viernes, 31 de octubre de 2008

Descentralización (II)


Dice Reinhard Mahn en su libro "El triunfo del factor humano": "... La autoridad y el liderazgo ya no se basan como, como antaño, en la ley y la disciplina, sino en la convicción y en el compromiso de los ciudadanos y de todos los responsables. En un mundo cambiante, tenemos que aceptar que solo la capacidad de rendimiento garantiza el éxito y la estabilidad. Al referir estas premisas a nuestro propio ciclo cultural, veo una formidable necesidad de reformas, pero también la oportunidad no sólo de resistir la competitividad internacional, sino incluso avanzar".
Ser líder, no es solo cuestión de voluntad, es mucho mas de aceptación desde abajo. Nadie puede mandar de forma adecuada, si aquellos a quien manda, no han asumido voluntariamente su rango. Las personas que dirigen, deben conocer, que solo es valida su función, si quienes están en su organigrama les otorgan también ese crédito. No es, por tanto, la función directiva, un atributo adquirido únicamente, por afinidad familiar y/o influencia económica, aunque este sea el origen mas frecuente.

Someterse a las decisiones de alguien, puede ser obligatorio, por razón de dependencia orgánica, pero en ningún caso es vinculante para la mente; para ser eficiente en la ejecución de las instrucciones, hay que creer en la persona que las da. Nada hay tan corrosivo, como trabajar en respuesta a un mandato, sin otorgarle al mandante el debido crédito, sin reconocer su autoridad intrínseca. Quienes se desenvuelven en la empresa o la sociedad, pensando que el cargo da la razón, se equivocan; ni la da, ni la avala; la razón se obtiene con una ejecutoria clara y eficaz, cimentada con el prestigio acumulado "del buen saber hacer".

Creen muchos, que la mirada dura y firme, el gesto adusto y la voz seca, son el mejor aval para demostrar la alta jerarquía que se ocupa, sin percatarse, que es el que obedece, quien otorga el rango y lo quita, sin mas poder que su voluntad interna. Por mucho que un ejecutivo haga cumplir sus ordenes, no es sinónimo de que la organización lo asuma como tal y lo respete, es decir lo tenga por Líder.

La gestión moderna, es participativa; evalúa con datos y no con opiniones; mantiene el tono mesurado y propone siempre objetivos asumibles. No está exenta de errores, pero si estos llegan, serán respaldados, con toda seguridad por todos. La altanería en el gesto, es propia del siglo pasado, donde el rango lo confería el ademán y no los logros, pero afortunadamente poco a poco las cosas cambian, no ajenas al incremento de la cultura media cada vez mayor. El golpe de efecto o el gesto teatral, ya no son un marchamo de "calidad".

Solo sobreviven y crecen las organizaciones, que han sabido aglutinar, paso a paso, a todos y cada uno de los miembros de la misma, su fuerza unísona, es mucho mayor que la suma aritmética de sus miembros; a este tipo de sociedades les afectan, en menor medida, las crisis. Por contra, las que siguen trabajando en base a una pirámide muy puntiaguda, caminan por el "filo de la navaja", sin poder determinar hasta cuando se mantendrá ese equilibrio tan inestable. Tarde o temprano, acabarán pagando la falta de voluntad para motivar, porque lo mas importante que tiene cualquier empresa es el Capital Humano, no tratarlo adecuadamente es fomentar de forma inconsciente el declive.
Los directivos, que como único argumento, que avale su razón, elevan el todo de voz, acabarán solos en su poltrona, rodeados de gente, pero solos...

jueves, 30 de octubre de 2008

Personajes casi de ficción (V)



En Viver (ver detalles del lugar en la entrada de 17/9), se celebran en el mes de Agosto las fiestas de verano. El día 15 se festeja a la Virgen y el día 16 es San Roque, son días muy entrañables y arraigados.

Consiste en coger en andas la imagen del Santo, después de amanecer y llevarla a la ermita, que tiene en un monte distante del pueblo 2 a 3 Km. Con el volteo de las campanas, la gente acude a la puerta de la Iglesia, son portadores de una ramito de albahaca, mas o menos grande. Sale la comitiva acompañados de la banda de música, que tocan músicas alegres - no se como no se disipan, porque todo es cuesta arriba -, al llegar a la ermita y cuando el Santo se dispone a entrar en la misma, se tira la albahaca sobre él . Con posterioridad, los rollos de dulce bendecidos, que lleva el Santo en el anda, se reparten en porciones a los asistentes. Es tradición tomar un almuerzo en el monte y a media mañana se regresa al pueblo. Antes la fiesta continuaba en el río, con una paella para hacer una comida familiar.

La noche anterior, hay verbena y después de la misma se tiene la costumbre de hacer rondas y es tradicional no acostarse. Hecha la presentación y descrito el escenario relataré la anécdota.
Para llevarla en el acompañamiento al Santo, la gente cultiva la albahaca. Hay un cierto prurito de que la mata sea la mas grande y también la de repartir a los demás, que no tienen. Mi abuelo - al que ya he descrito en otras entradas -, tenia un huerto muy cerca del pueblo, en una partida que se llama el Tinte y en él plantaba dos o tres matas y lógicamente se hacían enormes. Habitualmente la mayoría las hacían en macetas de casa.

La tarde-noche anterior a la fiesta, cumplía el ritual de ir a recoger las matas de albahaca y traerlas a casa y en su recorrido se pavoneaba, de lo que era portador. Esta es una planta que necesita humedad y que se mustia con facilidad si le falta. Para que se mantuviera lo mas fresca posible, las ponía en un lebrillo y las dejaba toda la noche en el balcón, como hacían todos, para mantenerla lo mas fresca posible.

Es tradicional en esa noche, por parte de los mozos del pueblo, ir vigilando los balcones donde hay albahacas refrescándose e ingeniárselas para hacerse con ellas. Por la mañana, en la puerta de la Iglesia les ofrecen a los mismos a los que se las han "limpiado", de buen rollo todo.

El balcón no sobresalía sobre la fachada, mas que unos centímetros, pues aprovechaba la dimensión del muro de casi 1 metro. Estaba en el primer piso y era accesible con poco esfuerzo. Mi abuelo colocaba la albahaca a la vista y se sentaba dentro de la habitación sin luz, para no ser visto y permanecía vigilante. Cuando oía voces de mozos se ponía en guardia. Llegaban a la altura del balcón y divisaban las plantas muy apetecibles, entre dos o tres encaramaban a otro, para que las cogiera. Pero cuando estaban en este trance, el abuelo, desde dentro de la habitación, le daba la vuelta al cayado y con su parte curva, golpeaba los nudillos del mozo, que estaba cogido a los barrotes del balcón intentando la faena, que más por susto, que por daño, se dejaba caer y corría calle abajo (es una calle muy empinada), junto con los otros asustados y sorprendidos.

El placer aún no había terminado, comenzaba allí. Entonces el abuelo se asomaba al balcón y les decía: "Muchachos, que os dejáis la albahaquica..." y quedaba satisfecho, escondía las matas para que no fueran visibles y se acostaba como reconfortado por la hazaña. Al día siguiente, si había visto quienes eran, iba a ofrecerles albahaca con una media sonrisa... y hasta el año que viene.

Así fue y así os lo cuento.


Foto: fuente de la Asunción, Plaza de la Constitución

miércoles, 29 de octubre de 2008

Descentralización


Dice Reinhard Mohn en su libro "El triunfo del factor humano": " Sólo una amplía descentralización de las responsabilidades directivas promete superar la cantidad y el grado de dificultad de las decisiones, así como la capacidad para la innovación. Pero la técnica de gestión de delegar responsabilidades presupone la identificación del personal directivo de niveles inferiores, que ha de asumir dicha responsabilidad, con los objetivos y las normas de la organización. En el marco de la responsabilidad delegada ya no se apuesta prioritariamente por mantener las órdenes y la disciplina, sino en mucha mayor medida por la creatividad, la iniciativa y la productividad. Sólo aquellas personas que sepan afrontar de forma positiva su cometido lograrán el éxito en estas circunstancias".

Delegar no es nada fácil, no solo porque es necesaria la voluntad de quien manda, para hacerlo, sino también, porque quien recibe el encargo debe de estar predispuesto a asumir la responsabilidad encomendada. Nada sencillo de conseguir en ambientes poco motivados, como los que se dan en la mayoría de las organizaciones, conformadas con salarios bajos y tareas poco acordes con la formación de quienes las desarrollan, al menos en los niveles intermedios y en trabajos administrativos.

De nada sirve encomendar el desarrollo de determinada función, a quien mentalmente no se encuentra predispuesto, para aplicar esfuerzo en su cometido. Cuando durante años se ha trabajado con un método monolítico y autoritario, buscar la participación, se torna complicado, mucho mas si no se interpreta que la decisión esté fundamentada en el convencimiento de quien dirige.

Pero hay algo que no ofrece dudas, las organizaciones que no viven un sentimiento de conjunto armonizado y solo se mueven por acciones aisladas y singulares, tienen poco futuro. Pero el cambio no se puede acometer desde abajo, es algo que debe propiciar la dirección y conseguir imbuir a todos, de esta forma de trabajo participativa, dirigida hacia un fin común. Para ello las estrategias y los objetivos deben de estar prefijados de modo racional, comunicados, entendidos y asumidos como propios por todos y cada uno de los miembros de la organización. De la bondad de esta acción, depende en gran medida, el éxito de la migración hacia un entorno descentralizado.

Las empresas, que no han sabido comunicar los objetivos a todos los miembros de las mismas o no han querido, se colocan en una posición de inestabilidad futura evidente. No superarán las altas cotas de competitividad, que imperan en los mercados. Cuando las economías entran en dificultades, no hay mejor planteamiento para superarlas, que aunar esfuerzos de todos los miembros de la empresa, y conseguir: que se sientan partícipes del proyecto, identifiquen con claridad el objetivo que se pretende lograr, lo asuman en la parte que les corresponda y se sientan totalmente vinculados con él, tal como si fuera propio.

Pero nada resultará, si este esfuerzo solo se hace ahora, que concurren circunstancias especialmente delicadas y no se asume, por parte de la empresa y los trabajadores, con carácter de permanencia. Lo que se hace sin vocación de continuidad no resulta y puede ser negativo a medio y largo plazo. Sin rumbo no se va a ninguna parte, pero una vez fijado el mismo, sino se sigue llegar al destino es una cuestión de azar.

lunes, 27 de octubre de 2008

Impaciencia



Dice Ramiro A. Calle en su libro "Ingeniería Emocional": "La impaciencia es una cualidad negativa muy común. Nada tiene que ver con la verdadera diligencia. Decía Milarepa: *Apresurémonos lentamente*. Un buen consejo. La impaciencia nos urge sin necesidad, nos crea ansiedad y precipitación, nos impide saber esperar y hacer las cosas con precisión y esmero, y genera fricción y desdicha.
La impaciencia a veces se convierte en verdadera compulsión y nos incita a actuar precipitada e incluso insensatamente y a nuestro pesar. Es un impulso muy poderoso e imperioso, que bula el control y la voluntad de la persona, y la descentra y desequilibra. Es signo de inmadurez y falta de saludable dominio".

Y nosotros pensando que correr, para no ir a ningún parte es lo mejor. Facundo Cabral dice en una de sus canciones "Porque si el mundo es redondo, no se que es ir hacia adelante". Cuando se corre se retrocede, cuando se corre el punto de destino se aleja, al menos en nuestra mente. Ir deprisa no es sinónimo de terminar antes. En ese estado febril, no vivimos las cosas que nos suceden. Nos perdemos los momentos y no ganamos los instantes. Somos como seres perdidos en un laberinto sin final.

Solo la serenidad, la paciencia y la acción lenta, nos reconforta y devuelve la paz interior necesaria, para poder dar respuesta a las incógnitas y con gran sorpresa nos lleva a nuestro destino a tiempo y en forma. Quien se precipita cosecha ansiedad y no resuelve, vive desesperado por alcanzar el fin, sin darse cuenta que se ha "pasado de frenada". Todos estamos deseosos de cumplir nuestros objetivos, pero de nada sirve querer anticiparse al futuro, porque cuanto mas deprisa vamos, mas se aleja.

El resto de nuestra vida la pasaremos siempre en el presente, entonces ¿para qué correr tanto?, si el presente no se desplaza ni se aleja, está siempre con nosotros. Si lo desperdiciamos, lo perdemos y no ganamos nada a cambio. Despreciamos el equilibrio y abogamos por sumirnos en la confusión, que propicia no estar en nuestro sitio y pretender ocupar otro inviable.

Soñar no es malo, pero querer atrapar el sueño es una utopía, tan alienante como no vivir con intensidad nuestra vida. Pero si ésto es, por tener demasiada prisa o poca paciencia se transforma en una catástrofe, nos transforma en seres llenos de inseguridad e insatisfacción. Pensar que podemos soportar mucho tiempo en posición de alerta permanente, es pretender bajar sin frenos una carretera con curvas y pendientes muy pronunciadas, será muy difícil que superemos satisfactoriamente la prueba.

Ser mas eficiente no es hacer con mas rapidez las cosas, es hacerlas bien y a tiempo, que es diferente. Pero eso no es fácil de plantear, hace falta fuerza de voluntad y perseverancia, para saber ver la realidad tal como es y no instalarse en la ficción.

Ser congruentes con nosotros mismos es facilitarnos la vida, no urgirnos a resolver con prisas innecesarias y poco saludables. Llegar a tiempo no es correr, terminar las cosas no implica vivir en el desasosiego. Quien nunca tiene tiempo, acaba preso de su impaciencia, a merced de la inestabilidad, que tanto daño nos hace y tan poco nos aporta. Vivamos, pero minuto a minuto, no día a día. El sol tanto en crepúsculo, como en ocaso, va acompasado y al mismo ritmo.




domingo, 26 de octubre de 2008

Personajes casi de ficción (IV)




Otra vez en Viver. Iba con mi abuelo - ver detalle del lugar en la entrada del 17/9 - por el campo en dirección a un bancal, que tenía cercano al río Palancia; en una partida que se conoce con el nombre de "Las cuevas". Estaba como a una distancia de dos o tres Km. del pueblo.

En las proximidades al mismo, había un trozo de camino con una pendiente muy pronunciada, hasta llegar al río. Cuando iniciamos nosotros la bajada, vimos subir por el mismo a un vecino de bancal, que le llamaban Grabiel (pronunciación de Gabriel en el lugar). Venía cargado con un saco no muy grande de patatas.

Al llegar a la altura nuestra, como es costumbre el saludo de rigor y la explicación breve de lo que cada uno ha hecho o va hacer. El hombre dijo, buenos días Fernando, ahí vengo de cavar unas patatas para casa, con talante algo jadeante, por el esfuerzo de la cuesta. Mi abuelo espetó. "ahí vamos a coger unos meloncicos para comer" . Cuando ya seguía su camino se volvió hacia el y le volvió a decir, Grabiel como es que vas tan cargado y no has traído al burro para que lleve el peso...

El hombre regresó sobre sus pasos, se aproximó a nosotros, descargó el saco y le dijo: "pues mira Fernando, hace unos días el burro, cuando regresaba a casa montado en él, hizo un extraño y me tiró, no me hice nada, porque afortunadamente caí de pie. Por esta circunstancia lo he castigado a no ver el sol en dos semanas, así que, lo tengo atado en el pesebre en la cuadra y pienso cumplir lo dicho, ¡ya lleva cinco días!". Terminó el corto relato, cogió de nuevo su saco y se fue.

Mi abuelo, que como ya he dicho, era parco en palabras, se quedó mirándolo y lentamente dijo, dirigiéndose a mí: "Que corto y galdrán es este hombre, castiga al burro a estar en casa y el carga desde el río con patatas, hasta el pueblo, todo cuesta arriba... ¡en vez de castigarlo lo premia!... será torpe". Se giró hacía mí y dijo: "bueno Luis, vamos a por esos melones".

Así pasó y así os lo cuento... cosas sencillas de gentes sin recovecos... otros tiempos no demasiado lejanos.

sábado, 25 de octubre de 2008

Dr. Rojas Marcos


Hoy he asistido a una conferencia del Dr. Luis Rojas Marcos, en la Universidad Jaume I de Castellón. He leído algunas de sus obras y he quedado satisfecho con su contenido. Pero no es comparable al atractivo de su forma de decir en directo.

El tema estaba ligado a la inauguración de dos masters, que imparte dicha Universidad. El título "El optimismo", buen encabezamiento en los tiempos que vivimos. Debo reseñar que con una habilidad extraordinaria, ha hecho reír a todo el salón de actos con una anécdota, con lo cual no hay mejor comienzo. La relataré, pero creo, que no sabré hacerlo con su magistral tempo:

Dijo: "Se estaba haciendo un estudio sobre la esperanza de vida y los encuestadores llegaron a una aldea muy pequeña y retirada en las montañas. Al entrar en la misma, encontraron en la puerta de su casa, una señora de mas ochenta años, que tomaba el sol. Se acercaron a ella y le dijeron: Disculpe señora estamos haciendo una encuesta para un estudio científico, le molestaría que la entrevistásemos; a lo que ella accedió con toda complacencia. Bien querríamos su opinión sobre la esperanza de vida, que cree que nos deparará el futuro este tema, la señora quedó pensativa, frunció el entrecejo, dejo correr unos segundos y fue lacónica en la respuesta: yo creo que cabe esperar un muerto por persona" (risas generalizadas).

Ha expuesto su tema con la forma habitual distendida, que tiene de hablar, un lujo, porque en una Catedral del conocimiento, ha hablado con sencillez y sabiduría a la vez, poco frecuente, diciendo lo que quería y atrayendo para sí al auditorio. Con gran sentido del humor.

Como final ha dicho que el optimismo es dependiente de:

- Los Genes.
- La personalidad.
- Respuesta adecuada a ¿qué podemos hacer?.
- Las personas que hablan son mas optimistas.
- Estar bien informado.
- Estar conectado con un grupo de gente afín.
- El ejercicio físico.
- Espiritualidad mas allá de la religión.
- Dedicar un tiempo al voluntariado.
- Diversificar y compartimentar.
- La esperanza.

Así creo que fue y así os lo he contado. Colofón final una pregunta de uno de los alumnos del master, la última en el turno, dijo: " Según Vd. ha dicho, las mujeres hablan mas, que los hombres y por tanto son en general mas optimistas y viven mas, puede decirnos si esto de que hablen tanto, tiene alguna relación con que los hombres vivan menos" (aplausos y risas generalizadas)


viernes, 24 de octubre de 2008

Ingrid Betancourt.





Ingrid Betancourt recibiendo el premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

No tengo suficientes palabras, solo un respetuoso silencio. Aconsejo a quien no haya oído el discurso de esta Dama, que no se lo pierda, es un canto a la libertad y la tolerancia. Toda una lección de humildad y rebeldía contra la injusticia. Llega muy profundo. Difícil de no conmoverse. Confieso que así estuve a lo largo del mismo.


miércoles, 22 de octubre de 2008

Alienación...





Dice Herbert Marcuse en su libro "Ensayos sobre política y cultura": "La sociedad del bienestar es una sociedad tolerante mientras se respete su alienación - sus reglas de juego -; mientras se actúa así es indiferente a que se defienda el bien o el mal, la verdad o la mentira. Pero cuando se atacan estas reglas de juego, pero cuando se pone al descubierto su alienación, entonces revela su fondo intolerante".

Lo he comentado en otras entradas. Con claridad y rotundidad, si uno quiere estar "bien visto", tiene que aceptar la pesada servidumbre de aplicar en su conducta, las reglas generalmente aceptadas y acomodar su modo de vivir a ellas. No se acepta socialmente bien, a quien evita este corsé y trata de emerger de forma individual, siguiendo su intuición y libertad. Aunque con esta actuación personal no se moleste a nadie.

El problema no lo plantea la incomodidad, que provoquen nuestros actos; es una cuestión de corporativismo. Las colectividades solo se perpetúan, si consiguen una repetición mimética de sus hábitos y por un número de personas lo mas elevado posible. La heterodoxia no la asimilan, porque peligra su continuidad y eso lo tratan de soslayar siempre. Aceptar posiciones individuales diferentes, supondría abrir la puerta a cambios en los equilibrios de poder y tal riesgo no lo consiente nadie, menos si cabe, los que lo detentan.

En estas circunstancias, no importa tanto, la razón por la cual se instituyen determinadas formas de comportamiento, como su perpetuación; la consigna no escrita es aislar a quien no las sigue. Lamentablemente vivimos en la sociedad de la "uniformidad", hacemos casi lo mismo, sin percatarnos, cada día; vestimos al mismo estilo (moda) y deseamos acopiar los mismos objetos, no guiados por su utilidad, sino impelidos por el status social, que aparentemente nos otorgan. Por si fuera poco lastre, la publicidad completa el circulo, con sus propuestas machaconas y coercitivas.

Agudizar nuestro ingenio, es la defensa, hacerlo con presteza es imprescindible, porque cuando nos queramos percatar estaremos atrapados y nos habremos convertido en seguidores acérrimos de las "normas estipuladas", sin haber analizado en profundidad su conveniencia. Somos libres de elegir y por tanto no estamos obligados a aceptar, que a nada ni nadie nos programe. Nuestro límite únicamente debe ser, no invadir el espacio de los demás; mientras no lo vulneremos, actuamos bien, digan lo que digan los demás. Nadie puede vivir por nosotros y no es de recibo, que traten de imponernos subliminalmente, pautas no entendidas y/o deseadas.


martes, 21 de octubre de 2008

Dos oídos y una boca...



Dicen Sam Deep y Lyle Sussman en su libro "Motivar y convencer en los negocios": "Cuando no se controlan las emociones, se deja de pensar con la cabeza y se empieza a pensar con la lengua o con los puños. Se hacen y se dicen cosas que luego se lamentan. Y la ironía mas trágica de todo es que, en su intento por convencer al otro, se crea precisamente el efecto contrario... Tiene usted derecho a sentirse enfadado, frustado o a tener cualquier otra emoción... No obstante, ni usted ni nadie debería permitir que ese derecho se transformara en un mandato para actuar sin pensar".

Tengo un buen amigo, que dice: la naturaleza nos ha dado dos oídos y una boca, para que escuchemos el doble de lo que hablamos. Justo al revés de lo que hacemos. Somos "forofos" de la palabra y remisos a los silencios expectantes. No podemos dejar de exponer nuestros argumentos y razonamos con una imparable espiral, tanto mas vehemente como sea la oposición, que intuimos. Para que escuchar, si nosotros ya estamos poseídos por la verdad en su estado puro.

Preconizamos el diálogo, pero en realidad, lo que queremos es que dialoguen los demás, porque nosotros ya tenemos postura y acción adecuada. La soberbia nos pierde, nos parece que asumir empáticamente los argumentos de los que nos rodean, es mostrar nuestra debilidad y por qué no, también ignorancia. Nada mas lejos de la realidad. Cuanto mas humildemente nos comportamos, mas peso tiene nuestra posición, mas receptivos nos hacemos y por tanto, menos "tiranteces" propiciamos.

Pero ni sabemos ni queremos, estamos muy predispuestos, en la sociedad en la que vivimos, a "cultivar" la intransigencia, como motor de nuestra relación. Como si con ello consolidásemos una posición mas respetable. Nada hay tan vacuo, como demostrar de forma flagrante nuestra indisposición para recibir cualquier argumento discrepante y por contra, nuestra inclinación a ser portadores de la verdad. Con nuestra ofuscación tenaz, ponemos en serio peligro nuestras relaciones.

Aún así, no tenemos suficiente, vamos mas allá, creada la distancia que ha motivado nuestra falta de tacto en cualquier intercambio de pareceres (discusión), somos incapaces, de pensar, templar y reconocer nuestro error y con presteza, acudir a quien hemos molestado y asumir sin ambages nuestra falta de sensibilidad. Una disculpa a tiempo es la mejor árnica, para cultivar relaciones estables, fuertes y duraderas.

Sí, sabemos lamentarnos de nuestra cada vez mayor soledad, pero somos incapaces de identificar cual es la parte alícuota, que nos corresponde en ese entramado. Por mas que nos empeñemos en achacar a todos los demás la responsabilidad, la realidad no cambia y suponiendo, que sea así, "sin dar pasos" las cosas no se reconstruyen. Tender puentes en relaciones perdidas es demostrar una grandeza de espíritu encomiable. Estirar las cuerdas, es ser mezquino y necio.

Se gana mas con una sonrisa que con un ceño fruncido, extender la mano no es perder. Buscar palabras conciliadoras no es en ningún caso, signo de debilidad. Quien no perdona no vive tranquilo, un buen amigo/a se tarda años en conformar y se puede perder en un minuto, lo peor es que casi siempre suele ser por algo baladí.

lunes, 20 de octubre de 2008

Nuestro propio bien...




Dice John Stuart Mill en su libro "Sobre la libertad": "La única libertad que merece ese nombre es la de buscar nuestro propio bien, por nuestro camino propio, en tanto no privemos a los demás del suyo o les impidamos esforzarse por conseguirlo. Cada uno es el guardia natural de su propia salud, sea física, mental o espiritual. La humanidad sale ganado más consintiendo que cada cual viva a su manera antes que obligándose a vivir a la manera de los demás".

Casi todos vivimos emulando a los demás, porque es mas fácil la relación social, desenvolviéndonos en el entorno de la "norma no escrita", es decir, de la costumbre, que exhibiendo singularidades, que molestan y en muchas ocasiones, no están bien vistas.

Esta práctica tan frecuente, no es intrínsecamente reprobable, si no fuera porque limita en gran medida nuestras posibilidades de desarrollo personal. Para un pájaro, volar teniendo un hilo atado a la pata, por muy largo que éste sea, es como estar parado, la constatación de la limitación es mas onerosa, que ella en si misma. Nuestra mente no está programada para tener barreras, por contra, se desenvuelve muy bien en el seno de la libertad. Está conformada para ejecutar nuestra voluntad, sin mediatización alguna.

Cuando de forma consciente nos "refugiamos" por comodidad o falta de iniciativa, en la repetición de actos miméticos - generalmente admitidos -, para fundamentar las relaciones sociales, ponemos en riesgo nuestro equilibrio y salud mental. Un comportamiento tan poco natural, nos sumirá con el tiempo en la frustración, ya que su efecto alienante, se potenciará de forma negativa. Imponer limitaciones a nuestra mente, siempre pasa factura.

Perder la imaginación y la espontaneidad, sometiendo nuestra vida a una autocensura tenaz, por muy buen resultado que de en nuestras relaciones, no tendrá balance positivo. Cuando las circunstancias de nuestra vida, nos evidencien la vaciedad de contenido o peor aún, pongan al descubierto nuestro "personaje", el propio entorno nos rechazará, alegando falta de sinceridad en nuestro comportamiento. Para mayor ludibrio.

La educación conlleva la prudencia en la palabra y la acción, demandándonos la habilidad de ser condescendientes, pero en ningún caso debe forzarnos a dejar nuestro "yo" a un lado, para mostrarnos como creemos, que nos quieren los demás. Quien no nos aprecia por lo que somos y demanda un comportamiento diferente, para dejarnos participar dentro de su entorno, no merece la pena; su contacto no nos conviene, demanda demasiado y seguramente ofrece muy poco, esa inversión tiene un riesgo muy alto, acabará seguramente en bancarrota.

Mientras no molestemos a nadie con nuestro comportamiento, ser como somos es una riqueza, migrar a como lo que quieren los demás, es un empobrecimiento evidente para todos.

Nota: Foto de John Stuart Mill


domingo, 19 de octubre de 2008

"Outlier"



Dice Eugen Drewermann en su libro "Lo esencial es invisible": "En consecuencia, se trataría de hacer que los hombres sintiesen el desierto de sus vidas con la mayor intensidad posible, hasta que despertase en ellos de nuevo la energía del anhelo y se resquebrajase el recubrimiento del sobreconsumo y de la asfixia del corazón. Entonces ir a la fuente es mas importante que beber, pues sus privaciones otorgan al agua su verdadero valor y, a su vez, la fuente otorga al desierto su secreto y su belleza".

Quienes usan la palabra para conciliar y ayudar, tienen para sí un mérito no cuantificable. En un mundo cuyo marchamo es la individualidad, una acción amable, tiene un valor incalculable. A fuerza de su infrecuencia, acabaremos por ni siquiera, reconocerla.

Buscamos de forma intensa la paz, pero ignoramos, que nunca la hallaremos en solitario. Solo alcanzaremos ese estado de plácida tranquilidad, si procuramos intimar mas, con quienes nos rodean y les ofrecemos en cada uno de nuestros actos, una muestra de nuestro afecto, transparencia y sinceridad.

Hay sentimientos, que se han devaluado mucho, en una sociedad, que enseña desde la mas temprana edad, la competitividad... tanto en las épocas de estudio, como en las de trabajo. Solo se reconoce como vida "exitosa", quien presenta los signos característicos atribuidos al triunfador, en porte y bienes. Aunque internamente se sienta como un claro perdedor, pero eso no es ni evidenciable ni mensurable.

Una sociedad, acostumbrada a resaltar permanentemente y con gran énfasis las hazañas claramente reprobables y las que que son extraordinariamente encomiables; no se desenvuelve bien, asumiendo la relevancia de los nimios acontecimientos de cada día, por lo sencillos que son. Tampoco, por tanto, sabe apreciarlos, apoyarlos y potenciarlos.

Los que no se mueven por parámetros de "yo mas", tienen muchas complicaciones, primero porque los arrivistas los superan con facilidad y segundo porque interiorizarán una angustia casi extenuante; característica de quien no esta de acuerdo con su entorno y constata su falta de capacidad real para modificarlo, al menos a corto plazo, tanto mas, cuando asumirlo sin mas, le resulta espurio.

Es entonces, cuando la mano templada de otra persona, adquiere la potencia de un gigante, nos transporta casi en un instante a otro mundo - el de la esperanza - invitándonos a dar "cuenta y razón" de lo que consideramos adecuado, sin complejos y de acuerdo con las posibilidades, que cada uno tenga, esté o no en concordancia con la "norma". Todo menos doblegarse a la monotonía mayoritaria, aunque sea un camino mas fácil. Testimoniar, cada día, nuestro particular punto de vista, aunque nos coloque en posición de "outlier", es un derecho irrenunciable y por tanto hay que potenciarlo, sea cual sea el riesgo social, que se corre.

Pensemos que los caminos solo se recorren, comenzando por el primer paso y poco a poco para no "empacharnos" tempranamente y abandonar por cansancio prematuro. Démoslo... sin mucha demora, seremos mas congruentes.

sábado, 18 de octubre de 2008

Humanismo



Dice Francisco Arasa en su libro "El hombre su grandeza y tragedia":"Hace tantos años que el mundo es sólo un monólogo, que el hombre-masa de hoy ya ni se acuerda de que existe el diálogo... El futuro, si tiene que ser provechoso, despenderá de una buena organización científico-técnica y social, con un sistema económico eficiente. Pero, por encima de todo ello, dependerá de una buena instrucción y cultura, y de un auténtico humanismo, hoy tan olvidado. Solo así será como el hombre, al igual que en el pasado, hallará en el futuro la respuesta en sí mismo".


Y la edición que tengo es de 1969, a nosotros, que nos parece, que los problemas son de ahora y ya en ese año, Arasa estaba apuntando a la perdida de comunicación consciente, por evitar a toda costa contrastar nuestras opiniones o tribulaciones con los que nos rodean, propiciadora de la insolidaridad. Preferimos con toda claridad, como ya preconizaba el autor del libro, recitarnos nuestros pensamientos, como gotas cayendo de grifo mal cerrado, es decir, de forma monótona y machacona.

A fuerza de dar vueltas a nuestra singular "pose", nos alejamos cada vez mas de la gratificante y conciliadora puesta en común -con quienes nos aprecian - de nuestras alegrías y tristezas, para recibir en cada caso o prestar, la necesaria solidaridad, que nos reconoce como humanos.

Definía D. Manuel Tejado - un profesor que tuve - el Humanismo, en su libro Historia de la Cultura como: "Formación literaria, el gusto por lo bello y agradable y la educación, en general, del hombre". Una preocupación, que cada vez es menor, los parámetros actuales de la formación se han desplazado mas, hacia disciplinas mas concretas, parece como si el contenido de la definición anterior, no fuera necesaria, como si la persona, únicamente fuera a necesitar en su vida, desenvolverse con unos conocimientos técnicos elevados, pero escasamente formada en su parte interior y humana.

Así nos va, hay cosas que si no se aprenden de niño-joven, se asimilan con mucha dificultad en otra edad, porque requieren, asentamiento firme y práctica cotidiana, la solidaridad o se lleva dentro o no se arraiga con facilidad. No es, por tanto, la sociedad quien debe aportar los valores humanísticos a las personas, muy al contrario, los fundamentos esenciales para propiciar una relación sincera y equilibrada con todos, debe ser un acerbo cultural interiorizado desde temprana edad, si esperamos será tarde.

Visto así, es posible que seamos, buenos ingenieros/as, matemáticos/as, repartidores/as, etc, pero seguro que estaremos muy poco dispuestos a practicar relaciones transparente con los demás, favoreciendo el diálogo como fuente principal del enriquecimiento personal. Seremos pequeños "reinos de Taifas", con criterio rígido y exento de humanidad. Monolitos duros y estóicos. Porque, sin saber de cuando era la frase del encabezamiento, todos hubiéramos pensado que era actual... ¿no?.

viernes, 17 de octubre de 2008

Aniversario







En el mes de julio (3), anotaba el record para mí de las 2000 entradas al Blog, pues bien, hoy puedo decir que ya son 3.000, cuestión que me llena de satisfacción. Nada ayuda tanto a continuar como saber que hay quien lee.
Gracias a todos.

jueves, 16 de octubre de 2008

Sanguijuelas.


Hablé hace unas semanas de la mezquindad de algunas relaciones en el seno de la empresa y pareciera, que fuera el único entramado, donde personajes de "tres al cuarto", campan por sus respetos e intentan epatar cotidiamente.

Los hay también en nuestra vida cotidiana. Aprovechan, generalmente su imagen progre y bucólica para "engatusar" a conciencias sencillas y nobles. Seducen con el engaño y al amparo de su vileza, buscando sorprender a quienes de buena voluntad, los escuchan o siguen.

Son como una de las siete plagas de Egipto, no dejan "títere con bonete", porque no tienen ética y no están dispuestos nunca, a asumir las responsabilidades, que llevan implícitas sus actos. Engrosan el grupo de inconsecuentes e irreflexivos, que nos rodean.

Piensan - bueno no, porque no saben - digo mejor, mas bien intuyen, que pueden pasar por la vida repartiendo, casi nada de bien y sembrando mucho mal y no entienden que cada persona es un mundo, que cuesta años y esfuerzo de conformar, pero que puede ser destrozada en un "santiamén".

A veces desgraciadamente, tienen suerte y como córvidos posados en atalaya observadora, otean el horizonte en busca de víctima propiciatoria, a quien "arrimarse" y arruinar. Son como sanguijuelas, pero no chupan la sangre, sorben el alma, que es peor.

Desconocen, que el juego de la vida, cuando reparte las cartas, nos da partidas a ganar y otras a perder. La diferencia es, que cuando les toquen las malas, se quedarán solos, como juguetes rotos, porque nadie arrimará el hombro y pagarán en parte su perversidad.

En ocasiones el débil con su silencio y su mirada reprobatoria, hace estremecer al poderoso. En otras también, no es necesario ser beligerante, solo hay que tener los ojos bien abiertos, para ver como, quien está permanentemente lanzando "boomerangs", acaba perdiendo los dientes, cuando comete un fallo en la dirección o en la recogida.

A esperar... todo llega.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Prejuicios






Dice Bertrand Russell en su libro "Análisis de la mente": "Quienes se olvidan de su teoría del bien y del mal y se concentran en conocer los hechos tienen mas probabilidades de encontrar el bien que aquellos que ven el mundo a través de la mente deformada de sus prejuicios".

La mente es capaz de forjar los acontecimientos a su acomodo, nos lleva y trae en un abrir y cerrar de ojos, para ponernos al borde de la melancolía o en el umbral de la alegría. Así se van forjando unos modelos de comportamiento exentos de objetividad.

Independientemente de nuestro particular punto de vista, las cosas son como son, aunque nosotros nos empeñemos, en que se acomoden a nuestro acerbo cultural, auspiciado por nuestros prejuicios. Lo mejor para determinar el alcance de una situación es acumular toda información neutral posible y dejar, que los datos fijen el camino. No es bueno para la búsqueda de la verdad, dejar imperar a las opiniones, condicionadas en la mayoría de los casos por nuestra visión sesgada.

Saber escuchar y asimilar lo que nos dicen, es una cualidad inapreciable en este momento, cargado de obcecación y sofismas. No caigamos por tanto, en la arbitrariedad de la visión superficial y liviana de los temas. Seamos especialmente consecuentes y obedezcamos siempre a la razón argumentada con lógica y fundamento, aunque venga de la"voz" de un extraño. Dudemos de los maximalistas de palabra rimbombante

Vivir siempre condicionados por nuestra particular forma de interpretar los acontecimientos, nos tornará torpes y devendremos con prontitud en la obcecación, que es la posición mas adecuada para ir empobreciéndonos intelectualmente, día a día. Abrir la mente y no dar nada por cerrado, es progresar y posicionarse en actitudes positivas, que nos enriquecerán siempre. Evitemos los perjuicios y si los tenemos, investiguemos hasta descubrir su inutilidad... No nos anclemos en el pasado, porque es un lastre demasiado pesado, para dejarnos funcionar con soltura y que además, acabará cercenando nuestras expectativas reales de desarrollo.

lunes, 13 de octubre de 2008

Compensación...


Dice Fernando Schwartz en su libro "El desencuentro": "A veces la vida es dura, pero rara es la ocasión en la que no busca compensar de sur rigores a quien los padece".

Bueno francamente reconfortante, la frase es un canto a la esperanza, para quienes están "fastidiados" y una suave brisa de relajación, para quienes han salido de los malos momentos y viven en bonanza, como en calle cuesta abajo.

No es fácil ver las cosas así y tampoco es una tarea sencilla explicárselo a quien esta sumido en el infortunio. Las horas de felicidad pasan rápidamente y por contra los minutos de la tristeza, son largos y muy tediosos. Los pensamientos que elaboramos, también están en relación con el estado de ánimo, son pocos los que tienen la mente tan limpia, como para ver la parte menos lacerante de los acontecimientos cotidianos.

Es conveniente por tanto, saber recogerse a evaluar la "avería", cuantificar los daños e identificar los "remedios". Nada hay que produzca mas corrosión que la incertidumbre, es como un abismo sin fondo, tan profundo como seamos capaces de dejar a nuestro pensamiento negativo "campar por sus respetos". Si acotamos, casi seguro que acaba minimizándose, el mal que nos acecha, sea cual sea su magnitud.

Vale la pena saber detenerse y evaluar, no dejarnos llevar por la vorágine en la que vivimos. Tener tiempo para compartir con un amigo/a, dejarse aconsejar de quienes nos quieren bien y hacer "oídos sordos" a los negativos; porque son portadores de argumentos espurios y con ellos, nos dificultarán superar nuestras dificultades.

Todo lo que nos sucede tiene un significado, bien interpretado nos ayuda, mal identificado nos sumerge en un torbellino de insatisfacción, que acabará instalándose en nosotros, con carácter de permanencia, para no dejarnos vivir y retrasará la salida del "bache". Si queremos ayudarnos a ser felices, interpretemos los acontecimientos con prudencia y ecuanimidad y no nos dejemos llevar por sentimientos incontrolados. Seamos consecuentes... lo importante cuando uno tropieza es levantarse... no lamentarse de forma machacona de algo que ya ha sucedido.



sábado, 11 de octubre de 2008

Visión optimista


Dice Susan C. Vaughan en su libro "Medio llena, medio vacía": "El optimismo es como una profecía que se cumple por sí misma. Las personas optimistas presagian que alcanzarán lo que desean, perseveran y la gente responde bien a su entusiasmo. Esta actitud les da ventaja en el campo de la salud, del amor, del trabajo y del juego, lo que a su vez revalida su predicción optimista".

No hay nada tan saludable, como contemplar las cosas desde el lado positivo, es como un bálsamo, que nos vacuna contra nuestra negatividad. Todos necesitamos un "puntito" para creer en que las cosas nos irán bien, que obtendremos lo que deseamos, que las molestias que nos aquejan desaparecerán. Pensar de este modo, facilita el trabajo a nuestra mente, que poco a poco va desintoxicándose de todas las tribulaciones.

No es sencillo ser positivo, pero por lo menos intentemos no ser negativos. Pensemos de forma neutral y dejemos a los acontecimientos, que se identifiquen. No los condicionemos nosotros, no nos anticipemos de forma inadecuada.

Las personas que tienen el don de ver la botella siempre llena o medio llena, van acumulando una energía, que los mantiene casi inmunes al desánimo. Cuando algo no sale bien, saben entrever - en los renglones torcidos - la parte positiva. De los actos no cumplidos, sacan las enseñanzas necesarias, para poder aplicarlas en un futuro próximo; evitan sumirse en la incertidumbre, que supone una sorpresa no esperada y/o deseada.

Es tan solo una forma de vivir, ni siquiera necesita un cursillo de capacitación. Hay que empeñarse nada mas, ser consecuente y mirar al frente, sin bajar la cabeza, para no dejar fluir los malos pensamientos. Pero también hay que saber identificar, a los que son portadores de energías negativas y alejarse de ellos sin demora, porque seguro que nos llenarán de una parte de ella y nos impedirán desenvolvernos con la postura adecuada.

Vivir es crear con acierto nuestros acciones, dirigirlas hacia lo que desamos, no desfallecer al primer intento y ser consecuentes con nuestras posibilidades, no "estirar mas el brazo que la manga" y ser pacientes, dejando a los acontecimientos que lleguen, no forzarlos y no desaprovechar las oportunidades que se nos brindan, por no tener los ojos bien abiertos o no estar en posición receptiva. Algunas oportunidades solo tienen billetes de ida y no vuelven a pasar. ¡Agarrémoslas!

jueves, 9 de octubre de 2008

Hipotecas subprime



Cuando las épocas son malas, cuando todo se torna dudoso, cuando los valores fundamentales de la confianza se quiebran, las cosas se tornan turbias; emergen de las profundidades las malas conciencias y se apoderan con gran facilidad del orden natural, perturban la vida sosegada de los que no tienen recovecos y atentan contra el equilibrio de lo natural.

Hace no mucho tiempo, quien no estaba comprándose una casa, era casi un extraño, no vivía en su tiempo, estaba "out". Hoy quien no dio ese paso, respira con menos agitación, no está endeudado, palabra terrorífica en la actualidad y por tanto, está mejor posicionado, para encajar los avatares que nos deparará el futuro.

Y todo porque la avaricia ha podido mas que la razón, si creo que digo bien, avaricia y desfachatez. Como iban a pensar quienes hace poco tiempo planeaban comprar su vivienda, con la ilusión que conlleva; que al otro lado del Atlántico, unas cabezas sesudas maquinaban, con espíritu de córvido, crear instrumentos financieros oscuros para hacerse con la "pasta" y dejar el "fango". Como vivimos en una economía tan intercomunicada, se ha perdido la confianza allí y aquí, ahora nadie sabe evaluar con certeza de cuanto es el agujero, que ya parece negro -como los del espacio -, pues hasta ahora se lo traga todo.

Y solo por unas hipotecas de apellido inglés -subprime - y una mentalidad "de lo quiero todo". Luego cuando ya tengo creado el pastel - por no llamarle mierda -, la centrifugo a ver si mal de todos... Ahora no hay árnica que lo pare. Todo es poco, la solución válida para hoy, no sirve mañana, porque conforme se destapan las cajas de pandora, cualquier previsión queda rebasada.

Lo malo de todo esto, es que quienes maquinan, lo hacen con un singular pensamiento en su mente perversa: "nosotros la hacemos y ellos la pagan". Saben de antemano, que cuanto mas grande sea el "pufo" mas seguros están. Y saben también, que nunca serán identificados, son como carroñeros, que se enriquecerán mas, si cabe, con la situación creada por ellos mismos.

Volveré con el meollo de las hipotecas de apellido inglés, en otro post. En este solo quiero decir, que al "dios nos libre de los falsos profetas y de los mesiánicos trasnochados" que dañan el alma, debemos añadir con mas fuerza si cabe "y también de las ingenierías financieras, creadas para enriquecerse unos pocos a costa de casi todos", porque utilizan la frontera de la legalidad para empobrecernos. Maldigamos a quienes las propician...

miércoles, 8 de octubre de 2008

Compartir


Compartir se está tornando en un verbo cuyo significado, casi está en desuso, los tiempos actuales son poco proclives a él. El diccionario de la Real Academia define: "(Del lat. compartīri).1. tr. Repartir, dividir, distribuir algo en partes. 2. tr. Participar en algo".

Cuentan que en un pueblo no muy grande, se habían reunido para establecer un sistema de distribuir los bienes que tenían sus habitantes, para ello se había nombrado una comisión "repartidora". Como no tenían experiencia en el tema, decidieron ir por tipos de bienes y tratar de evaluar las disponibilidades, es decir, hacer un inventario. Comenzaron con los coches, fueron después a por los tractores, luego a las motocicletas y posteriormente el que mandaba dijo, bueno pues vamos a ver las bicicletas, alguien del grupo por lo "bajini" le dijo, ¡hombre no, que yo tengo!. Mientras sea lo de los demás lo que hay que dividir, bien, pero lo nuestro no... La dificultad es grande.

Aunque en realidad, el compartir, que mas me importa, es el de transmisión de sentimientos, vivencias o ideas, no el de los bienes materiales. Como la sociedad no facilita la extroversión; la desconfianza, nos lleva, cada vez mas, a meternos en nuestro caparazón. Mostrarnos como somos se torna muy difícil, en un mundo que sanciona la sinceridad, ser transparentes, pensamos, que es un hueco de debilidad. Nos creemos mas fuertes, cuando los que nos rodean, incluso si son los mas allegados, ignoran la mayoría de nuestras claves de vida. Explicitar nuestra interioridad, nos transmite sensación de indefensión.

Planteado así, en la medida que lo guardamos todo para nosotros, desaprovechamos una excelente oportunidad de obtener ayudas de los demás. En muchas ocasiones, grandes problemas, no serían mas que anécdotas, contrastando las opiniones de los que nos quieren, de quienes están dispuestos a invertir tiempo y palabras, para buscar soluciones a nuestras tribulaciones.

Debemos prodigarnos más. Evitar la introspección radical, es facilitarnos la vida, insistir en ella es poner una barrera a las ayudas externas, cada vez mas necesarias hoy en día. No actuar con autosuficiencia y abrir nuestros pensamientos a la gente que vale la pena, suele ser el comienzo para alejar a los fantasmas que nos acechan.

jueves, 2 de octubre de 2008

Indolencia




Tener la costumbre de eludir las obligaciones, buscando escusas y argumentos inciertos, es una de las formas mas fáciles de tornarse indolente. Abierta la brecha, la costumbre se hace ley. No tendría mucha importancia, si la falta de cumplimento, no significara incremento de trabajo para los compañeros de "oficio".

En todas las organizaciones, hay miembros, que se pasan la vida imaginando argumentos, para tratar de "escurrir el bulto", acaban siendo parásitos, que viven a costa de los demás y de su tolerancia. Son difíciles de identificar, porque generalmente son locuaces y simpáticos. Esconden tras una máscara, su falta de consideración y respeto hacia los demás

Como si se tratase de un deporte, cada día su actividad principal se centra, en tratar de eludir todas las responsabilidades, que tienen encargadas. Alegando, sin recato, falta de conocimiento o tiempo, transfieren lateralmente todos los trabajos, que les llegan. Viven su quehacer egoísta y siempre están dispuestos a lamentarse e incluso tratar de convencer a todos, que están abrumados por las tareas que tienen.

Lo peor de todo, es que los responsables, acaban tratando de no encomendarles nada, para evitar que su dejadez, retrase las operaciones. Y ellos entienden este "By pass", como un logro, como algo excelente para consolidar sus intenciones. Cuando están completamente identificados y puestos en el punto de mira de la organización, como personas reprobables, no tienen ningún inconveniente en lamentarse y hacerse las víctimas e incluso manifestar sin remordimientos, la grave injusticia que se comete con ellos. Despotrican sin cesar e intentan hacer cargos de conciencia a los demás.

Peor es aún, cuando este tipo de espécimenes, ocupan cargos de cierta relevancia, porque en ese caso todos los asuntos que les llegan, los transfieren también, pero esta vez de forma omnímoda, exigen a los demás, lo que no son capaces de ejecutar. Se sienten como "reyezuelos" con derecho a todo y no tienen inconveniente en avasallar a quien sea, con tal de satisfacer su inconmovible vagancia. Solo manejan los asuntos, que tienen poca enjundia y que suelen resolverse con facilidad. Pero en estas ocasiones ejercen de pregonero y "cantan" a todo el que quiere oírlos, la ingente tarea que han despachado.

Librémonos de los vagos, holgazanes y gandules, porque sino, ellos nos atraparán en sus redes, haciéndonos caer como calamares en potera. Seamos inflexibles, tanto en posición lateral como ascendente... mas vale una vez colorado, que cientos amarillo.
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