martes, 31 de julio de 2012

Egoísmo



Dice Adam Smith en su escrito “Teoría de los sentimientos morales” (1759): “Por más egoísta que quiera suponerse al hombre, sin duda hay algunos elementos en su naturaleza  que lo lleva a interesarse por la suerte de los otros, de tal modo que la felicidad de éstos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga excepto el placer de presenciarla.”

Comparto la frase y creo que necesitamos en nuestro alrededor un nivel de felicidad, para poder disfrutar plenamente de la nuestra. Los escenarios de injusticia y dolor, aunque no nos atañan directamente, nos produce una merma de nuestro equilibrio y un sentimiento de tristeza. Somos vulnerables a las circunstancias desfavorables que acontecen a los que nos rodean y generalmente no nos quedamos impasibles ante las injusticias y los abusos de poder.

Simpatizar con los demás o sentir compasión, son unos antídotos naturales que nos permite ser menos egoístas. Tal es así, que cuando no podemos compartir nuestros sentimientos o inquietudes – por incapacidad propia o ajena -, apreciamos en nosotros mismo unas carencias, difíciles de suplir.  Buscamos la felicidad, pero necesitamos compartirla - una vez alcanzada -, para sentirnos en plenitud.

Saber comprender a los que nos rodean, no es tarea fácil. Tratar de aproximarse a las tribulaciones de los demás, con objeto de asumirlas, para que no dificulten nuestras relaciones; requiere de una delicadeza singular y  aflora un “saber hacer”, que nos acredita como personas socialmente relevantes. La amabilidad es una carta de presentación, que facilita los contactos y consolida nuestras amistades.

No obstante somos más proclives  a frecuentar aquellos ambientes más exentos de conflictividad o dicho de otro modo, preferimos a nuestro alrededor personas felices que con problemas. Esta tendencia natural, es uno de los impedimentos mayores para poder desarrollar en plenitud nuestra conducta tolerante y comprensiva. En muchas ocasiones sobreponemos a los sentimientos morales, nuestra tendencia selectiva, buscando el contacto con los que tienen éxito y no con los que fracasan.

En momentos como los actuales, llenos de desasosiego y falta de serenidad, donde el futuro es extraordinariamente incierto y las circunstancias negativas y de dolor, superan con creces a los momentos de felicidad; debemos aprestarnos a modificar algunas pautas de nuestro comportamiento. Es el momento de aflorar nuestra solidaridad y estar dispuestos a dar, sin esperar nada a cambio.

Cuando diariamente nos “quitan” nuestro futuro de bienestar, no tenemos mas remedio que avivar nuestra imaginación y soñar con circunstancias mejores. Que los mercados vacíen o hipotequen nuestros bolsillos, no nuestra mente…   

domingo, 29 de julio de 2012

I + i



Dice Eduardo Punset en su libro “La España impertinente”: “en España, al mercado de ideas y del conocimiento le ocurre como al mercado monetario: ni es transparente, ni es flexible, ni profundo. La fama, el reconocimiento de igualdad de oportunidades, sólo está verdaderamente reconocida en la Lotería Nacional. La riqueza está peor distribuida que en el resto de Europa; el trabajo está todavía peor repartido que la riqueza, y la facultad de decidir, más injustamente compartida que el trabajo.
El significativo papel jugado por la envidia en la toma de decisiones no es, sin embargo, una característica específica de la psicología colectiva, sino el resultado del retraso con que llegan a España la revolución industrial y posterior mejora de los niveles de bienestar…
El comportamiento envidioso no es más que el reflejo ineluctable de ese desfase de desarrollo económico. La incidencia de la envidia en la toma de decisiones hay que vincularla con lo que Galbraith llamaba los comportamientos inherentes al círculo cerrado  de la pobreza. En una situación en la que la sociedad no ha sido capaz de garantizar  el mínimo material que asegure la supervivencia física de las personas no cabe progreso técnico porque la innovación es el resultado de asumir riesgos… Ninguna persona razonable puede asumir los  riesgos inherentes a la innovación cuando el objetivo prioritario sigue siendo el de la simple supervivencia física…”

Punset publica este libro en 1985, con una realidad marcada por un desarrollo industrial retardado con respecto al resto de Europa y con una sociedad pacata y envidiosa; con estas premisas, difícil pensar en canales de innovación, toda vez que hay que unir a estas circunstancias, cierta desventaja en el uso de las nuevas tecnologías de tratamiento de la información y por tanto tomando decisiones sesgadas por falta de consideración  objetiva de todos los datos disponibles.

Han pasado 27 años y algunas de esas circunstancias, no han sido debidamente superadas, o mejor dicho, han sido superadas solo por ciertas capas sociales, que acaban detentando el poder y que incluso utilizan su posición de privilegio, para perpetuarse en él. El concepto y visión de su cometido no está especialmente focalizado en propiciar proyectar la realidad hacia posiciones modernas y de innovación, toda vez que ello significaría, en el fondo, perder cuota de  poder.

Nada hay tan lesivo para las iniciativas innovadoras,  como la envidia; tradicionalmente muy arraigada en nuestra sociedad; parece siempre como si las posiciones tradicionales  fuesen el norte de nuestras aspiraciones, estamos en posesión de la verdad y no queremos considerar ningún otro enfoque; reaccionamos con cierto escepticismo y tenemos comentarios absolutamente agoreros hacia otras realidades nuevas emergentes. Parece como si el “que inventen ellos” hubiese calado profundamente en nuestras conciencias, bloqueando nuestro entendimiento.

No es de extrañar por tanto, que nuestros políticos, cuando tienen que ajustar el gasto, carguen la tijera de podar sobre los gastos de innovación e investigación, ya que bajo una conisderación cortoplacista tienen escasa rentabilidad;  pero con ello, proyectan un efecto absolutamente demoledor sobre nuestras posibilidades de recuperación. Haciendo más de lo mismo ya sabemos a que puerto llegamos y sin explorar nuevas perspectivas difícilmente se consigue un cambio.

Faltando la iniciativa pública, no es de esperar que la iniciativa privada tome el testigo, entre otras cosas porque se encuentra próxima al círculo que describe Galbraith. Con este planteamiento, perderemos de nuevo otro tren y con toda seguridad tardaremos muchos años en recuperarnos del retraso, una vez instalado el “miedo económico” en un país, salvaguardar la posición actual se convierte en el objetivo primordial.

No investigar e innovar, no es quedarse donde se está, es mucho peor, es retroceder.  

viernes, 27 de julio de 2012

Promesas electorales



Dice Eduardo Punset en su libro “La España impertinente”: “Tampoco los sistemas de representación parlamentaria en vigor facilitan la democracia participativa. Los diputados elegidos por sufragio universal, en listas únicas cerradas, deben dar cuenta de sus actos a los estados mayores de los partidos que las confeccionaron y no a los votantes que los eligieron. En la medida en  que los actuales sistemas electorales refuerzan los lazos de dependencia de los representantes de la soberanía popular de las oligarquías partidistas, debilitan los vínculos de los votantes. Cada vez que se produce un choque de lealtades entre el partido y los votantes, todos los incentivos  implícitos en el actual mecanismo electoral funcionan en detrimento directo de los votantes y a favor del partido. La modernización de los mecanismos de decisión en España exigirán una reforma profunda del sistema electoral que apuntará, con toda probabilidad, hacia sistemas mixtos en los que convivan la representación de los intereses de los partidos con la representación de los intereses e las circunscripciones concretas de electores.”

La realidad es que este libro lo publicaba Espasa Calpe en 1985, más de veinticinco años y ninguna mejora a favor de los votantes; muy al contrario, sin ningún rubor para quienes las enuncian, las promesas electorales incluidas en los programas, se incumplen reiteradamente y ni siquiera se dan explicaciones convincentes del por qué. Tal es así, que ahora los candidatos, lo que necesitan es una buena campaña de marketing, para llegar a los aparentes deseos de los votantes, pero exenta de toda voluntad de cumplimiento; lo que llamaríamos en la “vida real” publicidad engañosa.

Cada vez con mayor insistencia, los partidos mayoritarios, que ya mantienen un buen número de votantes cautivos, por clientelismo, ideología o proximidad a los candidatos; ven incrementados sus resultados reales por los votos de quienes con cierta candidez, creen en los discursos preelectorales. Los candidatos juegan también, con que la memoria de los posibles electores es claramente “flaca” y confían en que habrán  olvidado absolutamente los incumplimientos anteriores.

Planteadas así las cosas, los comicios pierden todo su interés y cada vez dejan “en la cuneta” de la abstención a un buen número de ciudadanos con buena memoria,  hastiados de votar a quienes no llevarán a cabo casi ninguna de las acciones prometidas en el fragor del discurso electoral, cargado de vehemencia excesiva, como si ya quisieran tapar con ese énfasis la vaciedad del discurso político que plantean. Pero además, en el caso de que se demanden explicaciones por los incumplimientos, el argumento es siempre el mismo, se cargan la responsabilidad sobre los predecesores y se aprovecha para increpar a la oposición por su recalcitrante costumbre de confundir al ciudadano.

Puestas sí las cosas, el elegido solo le queda una única dependencia; si quiere perpetuarse en el cargo, no es imprescindible que satisfaga las necesidades de los votantes de su circunscripción; donde tiene que poner empeño, es en ser fiel seguidor de las consignas de su propio partido, lo lamentable es que esos intereses no coinciden con los deseos de los electores. Triste resultado, elegimos a personas, pero en realidad lo que consolidamos son aparatos burocráticos, con intención de perpetuarse en los cargos y con escasa  o nula sensibilidad por la ciudadanía.

Quien tiene una responsabilidad difusa por lo que hace, tiene tendencia a “campar por sus respetos”. Una votación es un momento culminante en la actividad ciudadana, es la participación en el quehacer público manifestando nuestra voluntad y sugiriendo cuales son las acciones que mayoritariamente deseamos se aborden. Lamentablemente en la práctica solo se reduce a un rito, que aunque logre remover a quien está en el poder, lo único que validará es un cambio de caras, pero no de decisiones.

Incumplir promesas en la vida real es absolutamente lesivo para las relaciones. Defraudar las relaciones solo conduce al resquemor y la soledad. El resquemor y la soledad es una antesala directa a la puerta del “pasotismo”. El pasotismo es uno de los males que mas corroen las democracias actuales. Los que más lo promueven son quienes incumplen sus promesas.     

lunes, 23 de julio de 2012

Ajustes o castigos



Sólo hay una regla para todos los políticos del mundo: no digas en el poder lo que decías en la oposición.  (John Galsworthy)

Ni siquiera ante una emergencia nacional, como la que estamos viviendo; los dos grandes partidos políticos, logran hilvanar un discurso que nos informe y aclare las circunstancias. Como siempre los argumentos más contundentes que encuentran son: a) si la situación viene provocada por acciones pasadas y hasta donde llega ese pasado, para tratar de dar orígenes que no sean de gobiernos propios; b) el famoso “y vosotros más”, tan frecuente para no afrontar las realidades y querer que los ciudadanos nos conformemos con lo que “hay”, puesto que es un mal menor; c) la oscuridad del lenguaje cargado de medias palabras, declaraciones apelando a la urgencia y considerándonos a todos “niños de teta”, a los que hay que proteger y educar con el castigo.

Absolutamente desconcertante y frustrante. Si esta colección de “gentes”, son las que nos van a sacar de donde estamos, será por casualidad; porque las apariencias son de una gran incompetencia, cargada de pedantería y orgullo. Parecen personajes en busca de autor. Mientras tanto los ciudadanos “de a pie”, los que dedicamos o hemos dedicado nuestra vida a trabajar lo mejor que hemos sabido o podido, vemos como gestores de poco nivel, disfrazan sus fracasos de palabras grandilocuentes y tratan de confundirnos con mensajes vacíos. Todo por no afrontar la realidad y asumir su falta de acierto.

Lo lamentable es que no podemos hacer nada, salvo esperar. Conectar el televisor y la radio con temor a oír noticias más desfavorables, repetidas hasta la saciedad, por unos medios de comunicación que confunden el concepto de noticia y lo asimilan  exclusivamente a tragedia. Y por si fuera poco, florecen cada vez con mayor frecuencia, sabiondos/as, agoreros y mesiánicos, que con insistencia machacona, cuentan lo bueno o lo malo de las medidas que se están habilitando, en ese baile repetitivo, según al partido que representan o defienden y no en función de la efectividad razonada.

El resultado práctico es que en la sociedad se ha reinstalado el miedo, en sus peores connotaciones; porque es un miedo al mañana, se da por  seguro que el panorama será peor que hoy y ayer. Todos asumen - a estas fechas - que vivirán peor y tendrán que soportar “penitencias” hayan pecado o no. Todos somos culpables de los desmanes de unos pocos, sobre todo políticos y especuladores que con sus acciones de “modernos faraones” han gastado como si fuéramos multimillonarios, siendo en realidad de clase media a menos.

Que paliza le están dando a la democracia. Que barrida le están pegando al parlamento. A que nivel tan bajo han relegado al discurso político, más próximo a una discusión de “barrio”; con palabras para descalificar y lleno de comentarios ofensivos,  tanto desde la tribuna como desde el hemiciclo; como si se tratará de agredir más que de resolver. En definitiva, que vergüenza. Si nuestra representación es ésta, que “malos” somos eligiendo.

Lo que acecha desde la oscuridad, produce pesadillas. La claridad y la luz, siempre alejan el miedo. La verdad siempre produce menos dolor, que la mentira y/o la media verdad.   

domingo, 22 de julio de 2012

Sentido del humor



Dice Álex Rovira en su libro “La buena crisis”, citando al químico y psicólogo Luis Muñiz: “Nuestra vida cotidiana nos lleva al límite. Y la única forma de sobrepasar ese límite es con el humor, con ese reírnos de nosotros mismos, que es una capacidad   especial, propia de gente sana que no coloca el ego por encima de la inteligencia. El dramatismo implica sentirse más importante que los demás. La importancia que nos damos a nosotros mismos es nuestra propia destrucción. Hay mucha sociabilidad, pero ninguna autenticidad en la comunicación. El psiquiatra Víctor Frankl decía que lo que más falta hacía en el mundo era la humildad, y el humor es la humildad natural del ser humano. El humor es un nivel de percepción del mundo, la capacidad de ver los contrastes, los sinsentidos. Requiere mucha espontaneidad y creatividad y un sentido de libertad tremendo. Es capacidad de asombro y de descubrir significado.”

Tener sentido del humor, es una cualidad poco común, o mejor dicho, queremos sentido del humor para los demás, pero no aceptamos con el mismo talante, cuando somos nosotros los que tenemos que practicarlo. La “finta” más efectiva para atacar las circunstancias de la vida, es demostrar capacidad para enfocarlas desde un punto de vista desenfadado y a ser posible cargado de humor.

Es una combinación difícil, nuestra posición siempre es proclive a la solemnidad y para dar una interpretación desenfada a los acontecimientos, hace falta una buena dosis de humildad, pero no falsa humildad; como vamos a interiorizar esta práctica si lo que admira la sociedad que nos rodea, es el triunfo exento de fallos. Tenemos en la mente la imagen sesgada, de que reconocer con sinceridad un error, es tal como asumir una derrota y nada más lejos la realidad,  con esa asunción, estamos poniendo “la primera piedra” para resolverlo.

Si nuestro comportamiento fuese más espontáneo y menos “artificial”, todas nuestras manifestaciones  resultarían más naturales; aunque nos parezca que perderían relevancia. Solo los fatuos, necesitan ampulosidad en el gesto y soberbia en el ademán, para sentirse seguros de si mismos, a través de la distancia que generan. En el corto plazo, es posible que “cosechen”, pero en el largo plazo sentirán sobre sí, la esterilidad que transmite la falta de amigos  de verdad.

Las personas que se relacionan con nosotros de modo espontáneo, libre de todo interés, no evaluarán nunca nuestros actos por la ampulosidad de los mismos, estarán mucho más cómodos con una visión real de los mismos, aunque para ello debamos asumir  con humildad y cierto grado de humor, nuestro propios fallos. Comunicarse con autenticidad, es alejar de nuestras relaciones con los amigos,  las posiciones rígidas y exentas de reconocimiento, quienes nos han ofrecido su compañía, pretenden mantenerla con la persona y en el fondo les interesa muy poco el personaje.

Tener sentido del humor, no implica falta de rigor, muy al contrario, seguro que pone en evidencia puntos de vista, que no habrían aflorado, si se hubiese dado otro enfoque de apariencia más trascendente. 

sábado, 21 de julio de 2012

SARD



Dice el profesor de  biogerontología Juan Hitzig, en su estudio: “Alfabeto emocional SARD”: “Cada pensamiento genera una emoción y cada emoción moviliza un circuito hormonal que tendrá impacto en los cinco trillones de células que forman el organismo. La conductas S (serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa) promueven secreción de Serotonina mientras que las conductas R (resentimiento, rabia, rencor, reproche, resistencia, represión) facilitan la secreción de coRtisol, una hormona coRRosiva para las células, que acelera el envejecimiento.
ü      Las conductas S generan actitudes A: ánimo, amor, aprecio, amistad, acercamiento.
ü      Las conductas R, por el contrario, generan actitudes D: depresión, desánimo, desesperación, desolación.
Con solo aprender este simple alfabeto emocional de cuatro letras: SARD desde edades tempranas lograremos que más gente viva más tiempo y mejor, porque la “mala sangre”  (mucho cortisol y poca serotonina) deteriora la salud, posibilita la enfermedad y acelera el envejecimiento. El buen humor, en cambio, es clave para la longevidad saludable.”

Con la machacona insistencia que buscamos la felicidad fuera de nosotros y resulta, que no solo se genera en el interior, sino que, además, la podemos inferir con nuestra conducta, o mejor dicho es nuestra conducta equivocada la que nos aleja del sentimiento de paz y sosiego, que son los precursores de la felicidad.

Ahora resulta también, que es la química la responsable de nuestro equilibrio y mas todavía, nosotros podemos generar los niveles químicos adecuados  de esos  componentes (oxitocina y vasopresina),  que nos alejen de la ansiedad y nos coloquen en posiciones receptivas de placer. Lo que nos hace sentir bien, potencia con sus efectos secundarios, que nos sintamos mejor y eso es una cadena, que una vez estamos instalados en ella, cambia nuestra vida y nuestras sensaciones a posiciones de gran bienestar.

Fácil de enunciarlo y seguramente difícil de conseguir, porque lo que nos rodea, no es precisamente un “valle de felicidad”, es más bien una escarpada montaña de insatisfacción. La competitividad que hemos asimilado desde muy pequeños, en la familia, escuela, universidad y trabajo, nos ha calado tan profundo, que solo somos capaces de “inventariar” lo que nos falta y tenemos una gran incapacidad de observar lo mucho que tenemos y disfrutarlo plácidamente. Somos como esos coleccionistas, que viven obsesionados con la “pieza” que les falta, sin darse cuenta, de que cuando la consigan, aparecerá otra, que reemplazará de modo inmediato a la anterior.

Tal vez nos falte serenidad y silencio y nos sobre rencor. La vida actual  impone un ritmo poco propicio a generar actitudes positivas, en la terminología que indica el  profesor Hitzig. Nosotros somos como somos, pero la sociedad en la que vivimos nos potencia,  con su planteamiento, todas esas actitudes nocivas. Las costumbres y los usos sociales, han ido transmitiendo signos y posiciones, más proclives con el resentimiento, que con la sonrisa. Quienes adoptan talante adusto y gesto serio y distante, como norma de relación con los demás, se hacen un flaco favor a si mismos, pero además, con esa actitud impropia, dificultan el equilibrio de las personas de su entorno.

Ser feliz, significa estar en equilibrio; estar en equilibrio precisa serenidad de ánimo; la serenidad de ánimo no se consigue alimentando el rencor; el rencor solo genera resentimiento; el resentimiento nos impide ser felices.

viernes, 20 de julio de 2012

Actuar y resolver



Dice Álex Rovira  en su libro “La buena crisis”: “Pensar no es suficiente. Debemos pasarnos al bando del HAZ, DEL ACTÚA (para ti mismo, para ver hasta donde llegas, y sin farsas teatrales), del EJECUTA (mata lo superfluo y llega al núcleo de los asuntos).
Hay gente que deja pasar la vida y agota su tiempo en:
-          CARGUEN, CARGUEN, CARGUEN… Son los que se escudan en un preparativo continuo, en un planificar permanentemente que acaba siendo estéril, sin hacer, sin ni siquiera plantearse que deben avanzar hacia una conclusión.
-          APUNTE, APUNTE, APUNTEN… Aquellos que parece que realmente van a hacer algo, pero nunca se dan por satisfechos con los resultados de su permanente análisis, un análisis eterno y que cada vez los confunde más.
-          FUEGO, FUEGO, FUEGO... Los que hacen sin pensar. Estas personas, por el contrario, se precipitan sin entender sus acciones, por lo que se suelen arrepentir de ellas. Son lo que actúan sin prever las consecuencias de sus actos.
La acción es nuestro gran remedio para frenar la angustia, para ser más libres y detener la corrosión que produce dar y dar vueltas a las preocupaciones. Hay una falsa creencia de que la sobreinformación nos ayuda a prevenir y a evitar un problema, cuando es la acción la que ayuda a resolverlo. Hablar y analizar continuamente las malas noticias que genera la crisis sólo contribuye a elevar los niveles de adrenalina, de ofuscación. Así pues, no pensemos en cómo cambiar la bombilla, remplacémosla y punto.”

Debatirnos permanentemente evaluando lo peor y lo mejor, es dejar pasar lo bueno. No necesitamos actos perfectos, necesitamos que sean adecuados con el nivel de nuestras posibilidades. “La parálisis por el análisis”, no es una buena estrategia, sirve desde luego, para mantenernos ocupados e incluso satisfechos en apariencia; pero en ningún caso ayuda a resolver nuestros problemas.

Dejarse envolver por la maraña de los acontecimientos, permitiendo que se consuman los días en debates internos o externos, sobre el como han sido; es una pérdida de tiempo y lo único que acabará produciéndonos es ansiedad, al ver como se consolidan los efectos nocivos de los mismos. En muchas ocasiones, es mejor decidir y actuar, aunque la resolución sea parcial o incompleta, que dejar que los acontecimientos sobrevenidos se enquisten.

Sin acciones no hay soluciones. Planificando y manejando informaciones dispersas sobre los temas,  podremos estar mejor enterados de los acontecimientos, pero en ningún caso habremos emprendido el camino de resolver. No solo es en la vida personal, también en el mundo de la empresa se dan estas circunstancias; cuando se “ponen encima” de la mesa los datos “en blanco y negro”, lo inmediato es abrir un largo debate, que incluso pasa por negar la evidencia, pero casi nunca  hay un flujo de ideas para tratar de paliar o resolver, habiendo asumido previamente.

En otras ocasiones la inercia es encontrar un “enemigo” externo responsable de los acontecimientos y vituperarlo a fruición; cuando no identificar un responsable del “desaguisado” interno y arremeter contra él, haciendo culpable de todos los males pasados y presentes e incluso, de males que vendrán, que aún desconoce su naturaleza, pero que serán adjudicas a la mala acción del “culpable”.

Vale todo, menos juntar los esfuerzos, decidir un plan y ponerlo en marcha; lo que se llama contraatacar. Es posible que se defina el plan, pero quedará archivado con rapidez y se asumirá el fatalismo o la indeterminación; como si eso fuera un modo de salir de la situación. No hemos sido educados para resolver y hacer frente a las dificultades, hemos sido preferentemente instruidos para evaluar y agrandar nuestras impotencias y asumirlas como sufrimientos terrenales para redimirnos.

Tener problemas es señal de actividad. La actividad siempre es mejor para resolver que la inactividad. La inactividad nos da una posición cómoda pero estéril. La comodidad dificulta la solución de los problemas.

jueves, 19 de julio de 2012

Paul Krugman (IV)



Dice Paul Krugman en su libro “Acabad ya con esta crisis”:

“SALVAR EL EURO”

“Hasta los “euroescépticos” como yo nos damos cuenta de que romper el euro ahora que ya existe se pagaría muy caro.

En primer lugar, cualquier país que pareciera candidato a abandonar el euro se enfrentaría, de inmediato, a una descomunal estampida bancaria, puesto que los depositantes correrían a desplazar sus fondos a otras euronaciones más sólidas. Y la vuelta del dracma o la peseta provocaría enormes problemas legales, cuando todo el mundo intentara esclarecer el significado e las deudas y los contratos expresados en euros.

Además, un cambio de postura radical en relación al Oruro representaría una derrota política terrible para el proyecto europeo más amplio de unidad y democracia a través de la integración económica; y este proyecto, como dije al principio, es muy importante no solo para Europa sino para el mundo entero.

… Sería mejor encontrar una forma de salvar al euro. ¿Cómo se podría conseguir?.

Lo primero, y más urgente, es que Europa ponga coto a los ataques de pánico. De un modo u otro, tiene que haber garantías de liquidez adecuada –garantías de que los gobiernos no se quedarán sin dinero a consecuencia del pánico en el mercado-, comparables a las que existen en la práctica para los gobiernos que asumen préstamos en su propia moneda. La forma más clara de lograrlo sería que el Banco Central europeo estuviera preparado para comprar bonos gubernamentales de los países del euro.

En segundo lugar, estos países cuyos costes y precios se deben ajustar – los países europeos que han venido generando grandes déficits comerciales, pero que no pueden continuar haciéndolo – necesitan vías realistas de  retorno a la competitividad. A corto plazo los países con excedente tienen que ser la fuente de una gran demanda de exportaciones… Todo esto exige una política monetaria muy expansiva  por parte del Banco Central Europeo, además de un estímulo fiscal de Alemania y unos pocos países más pequeños.

¿Por qué Europa ha respondido tan mal a esta crisis? Ya he apunado parte de la respuesta: muchos dirigentes  del continente parecen decididos a “helenizar” el cuento y creer que quienes atraviesan dificultades – no solo Grecia – han llegado ahí por culpa de la irresponsabilidad fiscal. Y, con esa premisa falsa, se busca un remedio falso: si el problema era el despilfarro fiscal, la rectitud fiscal debería ser la solución. Se presenta la economía como una obra moral, pero con otra vuelta de tuerca: en realidad, los pecados por los que se pena jamás tuvieron lugar.”

miércoles, 18 de julio de 2012

Paul Krugman (III)



Dice Paul Krugman en su libro “Acabad ya con esta crisis”:

“EL PROBLEMA ESENCIAL DE EUROPA”

“Si contemplamos Europa, o más concretamente la zona euro, como un conglomerado –o sea, sumando las cifras de todos los países que usan el euro- no parece que tuvieran que encontrarse tan mal. Tanto la deuda privada como la pública son algo inferiores a las de Estados Unidos, lo que hace pensar que deberían con más margen de maniobra; las cifras de inflación se parecen a las nuestras y no se aprecia el menor rastro de una crisis inflacionaria; y, por lo que añada el dato, Europa en su conjunto tiene un balance por cuenta corriente más o menos equilibrado, lo que significa que no necesita atraer capital de ninguna otra parte.

Pero Europa no es un conglomera. Es una colección de países, cada uno con su presupuesto (porque hay muy poca integración fiscal) y sus propios mercados laborales (porque hay poca movilidad laboral), sin sus propias monedas. Y esto ha provocado la crisis.

Pensemos en el caso de España… Como ya hemos visto, durante los primeros ocho años de vida del euro, España recibió grandes flujos de dinero, que alimentaron una enorme burbuja inmobiliaria y, además, provocaron un considerable aumento de los sueldos y precios en relación con las economías del núcleo de Europa. La esencia del problema español –de donde proviene todo lo demás- es la necesidad de reajustar los costes y los precios. ¿Cómo puede hacerse algo así?...

Pensemos ahora en lo que esto implica para España; a saber, que tiene que ajustar los costes por medio de la deflación, que en la “eurojerga” se conoce como “devaluación interna”. Y eso sí es muy difícil de conseguir, porque los sueldos son casi rígidos, cuando se trata de bajarlos: solo caen despacio y de mala gana, por mucho que el país se enfrente a un fuerte desempleo…

En cuanto a España. El salario medio ha llegado a aumentar ligeramente pese a la fuerte tasa de desempleo, aunque tal vez solo se trate, en parte, de una ilusión estadística…

Sin embargo, en España no hay moneda propia. Esto significa que, para ajustar el nivel de costes, España y otros países tendrán que atravesar un largo período de tiempo con tasas de desempleo elevadísimas, lo suficientemente altas como para que vaya forzando una muy lenta reducción salarial. Y aquí no termina todo. Los países que ahora se ven obligados a ajustar los costes son los mismos que tuvieron la mayor acumulación de deuda privada antes de la crisis. Ahora se enfrentan a la deflación, que incrementará el peso real de aquel endeudamiento...

Casi todos los gobiernos modernos tienen una deuda cuantiosa, y no toda son bonos a treinta años; hay mucha deuda a cortísimo plazo… Los gobiernos dependen de su capacidad de refinanciar la mayor parte de esta deuda; de hecho, venden bonos nuevos para pagar los viejos. Si por alguna razón, los inversores se negasen a comprar bonos nuevos, hasta un gobierno esencialmente solvente podría verse obligado al impago…

Esto crea, inmediatamente, la posibilidad de una crisis que acarree su propio cumplimiento, en la que el temor de los inversores ante un posible impago derivado de la falta de efectivo les llevaría a rechazar los bonos de este país, lo cual provocaría la misma falta de dinero que tenían… la inquietud constante ante la posibilidad de que estalle una de ellas puede llevar a los inversores a pedir tasas de interés más elevadas para mantener la deuda de los países susceptibles, en potencia, de caer en esta clase de pánico autorrealizante.”

Paul Krugman (II)



Dice Paul Krugman en su libro “Acabad ya con esta crisis”:


“EL GRAN ENGAÑO EUROPEO”

“… desarmé la Gran Mentira sobre la crisis en Estados Unidos: la que sostenía que los organismos gubernamentales habían provocado la crisis en su desacertado intento de ayudar a los pobres. Bien,  Europa también tiene su propia narración distorsionada, un relato falso de las causas de la crisis que no solo interfiere en el camino de las soluciones reales sino que, de hecho, termina llevando políticas que solo empeoran la solución.

No creo que quienes han extendido el falso relato sobre Europa sean tan cínicos como sus equivalentes en Estados Unidos; no veo tanta deliberación para analizar los datos y sospecho que la mayoría cree realmente lo que dice. Por tanto llamémoslo el Gran Engaño, mejor que la Gran Mentira. Aunque no está claro que esto mejore las cosas: sigue siendo un perfecto error y la gente que difunde esta doctrina tiene tan poco interés en escuchar pruebas contrarias como la derecha de estados Unidos.

He aquí, pues, el Gran Engaño europeo: la creencia de que la crisis europea se debe ante todo a la irresponsabilidad fiscal. Los países incurren en déficits presupuestarios excesivos –nos dice el cuento- y se endeudan en exceso; por lo que, ahora lo importante es establecer unas normas que impidan que la historia se vuelva a repetir.

Pero seguro que algunos lectores están preguntándose ahora si esto no se parece mucho a lo que sucedió en Grecia. Y la respuesta es que sí, aunque hasta la historia de Grecia es más complicada….

¿Hasta qué punto confunde la “helenización” del discurso en Europa? Tal vez se podría aducir irresponsabilidad fiscal también  en el caso de Portugal, aunque en un grado distinto. Pero justo antes de la crisis, Irlanda tenía superávit presupuestario y una deuda baja; en 2006, George Osborne, que ahora dirige la política económica de Gran Bretaña, lo calificó de “brillante ejemplo del arte de lo posible en la formulación de políticas económicas a largo plazo”. España también tenía superávit presupuestario y una deuda baja. …

Pero muchos europeos en puestos clave –sobre todo destacados políticos y funcionarios alemanes, aunque también dirigentes del Banco Central Europeo y líderes de opinión de todo el mundo de las finanzas y la banca-  están totalmente comprometidos con el Gran engaño y ninguna prueba esgrimida en su contra les afectará. En consecuencia, el problema de hacer frente a esta crisis suele formularse en términos morales: Los países tienen problemas porque han pecado, y ahora tienen que redimirse a través del sufrimiento.

Y este enfoque es funesto, a la hora de abordar los problemas reales a los que se enfrenta Europa.”

martes, 17 de julio de 2012

Paul Krugman


Dice Paul Krugman en su libro “Acabad ya con esta crisis”:

“LA EUROBURBUJA”

“Oficialmente, el euro empezó a existir a principios de 1999, aunque los billetes y las monedas euros no llegaron hasta tres años después.

Y el euro tuvo un efecto inmediato fatídico: hizo que los invasores se sintieran seguros.
Más concretamente, hizo que los inversores se sintieran seguros al poner el dinero en países que antes se consideraban de riesgo. Los tipos de interés en el sur de Europa habían sido históricamente, más altos que en Alemania, porque los inversores exigían una prima como seguro ante el riesgo de devaluación o mora. Con la llegada del euro esas primas se desmoronaron: la deuda de España e Italia, incluso la griega, se trataba como si fuera tan segura o casi, como la deuda alemana.

Eso supuso un fuerte descenso en el coste del dinero prestado en el sur de Europa; y provocó enormes explosiones inmobiliarias que pronto se convirtieron en enormes burbujas inmobiliarias.

El mecanismo de estos auges  y estas burbujas inmobiliarias es un poco distinto  del que vivió la burbuja en Estados Unidos: hubo menos extravagancias financieras, con mucho mas peso de los préstamos directos por parte los bancos convencionales. No obstante , los bancos locales no tenían ni de lejos, depósitos suficientes para respaldar el volumen del préstamo que movían, de modo que se volcaron en el mercado mayorista y solicitaron préstamos a los bancos del “corazón” de Europa – de Alemania, sobre todo -, que no estaba atravesando un auge comparable. Por tanto, hubo enormes flujos de dinero desde el corazón de Europa hacia su floreciente periferia.

Esa afluencia de capital alimentó auges que, a su vez, provocaron un aumento de sueldos: la década siguiente a la creación del euro, el coste unitario de la mano de obra (con sueldos ajustados a la productividad) ascendió cerca de un 35% en el sur de Europa, comparado con el incremento de solo un  9% en Alemania. La industria del sur de Europa dejo de ser competitiva…

Pero pocos se dieron cuenta del gran peligro que suponía este proceso, Más bien al contrario, la mayoría mostraba una satisfacción que bordeaba la euforia. Hasta que la burbuja reventó…

Pues el estallido de estas burbujas inmobiliarias – que se produjo mas tarde que en Estados Unidos, pero que en 2008 ya había recorrido un buen trecho –hizo más que hundir a los países de las burbujas en una recesión; además ha colocado sus presupuestos bajo una terrible presión. Los ingresos cayeron a la vez que caían la producción y el empleo; el gasto en los subsidios de desempleo se disparó; y los gobiernos se encontraron (o se colocaron ellos mismos) en una peligrosa posición a consecuencia de los gravosos rescates de los bancos, puesto que no solo garantizaron los depósitos sino también, en numerosos casos, las deudas que los bancos habían contraído con otros bancos en países acreedores. Por tanto, también dispararon la deuda y el déficit, y los inversores se inquietaron. En vísperas de la crisis, los tipos de interés de la deuda irlandesa largo plazo estaban  ligeramente por debajo de las tasas de interés aplicadas a la deuda alemana, y las de España, solo un poco por encima; mientras estoy escribiendo estas palabras, las tasas españolas multiplican por 2,5 las alemanas, y las irlandesas llegan a cuadruplicarlas.”

Como es lógico no cabe comentario por mi parte, creo que es suficientemente clara la exposición y lógicamente mi apostilla solo podría traer confusión.

N.B. La primera edición española del libro es de Mayo de 2012. Paul Krugman es premio Príncipe de Asturias de Ciencias sociales en 2004 y  premio Nobel de Economía de 2008.

sábado, 14 de julio de 2012

Empowerment



Dice José Antonio Marina en su libro “Aprender a convivir”: “La gente que trabaja en un equipo debe conocerse para evitar incomprensiones y recelos; librarse de una competencia excesiva por el poder; fomentar la comunicación, estimular las ocurrencias, no precipitar la crítica, premiar los hallazgos brillantes, compartir un modelo de relación (o de empresa, o de modelo de colaborar). Cada día se da más importancia al “empowerment”, a la capacidad de ampliar las posibilidades, los poderes, de cada empleado. La empresa antigua, al igual que la familia, se movía en un sistema patriarcal, jerarquizado, donde las órdenes descendían en cascada desde la autoridad suprema. Esta estructura resulta pesada y poco eficiente en un entorno económico complejo y veloz, donde hay que aprovechar y potenciar el talento de cada persona…
Una organización inteligente es aquella que consigue que un grupo de personas, tal vez no extraordinarias, pueda hacer cosas extraordinarias por el modo en que se relacionan entre sí. Ese plus es la inteligencia emergente. La inteligencia compartida.”

El activo más importante que tiene una empresa, sin lugar a dudas, es la capacidad de las personas, así como, el desperdicio mayor que hacen las empresas, hoy en día,  es la infrautilización de sus recursos humanos. Mantener a alguien haciendo trabajos por debajo de sus posibilidades, es un desaprovechamiento de recursos importantísimo.

Cuando las personas que trabajan en una empresa, no forman equipo, no es porque se han reunido una “colección de raros” insociables, que con su comportamiento lo impiden; muy al contrario, es porque quienes mandan son incapaces de definir objetivos, explicarlos y encauzarlos en la organización; de modo que todos los asuman, como si fueran propios. Esa aparente renuncia al interés propio y la asunción del interés colectivo, hay que forjarlo con ejemplo y ecuanimidad, por parte de quien dirige.

Lamentablemente lo que describe José Antonio Marina, como “empresa antigua”, es más frecuente lo que parece, sobre todo en sectores, donde el predominio es preponderante para la empresa familiar. Éstas empresas conservan en su más pura esencia el paternalismo propio de quienes se sienten  “jefes y dueños” y por tanto “premian o castigan” las adhesiones y las indiferencias. En gran número son incapaces de estructurar propuestas atractivas que “enganchen” a quienes las tienen que desarrollar y solo esperan cumplimiento estricto de las “ordenes”, sean éstas o no racionales. Eso si, revestido de un tono seudo-protector, en demanda del agradecimiento mayoritario.

En este tipo de estructuras, el trabajo en equipo es una entelequia, no porque no pueda desarrollarse; sino porque esa actitud “reverencial” que promueven, lo impide. En estos entornos, son precisamente los “jefes y jefecillos”, los que provocan esa falta de cooperación interna (empowerment), porque de algún modo tratan de ocultar su incapacidad gestora. A quien no sabe dirigir, le interesa la dispersión, mucho más que la acción en común, no vaya a ser que se ponga en evidencia su ineptitud.

Puestas así las cosas, lo que acaba sucediendo es que se instala en la organización lo que se llama en términos anglosajones “deviant workplace behaviors (DWB)”, traducido como “mal comportamiento organizacional”. Quien discrepa entre sus propios valores y las demandas de la realidad (alienación), acaba siendo un activo obsoleto, tarde o temprano la organización lo excluye, para reponerlo por alguien menos crítico, sin darse cuenta que de este modo lo que promueve, es el estancamiento. Canalizar las inquietudes de quienes desarrollan funciones de cualquier tipo en una empresa, es un “vivero” de resultados positivos y un seguro de modernidad a largo plazo.

Está comprobado que los estilos directivos poco sensibles  y poco motivadores, provocan en un porcentaje muy elevado el nacimiento de la alienación. Cuanto mas jerarquizada es la organización, menos posibilidades de participar en la definición de objetivos; en estas circunstancias, muchos acaban no encontrando significado a su trabajo, quedan desorientados y en muchas ocasiones aislados.

Para dirigir bien una empresa, ser nombrado en un cargo relevante, es condición necesaria, pero no suficiente. Dirigir no es sinónimo de mandar; dirigir es motivar y liderar. Quienes desarrollan adecuadamente su función directiva, no necesitan decir nunca, que son los jefes, la organización les otorga este rango de modo inmediato y espera conocer los planes para disponerse a ejecutarlos. Quien tiene que decir ¿usted sabe quien soy yo….?, sin esperar respuesta, es seguro que no es nadie o no merece el cargo que ocupa. 

viernes, 13 de julio de 2012

Imaginar



Dice José Antonio Marina, en su libro “Ética para náufragos”: “Lo real no nos basta, Nos sostiene, nos impulsa, nos limita, nos da alas, pero no nos basta. La inteligencia inventa sin parar posiciones reales, que no fantasías, sino ampliaciones que la realidad admite cuando la integramos en nuestros proyectos. El mar gran obstáculo, puede convertirse en medio de comunicación. Y el ligero aire puede soportar nuestro peso y nosotros volar. El agua del río puede convertirse en luz y la imponente montaña en catedral. La realidad entera queda en suspenso esperando que el ser humano acabe de darle luz.
¿Entonces las cosas no son lo que son?. Según y como. Son lo que son y lo que pueden ser. ¿Y el hombre?. Lo mismo. Somos nuestras propiedades reales y el impredecible despliegue de nuestras posibilidades. Híbridos de realidad y posibilidad, somos ciudadanos compartidos de realidad y deseo.”

Nuestras posibilidades, eso que permanentemente nos negamos a ver, porque nos parece mejor identificar nuestras “imposibilidades”; para así, con esa excusa tratar de acallar a nuestra conciencia, que permanentemente nos propone nuevos retos. Preferimos asumir nuestra inefable mala suerte, que tomar las riendas y tratar de “forzar” nuestro destino, dirigiéndolo hacia las metas que deseamos.

Sin imaginar todo es monotonía, sin imaginar la vida es una fotografía en blanco y negro; tiene todo el sabor clásico, pero le falta la viveza de las imágenes, que proporciona el color.

No imaginar es darse por vencido, es aceptar los acontecimientos como si fueran irreversibles y propiciar nuestra propia insatisfacción. Componer mentalmente una realidad diferente, no es ser un inconsciente, muy al contrario, es poner la semilla para que germine un futuro mas acorde con nuestras expectativas. Instalarse en la monotonía puede ser cómodo, pero no lleva a ningún destino apetecible de verdad.

Las posibilidades de alcanzar una nueva meta, no está basado solo en función de los medios, hace falta además, dedicación, esfuerzo y empeño en el logro. Por muy bien delimitada  que se encuentre y por muchos  posibilidades materiales que tengamos; es necesario estar convencido del logro y dedicar nuestra voluntad a fortalecer todos aquellos resortes que se encaminan hacia el destino

Ese conjunto de lo real y lo posible, es un balance permanente de logros y fracasos, que no puede ser relacionado exclusivamente con las posibilidades previas. Nuestro propio empeño abre expectativas y facilita logros, que parecían lejanos.

Para que las “cosas” sean, primero tenemos que imaginar y luego perseverar hasta conseguirlo. Perseverar, es no abandonar al primer fracaso. Los fracasos puede que sean el mayor acicate para aprender. Aprender es procesar las posibilidades para conseguir un fin. Conseguir un fin, es creer con firmeza a nuestra imaginación.

martes, 10 de julio de 2012

Felicidad



Dice José Antonio Marina en su libro “El aprendizaje de la sabiduría”: Para aumentar la posibilidad de ser feliz, el ser humano debe ser capaz de realizar una serie de actividades: las cinco principales son:
  Elegir las metas adecuadas, lo que significa establecer prioridades, saber planificar, hacer revisión de la vida, atreverse a cambiar de proyecto si es necesario, determinar la jerarquía de valores que van a dirigir nuestra acción, etc.
  Resolver problemas, ser capaz de tomar buenas decisiones, de no refugiarse en la pasividad o en la huida, saber reconocer lo que es o no es una buena solución, soportar el esfuerzo para ponerlas en práctica, etc.
  Valorar las cosas adecuadamente y disfrutar las buenas. La capacidad de disfrutar no es tan común como parece. Con frecuencia la ansiedad, el miedo, el aburrimiento o la envidia nos impiden apreciar lo bueno.
  Tender lazos afectivos cordiales con los demás, ser capaces de querer, de convivir; de colaborar, de comprometerse.
  Mantener la autonomía correcta y responsable. Se trata de acertar con la distancia justa. Ni guión que anule la propia autonomía, ni desvinculación que rompa los lazos sociales.
Podemos llamar “sabiduría” a la capacidad de realizar esas actividades, o lo que es igual, de aumentar la posibilidad de ser felices."

Vaya propuesta y nosotros con “el interior a medio construir”(1), perdiendo mucho tiempo en aparentar, pero dedicando poco a lo que debería ser nuestro norte, es decir, dotarnos  de suficientes mecanismos para perfeccionarnos internamente y que el resultado de esa reestructuración,  sea nuestra tarjeta de presentación sincera y sin subterfugios inútiles. No habrá nada que nos proporcione tanta felicidad y esa es nuestra misión principal en esta vida.

Salvar las relaciones, con actos vacíos, que confundan a los que nos rodean, aún suponiendo que sean efectivos a corto plazo, devendrán en el sinsentido que provoca la falta de autenticidad; sobre todo cuando  involucramos a otras personas vendiéndoles unas circunstancias ficticias y luego pretendemos recibir de ellas una “entrega total”. Por coherencia, nadie debería esperar de los demás, lo no está dispuesto a dar.

Por mucho esfuerzo que uno haga en ser el que es, mientras no termine el edificio interno lo tiene muy difícil y eso más que un acto, es la consumación de una serie de etapas decididas y firmes en el avance para cimentar nuestras convicciones. Saber valorar lo que necesitamos, es un avance importante para consolidar un estado de serenidad, porque la ansiedad y la inquietud las provocan siempre la carencia de cosas superfluas.

Como vamos a querer a quienes nos rodean, sino hemos sido capaces de construirnos a nosotros  mismos, es decir, querernos. Estar en paz internamente, es otra de las antesalas previas al “salón” de la felicidad y nosotros, incautos empedernidos,  buscándola de modo incansable fuera. Pero todo esto, solo es posible comprometiéndose, de modo firme con nosotros primero y luego con los demás, esa es la convivencia real. Pretender pasar de “puntillas” por los temas y conseguir con ello intercambios de lazos firmes de amistad o amor, es  cuanto menos una osadía.

Tener el interior a medio construir, es como conducir con malos frenos. Conducir con malos frenos es correr riesgos innecesarios. Quienes corren riesgos innecesarios, desafían continuamente a la naturaleza. Quienes desafían a la naturaleza son en el fondo unos inconscientes. Casi siempre los inconscientes tienen el interior a medio construir.


(1) Frase de Mercedes en su comentario en la entrada “Inmadurez” (7/7)

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