éxito, ya no somos capaces de tomar decisiones, o expresado de otro modo, resolvemos de forma más contundente si constatamos, con la tácita aprobación de quienes e identificamos con gestos o palabras que tienen formada determinada opinión coincidente sobre el tema. Nos cuesta menos hacer lo que harían los demás – aunque en ocasiones no sea lo mejor – que ser originales (únicos) y resolver de acuerdo con nuestras verdaderas convicciones, es decir, en conciencia.

En el terreno político, la diferencia es más sutil, la opinión mayoritaria acaba pesando tanto, que queda ampliamente reforzada, muy por encima de su cuota real, con el “silencio” de quienes, aún siendo discrepantes, no se manifiestan, para poder sentirse “protegidos” en el grupo. En el devenir político, por esta circunstancia, quienes detentan el poder – por mayoría – acaban percibiendo mucho mas soporte del que realmente tienen. Entre hablar y guardar silencio hay una distancia abismal y no es fácil de evaluar el sentido real de la falta explícita de la opinión. Recordemos también a este respecto, que hay diferentes formas de hablar o callar no verbales – pines, pegatinas, pancartas, gorras, etc. – y que éstas son a su vez más coercitivas, si quiere uno identificarse con la mayoría imperante.

En política el  juego es, entre posiciones diferentes y muchas veces encontradas, los partidos promueven un ambiente de enfrentamiento y lo transmiten a sus militantes, como si su misión fuese mas, tener la razón en el asunto debatido –sea como sea-, que la búsqueda de lo mas conveniente para los ciudadanos, lo proponga quien lo proponga. Cuando la opinión personal no es coincidente con la de la mayoría del entorno, puede producirse lo que viene llamándose  una “espiral de silencio”, es decir, callar para no ser identificado como disidente y percibir el aislamiento y/o la crítica.

Si  este silencio auto-impuesto de una parte de los ciudadanos, lo acompañamos de unos medios de  comunicación –audiovisuales o escritos-, encargados de “orientar” la información, resaltando lo éxitos y silenciando los fracasos de esa mayoría, el entramado está servido. El partido político que detenta el poder, entiende que haga lo que haga, su responsabilidad está exonerada por las urnas y hasta pueden llegar a justificar conductas impropias o claramente reprobables, con ese argumento.

Como dice David Hume en su “Tratado de la naturaleza humana”: “Nada resulta tan sorprendente a los que observan los asuntos humanos con mirada filosófica que la facilidad con que unos pocos gobiernan a muchos. Y la docilidad implícita con que los hombres someten sus propios sentimientos y pasiones a los de sus gobernantes. Si indagamos cómo se produce este milagro, descubriremos que los gobernantes no tienen nada que les sostenga excepto la opinión. El gobierno, pues, se funda sólo en la opinión. Y esta máxima se aplica tanto a los gobiernos más despóticos y militares como a los más libres y populares.”

 N.B.
Elisabeth Noelle-Neumann (1916-2010), politóloga alemana.
David Hume (1711-1776) filósofo y economista escocés

martes, 26 de junio de 2012

Politíca en penumbra (III)


Dice José Cazorla Pérez en el Working Paper n.86, del Intitut de Ciències Politiques i Socials (1994), con el título “El clientelismo de partido en España ante la opinión pública. El medio rural, la Administración y la empresa”: “Cabe legítimamente preguntarse si la crisis por la que atraviesa nuestra economía no es tan grave precisamente porque durante los últimos años se han derrochado los caudales públicos corno si fuesen inagotables… Se observa así en los principales responsables, no una muestra de la táctica del avestruz, sino tal vez del intento deliberado de usar el espejismo para distraer la atención de los verdaderos problemas de fondo.
Esta crisis está de muchas maneras relacionada con la de ciertos valores morales, poco visibles en algunos miembros de la clase política, que incluso han llegado a ufanarse de su carencia. La llamada "cultura del pelotazo" no es una entelequia. Ciertamente, han sido bien tangibles la desfachatez, la prepotencia e incluso la naturalidad con que muchos han aceptado el súbito enriquecimiento a costa de lo que pertenece, no a los administradores, sino al pueblo. La salida de la crisis actual será más lenta, más dura, debido a esta pesada rémora denunciada previamente como tal, y que por tanto pudo ser evitada. Nadie parece asumir ante los ciudadanos la responsabilidad de la situación en que estamos. Da la impresión de que somos víctimas de una repentina e imprevisible catástrofe de la Naturaleza. Y también parece como si la victoria en las urnas justificara y borrara todos los errores y todos los fraudes.
¿Cómo pueden los Gobiernos y los partidos predicar valores universalistas, como la igualdad o la justicia, y castigar desde el poder a quienes los conculcan, si ellos mismos, en su propio comportamiento, los están también violando?.

Recordemos que el autor publica ese  papel de trabajo en 1995, no se exactamente lo que escribiría en la actualidad, ya que al finalizar su comentario, hacía entonces una referencia a la regeneración de los partidos y a una buena limpieza “de su propia casa”, cambiando de rumbo, etc.

Francamente no creo que pueda decirse que la situación ha mejorado, el derroche ha continuado a manos llenas, las cosas superfluas y fuera de lugar han florecido por doquier, al grito de cuanto más gasto mas prestigio tengo y más me aplauden los ciudadanos.  Han crecido de forma absolutamente increíble, todo un conjunto de obras faraónicas, vacías de contenido y de muy dudosa utilidad práctica, algunas incluso, desconociéndose después de terminadas su cometido, o lo que es peor sin poder ser utilizadas por falta de recursos para dotarlas de los mobiliarios y utensilios necesarios, al menos en mi Comunidad.

Todos los partidos políticos, han creído que los votos vienen en proporción directa a las obras realizadas, los pabellones construidos y los edificios suntuosos propiciados; mucho más que invirtiendo en hospitales, escuelas, residencias de la tercera edad etc. Mejor aún, si esas obras están diseñadas por genios de la innovación arquitectónica y de despampanante  grandilocuencia, que mas parece que buscan su propia gloria que la utilidad. Cobran bien su fantasía desbordada y encandilan a los “mandamases” de turno con un discurso cargado de maximalismos y de escasa practicidad, como las construcciones que postulan.

Todo ello unido a una enrevesada trama de  proyectos de presupuesto siempre crecientes  y concesiones de construcción a los afines  clientelares, que buscan la fidelidad y el lucro, en un ejercicio de patronazgo sin parangón.

Son incapaces de “frenar” y aún en estas fechas, que estamos hasta las cejas de crisis, siguen impertérritos pretendiendo emular a los grandes Faraones de Egipto, pero con iniciativas carentes de lógica. Se justifican con los ingresos posteriores que generarán con el turismo, para tapar esa política que “ha estirado más el brazo que la manga” y por tanto ha roto la chaqueta. Ungidos de una extraordinaria soberbia, propiciada por la evidente clarividencia de la que se creen dotados, relatan una y otra vez en discursos monocordes y carentes de contenido, sus gestas y se sienten satisfechos de sus palabras huecas, porque son coreadas y aplaudidas con la cohorte, que los sigue encandilados con su seudo-brillantez.

No tiembla su voz ni su pulso, cuando para paliar este catastrófico resultado, conseguido por su inefable incompetencia; tiene que legislar que paguemos entre todos, eso sí, manteniendo ellos sus salarios, sus coches, despachos, dietas y otros  “picos, palas y azadones”, porque ellos siguen pensando por nosotros y nos auguran que después de un buen número de años sacrificándonos, llegarán otros de bonanza. Entonces la sociedad y la economía deberá prepararse  de nuevo, para la venida de los “nuevos depredadores”, con las mismas intenciones, pero con otras caretas para poder volver a confundirnos. 

lunes, 25 de junio de 2012

Política en penumbra (II)


 Dicen J.A. Piqueras, F.A. Martínez, A. Laguna y A. Alaminos en u libro “El secuestro de la democracia: Corrupción y dominación política en la España actual”: “El moderno clientelismo descansa en una suerte de personal polémico más o menos profesionalizado, o con voluntad de serlo, personas que, por lo general, encuentran en la política un medio de vida, y a veces aspiran a que les proporcione patrimonio. Son reclutadores de voluntades, de votos. En ello les va la posición local y/o provincial, y la consideración que merezcan sus superiores. Son intercambiables por otros similares, motivo por el que han de ser eficaces. Los estudios sobre la evolución del clientelismo en determinados países del Mediterráneo han destacado la despersonalización  del patrono, que deja de ser poderoso el local para ser el que ejerce el poder municipal, nuevos notables transitorios, que sin embargo conservan la red vertical de liderazgo, pudiendo hablarse de un patronazgo de partido…
El clientelismo según los estudios de Christopher Clapham, exige cuatro supuestos:
a)      los recursos son controlados por un grupo con exclusión de los restantes y los que ejercen el patronazgo están en disposición de ofrecerlos.
b)      El acceso a la gestión de los servicios se realiza en competencia con otros grupos -partidos en este caso-, por lo que el que aspira a usufructuarlos cree necesario recurrir a clientelas que le proporcionen la mayoría o ayuden a completarla.
c)      Los clientes están incapacitados para obtener los servicios mediante una acción colectiva.
d)      predomina una ausencia de ética en la distribución de los recursos públicos, que se basara en criterios universales e impersonales.

No debemos dudar, de que ciertos  entramados no nazcan fruto de la casualidad; son tejidos con una sólida estrategia, porque una vez conformados, son muy difíciles de romper. Se crean lazos recíprocos y por tanto unos se sustentan de los otros. Lo que antes correspondía a los caciques de las poblaciones, cuanto más pequeñas mejor y con pocos recursos o peor aún, con éstos en propiedad de uno o unos pocos miembros de las mismas familias;  ha devenido a ubicarse en la actividad cotidiana de los partidos políticos. Ellos desarrollan ahora estas funciones, porque a través de los municipios, diputaciones, ministerios, administraciones en general, entidades financieras y muchos etcs., tienen la facultad de “distribuir” empleos, subvenciones, contratas de servicios  y otras prebendas.

Los partidos políticos dominantes acumulan de este moso, la potestad de dar empleo o facilitar la realización de proyectos en los diferentes estamentos, siendo curioso como las administraciones de menor rango (Ayuntamientos), lamentan la poca ayuda recibida de los estamentos superiores, siempre que los “inquilinos políticos” de ellos sean de un partido contrario, porque cuando es el propio partido, el silencio es total; tal como si al cambiar los gobiernos los proyectos insoslayables del pasado, se tornasen absolutamente prescindibles en el presente, sobre todo si se reciben indicaciones ( de arriba) de que no podrán ser acometidos.

Hacer cautivos los votos, por agradecimiento de “favores recibidos”, sean de la índole que sean, es una acción muy efectiva ya que tiene un efecto multiplicador, a saber, al voto propio de los interesados directos, se une el de amigos y familiares, que también se sienten agradecidos y lo plasman con su sufragio favorable. Es curioso, porque los partidos consiguen este resultado sin hacer ningún esfuerzo económico con cargo a su presupuesto, porque en realidad lo que vienen haciendo es asignar a su conveniencia recursos públicos, del modo que más rendimiento les produzca en las urnas.

Dicen los autores citados, que: “La corrupción vinculada al clientelismo y amparada por el bloqueo de la mayoría parlamentaria a la labor de fiscalización de la oposición tiene los mismos efectos de exclusión que cuando se dictan normas en ese sentido.”

El final es, que una vez tejida la red, perpetuarse no es complicado, porque en el caso de se produzcan acciones inadecuadas que ameriten una investigación parlamentaria, no será factible porque la mayoría impedirá cualquier intento de constituirla -como vemos continuamente-, con alegaciones de que será utilizada para fines espurios. Sí este nepotismo emergente, se “adereza” con un buen control de los medios de comunicación, que faciliten el ocultamiento del entramado, se puede esperar la permanencia en el poder para muchos años. Sólo errores muy grandes conseguirán  desmantelar “el castillo de naipes” y aún así no tendrá carácter inmediato.

domingo, 24 de junio de 2012

Política en penumbra


Dicen J.A. Piqueras, F.A. Martínez, A. Laguna y A. Alaminos en u libro “El secuestro de la democracia: Corrupción y dominación política en la España actual”: “El viejo y nuevo clientelismo tienen en común la creación de relaciones interpersonales e informales entre patronos y clientes basadas en la confianza y en la reciprocidad desigual –puesto que descansa en una inigualdad entre las partes intervinientes- en torno al intercambio de bienes y servicios, a las obligaciones mutuas que persiguen fines distintos: en términos políticos, votos a cambio de protección, dispensa de favores o asignación de recursos públicos. Los mecanismos de favor pueden ser colectivos o individuales, por lo común mediante procedimientos informales y paralegales, sin excluir la ilegalidad, siendo difícil distinguir entre una y otra modalidad.
Viejo y nuevo clientelismo comparten la misma concepción de hacer “política en penumbra”, frente a la transparencia que en todo momento exige un sistema democrático para las decisiones de los poderes públicos.”

Excelente denominación: “política en penumbra”. El diccionario de la Real Academia define penumbra como: “Sombra débil entre la luz y la oscuridad, que no deja percibir dónde empieza la una o acaba la otra”. Es por tanto, esa zona en que nada es lo que parece; lugar adecuado para la urdimbre de tramas  difíciles de identificar. Punto de encuentro de arrivistas, advenedizos y otras especies de parecida ralea, para conculcar los intereses de todos y potenciar los suyos, con la absoluta sensación de impunidad, propiciada por esa sombra débil, que tanto confunde.

¿Es necesario hacer política así?, los políticos de turno, adolecen una carencia absoluta de la realidad, a fuerza de debatir sobre lo suyo, acaban ignorando los intereses de los ciudadanos, que es en definitiva, para lo que fueron elegidos. Sentarse en “poltronas” pronto deviene en una interpretación sesgada de la realidad, en vez de dedicarse a administrar la “cosa pública”, en aras a optimizar los recursos disponibles y satisfacer el mayor número de necesidades sociales; buscan sólo las acciones que reportarán un mérito para su partido, sea ésta o no la mejor opción para los ciudadanos.

Bajo este planteamiento - donde se confunden intereses parciales con los generales -, es corriente observar, como se hacen intervenciones de medias tintas, justificadas con ese lenguaje de palabras “huecas”, que adquieren, los que tienen que hablar mucho pero comprometerse poco o nada. Con este planteamiento es imprescindible el clientelismo en su más pura esencia – de larga tradición en la política española contemporánea -, perpetuarse en el poder en base a gozar de “mecanismos de favor colectivos o individuales”, que fidelicen los votos a través de prebendas recibidas o esperadas.

Triste bagaje; para esa carga no hacían falta alforjas – decía mi abuelo -, consolidar una democracia en España ha costado mucho esfuerzo y el sacrificio de personas, que en otras épocas pasadas no demasiado lejanas, comprometieron sus expectativas de vida, para propiciar una evolución racional y pacífica. Aunque solo fuera por espíritu de agradecimiento colectivo, deberíamos ser consecuentes y administrar con esmerado cuidado la buena herencia recibida. Son cuanto menos merecedores, quienes así se comportaron, de una política de “luz y taquígrafos” y en absoluto de una “política de penumbra”.

Lo malo es que los partidos políticos, no están por la labor de “sanearse” a sí mismos y sólo actúan con cierta "pensada" energía cuando los acontecimientos devienen en litigios o demandas y entonces, también es triste comprobar, como en muchas ocasiones lo acomenten con una falta manifiesta de voluntad firme para depurar responsabilidades. Lo que ocasiona una evidente decepción social y un cierto desánimo en sus propias filas, de todos aquellos, que tienen voluntad de estar para lo que fueron elegidos… esperemos que con el tiempo, éstos logren sobrepasar al “aparato institucional” e imponer otro modo más racional de “hacer política”.

sábado, 23 de junio de 2012

Poder económico



Dice Paul Krugman en su libro “¡Acabad ya con esta crisis!: “En un  nivel más indefinido, la riqueza abre puertas y estas puertas son vías de influencia personal. Los banqueros más notables pueden entrar en los despachos de los senadores o de la Casa Blanca de una forma muy distinta a como lo haría un hombre normal y corriente. Y una vez dentro del despacho, pueden ser convincentes, no solo por los regalos que ofrezcan, sino por quiénes son. Los ricos son gente distinta a usted y a mí, y no solo porque tienen mejores sastres: ellos tienen la seguridad – ese aíre de saber qué hacer en cada momento – que viene de la mano del éxito material. Sus estilos de vida resultan atractivos, aun cuando usted y yo no tengamos la  intención de hacer lo necesario para podernos permitirnos un estilo de vida parecido…
Bien, no cabe la menor duda de que todo esto ha sido así a lo largo de la historia. Pero la fuerza de atracción política de los ricos se fortalece cuando los ricos se enriquecen aún más.”

Siempre pensé que en la empresa privada, sobre todo en las grandes corporaciones, ni el presidente, ni el  consejero delegado, son los que verdaderamente mandan; ellos tienen el título, pero el verdadero poder lo ejercen una cohorte de personajes muy cercanos a ellos, que tienen tomada o concedida la facultad de aconsejarles y no necesariamente están dentro de la empresa. Éstos “encantadores de serpientes” son los que van moldeando las opiniones, que preceden a las acciones; pero con la particularidad, de que ellos no arriesgan nada con el desenlace de la decisión - salvo el perder la influencia -, aunque eso es poco frecuente dado que son gente experta en adjudicar responsabilidades a “otros”, el verdadero riesgo lo corren, los que se dejan aconsejar.

Este estado de la cuestión, conlleva otra servidumbre; esa influencia no sólo sirve para asuntos, también atañe a las personas. Tienen la capacidad de motivar o desmotivar al ejecutivo a promocionar o no a determinadas personas y esto lo aprovechan para colocarlos en los puestos claves, no por la enjundia que tienen, sino por la utilidad que a ellos les reporte.

Es un juego en el que curiosamente, como en la película de “juegos de guerra”, quien gana también pierde. Esta es la trama, si uno en aras a su independencia y habiendo detectado que estos personajes solo son “fachada”, se aleja de ellos, no frecuenta sus círculos e incluso manifiesta discrepancia con algunas de sus posturas; claramente no promociona. Pero sí cediendo de su independencia, se deja llevar por la suave pendiente del “seguidismo”, también pierde, porque seguramente será promocionado, pero habrá vendido de por vida su criterio, tendrá que respaldar “sine die” las opiniones de su mentor y eso a veces puede ser extraordinariamente pesado de digerir, casi tanto como unos “callos bien sazonados”.

Ganar, lo que se dice ganar, solo ganan ellos. Porque aún en el supuesto caso de que obtuvieran ningún beneficio, tampoco han puesto nada. En el desenlace de las decisiones, la responsabilidad siempre recaerá en quienes tienen la facultad de decidir. En este ejercicio tan sibilino, medran quienes tienen menos escrúpulos, es decir, quienes por tener el poder o la influencia sobre quien lo tiene, son capaces de hipotecarse, porque saben que siempre sacarán “tajada del guiso”.

Otro escalón más alto en este entramado, es el que les corresponde a los que tiene poder de mentalización, sobre los personajes que influyen. Los utilizan como “facilitadores” de negocio, se convierten en  el punto de apoyo necesario para allanar “caminos”, que de otro modo resultarían muy tortuosos. La red clientelar ya está tejida. No se nos escapa que estas “tramas” pueden ser ejercidas únicamente, desde muy arriba,  por quienes verdaderamente tienen el poder económico, tal como describe el autor refiriéndose a la política.

Como dice Krugman: “… si las cosas van bien, reciben una cuantiosa recompensa; mientras que, si las cosas van mal – y ese momento siempre llega – nada les obliga a devolver los beneficios anteriores.”        

viernes, 22 de junio de 2012

El quinto sello



Dice Paul Krugman en su libro “¡Acabad ya con esta crisis”: “Cuando nos preguntamos por qué los responsables de establecer nuestras políticas activas  fueron tan ciegos  a los riesgos  de la desregulación financiera – y,  desde 2008, por qué  tampoco han visto los riesgos de dar una respuesta inadecuada a la depresión económica -, es difícil no recordar la famosa frase de Upton Sinclair: “Es difícil conseguir que un hombre comprenda algo, cuando su salario depende de que no lo comprenda”. El dinero compra influencia; mucho dinero compra mucha influencia; y las políticas que nos han llevado hasta donde estamos, aunque nunca han hecho demasiado por la mayoría de la gente, en cambio sí han funcionado muy bien (al menos durante un tiempo) para unas pocas personas situadas en lo más alto.”

Es decir, si no entiendo mal la frase de Upton Sinclair, para que esas gentes de los mercados nos hagan la “pascua”, hace falta que una colección de “sesudos” y quizás también prestigiosos entendidos en materia económica, hagan la “vista gorda” e incluso miren hacia otro lado; porque parece resultar, que cuanto más profunda  es la crisis, más ganan ellos (los mercados).

De ese postulado, se desprende, que aún suponiendo que las medidas económicas, que se van tomando; en un análisis no sesgado, resultasen claramente poco alentadoras de dar solución a nuestros problemas, algunos (que pienso yo, serán mayoritarios), rebuscan argumentos y justifican las medidas, no por ignorancia – que siempre es disculpable – sino por “compromiso inquebrantable” con el poder económico. Como ya comenté en mi entrada del 20 de Junio, Krugman escribe en clave americana, pero deduzco, que a nosotros también se puede aplicar casi todo lo que dice, salvando las distancias, desde luego.

Hay por tanto claras recompensas en puestos relevantes de este entramado financiero, con retribuciones y prebendas fuera de lo común, para aquellos que cuanto menos por “omisión”, transigen con las medidas económicas y adoptan posiciones tolerantes y nada críticas; “guardan lo ropa” para evitar ser señalados como impulsores de estas acciones, que saben con claridad que no redimirán a la mayoría, pero enriquecerán de modo inaudito a unos pocos - si lo estas pensando bien -, los pocos de siempre. Parafraseando a Krugman “… es difícil ver la diferencia entre lo que creen “de verdad” y lo que les pagan por creer.”

Puestas así las cosas, lo tenemos muy crudo, porque “los mercados”, no tienen cara ni ojos, no podemos saber quien son, no tenemos la certeza de sus intenciones –apretar el cuello sin asfixiar, porque un asfixiado no necesita préstamos -, no sabemos cuantos son y por tanto no podemos calibrar el grado de enriquecimiento que llevan, ni tratar de ponderar cuando están satisfechos con las ganancias; se sustituyen, es decir, cuando uno ya está bien “forrado” y se retira, lo releva el siguiente – como las truchas en la corriente del río, en fila esperando la desaparición de la de delante, para ocupar su sitio -, y este hecho no es nada favorable, porque el recién llegado, tiene mucha más avidez, que el que sale… por lo del riesgo… ya sabéis.

Recordemos que en el capítulo sexto del Apocalipsis, describe que Dios sostiene en la mano un pergamino cerrado con siete sellos. Jesús abre los cuatro primeros apareciendo cuatro jinetes que montan sendos caballos: blanco, rojo negro y bayo. La interpretación es que representan la victoria, la guerra, el hambre y la muerte (peste); habiendo recibido muchas interpretaciones en nuestra cultura occidental. Los tres últimos jinetes vienen representando las fuerzas del mal. Hay interpretaciones también, para los otros sellos, pero en una “traducción libre”, trasladado a época actual, el quinto sello ¿no serían los mercados?. 


N.B. Upton Beall Sinclair (1878-1968). Novelista y dramaturgo. Premio Pulitzer. Escribió La jungla (The jungle) en 1906.  

  

miércoles, 20 de junio de 2012

Cajas de Ahorro



Dice Paul Krugman en su libro “¡Acabad con la crisis!”, refiriéndose a la situación en EEUU: “Por desgracia, la banca no es como el transporte de mercancías y la desregulación no se tradujo tanto en mejoras de eficiencia  como en un estímulo de conducta de riesgo. Dejar que los bancos compitan en la oferta de interés  por los depósitos parecía un buen negocio para los consumidores. Pero supuso que la banca se convirtiera, cada vez más, en un caso de supervivencia de los más imprudentes, en el que solo los que estaban dispuestos a conceder préstamos dudosos podían permitirse pagar a los depositantes un interés competitivo. Eliminar las restricciones de las tasas de interés hizo que los préstamos imprudentes fueran más atractivos, porque los banqueros podían prestar dinero a clientes que prometían pagar mucho… aunque quizá no cumplirían con lo prometido. Y el margen de riesgo se incrementó aún más cuando se hicieron más laxas las restricciones que limitaban la exposición a determinadas líneas de negocio o a los prestatarios individuales.
Estos cambios produjeron un fuerte incremento de los préstamos, un fuerte incremento de los riesgos asumidos en esos préstamos y también, tan solo unos pocos años después, algunos grandes problemas en la banca; problemas que, a su vez, se exacerbaron por la forma en que algunos bancos financiaron los préstamos que concedían con dinero que tomaban prestado a otros bancos.”

Bueno al menos, ya hay algo en lo que nos parecemos a EEUU, no soy experto, pero desde la posición de observador externo y mediante lo que se publica, algo parecido a esto se ha producido también en España. Creo que con mucha mayor intensidad en las Cajas de Ahorro, que como su nombre indica, su es posición proclive a “reclutar” la mayor parte posible de fondos, con el reclamo de intereses atractivos y no solo en los depósitos a plazo; cuando no, ofreciendo retribuciones no dinerarias de todo género, haciendo parecer a sus oficinas, meras prolongaciones de comercios de objetos diversos.

Hay un rasgo que no nombra Krugman, pero que yo creo que es propio de estas entidades españolas, a saber, las Cajas de Ahorro no han estado funcionando como empresas en busca y colocación de sus recursos en las mejores opciones posibles dentro del mercado, es seguro que también lo han hecho; pero en la mayoría de sus decisiones de financiación, ha influido con un peso absolutamente desproporcionado, la política, me refiero al partido político que ha gobernado en su circunscripción, que ha antepuesto sus propios intereses.

Esta costumbre de los partidos políticos de “mangonearlo” todo, no ha dejado indemne a estas entidades financieras, muy al contrario, las ha venido utilizando, a través del dominio en sus Conejos de Administración, como fieles ejecutores de sus proyectos, mediante la concesión de los préstamos, que fueran necesarios; la colaboración – no desinteresada – para la colocación de las emisiones de deuda institucional y también en la financiación de aquellas actividades económicas, “bien vistas” políticamente,  por el negocio en sí mismo, o por los apellidos de sus directivos.

Esto ha ido creando una cadena de clientelismo, que en nada las ha beneficiado. Mientras sus cuentas de resultados contaban con sus cifras y la bendición de los auditores, un devenir de triunfo; acumulaban riesgos difíciles de resolver, a poca perspectiva que tuvieran los que gobernaban la entidad. La decisión que se adoptó no fue  “afrontar, parar y sanear”, no esa no era políticamente correcta, aunque si lo fuera económicamente adecuada; se prefirió “tirar balones hacia adelante” y esperar bonanzas futuras.

Algunas líneas  de negocio por las que habían apostado, no solo financiándolas, sino también promoviéndolas desde la institución; se fueron convirtiendo en “enfermos crónicos, de muy difícil tratamiento “sanador”. Como un efecto boomerang se iba contaminando la propia entidad y cada vez su situación resultaba más débil y expuesta al desenlace futuro de unas actividades, que se iban tornando cada vez menos viables.

El desenlace ya lo conocemos, por mucho que guarde uno la suciedad bajo de la alfombra, esta acaba apareciendo siempre. No es posible esconder la realidad de modo permanente y aún más, si esta es tan decepcionante.

La realidad es que lo que he escrito creo no tiene nada de original, seguramente debe haber sido narrado por personas mucho mas preparadas que yo; mi intención con la exposición era buscar plataforma descriptiva de la hipótesis. Me interesa en particular esta reflexión final, ¿qué hubiera sucedido si estas entidades hubieran encontrado un “nirvana” de la financiación y de concesión crediticia hipotecaria individual, consiguiendo extraordinarios beneficios y situando a la entidad en posiciones claramente solventes?; pues seguramente nos lo hubieran narrado infinitas veces, con glosas de sus altos directivos, con soberbia y altanería; se hubieran “mesurado” una parte de esos resultados brillantes para remunerar sus esfuerzos y desvelos y en todo caso nosotros los “de a pie” hubiéramos recibido de modo indirecto las migajas correspondientes   a su “obra social”.

Lástima que no haya sido así, porque lo que toca ahora es pagar entre todos lo que han propiciado unos cuantos: financieros de café, políticos poco competentes y advenedizos de cuarta fila; promoviendo y facilitando negocios, que nunca se le hubieran ocurrido a la administración de un “ordenado comerciante”, pero esta terminología es del modesto Código de Comercio, claramente anticuado y con connotaciones caducas, no puede compararse con las mentes “brillantes y agresivas”, de los “chaquetas cruzadas azul marino y corbatas llamativas”. Por qué no nos dejan de una vez en paz y se retiran a sus cuarteles de invierno a amasar sus “riñones” forrados y permiten que las gentes que sepan, gobiernen las entidades, con criterio de rentabilidad, prudencia y continuidad de las operaciones. ¿Es mucho pedir?.

N.B. Hay Cajas cuya gestión es poco criticable, por ahora.

lunes, 18 de junio de 2012

Egoísmo, egocentrismo, envidia.



Dicen Valentín Fuster y José Luis Sampedro con Olga Lucas en su libro “La ciencia y la vida”: “Estamos sumergidos en una sociedad que nos educa para la competitividad… Cierto tipo y grado de competitividad es estimulante, pero la competencia por la competencia, por el éxito, la fama, el poder o el dinero que se nos presentan como virtud, es muy dañina…
Al poder le viene muy bien ofrecer falsas compañías a las personas con dificultades para relacionarse. Son terreno abonado para la grandilocuencia. Patriotismo, nacionalismo, éxito deportivo, dinero, son conceptos que no resuelven la soledad, pero engañan haciendo sentirse menos solos a los que están sin conciencia plena…
Hay tres vicios que nacen de la soledad que son el egoísmo, el egocentrismo y la envidia.
 El egoísta es una persona que solamente funciona por y para sí. Si le pides un favor, no existe, porque es sacarle de su campo, de su ensimismamiento. Ahí la relación no tiene sentido.
El egocéntrico sí se relaciona con la sociedad, pero para atraerla para sí, para ser el centro del mundo, la reina de la fiesta. Es decir, el egoísta no mantiene relaciones humanas y el egocéntrico, en cambio, atrae continuamente a la sociedad hacia él, pero en realidad es una falacia. Necesita de la sociedad precisamente por el aislamiento en el que vive.
La envidia nace del aislamiento. El individuo que la padece necesita estar continuamente pendiente de otro para sentirse superior. Es otro tipo de soledad. Y es el pecado capital de este país… En ocasiones, parece que pasar inadvertido se interpreta como un éxito; y tener éxito fácilmente se categoriza como fracaso.”

No hay duda de que aquí el futbol juega un papel fundamental  para el ejercicio del poder, no hay nada como una buena contienda en ciernes, para que otros asuntos queden postergados, por muy relevantes que éstos sean. Si en la contienda se produce el triunfo mejor que mejor; entonces nos invade la sensación gratificante de los ganadores y todos nos adjudicamos una parte de la gloria. No soy seguidor de los partidos de futbol, pero confieso que sor partidario del triunfo del equipo de mi ciudad de nacimiento (Valencia) y por supuesto cuando quien juega es la selección de España, me alegro con sus victorias, sea quien sea el contrincante. Del comentario de los autores pienso, si este deporte no es una de las “falsas compañías”, que comentan.

En la segunda parte sitúan la soledad como generadora de tres vicios principales. Francamente la soledad no buscada, o mejor, el sentimiento de soledad en la sociedad actual, es una de las experiencias más decepcionantes que existen. Sentir sobre nosotros la impotencia de la comunicación fluida, cuando nos es necesaria, produce cuanto menos gran desazón.

Pero los autores hablan de que la misma tiene consecuencias perversas, ya que sume a quien la practica de modo exacerbado en tres posiciones francamente reprobables. Y es que en una sociedad estructurada para la comunicación, el aislamiento acaba pasando factura.

De los tres vicios, me induce más reflexión la envidia, porque vivimos una estructura social que la promueve, o por lo menos la provoca. Son tantos los atributos a nuestra disposición, para poder identificarnos con los ritos y tics impuestos por  las costumbres sociales, que facilitan la posición expectante de quien necesita sentirse siempre superior y eso lo lleva a una carrera sin fin por ser el más de más, en todo. Hay objetos de los que ya no se pueden prescindir, confieren un status sólo con exhibirlos; pero es que momentos después de su posesión, aparecerán versiones más modernas que invalidarán la satisfacción actual de modo contundente. Lo peor es, que si además,  los identificamos en los que nos rodean y seguro que los identificaremos, porque los poseedores los mostrarán con esa inusitada altanería que les infunde la presentación de la innovación, que es mucho más intensa que el disfrute en si mismo; entonces perderá lo que poseemos todo el interés.

El egoísmo desde mi punto de vista es más disculpable, vivimos en una sociedad que transmite el mensaje claro de interiorización profunda de modos y maneras, tendentes a lograr nuestros objetivos y con escaso miramiento a quienes nos rodean, con mucha mayor intensidad si estos aparecen como competidores directos. Primero yo y  luego también, es la máxima generalizada; las relaciones o son familiares o exentas de interés profesional, porque si no es así, estarán regidas por una tendencia innata egoísta; dispuestos para recibir, pero poco proclives a dar.

Los autores, establecen relación directa entre el egocéntrico y la soledad. Los que lo padecen, buscan paliarla, pero mediante la incursión social, que permita situarlos en la cúspide, admirados por los que les rodean y alabados por muchos de ellos, en muchas ocasiones mas por interés, que por verdadera admiración. Rechazan los ambientes en donde no son como el Ave Fénix y viven una tremenda infelicidad, porque nunca alcanzan su lugar, ya que siempre hay “cimas” mayores por escalar.

Ojala que nuestra parcela de soledad no nos haga caer  en estos vicios, no vaya a ser que con el tiempo constatemos – como dicen los autores – “… que aprendamos en la edad tardía algo que, desgraciadamente, nos perdimos en la juventud”.

domingo, 17 de junio de 2012

Línea de Crédito



Dice Aurelio Arteta en su libro “Tantos tontos tópicos”: “Cuando elegimos a esos políticos y los destacamos así sobre los ciudadanos corrientes, no es para que reproduzcan en el foro público nuestro conformismo y mediocridad, sino para que representen nuestras más dignas aspiraciones. En  un régimen democrático debemos hacernos merecedores de más de lo que tenemos, y eso significa que hemos de escoger políticos que sean mejores que nosotros.”

Hago una declaración de principios, soy extraordinariamente respetuoso con cualquier Gobierno de España, aunque no coincida con mi ideología. Pienso que sus decisiones son tomadas en base a una información mucho mayor de la que yo manejo y también condicionadas por muchos otros factores de presión, ejercidos por “otros poderes”, que no alcanzo. Bajo este planteamiento soy muy tolerante – aunque sin abandonar la crítica – de las resoluciones que se adoptan para resolver los asuntos en el ámbito público.

Dicho esto, estuve extraordinariamente expectante de las intervenciones de la semana pasada, en principio del Ministro De Guindos. Debo decir previamente, que cuando fue nombrado, me produjo buena impresión, tenía el porte y ademanes de un Ministro de Economía, currículo amplio en ese ámbito y aparqué su antecedente como Consejero Asesor para Europa de Lehman Brothers (de tan nefasto recuerdo) y director de la filial del banco en España y Portugal.

La comparecencia del Ministro De Guindos, me resultó sorprendente, no daba cifras y pasaba por el tema con la superficialidad, que esgrimimos los padres de familia, cuando tenemos que explicar a nuestros hijos menores de edad temas relativamente escabrosos. Tal como si los españoles en estas lides económicas aún fuéramos menores de edad, con la que viene cayendo últimamente, es posible que lo seamos a nivel teórico, pero a nivel práctico nos han hecho expertos en “cuatro días”.

De la intervención, me quedé claramente fijado en una frase, que transcribo: “… la cantidad solicitada será suficiente para cubrir las necesidades de capital estimado, más un margen adicional significativo…”, esa si que es una buena exposición de alto ejecutivo, hablo pero no digo nada.

En la posterior rueda de prensa, después de su intervención, pude descubrir, que el porte y los ademanes en realidad eran mas bien esa  altanería de los Altos Ejecutivos de las empresas, que con ademanes entre displicentes y arrogantes crean una barrera a su alrededor para evitar la proximidad, porque ellos, mejor que nadie saben, que con la proximidad pierden mucho.  Evidenció con claridad la  molestia que le producía la referencia, a si no debía haber comparecido el Presidente, con una respuesta cortante y desabrida, impropia de su presencia voluntaria.

Al día siguiente compareció el Presidente Rajoy y prefiero pensar que no lo había hecho antes para seguir un protocolo ordenado de comparecencias. No es para mi una sorpresa, que el Sr. Presidente, hable sin decir o diga sin concretar; es su costumbre o su forma de ser; pero en algunas ocasiones alguien le debería aconsejar que concretase, comprometerse no es intrínsecamente malo y los “de a pie” nos sentiríamos  más seguros.

Me quedo con una frase del Sr. Presidente, contestando a una pregunta: “… se lo voy a decir con meridiana claridad, a mi nadie me ha presionado, ahora no se si debería decir esto que voy a decir, el que he presionado soy yo…”. También me llamó la atención su referencia a: “esto no afecta al déficit público”.

Cuando yo empecé a trabajar, portaba conmigo la imprudencia de la juventud y las ínsulas de barataria que te confiere un expediente académico brillante en calificaciones; tuve que aprender mucho del ámbito empresarial, pero debo reconocer que tenía un Director General, algo autoritario, pero con una cabeza estratégicamente bien “amueblada”. Me enseñó, que en una negociación, cuando se obtiene un buen acuerdo no es necesario alardear de la ventaja obtenida en la misma; si es así quedará corroborada con su aplicación en la empresa y con los resultados en la “mano”, ese será el momento de felicitarse. Porque en una negociación, cualquier exteriorización de triunfo por una de las partes, es indirectamente constatar menos acierto en la otra y eso siempre produce profundo malestar.

Sea como Vd. ha respondido, porque de no ser así, los que sufriremos de nuevo seremos los “de a pie”…

sábado, 16 de junio de 2012

Derribar barreras (III)


Dice Lawrence M. Millar en su libro “De bárbaros a burócratas: Estrategias para el ciclo vital de las empresas”: “Burocracia es el conjunto institucionalizado de estructuras, sistemas y conductas, encaminado a obtener la obediencia. Por definición la burocracia es opresiva y plantea  un desafío al individuo creador, que, bajo la presión de la burocracia, se ve impedido de hacer” lo suyo”. Y la burocracia por su incapacidad inherente para la reacción, no puede crear un ambiente en donde él lo hiciese. Por eso, demasiado a menudo, el individuo verdaderamente creador tiene que rebelarse contra el medio burocrático, o escapar de él.
La mayor parte del mundo actual se halla dominado por la burocracia. No es ningún secreto que nuestra Administración responde a esa definición, y lo mismo muchas de nuestras grandes y decadentes empresas…
Así como los inmigrantes huyen de sus países en busca de una compensación justa, miles de talentos creadores huyen también de sus empresas con el mismo propósito… La paradoja es que, así, muchos deben su éxito a los jefes que no supieron escucharles. Si éstos se hubieran  mostrado receptivos ante las ideas nuevas, muchos innovadores, hoy millonarios, se hubieran contentado con seguir trabajando en el seno de la gran corporación.”

Ser discordante leal en una organización empresarial, es un posición muy incómoda, los que mandan y mucho mas sus advenedizos, trataran de neutralizarlos, en un ejercicio tendente a “imponer” la homogeneidad, que es lo que mas les agrada a las organizaciones burocratizadas. Se necesita tener mucha claridad de ideas y un fuerte tesón para resistir el embate.

Pero la dicotomía surge de forma inmediata, si uno acaba por “someterse” a esas presiones subliminales de estas organizaciones caducas, se hace un flaco favor a sí mismo y quienes pretenden “domesticar” en realidad lo que consiguen de modo indirecto, es anclar la organización en el pasado, el continuismo y la falta de renovación.

Los jefes que no escuchan las nuevas ideas de los empleados, actúan  como si leyeran infinitas veces un mismo libro, es seguro que conseguirán memorizarlo, pero por el contrario, acumularán una  creciente incultura. No potenciar el talento de las personas es el desperdicio mayor que tienen la mayoría de las empresas en la actualidad. Gobernar pretendiendo que cada cual ejecute su tarea, mas con el carácter de “robot” que con el de persona, solo provocará un “empobrecimiento” paulatino de la organización.

Una ventaja competitiva, cuesta mucho de implantar, pero si tiene éxito, es de vida bastante  efímera, los competidores sabrán neutralizarla y puede que incluso la mejoren. Para ser un buen líder, la imaginación debe de estar siempre en acción, siempre despierta y receptiva a las nuevas sugerencias y si éstas provienen de los miembros de la propia organización, mejor que mejor. Creer que se ha alcanzado el “nirvana en gestión”, es la primera reflexión, que lleva al fracaso empresarial, si no se sabe rectificar dicho pensamiento a tiempo.

viernes, 15 de junio de 2012

Derribar barreras (II)




Dice Lawerence M. Millar en su libro “De bárbaros a burócratas. Estrategias para el ciclo vital de las empresas”: “Las culturas, y las empresas, sólo progresan mientras los líderes identifican los retos y encuentran esas soluciones creativas; la solución más afortunada no es la que conduce a una situación de tranquilidad, sino a un nivel de incitación superior, el cual demandará otra reacción creadora nueva. Ésa es precisamente  la función esencial de los líderes.  Cuando éstos se duermen en los laureles y confían en las soluciones del ayer, empieza la decadencia… El comportamiento de los líderes es el que explica la energía dinámica, la heroica creación de puestos de trabajo y de riqueza en las pequeñas empresas que empiezan y que prosperan con rapidez; también, el caos burocrático, el desencanto y el despilfarro de recursos humanos y de capital que se alojan en la masa de las grandes corporaciones y de los organismos de la Administración Pública, de donde toda creatividad está ausente. El comportamiento de los líderes, por último, es lo único que puede regenerar a esas compañías en decadencia.”

La costumbre crea leyes y normas no escritas, que son extraordinariamente difíciles de soslayar. En una organización empresarial, la frase “siempre se ha hecho así”, es una manifestación de inmovilismo; quienes así se manifiestan, lo que en realidad quieren decir de forma encubierta es, que no están  de acuerdo con los cambios propuestos y se disponen a resistencias “numantinas” e incluso al boicot del plan.

No es posible labrarse un futuro de negocio sólido, atendiendo sólo a los modos tradicionales de gestión, no innovar en los momentos actuales, tanto en productos como en gestión es comprometer seriamente la continuidad de las operaciones. Buscar con insistencia tranquilidad y sosiego, para complacerse con lo conseguido - aunque ello sea muy relevante -, es colocarse en una posición claramente inestable. El éxito de hoy, seguramente se tornará en  fracaso  mañana.

Cuanto mas grande sea la organización, este efecto será más acusado. No solamente por la imposibilidad de transmitir con efectividad a todos, cuales son los objetivos y estrategias, sino porque los escalones intermedios de mando, son  entre otras cosas, los propiciadores de dificultades y resistencias. No es necesarios que tomen acciones en contra de las innovaciones, con que no las transmitan con claridad y las justifiquen es mas que suficiente.

Son estos jefes intermedios los verdaderos responsables de algunos planes fracasados, porque su juicio de conveniencia, no está realizado en función de la utilidad empresarial, sus razonamientos, siempre se plantean en términos personales, es decir, en cual es la situación en que queda su parcela de “poder” con las innovaciones propuestas. Para ellos no es bueno algo, que les cercene parte de sus atribuciones, aunque sea claramente beneficioso para la organización, sin percatarse de que con ello, en principio, lo primero que conculcan es su propia situación, pero además, son partícipes de algo mucho más grave, no potencian y consolidan  la supervivencia de la empresa.

Es absolutamente inapropiado, “frenar” los planes de la organización, siempre que no satisfagan las aspiraciones individuales. El auge o decadencia de la empresa está muy ligado a capacidad de sus miembros, para asumir responsabilidades e impulsar los planes diseñados con entusiasmo. La “tibieza” o el soslayo, sólo conducen al fracaso… tanto individual como colectivo.     

domingo, 3 de junio de 2012

Derribar barreras



Dice Lawrence M. Miller en su libro “De bárbaros a burócratas. Estrategias para el ciclo vital de las empresas”: “A medida que las empresas maduran y se complican, el número de niveles jerárquicos aumentan, como otras tanta barreras entre quienes toman las decisiones importantes y quienes desempeñan el trabajo. Es necesario derribar esas barreras, y la razón  no es que se deba motivar a los empelados o consolar su amor propio; deben desaparecer para que los directivos se pongan en contacto con la realidad, para que sepan cómo se hacen las cosas y por qué el cliente está satisfecho o insatisfecho. De esta relación depende la calidad del liderazgo y de la toma de decisiones.
La comunicación directa entre los trabajadores y los directivos es importante, y no sólo por la información que se intercambia sino, además como símbolo de que los jefes aprecian a los empleados y confían en ellos. En la compañía, todo el mundo debe saber que los de arriba se preocupan por los de abajo y los escuchan. Es responsabilidad de los jefes el tomar medidas para que así se haga.”

Difícil planteamiento el de Lawrence Miller, para poderse aplicar en la empresa española. En realidad cuanto más grande se hace la organización, menores posibilidades hay de que un empleado llegue a conversar con un alto directivo. No sólo porque serán muy pocas las ocasiones en las que coincidan con oportunidad de hacerlo; sino porque esta circunstancia es evitada por los mandos intermedios, para “taponar” la información en sentido ascendente, de modo que ésta siempre este absolutamente controlada por ellos.

En realidad los Altos Directivos (en las empresas, en la política y en las entidades financieras, etc.), sufren una especie de “secuestro”; acaban siendo prisioneros de su propio aparato, que filtra todos los contenidos, que deben conocer y oculta con un gran derroche de medios, aquellas cuestiones que consideran inoportunas. Tal es así, que cuanto mas tiempo detentan el poder, más se alejan de la realidad cotidiana y más desenfocado tienen su punto de vista sobre el estado real de los asuntos  cotidianos.

Es uno de los precios que hay que pagar por el poder. El problema es que este planteamiento a quien debilita es a la propia organización. Los jefes intermedios hacen en este caso de “secantes” y en muchas ocasiones las decisiones que se toman, no están avalados por todos los datos disponibles, porque algunos han sido hábilmente soslayados, en la medida que puedan perjudicar en el escalafón a quienes han decidido hacerlos “opacos”

Cuanto mas grande se hace una organización, mas posibilidades de que se produzcan “reinos de Taifas”; existe la creencia de que  acaparando  determinadas informaciones, fortalecen su más posición en el seno de la empresa. En estas circunstancias, se produce una avidez desmedida con almacenar datos, prioritariamente para uso propio y en ocasiones se monopoliza también el procedimiento de obtenerlos; como si esta forma impropia de trabajar en equipo fortaleciese la posición individual de quien la practica.

Querer “medrar” a costa de la organización con triquiñuelas y malas artes, puede ser efectivo a corto plazo, pero sin lugar a dudas acabará pasando factura a quien se aplica en estas prácticas. Tarde o temprano, la organización detectará este comportamiento y lo aislará. El problema es que, en ocasiones, esas informaciones no afloradas, pueden haber producido daños en la gestión, en la mayoría de los casos por acciones  no tomadas en el momento oportuno.

Como dice Lawrence M. Miller: “Es paradójico que las empresas, lo mismo ue los individuos, anden siempre buscando la comodidad y la certidumbre, cuando son esas, precisamente, las condiciones que con seguridad acarrean la decadencia.”
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