Dicen José Antonio Piqueras, Francesc A. Martínez, Antonio Laguna y
Antonio Alaminos, en su libro “El
secuestro de la democracia. Corrupción y dominación política en la España
actual”: “El neopupulismo ha resultado ser un experimento cruzado por tres
elementos:
- La simplicidad simbólica… Se trata de
construir mínimos comunes denominadores y no muchos. Se consigue mediante
la definición de un enemigo común. Es una vieja técnica que los estudiosos
de los totalitarismos definían como la construcción del “chivo expiatorio”.
- Los experimentos neopopulistas tienden a la
negación de las líneas de fractura (cleavage) horizontales (las divisiones
de la sociedad, como la clase social) y en su lugar proponen las
verticales (como la identidad, la pertenencia, etc.)… Los líderes
aspirantes al neopopulismo descalifican las instituciones (por más que las
regenten) en nombre del pueblo y prometen lo que saben que no pueden dar.
Son conscientes de que la consecuencia puede ser una mayor desafección de
la ciudadanía respeto a las política:
el denominado como cinismo político Pero el malestar popular respecto a
las elites políticas beneficia al
líder neopopulista, que se desmarca de ellas y ha establecido una relación
directa, vía medios de comunicación, cautivos o manipulados, con el
público.
- …Se basa en la construcción de una identidad
política sustentada en emociones, mucho más que en argumentos… Trabaja
mano a mano con los medios de comunicación de masas para producir a través
de ellos un tipo de discurso que busca una constante activación de las
emociones… recurre a variadas estrategias de escenificación, como la
teatralización y creación de falsos acontecimientos… porque son ellos los
que permiten activar las emociones y generar solidaridades horizontales”
Cuando se argumenta y “machaca” bien, la razón de tales agravios, suele
ser útil incluso, para “tapar” errores o falta de planificación propia y
adjudicarlo a la falta de “sensibilidad” para entender las razones particulares
de quienes se sienten desatendidos. Ya tiene buen cuidado el líder de exacerbar
los ánimos con discursos poco razonados y cargados de “soflamas” o muletillas
reiterativas para que calen profundamente en la población, con argumentos
sencillos y sentimentales que interioricen con facilidad los ciudadanos.
Esta maniobra de distracción, trata de desviar la atención hacia otros
asuntos, evitando así, que sean identificadas por los ciudadanos carencias, en
las cuales el “enemigo común” aún no esta pertrechado o no existe.
Es un “encaje de bolillos” instrumentado con una estrategia muy sutil,
difícil de identificar y suele ser muy efectiva, si viene acompañada de unos
medios de comunicación afines, que completen con imágenes y/o artículos de
prensa, las circunstancias de discriminación que se padecen, aprovechando para
hacer notar la responsabilidad externa de estas carencias.
Esta actitud maniquea, sube de tono al aproximarse unas nuevas
elecciones, en donde los argumentos principales suelen ser los agravios
comparativos y la facilidad para instrumentar la solución, removiendo al
partido político que gobierna en la institución hostil. Este ejercicio de
cinismo político se evidencia, cuando conseguido el objetivo de cambio, las
cosas siguen igual, pero algo se modifica radicalmente, ahora las críticas a
esas carencias son en tono menor debido a que ya es del mismo “color político”
el gobernante de la otra institución. Lo anterior era solo un ejercicio de puro
desgate premeditado y desleal, cuyo efecto práctico es el deterioro y
desprestigio de la clase política.
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