sábado, 29 de noviembre de 2008

Diálogo




Dice Carlos Castilla del Pino en su libro "El humanismo imposible":"Un dialogo, es auténtico, real, cuando abre nuevas posibilidades a cada uno de los que participan en él, cuando cada uno de ellos "es otro", distinto, tras el diálogo que verificaron".

Es curioso y nosotros pensando siempre al establecer un diálogo, que salimos mejor parados, si somos los triunfadores; tenemos en nuestra mente, mas la confrontación, que el diálogo. No se nos enseña a lo largo de nuestra formación familiar y/o académica; seguramente sabremos resolver ecuaciones y otras cosas mas enjundiosas, pero participar, no, el criterio oficial es, que eso no necesita aprendizaje, se asimila en la vida - vaya error - quien no practica no interioriza y por tanto no adopta posturas moderadas y tolerantes.

La conclusión de este planteamiento es una posición individualista y categórica, nosotros sabemos, los demás viven en permanente confusión. Perdemos una extraordinaria ocasión de enriquecernos, pero preferimos dedicarnos a otras actividades, que "perder el tiempo" intercambiando opiniones con quienes nos rodean. Somos acumuladores de conocimientos teóricos, pero absolutamente inexpertos en relacionarnos con objetividad; solemos hablar mucho y escuchar poco, si tenemos que ceder en el intercambio de criterios, preferimos estar solos.

La educación familiar recibida, estructurada - generalmente - en base a un esquema autoritario, tiene su continuidad en la formación escolar y/o académica, en donde lo que se nos pide, no es que razonemos y pensemos en común, muy al contrario, lo importante es responder con rapidez y exactitud a las cuestiones planteadas, debemos hacer esto, incluso aunque no entendamos muy bien el contenido de nuestras palabras habladas o escritas, lo que se nos demanda es repetir como "papagayo", no se necesita discurrir. Desgraciadamente otro modelo también autoritario.

Pero lo mas preocupante se produce al comenzar a trabajar, aunque uno tenga una formación teórica excelente, deberá pasar un largo tiempo en el aprendizaje. Este planteamiento no sería intrínsecamente reprobable, si se pretendiera con ello, complementar los conocimientos adquiridos, con un adecuado complemento práctico; pero no es así, lo que se desea de nuevo, es una ejecución mimética de las indicaciones recibidas; nuestra opinión no cuenta o cuenta poco, solo es válido lo estructuralmente diseñado. De nuevo un parco servicio al diálogo y la participación.

Compartir es imprescindible, poner en común opiniones y conocimientos debería ser el objetivo, el diálogo tendría que ser la premisa en todos los ámbitos, pero hay demasiada competitividad como para "bajar la guardia". Si no renunciamos al egoísmo y nos aprestamos a buscar concordia, no restableceremos la comunicación franca y enriquecedora, seguiremos con mas de lo mismo y eso por experiencia ya sabemos a que conduce... Comencemos nosotros, no esperemos, a que sean los demás, quienes inicien...


viernes, 28 de noviembre de 2008

Inspiración





Dice Carl G. Joung en su libro "Los complejos y el inconsciente". "Cuando el pensamiento huye de nosotros y lo buscamos en vano, es cuando apreciamos hasta que punto dependemos de nuestras inspiraciones".


Pensar, no es un ejercicio sencillo, dejarnos fluir en busca de reflexión o análisis de cualquier asunto, se torna muy complicado, cuando por falta de concentración o acúmulo de estrés, nos abandona la inspiración; esta situación nos convierte casi en menores de edad, con necesidad de tutelaje. Recuperar nuestro estado normal, es cuestión de tiempo, paciencia y constancia.

No poder pensar con serenidad y sosiego, es una de las experiencias mas alienantes que existen, cuando por mucho que nos empeñemos, nuestra mente nos juega malas pasadas y nos abandona en el vacío, el vértigo que nos invade es sobrecogedor. Como además son procesos, que se producen internamente, ni siquiera son percibidos por quienes podrían ayudarnos y éstos sólo lo podrán hacer si les damos "entrada".

Difícil situación. Vivimos en compañía pero somos muy reticentes a poner de manifiesto nuestras verdaderas tribulaciones, lo haremos tarde, por etapas y mal; es decir, retrasaremos innecesariamente la vuelta al flujo positivo. Puede incluso, que nos invada poco a poco la soledad y entonces, lentamente, tomaremos consciencia de que nos hace falta ayuda externa.

La falta de inspiración, no sólo es un estado, es mucho más, es la constatación de que algo se ha quebrado, es la señal que algo no funciona adecuadamente en nuestro organismo. Saber percibir los mensajes subliminales de nuestra mente, es ganarle tiempo al tiempo, es como tener el "analgésico" adecuado en un fuerte dolor de cabeza. Porque los dolores del alma, no se curan con pastillas, las árnicas eficientes son otras y no se encuentran - habitualmente - en solitario. La soledad es muy buena para reencontrarse, pero cuando se han sobrepasado ciertos límites y ésta no resulta placentera, sino agobiante, hay que evitarla, socializando con los demás.

La continua carencia de inspiración, lleva al ostracismo, antesala de la frustración y la melancolía. ¿A que tensiones somos capaces de someter a nuestro cerebro, para que intente desconectarse, para que se vuelva "pasota"?. No seamos remisos en buscar los caminos adecuados, para recuperar el equilibrio perdido, con ayuda si es necesario, porque vueltas las aguas a su cauce, seguro que nuestra imaginación toma de nuevo el "mando" perdido y nos reconduce con rapidez a nuestro estado natural, el de siempre; el sencillo, el que dominamos...

Olvidemos las utopías y los grandes logros y volvamos al día a día y las cosas cotidianas y entrañables, que ahí es donde está la vida; si nos cuesta, no desfallezcamos, tarde o temprano lo conseguiremos y miraremos hacia atrás desde la distancia en el tiempo, pensando incluso, que no hemos pasado por ese trance negativo...




Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Intelectual





Dice Carlos Castilla del Pino en su libro "La alienación de la mujer": "Si no se dice la verdad, entonces el intelectual, cuya única tarea es decir la verdad, de palabra o por escrito, se torna de inmediato cómplice de los que mienten, demagogo y, por tanto, antiintelectual".


Decir la verdad en una comunidad, que vive alimentando mentiras o medias verdades, tiene el riesgo claro, de convertir a quien lo hace, en una persona poco sociable. La sociedad actual confunde - en ocasiones - la cortesía con la falta de sinceridad; cuando alguien nos interpela en conversación normal o en petición de consejo, somos muy proclives a "complacer", preferimos una opinión sesgada y "educada", a explicitar nuestra verdadera opción, sobre todo cuando intuimos que ésta puede ser incómoda.

Estamos cargados de autocensuras, provocadas mayoritariamente, por nuestra posición ambigua y llena de prejuicios. Expresarnos con espontaneidad y sencillez, en ningún caso debería ser motivo de molestia para nadie, quien no quiera oír nuestra opinión sincera, lo mejor que puede hacer es no demandárnosla. No debemos jugar permanentemente a limitarnos en el lenguaje y la expresión, para evitar enfados transitorios e incomprensibles de quienes nos escuchan.

Las expresiones motivadas por la buena voluntad, no deben buscar en ningún caso molestar, muy al contrario, han de procurar tratar de suturar heridas y evitar que se hagan crónicas. Hurtar a quienes nos rodean nuestras verdaderas opiniones, es cercenarles parte de nosotros mismos, es venderles una imagen no real y por tanto engañarlos. No podemos poner ninguna excusa, no hay nada que pueda avalar las frases sesgadas, incompletas, parciales y por tanto "vacías"; se puede guardar un respetuoso silencio, pero si se opta por la palabra o el escrito hay que decir la verdad, sin tono ofensivo, pero con firmeza y convicción.

La educación mal entendida, sobrepone las medias palabras en favor de la concordia, como si expresarse de modo incompleto o falso, pudiera asegurar relaciones duraderas y sólidas. Cuando no se evidencia nuestro pensamiento real, el efecto es doble, vendemos un personaje y confundimos al receptor - tanto con la palabra, como con la acción -, el resultado muy probable será provocar sorpresa primero e insatisfacción después.

Fingir no conduce a nada. Emitir mensajes segados por no "molestar", ser socialmente correcto con comportamiento "falso", sembrar incertidumbres y nimiedades, evitando esgrimir fundamentos sólidos; todo ello con la intención de agradar más, puede ser "reconfortante" a corto plazo, pero sin lugar a dudas, es sembrar para cosechar muy malos resultados en el futuro. Además de no conseguir nuestro objetivo, seremos apartados por ligeros y poco consecuentes.

Un antiintelectual es una persona difícil de soslayar, entre otras cosas, porque es muy complicado identificarlo. Hay que huir de él, si se puede; sacarlo de nuestras vidas con toda rapidez debe ser nuestro objetivo. Ignorar a este tipo de persona, solo nos reportará satisfacciones, caer en sus "redes" es un seguro de problemas en el futuro, no estamos con un amigo... estamos casi con un enemigo.



Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com

domingo, 23 de noviembre de 2008

Hastío


Dice Ernst Fischer en su libro "Problemas de la generación joven": "Esta sensación de carencia general, este aguardar pasivo a que lleguen las diversiones en forma de coacción desde el mundo exterior, es el hastío. [...] como dice Alberto Moravia, El hastío, no es otra cosa que una falta de capacidad de comunicación juntamente con la imposibilidad de escapar de tal situación".

Cuando para estar motivados y pasarlo bien, necesitamos una influencia exterior, que nos motive, mal van las cosas. Divertirse no es un problema de sugerencia, la predisposición debe ser interior, tiene que ser buscada y en absoluto inferida.

Nos abruma nuestro aburrimiento o mas bien la falta de capacidad para estar motivados y ser felices. Estamos subidos en nuestra nube de soledad y somos incapaces de reconocer nuestra falta de imaginación y/o comunicación, para apearnos de ella. Vivimos de modo impropio, hipotecamos nuestra vida por falacias, somos incapaces de separar lo esencial de lo accesorio y generalmente nos comprometemos con "empresas" baladís.

Y con todo ese equipaje, nos sorprendemos de estar sumidos en episodios de melancolía, cuando somos los principales propiciadores. No empeñarnos en ser consecuentes con los acontecimientos que nos rodean, nos coloca en fuera de juego y sin darnos cuenta, nos va doblegando cada vez mas. A fuerza de aislarnos, acabamos por quedarnos en una zona neutra, que nos hace perder el interés, incluso de comunicación con quienes mas nos quieren, como si buscásemos estar asilados de todo y de todos.

No juguemos al límite, porque en ocasiones no se puede reconducir todo; si no tenemos seguridad de estar en el camino adecuado, analicemos y cambiemos según nuestras posibilidades, pero no nos dejemos arrastrar por posiciones conformistas y ambiguas, que nos vayan sumiendo cada vez mas en el hastío. Se puede saber cuando se entra, pero es bastante complicado, estimar cual será el plazo en el que se producirá la salida de ese círculo... no entrar es ganar, siempre...


sábado, 22 de noviembre de 2008

Sueños



Dice Harvey Mackay en su libro "Nade entre tiburones, sin que se lo coman vivo" : "Una meta es un sueño con plazo fijo".

Lacónico y expeditivo, es decir, cuando a un sueño, le ponemos plazo para cumplirlo, lo transformamos en una meta. ¿Y qué hacemos entonces?, soñar y convencernos de modo intenso de que todo es ficción, ni si quiera intentamos realizarlo, incluso nos lamentamos de que no pueda ser real. Y todo por no fijar "vencimiento", por no empeñarnos en conseguirlo en un determinado tiempo. Nos asombraríamos, seguramente, de cuantos sueños se transformarían en realidades o se aproximarían.

Pocas cosas se habrían conseguido en esta vida, sin que alguien, primero, las hubiese soñado. Pero si después de haberlo hecho, no se hubiese puesto en movimiento, menos aún. Descartar logros, sin siquiera intentar alcanzarlos, es de un pesimismo claramente preocupante; pensar, soñar y no actuar es lo mismo, que ignorar.

Pensar en positivo, empequeñece las dificultades y facilita acceder a soluciones tenidas por utópicas e imposibles. La utopía solo se plantea como irrealizable, en el momento de su formulación, pero en ningún caso con carácter definitivo. Conviene en esta vida, posicionarse en el optimismo, porque de no hacerlo así, hasta lo mas probable se tornara en suceso imposible.

Cuando las cosas nos vengan de cara, agarrémoslas, pero cuando nos vengan de "espalda", tomemos impulso y fuerza para darles la vuelta y no nos conformemos ante la primera adversidad. En un mundo en marcha, dormirse, es retroceder. Los caminos con curvas, también llevan a buenos destinos.


Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com/

Nuevo hito.









Bueno, bueno, bueno... ahora si que hemos llegado a las 4.000 entradas, se ha cubierto mucho antes de lo que imaginaba.

Gracias a todos por estar ahí. Para mí es muy reconfortante saber, que hay alguien, me anima a continuar escribiendo.

Aunque es un ejercicio, que ayuda a reencontrarse con uno mismo, alegra saber, que otras personas lo leen y/o comentan.


Sois los protagonistas y el acicate. Os espero siempre. Porque las cosas solo adquieren su verdadera utilidad, si se comparten con los demás.
Salu2.

Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com/

viernes, 21 de noviembre de 2008

Nuestro Yo



Dice Michel Eyquem de Montaigne en su libro "Ensayos (XXI. De la Experiencia)": "Es una absoluta perfección, como divina, el saber gozar lealmente de lo que uno es. Buscamos otras condiciones porque no entendemos el uso de la nuestra y salimos fuera de nosotros porque no sabemos qué hacer allí. Por mucho que nos subamos sobre zancos, también para andar sobre zancos nos hacen falta nuestras piernas. Y en el mas elevado trono del mundo, seguimos sentados sobre nuestro culo".

Expeditivo y acertado, nos toca la fibra sensible, nos devuelve como de un mazazo a la realidad. Así que, todos pensando en salir fuera de nosotros para ganar, no se que, y vienen diciendo desde hace muchos años, que hay que gozar de lo que uno es y que por mucho que intentemos "mudarnos" en otro, seguimos siendo nosotros. Personajes o personajillos, para qué, si al final somos como somos.

La emulación positiva, cuando buscamos sinceramente complementar nuestra formación, completando la que ya tenemos, es encomiable; pero por contra, esa tendencia a tratar de aparentar, como si nosotros mismos no fuésemos relevantes, roza en la estupidez. No apreciarnos con la intensidad necesaria, para mostrarnos tal cual somos, acaba sumiéndonos en una espiral de la vanidad. Cuando queramos darnos cuenta, aparentaremos ser "otros" y nos quedaremos absolutamente perplejos, cuando nos sorprenda nuestra incapacidad para reconocernos.

Sentirse satisfecho con uno mismo, evita episodios de desorientación y vértigo. No hay nada tan reconfortante para la persona como la autoestima; cuando por causas internas o externas, se pierde, pronto nos veremos sometidos a tensiones importantes. Eludir comportarnos tal cual somos y vender un personaje, nos traerá aislamiento y soledad, unido al vacío interno propiciado por nuestra propia insatisfacción.

Las sociedades que obligan a sus miembros a convertirse en imágenes virtuales, sometiéndolos a la homogeneización, desprecian el enriquecimiento de las singularidades y se empobrecen, por tanto, día a día. Somos únicos e irrepetibles y no nos trae a cuenta trocarnos en copias de una imagen mayoritaria, como "cromos" repetidos de un mismo álbum.

Seamos consecuentes, potenciemos nuestro "yo" y evitemos la uniformidad. Busquemos la felicidad y no los espejismos, usemos los objetos, pero no nos convirtamos en esclavos de su posesión. Fijemos la mirada en el horizonte y no nos sintamos abrumados por lo lejos que está; no busquemos atajos, porque nos perderemos. No nos ignoremos, muy al contrario potenciémonos. El mismo sol sale cada día, pero semeja diferente y único. Vivamos de verdad... y con la verdad.


Foto: Michel de Montaigne (1533-1592)

jueves, 20 de noviembre de 2008

Amor propio

Dice Fernando Savater en su libro "Ética como amor propio": "El hombre, cada hombre, sufre y padece por causa de su amor propio. El amor es permanente zozobra y constante insatisfacción. El objeto de mi amor -lo que me conviene- se me da siempre de forma escasa, transitoria y mezclada con aquello que me hiere y excluye. El número de cosas que odio - es decir, que no me convienen, que me contrarían - es mucho mayor de el de objetos posibles de amor y existe en todo momento la alta probabilidad de encontrar algo irreversiblemente malo, mientras que nunca se puede estar seguro de haber hallado algo total y definitivamente bueno. Por supuesto, entiendo por "bueno" lo que me conviene y por tanto lo que amo, siendo "malo" lo que me contraría y por tanto aborrezco".

Nuestro amor propio, que tropieza día a día - en el sentido descrito por Savater - con lo bueno y lo malo entremezclado, no sabe discernir bien y se confunde y en ocasiones mucho. La falta de "etiquetas" para diferenciarlos, nos provoca aturdimiento y nos engaña. Tomamos por bueno, lo que no es, dejándonos guiar por el disfraz y no profundizando en el conocimiento interno, antes de elegir; nos pierde la superficialidad.

Cuando después de determinar positivo un contacto, lo escogemos; aunque con posterioridad hayan señales contrarias; no somos diligentes para identificarlas, confiamos en nuestra proverbial creencia, de que podemos cambiar sustancialmente, como son las cosas o las personas. Seguimos adelante de modo inconsciente y cargamos toda la "culpa", con posterioridad, cuando nos han defraudado. Somos incapaces de asumir nuestra parte de responsabilidad intrínseca, al no haber querido procesar los indicios negativos; de haberlo apartado con decisión a tiempo, no hubiera devenido con posterioridad un serio problema.

Pero el mal ya está hecho, nuestro amor propio se atasca y comienza, en su confusión, a transmitirnos señales sesgadas y rígidas, redobla sus precauciones, para compensar su aparente error, eleva el nivel de exigencia e intensifica la desconfianza. Se da la vuelta a cosas o personas buenas, nuestro raciocinio, siguiendo su nuevo rigor, las clasifica como malas, incrementando nuestro rechazo y por tanto aislamiento, de modo importante y con ello nos priva de relaciones restauradoras del equilibrio. Quedarse corto es malo, pero pasarse, me parece mucho peor.

Somos proclives a pensar, que las cosas y las relaciones son como nos gustaría que fuesen y muy remisos a aceptar nuestros errores, nos empeñamos, con demasiada frecuencia, en salvar lo que ya no tiene vida. Las relaciones son muy complicadas, pero se tornan muy nocivas, cuando se mantienen por costumbre. No debe de temblarnos el pulso para acabar de una vez, lo que ya no llegará a buen fin, forzar en contra de nuestro sentido común, no trae mas que sinsabores.

No decidir, es dejar a otro, que lo haga por nosotros...


Foto:El gesto de Platón, señalando hacia el cielo (el idealismo platónico) parece ser contradicho por el de Aristóteles.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Incomprensión.




Dice Carl G. Joung en su libro "Los complejos y el inconsciente": "No hay nada oscuro para quien comprende; solo la incomprensión hace aparecer a las cosas ininteligibles y confusas".

Tener la mente abierta y ser receptivo, facilita la comprensión de los sucesos; posicionarse en posturas cerradas y rígidas, impide la comunicación y obscurece los hechos. No podemos permanecer siempre en posiciones herméticas, aunque tengamos desconfianza como consecuencia de los abatares por los que hayamos pasado, debemos esforzarnos, por no establecer como norma de comportamiento, la distancia en el contacto y la palabra justa y seca.

Nada produce tanta desazón, como un comportamiento exento de comprensión y lleno de escepticismo; no podemos pretender, que quienes nos rodean, soporten con carácter permanente, nuestra recalcitrante forma de comportamiento, basada en la cerrazón a ultranza. Quienes dificultan el contacto con los demás, en a base a la desconfianza y la falta de receptividad, se colocan en posiciones muy delicadas e inestables, poco a poco las personas, incluso las que son mas allegadas, irán desvaneciéndose o llenándose de escusas para evitarnos.

La incomprensión es la posición mas desfavorable, para poder relacionarse con fluidez e intensidad. Quienes no se esfuerzan por comprender, son mal recibidos e interpretados y acaban solos. Acumulan a su talante desconfiado, la falta de comunicación fluida, propician, mas si cabe, el arrinconamiento y el vacío; las posiciones obcecadas, no generan mas que tirantez y desesperanza, cuando de modo reiterado, nos encargamos de establecer distancia y no estamos dispuestos a "tender puentes", los pocos amigos que nos queden, los perderemos con prontitud.

Solo quienes tienen un talante abierto, viven con intensidad. No dar crédito a los demás, esperando que ellos si nos lo concedan a nosotros, es de un egoísmo recalcitrante y peligroso. Por ser generoso y confiado no se pierde nada, antes mas, se gana razón y con el tiempo fortaleza, debemos suavizar las posturas y evitar la rigidez. Nada genera tanta fuerza dialéctica, como la "suavidad" en el gesto y la franqueza en el discurso. Quienes se sumergen en posiciones intransigentes, labran un futuro preñado de dificultad; no serán felices y vivirán presos de melancolía y desazón...

Abramos la mirada, templemos el gesto, confiemos, disculpemos, olvidemos sin guardar rencor, aprendamos en modo positivo y seguro que viviremos mejor... aunque todo siga igual. Cesar en la tirantez, es ganar... "estirar la cuerda", es siempre apostar por perder. Tender la mano, en señal de ayuda, es caminar hacia la paz interior; sonreir a los demás, es propiciar mejor vida para todos; apostemos por la concordia y evitemos la incomprensión... ganaremos.



Foto: Carl Gustav Joung (1875-1961)

domingo, 16 de noviembre de 2008

Crisis Financiera



Dice John Kenneth Galbraith en su libro "Breve historia de la euforia financiera" (1990): "Otra regla es que cuando el clima de excitación invade un mercado o rodea la perspectiva de una inversión, cuando se proclama una oportunidad única basada en una especial visión anticipada, las personas sensata deberían resistir; es el momento de la cautela. Tal vez si haya una oportunidad. Tal vez si exista aquel tesoro en el fondo del mar Rojo. Pero una historia rica en ejemplos suministra la prueba de que tarde o temprano sólo quedan el engaño y el autoengaño.

¿Cuándo se producirá el próximo episodio especulador, y a que valor afectará su recurrencia: propiedad inmobiliaria, títulos bursátiles, arte, automóviles antiguos? para eso no hay respuestas; nadie lo sabe y quienquiera que pretenda contestar es que no sabe lo que sabe. Pero una cosa si es cierta: habrá otro de esos episodios y otros mas después. Como ya se ha repetido, tarde o temprano a los incautos se les desposee de su dinero. Y lo mismo les sucede, por desgracia, a quienes, respondiendo a un generalizado talante optimista, son cautivados por la creencia en su propia perspicacia financiera. Así ha sido durante siglos, y así continuará siendo en el futuro lejano".

Confieso que siempre he sido un admirador de Galbraith, por su sencillez en la exposición y por la modestia que tienen, los que verdaderamente saben. Pero claro uno se sorprende, que en 1990 cuando está traducido el libro, ya enuncie lo que sucederá, pues en realidad los economistas, suelen ser muy buenos analizando el pasado.

Al menos que nos sirva para no sumarnos a uno de los dos grupos, a saber: a) los "listillos" que creemos poder comprar duros a cuatro pesetas - frase antigua pero contundente - b) los "otros listillos" que porque hemos tenido un éxito en una operación financiera, nos creemos un genio en finanzas e imaginamos una realidad llena de "pelotazos financieros", que nos enriquezca vertiginosamente.

Nosotros somos normalitos, somos del grupo que pagarán parte alícuota en esta crisis, pero que nadie vendrá a "rescatarlos", cuando estén en apuros económicos. Una de las cosas mas útiles, para vivir en paz, es saber lo que uno sabe o no sabe, jugar siempre los partidos en nuestro campo y no pensar que sabemos tanto, que podemos hacerlo con éxito en el de otros. Vivamos como somos y con lo que tenemos y no queramos tener más, deprisa, a cualquier precio y con la desfachatez e imprudencia que otorga la ignorancia.

Quienes no aprenden del pasado, están condenados a repetirlo (lo he leído pero no se donde). Tengamos paciencia y aprendamos, que el mundo no nos lo podemos comer, como si fuera un pincho de tortilla de patata. Lo que somos es suficiente y si tenemos un deseo irrefrenable de ser más, hagámoslo poco a poco, las carreteras con curvas a velocidad excesiva, marean... y el mareo deja muy mal cuerpo.
Foto: John Kenneth Galbraith (1908-2006)

viernes, 14 de noviembre de 2008

Personajes casi de ficción (VII)






Me contaba mi abuelo y yo lo escuchaba con mucha atención, que habían cambiado al Sereno (vigilante de nombre oficial) del pueblo, personaje - que para quienes no conozcáis la función que desarrollaba - rondaba por las noches por las poblaciones y hacía dos servicios, además de la vigilancia.

En las ciudades grandes, actuaban por barrios, eran tenedores de las llaves de los portales de las fincas y te abría la puerta del mismo, si lo llamabas con dos palmadas o voceabas "serenooooo" (las llaves eran muy grandes para portarlas en el bolsillo del pantalón); recibía una propina si se la ofrecías y felicitaba las Navidades con una tarjeta típica de "el vigilante le desea Feliz Navidad y próspero Año Nuevo", para pedir el aguinaldo.

En los pueblos mas pequeños, como Viver, daba la vuelta por las calles e iba "cantando" la hora y el tiempo, con mas o menos este menú: "Ave María Purísima, son las 2 y media... serenoooo" o nublado o lloviendo, etc, según la climatología imperante en el momento. El nombre de sereno, había devenido, porque la mayoría de las veces terminaba diciendo sereno.

Bueno, a lo que íbamos, me contaba mi abuelo y yo lo escuchaba con mucha atención, que el Sereno que habían puesto era muy vago y que el había pensado, desde el mismo nombramiento, que no desarrollaría adecuadamente su función. Parece que lo comprobó con cierta prontitud, porque daba la casualidad, que vivían en la misma calle.

Seguía contando el abuelo: Fíjate si sera poco trabajador, que cuando le parece, no sale a la ronda, se queda en casa y según se despierta por la noche, se levanta de la cama, se asoma al balcón y dice, Ave María Purísima, me paice (parece en la zona), paice que son las dos, serenooo..." y se vuelve a la cama.

Bueno a lo mejor exageraba... el colmo de la vagancia pensé yo...

Así me lo contaron y así os lo cuento.



Nota: en la foto serenos de la época.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Aislarse






Cada vez que nos aislamos, porque no sabemos interpretar adecuadamente lo que nos sucede o descargamos de modo inconsciente toda la responsabilidad en los demás, vamos propiciando, aunque tratemos de ignorarlo, los cimientos de la insatisfacción.

Pretender resolver nuestros problemas, de modo individual, es un planteamiento exento de fundamento, fruto de la falta de flexibilidad, para acometer un análisis objetivo y liberador.

Hemos tornado nuestras perspectivas. Queremos vivir ajenos a nuestros pensamientos, cimentando nuestra postura en la indefinición y la superficialidad. Quien deja adormecer sus sentimientos, por pereza, temor o desconfianza, acaba ignorándolos. Como si de un juguete usado se tratara, los arrincona en una parte recóndita de su mente y cuando tiene que reflotarlos, no los encuentra, solo identifica un inmenso vacío.

Las personas que no propiciamos en nuestro quehacer cotidiano, la relación sincera con los demás y el intercambio franco de nuestros pareceres, no llegaremos a buen puerto y si por casualidad lo hacemos, será con una avería muy importante en la nave.

Hay caminos que solo son de ida o tienen difícil retorno; pensar que las amistades se quedan paradas en el tiempo esperando, que nuestra voluntad vuelva de nuevo a resucitarlas, es exigir demasiado a quienes no les hemos explicado con la debida diligencia, nuestras motivaciones y objetivos. Forzar al máximo, tensando la cuerda del contacto, supone una acción que con claridad se trocará en alejamiento.

No nos quejemos de lo que propiciamos, vivir de modo superfluo y banal, trae consigo la soledad y el olvido. No entender, que quienes nos quieren, no necesitan del oropel, es minimizar su sensibilidad. Salir huyendo por no afrontar la realidad, además de ser una cobardía es una falta de respeto, para quienes con paciencia y generosidad, han ido tejiendo la red invisible, que nos une. Los acontecimientos son como son, no los debemos ignorar y a veces no los podremos cambiar; pero, solo a los avestruces les va bien con la cabeza bajo el ala. Nosotros no tenemos plumas ni las patas tan largas, aunque nos empeñemos.



Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com/

martes, 11 de noviembre de 2008

Asumir la realidad (II)




Dice Ramón Tamames en su libro "Historia de Elio": "¿Por qué se busca tantas veces la plenitud en la ostentación y en la opulencia?. No sabemos apreciar lo mucho que valen las cosas sencillas hasta que las circunstancias difíciles nos hacen evidentes sus valores inmediatos. Un hombre, para vivir, necesita una cama, una silla, una mesa, un libro, comida, aire, luz y compañía. Y poco más. En vez de tener suficiente con eso, tendemos a rodearnos de todo un maldito entorno artificial, que acaba por encadenarnos. Y sólo cuando salimos de ese ambiente, recobramos nuestra libertad".

Como vamos a evitar la ostentación, si todo lo que nos rodea lo es. Estamos investidos desde pequeños en una espiral de consumo innecesaria. Pero es que, el equilibrio de nuestra sociedad está basado, principalmente, en ese parámetro. Si no consumimos la economía no funciona y si la economía se para, acabaremos siendo mas infelices.

Contrastes; somos el motor de lo que intentamos rechazar, porque si no seguimos esas leyes no escritas, empeoramos. ¿Qué nos van a contar sobre la vida real y la virtual?, ¿qué vamos a decir?, ¿cómo vamos a cambiar nuestras prácticas de tantos años?, nos parecerá que nos quedamos casi desnudos e indefensos. Nos revestimos de coraza y armadura a través de la apariencia, porque estamos inseguros y tenemos miedo a confiar en los demás, escondemos nuestro verdadero yo, disfrazándonos de lo que no somos, para poder mudar a nuestra comodidad.

No estamos predispuestos a vivir con lo necesario, o dicho de otro modo, hacemos ver que cosas absolutamente superfluas, nos son imprescindibles para ser felices; consumimos cuanto mas mejor, porque nuestra insatisfacción real, queremos acallarla con la posesión de bienes materiales, buscamos la felicidad en los objetos y al final somos esclavos de una obsesión convulsivo-compradora, que nos corroe y atenaza.

Paliar nuestra ansiedad adquiriendo cosas, para mostrarlas a los que nos rodean y pretender con ello impresionarlos y "venderles" otra persona, es ensombrecer nuestra singularidad, que seguro es mucho mas interesante en su estado natural. Nuestra personalidad, no puede conformarse a base de objetos, somos mucho más, que un atributo adquirido a través de un determinado artículo; no interiorizarlo, es alienarse de modo impropio.

Reaccionemos a tiempo, si lo dejamos correr, estaremos rodeados de bienes superfluos, pero cada día mas solos... y lo peor, los que nos quieren tratando de "encontrarnos".

lunes, 10 de noviembre de 2008

Asumir la realidad



Dice Ramón Tamames en su libro "Historia de Elio": "Si en la vida no redujésemos las cosas a esquema, acabaríamos por no entender nada. Te quedarías en tu pequeño rincón, sin saber donde estás. Esto es lo que le pasa a un alto porcentaje de la gente: que van por el mundo sin saber cuál es su rumbo. A lo único que aspiran en el fondo es a vegetar, aunque hoy el vegetar les exija muchas cosas más o menos sofisticadas. En realidad, la inmensa mayoría ni siquiera llega a percibir que el principal instrumento de trabajo que tenemos no son ni las manos ni los sentidos, sino el cerebro. Pero, claro está, al cerebro hay que dejarlo funcionar libremente, no aprisionarlo".

Pensar por cuenta propia, sin detenerse ante barreras o limitaciones impuestas por la sociedad o la educación recibida, es una "higiene mental" indispensable, para mantener nuestro organismo en plena forma. La satisfacción de estar en sintonía con uno mismo es mejor que cualquier árnica, desprendernos de las inhibiciones es como rejuvenecer; nos transmite una fortaleza, que no adquiriremos de otro modo.

Es el cerebro quien nos lleva de la mano, enviándonos toda una serie de mensajes, que ordenados de modo adecuado hacen que sintamos seguridad y bienestar; por contra procesados con el desorden habitual, de quienes no viven tranquilos con su conciencia, nos deja desvalidos y nos coloca a merced de los avatares cotidianos; pasamos de controlar, a mutarnos en marionetas a merced de cualquiera.

En la vida no estamos, para dejarnos llevar por costumbre o dejadez. No nos sentiremos mas cómodos, muy al contrario, nuestro trabajo nos producirá poca satisfacción y acabará por aburrirnos, que es el preludio de la frustración. Llegados a este punto haremos un análisis profundo, tratando de adjudicar responsabilidades a otros, para calmar a nuestro "yo". Aunque con resultado poco eficaz, porque la obligación de hacer los "deberes" es mayoritariamente nuestra.

Porqué buscamos culpas en quienes no las tienen, nuestro "trabajo" principal es ser felices, nuestro cometido no es asumir como inamovible el día a día, muy al contrario, tenemos la obligación de procurar siempre nuestro propio bienestar. Empeñarnos en no pensar, cerrar los ojos y dejarnos llevar por la corriente plácida de la mayoría, aunque no nos satisfaga, pasa factura y a veces importante. Seguir asumiendo la situación, intentando descargar todas las responsabilidades en los demás y ninguna en nosotros, supone ignorar la realidad y perpetuar nuestro estado, sin darle salida.

Trabajar con el cerebro, no debe estar exento de practicar una crítica ordenada de nuestro quehacer habitual, somos los mas cualificados para interpretar con gran acierto, lo que nos acontece; pero para que sea efectivo, hemos de ser completamente libres en el análisis, dejarse mediatizar para obtener diagnósticos sesgados, aunque nos produzca aparente tranquilidad, pronto descubriremos que es efímera. Por contra, asumir el determinismo en los acontecimientos cotidianos, es simplificar de modo poco adecuado la realidad, con una interpretación tan sesgada, poco avanzaremos, es más, transmitiremos confusión a nuestro centro rector.

La vida hay que asumirla con plenitud, no debemos exigirnos objetivos demasiado ambiciosos, pero tampoco podemos sentarnos plácidamente a la sombra de un árbol, esperando el "mana", porque no llegará. Establezcamos el rumbo y dejemos de "ronronear"... porque nos tornaremos memos.


Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com/

domingo, 9 de noviembre de 2008

Valores propios





Dice Carlos Castilla del Pino en su libro "La incomunicación": "La prueba de ello es que la posesión de tales objetos, tan valiosos para la comunidad, es capaz de darme un valor por sí que se superponga incluso a mis posibles disvalores (valores negativos). No cabe duda de que en la practica social los llamados defectos de la persona quedan a cubierto y se hacen tolerables por fuerza, si al propio tiempo esa persona ha adquirido el valor (social) por la posesión de su latifundio, su cátedra o su gobierno civil. Quiere esto decir que la persona adquiere el valor del objeto que posee en detrimento de la apreciación de sus valores propios". Por tanto el sujeto poseedor es ya sujeto-que-posee-el-objeto, mediante la transferencia que el objeto ha verificado sobre él, y a partir de aquí tiene lugar la alienación de su propio ser-en-sí a cambio de ser-como-el-objeto-le-hace-ser".

Es un grave error, dejarse llevar por la corriente de identificarse, a través de los atributos, que otorga nuestro cargo o función, puede ser un juego extraordinariamente peligroso; tanto como confiar nuestra personalidad a la atribución aparente, que nos da una determinada marca. Nosotros somos lo principal, lo demás es decorado, si tenemos que ataviarnos de un modo determinado para pertenecer a un grupo, éste no vale la pena. No es necesario aparentar para "ser" y mas aún, la apariencia nos hace no-ser.

Pesado equipaje para caminar por la vida, llenarse de signos identificativos, con la intención de agradar por la personalidad aparente que nos confieren y no por nosotros mismos; cuando nos quitemos el "attrezzo" y aparezca nuestra propia identidad, seremos un personaje en busca de autor, porque no sabremos como actuar, habrá desaparecido el "apuntador" de la concha y nos quedaremos trabados sin saber que hacer.

Vale la pena tanta emulación para relacionarse; porque si es imprescindible, debemos de concluir a poco que pensemos, que los demás, también están cautivos de sus "objetos-representados" y por tanto nos relacionamos con imágenes virtuales, así pues, que esperanza de continuidad, podemos otorgar a este tipo de relaciones. Si hay que perder la sinceridad y la espontaneidad para hacer y mantener contactos, es mejor esperar otras oportunidades. Por muy relevante que sea ese ambiente, no nos interesa, nos convertirá en meros comparsas y nos despojará de nuestra singular personalidad.

A quien no nos aprecie por lo que somos, no es necesario, que le demos ningún crédito; para quien prefiera personajes a personas, mejor es ponerle "puente de plata", porque está mas cerca de la condición de enemigo, que la de amigo. Los valores individuales no son renunciables, para mantener relaciones con los demás, muy al contrario, son la base fundamental de las mismas.

Cuando las personas nos relacionamos de modo transparente, sin esconder ni aparentar, establecemos una de las vías mas firmes, para evadirnos de la vaciedad, que representa en general la vida actual. Este tipo de contactos son, los que a uno le apetece mantener, en especial, cuando las circunstancias se tornan claro-oscuras. ¿Como vamos a demandar apoyo?, si nos conocen por la "vestimenta", que nos transmite un cargo o una marca o un atributo espurio; despojados del mismo, nos quedaremos solos, porque habremos perdido la cualidad intrínseca, por la que somos apreciados e identificados. ¡Vaya aventura...!

Seamos consecuentes, que nos encuentren como somos, pero nunca nos transformemos en lo que nos buscan... no cedamos ni un ápice, vale mas la soledad, que la compañía basada en la falsedad o el fingimiento.

Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com/

sábado, 8 de noviembre de 2008

Estupidez





Dice Fernando Savater en su libro "Diccionario filosófico": "Según Cipolla, pueden establecerse cuatro categorías morales: primero están los buenos (o, si se prefiere, los sabios, los únicos que pueden aspirar a tan alta cualificación) cuyas acciones logran ventajas para sí mismo y también para los demás; después vienen los incautos, que pretenden obtener ventaja para sí mismos, pero en realidad lo que hacen es proporcionársela a los otros; mas abajo quedan los malos, que obtienen beneficio a costa del daño de otros; y por último están los estúpidos que pretendan ser buenos o malos, lo único que consiguen a fin de cuentas es perjuicios tanto para ellos como para los demás. La opinión de Cipolla es que hay muchos mas estúpidos, que buenos, malos o incautos. [...] como dijo el sutil Anatole France: el estúpido es peor que el malo, porque el malo descansa de vez en cuando pero el estúpido jamás".

Ésta si que es una plaga difícil de esquivar, porque a los malos se les ve, como en las películas, el malo siempre lo lleva en la cara, pero el estúpido, con su candidez, nos envuelve y nos arrastra, pagamos cara nuestra buena voluntad. Saber apartar de nuestro camino a estos espécimenes, es una tarea francamente complicada, pero no imposible.

Estamos en el mundo para relacionarnos con todos y debemos hacerlo sin prejuicios previos y absurdos, tenemos que buscar, a priori la imparcialidad, ser cautos y observadores y por las palabras o por lo hechos, intentar separar "la paja". Pero no es un asunto que podamos acometer sin dificultad, decidir como y de que manera somos capaces de diferenciar es todo un problema, pero si no lo hacemos, por el riesgo de cometer errores, acabaremos teniendo nosotros las dificultades

Ser prudentes en nuestros contactos y diligentes para admitir o apartar de nuestro lado a estos espíritus de confusión, que no son mas que vampiros del bienestar. Es un planteamiento imprescindible, para evitar tener mas complicaciones, de las que en sí misma, nos proporciona la vida. Quienes tiene la habilidad innata de enmarañarlo todo, deben de estar lo mas lejos de nuestra compañía, no nos debe temblar la voz ni el gesto, para hacerles ver que vivimos en posiciones diferentes y que por tanto queremos caminar al margen de ellos; a lo mejor en paralelo, pero a distancia.

Demorar la decisión de no continuidad, en este tipo de relaciones, por benevolencia o timidez, es un error que pagaremos caro. Quienes van por la vida, "enrollando" y molestando silenciosamente, no tendrán ningún recato en envolvernos con su tela de araña, tan perniciosa y absorvente. Para cuando queramos reaccionar, habiendo dejado pasar oportunidades adecuadas para cancelar el contacto; seguro que ya será tarde, estaremos complicados con alguna de sus "ideas geniales". Fagocitarán nuestras relaciones y si nos descuidamos nos desprestigiarán ante quienes nos rodean, reservando para sí cualquier posible éxito.

Es preferible no tener compañía y estar en soledad, que acoger en nuestro ámbito a estúpidos, ellos lo único que harán es complicarnos la existencia. Prefiramos, que se crucen en nuestro camino malos, porque los diferenciaremos con facilidad; tratemos de reconocer a los solapados y evitemoslos. No nos precipitemos en el rechazo, pero tampoco seamos remisos, o decidimos o lo harán por nosotros; colocándonos con toda seguridad, en situación poco halagüeña.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Arturo Perez-Reverte


Este artículo me lo ha enviado un buen amigo, tal como lo he recibido, os lo "cuelgo".
Los amos del mundo
Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del ordenador,su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro. Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un master en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje como quien comenta el partido del domingo. Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros.

Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden. No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al medo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro. Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nobel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, y meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, lodo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, oh prodigio, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no. Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recae directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia, con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros y a veces con su puesto de trabajo Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena. Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ese es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

Arturo Pérez-Reverte
El Semanal 15 Noviembre 1998


Sin comentarios.... Como decía ni abuelo: Hay quien siente las hierbas crecer. Vaya premonición... sorprendente.

jueves, 6 de noviembre de 2008

El buen sentido


Dice Descartes en su libro "Discurso del Método": " El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él, que aun los mas descontentadizos respecto a cualquier otra cosa, no suelen apetecer más del que ya tienen. En lo cual no es verosímil que todos se engañen, sino que más bien esto demuestra que la facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o razón, es naturalmente igual en todos los hombres; y, por lo tanto, que la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos sean mas razonables que otros, sino tan solo de que dirigimos nuestros pensamientos por derroteros diferentes y no consideramos las mismas cosas. No basta, en efecto, tener el ingenio bueno; lo principal es aplicarlo bien".

Tenemos una gran dificultad, para enjuiciar objetivamente el resultado de nuestras acciones. Somos mas proclives a convencernos, de que son los demás, quienes no entendieron nuestras intenciones o no supieron interpretar adecuadamente nuestras palabras. Por contra, somos mas rigurosos para evaluar los actos ajenos; no empleamos el mismo patrón de medida y la comprensión, que esperamos y demandamos, somos incapaces de ofrecerla.

Las relaciones no deben estar basadas en la rigidez, mas bien, la tolerancia debería de ser su patrón. Pero este enfoque, plantea una generosidad, que aparentemente solo estamos dispuestos a recibir, pero somos remisos a dar. Ya hay bastantes cosas que nos distancian, en nuestra vida habitual, como para que con nuestra actitud, "estiremos mas la cuerda" de modo irrefexivo y en ocasiones exento de razón.

Quien ignora, de modo recurrente, que el respeto que exigimos para nuestro punto de vista, debemos darlo - sin pedir nada a cambio - a los demás, acaba tornándose cáustico y desabrido. No mejorará sus relaciones, casi seguro que las irá languideciendo con su intransigencia y lo peor de todo es, que no entenderá, porque se va quedando tan solo. Seamos primero rigurosos con nosotros mismos y descubramos que la coincidencia de opiniones, no siempre tiene un trasfondo maligno. Empatizar, suele ser una actitud disuasoria, a los juicios rigurosos y poco conciliadores.

Busquemos las partes positivas, minimicemos los errores ajenos y estemos prestos a entender y disculpar. Evitemos las posiciones maximalistas y utilicemos la misma "vara de medir" para nosotros y los demás. Quien propicia las tormentas acaba mojándose mucho. Ser receptivos no es una debilidad, es mas bien una fortaleza. Quien no experimenta el placer del juicio equilibrado sobre los demás y es proclive a la disculpa conciliatoria, no experimentará nunca la satisfacción de sentirse en paz consigo mismo. El rigor excesivo y parcial es la antesala de la soledad absurda y no reparadora.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Obama

The American people has spoken.


"Entonces escucha mi único consejo: no siembres hoy lo que no quieras cosechar mañana; no utilices ahora la represión para conseguir mas libertad, ni aumentes la violencia para que un día nos libremos de la violencia, ni favorezcas la mentira como herramienta para conseguir en el futuro la verdad. Nunca sale bien. [...] Albert Camus resumió así lo que quiero decirte: En política, son los medios los que justifican el fin, nunca el fin a los medios.

Por lo demás, yo creo que lo mejor es conocer el pasado, ocuparse mucho del presente y solo un poco del futuro. Lo contrario suele ser charlatanería contraproducente. [...] En uno de sus cuentos dice Franz Kafka: Por favor, deja que el futuro siga todavía durmiendo como merece. Ya que si uno lo despierta antes de tiempo, tiene entonces un presente dormido".

{Savater, Fernando (1992): "Política para Amador"}



Cuando va a empezar a amanecer, la oscuridad es mayor... ¡Ojala! que no nos quiten otra vez la esperanza...

domingo, 2 de noviembre de 2008

Personajes casi de ficción (VI)




Había una subasta en Castellón, de motos Norton con sidecar, de las que retiraba la policía (eran años sesenta). Una persona de Viver que estaba interesado en tener una, quedó con un amigo suyo para desplazarse (70 Km) y asistir.

El día señalado, cogieron el autobús a las 8 de la mañana y se marcharon con gran ilusión, a ver si tenían suerte. Regresaron por la tarde sobre las siete, como era el mes de Julio, había gente sentada en las terrazas de los dos cafés, que habían en la plaza de la Constitución, a donde ellos llegaron. Causaron viva expectación, dado que efectivamente, venían montados en una preciosa moto, impecable de aspecto, el propietario conduciéndola y el amigo-acompañante en el sidecar.

Pronto reparó todo el mundo, que el del sidecar iba lleno de arañazos y con esparadrapos en manos brazos y piernas y también en parte de la cara (iba "espelejao", en lenguaje autóctono). Preguntaron que había sucedido y mientras el lesionado "tiraba balones fuera", el conductor comenzaba a contar el suceso:

"Bueno como veis hemos conseguido una moto. Era la penúltima, pero yo me he lanzado y al final mía. Nos han asegurado que estaba en excelentes condiciones y que no había problema, para que regresáramos con ella al pueblo, y así lo hemos hecho.

Para compensar la moto, él viajaba en el sidecar, así la estabilidad era mayor. Hemos dado unas vueltas por la ciudad y cuando ya le había cogido confianza, nos hemos dispuesto para salir. Antes de entrar en carretera, le he dicho, que como no sabíamos como respondería, en caso de que yo viera algo anormal, le avisaría para que desde el sidecar saltase y se bajara, ya que íbamos a viajar a velocidad moderada

Era un placer todo funcionaba correctamente, cuando llegamos a las rectas de Vall d'Uixo, intenté probar la moto cogiendo velocidad, hasta entonces íbamos a cincuenta o sesenta km. El motor hacia mucho ruido, al ir mas acelerado, pero la moto respondía muy bien, entonces me giré hacia el sidecar y le dije "¡¡Manuel...que bien va... que bien va...!!". Con gran sorpresa para mi, salto del sidecar y bueno el resultado ya lo veis. Paré inmediatamente la moto y bajé completamente anonadado, me acerqué hacia él, para ayudarle y preguntarle, que había notado en la moto, para que se hubiera tirado de ella, él que estaba un poco conmocionado me dijo, yo no he notado nada, solo he oído que tu me decías "¡¡Manuel...tírate ya... tírate ya...!!", y lo he hecho".

Así fue y así os lo cuento....






sábado, 1 de noviembre de 2008

Mentir



Dice Victoria Camps, en el libro "Discurso de la Mentira", compilación de Carlos Castilla del Pino: "Aconsejar con mala idea, declarar culpable a quien no lo es, dar la enhorabuena sintiendo envidia u odio, prometer algo con intención de no cumplir la promesa, no consiste en decir cosas "falsas" sino "insinceras"; es mentir.... Mentir es decir lo contrario de lo que se piensa, con la intención de engañar".

Vaya, vaya, difícil nos lo ponen. Sobre todo porque nuestro hábito diario es el fingimiento, en el comentario y en la acción. Estamos tan prendidos por la cultura de la simulación, que sin darnos cuenta la practicamos cotidianamente. Lo demandan los usos sociales, de modo tácito. La verdad está en deshuso, opinar con seriedad y sinceridad, puede estar hasta mal visto, en un entorno, que lo principal es decirle a cada uno, lo que quiere oír y no lo que opinamos verdaderamente.

Lo que llamamos, de modo mal entendido, educación, nos propone siempre el alago fácil y la lisonja habitual. Nos mostramos como unos corifeos recalcitrantes, siguiendo la posición mayoritaria. Evitamos, por lo que pretendemos llamar caridad, cuando en realidad es egoísmo, enfrentarnos de modo abierto con el verdadero alcance de los asuntos y nos refugiamos en una cómoda posición "tibia", que permita girar a derecha o izquierda, según convenga, propiciando unas relaciones cargadas de falta de sinceridad y/o espontaneidad.

Pero lo que hacemos no es una cosa extraña, es habitual en nuestro entorno, de tal modo que esta práctica se considera lo "normal", por tanto, que es lo que recibimos cuando demandamos un consejo a los demás; sin lugar a dudas, mas de lo mismo, comentarios poco comprometidos y palabras complacientes, pero exentas de verdadero sentimiento. Las palabras "educadas", que recibimos, son el exponente de esa tendencia a eludir los compromisos, con la escusa mental de no complicarse la vida, ni las relaciones.

Como si los fundamentos de una amistad pudieran estar basados, en ocultar nuestra opinión sincera, coincidente o no, con quien nos la demanda. Nada nos obliga a mentir por cortesía, nada debe alejarnos de la ecuanimidad en el juicio o en la palabra, ni siquiera la intención de no molestar. No debiera molestar quien, con el criterio claro, expone lo que piensa con honradez, aunque su posición sea minoritaria. La coherencia entre mente y acción, es esencial para evitar insatisfacciones crecientes y frustaciones estériles.

Además, le hacemos un flaco favor a quien demanda nuestra opinión, le cercenamos con nuestra falta de rigor la oportunidad de acopiar información cierta, para decidir de modo adecuado. Lo que no queremos para nosotros, no lo hagamos, porque conservar una relación en base a ser "suaves", provocará cuando se descubra, tiranteces poco factibles de remontar.

Opinar es un acto voluntario, luego debemos hacerlo con rigor y no falseando nuestros juicios en aras a conservar las relaciones. Las amistades hay que alimentarlas con la verdad, mentir es desnaturalizarlas poco a poco, seguro que nos agradecerán mas la sinceridad, aunque duela. No hurtemos a nadie el enriquecimiento de nuestras opiniones, sin censuras mentales, para que no se transformen en impropias y acaben no beneficiando a nadie.

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