domingo, 2 de diciembre de 2007

Felicidad... por decreto




Atención, se aproximan días de felicidad... si, si, si, cada vez están mas cerca, yo ya estoy preparado, me he comprado un "guardador de felicidad", por si toda la que me toca, no la puedo asumir tan de golpe.
Todo el año pasando "penas" y de pronto un casi mes de felicidad, que contrastes tan fuertes. Es como si en una pared de color blanco (monótono) alguien de golpe hiciese una gran mancha de color fucsia en el centro. Todo cambiaría, nada sería igual y eso que el blanco seguiría allí y mayoritariamente, pero el fucsia le gana cromáticamente y ya se sabe el blanco a segundo plano.

Es evidente, que tener unas fechas donde por decreto se es feliz, es francamente gratificante y estimulante. Como preámbulo propiciatorio de golpe todo cambia, las calles monótonas se decoran, principalmente con luces (porque eso no provoca cambio climático), los establecimientos ponen sus mejores galas y llenan de atractivas mercancías sus escaparates, a la espera del comprador de turno para hacer su regalo, porque en estos días tan felices que se avecinan, hay que regalarse cosas, es decir, consumir y consumir con un grado de utilidad francamente bajo.
Porque no se entiende felicidad sin consumo, que digo consumo, es superconsumo; en la época que vivimos, cuantos mas Euros gastamos, mas contentos estamos, sobre todo si los aplicamos a objetos y cosas no necesarias y superfluas, es decir en cosas para aparentar, porque como podríamos ser felices en estos próximos días si no aparentamos.

Gastar y gastar, buena operación. Otra acción que aporta mucha felicidad, es inflarse a comer, si es posible empacharse. Recuerdo aquí la anécdota de dos, que habían ido a un banquete de manjares especiales y que se estaban poniendo ciegos a engullir de todo, cuando ya llevaban casi una hora sin parar, en la mesa había mucho mas de lo que contenía al principio, es decir quedaba de todo, apetitoso y atractivo. Uno de los dos que no podía mas, se lamentó con su compañero y se produjo el siguiente diálogo:

  • Uno: Estoy lleno, con la de manjares que quedan en la mesa y yo estoy lleno.
  • Otro: Pues no te cortes, haz como hacían los romanos, te vas al servicio, te metes los dedos en la boca, vomitas y a seguir comiendo.
  • Uno: ¡Pufff!, si me cogieran los dedos en la boca, enseguida me comía un plátano.....

Las cosas son así, hay que comer, pero como no es suficiente con la familia, en las empresas se organiza una ágape, en calidad de entrenamiento. Los compañeros de trabajo se reunen alrededor de una mesa, pagando lo que no tolerarían nunca individualmente, recibiendo un servicio mas que criticable, próximos a dejarse tomar el pelo, con menús prefabricados y donde caben siete se colocan a diecisiete.

Como no es suficiente felicitarse, unas doscientas veces o trescientas verbalmente, pues hay que testificarlo mas fehacientemente y para ello se escribe, pero no una nota pensando en la persona y dedicándole una breve frase propia, no a eso no da tiempo, ya está prefabricada, se manda una felicitación debidamente estructurada por ajenos, que nos imponen esta costumbre y nos lo venden en paquetes con motivos variados.

Que felicidad les invade a los de correos con la avalancha, están contentísimos y el resto de nosotros también porque la correspondencia la recibiremos tarde y mal, sin enterarnos en la mayoría de las ocasiones, de la que se pierde en las clasificadoras de turno, víctimas de la aglomeración prolífica de la demostración imparable de felicidad conjunta desbordada.

Que bien, comprar, comer, reunirse, felicitarse, ser felices. Ahora comprendo porque a lo largo del año nos quejamos tanto, es porque no nos damos cuenta de que hemos concentrado la felicidad en lotes, adscritos a unos determinados periodos. La realidad es que hemos perdido la espontaneidad y hemos querido domesticar a la felicidad colectiva. Si, seguimos siendo tan inocentes, que le hemos puesto puertas al campo, excelente.

Me he enrrollado tanto que casi se me olvida... FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO. Menos mal que he cumplido.



sábado, 1 de diciembre de 2007

Empatía



La primera vez que oí la palabra empatía, pronunciada por un buen amigo, hace ya muchos años; debo de confesar que la confundí con simpatía, lo cual me mantuvo expectante, porque no me cuadraba bien lo que me comentaba. Cuando la entendí bien, debo de reconocer, que la busqué en el diccionario para identificar su significado cierto.
Como en un paréntesis. Tengo la cerviz ligeramente inclinada, no mostrando un gesto servil, sino mas bien tomando posición, para poder recibir el "caponazo" correspondiente, de aquellos que no sean tolerantes con mi demostrada ignorancia al respecto.
Dicho ésto, consulto la vigésima segunda edición del Diccionario de la Real Academia y lógicamente, encuentro la misma definición, que en su día leí yo: "Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro". Nada mas, ni nada menos. Tan fácil de enunciar y desde luego, tan difícil de aplicar en toda su extensión.


Si todos la leyéramos por la mañana antes de comenzar el día y además hiciésemos propósito de seguirla; pensemos por un momento, cuantos de los conflictos en los que nos vemos envueltos, se evitarían de modo radical. Estar predispuestos a dejar pasar palabras y hechos de las personas que nos rodean en el trabajo y otros ambientes, sin sentirnos molestos u ofendidos, simplemente tratando de identificar cual es el estado de ánimo que los han propiciado, en vez de descontarlos como un "atentado" expreso hacia nosotros.


Con esa identificación mental y afectiva, en la mayoría de las ocasiones no resultaría un conflicto, muy al contrario, se activarían mecanismos internos nuestros, para tratar de recuperar a la "normalidad" a quien lo está pasando mal, a tenor de lo que propician los hechos ocurridos.


Pero en la mayoría de las ocasiones nuestra posición es contraria, genera inmediatamente una respuesta cargada de agresividad latente o explícita, recargando la tensión, enrareciendo mas la relación y dificultando reencuentro. Solo el transcurso del tiempo, hace que las aguas vuelvan a sus cauces y se reanuden de nuevo, poco a poco, unas relaciones tan fluidas como antes del incidente.


Propongo un ejercicio, al final de esos días tan tensos que nos damos, por la acelerada e incomprensible vida que nos otorgamos, hagamos unos minutos de reflexión, que nos servirá además para relajarnos e identifiquemos en cuantas ocasiones: a) hemos aplicado la definición; b) habiendo podido no lo hemos hecho; c) no hemos podido aplicarla. Hecho el ejercicio, tratemos brevemente de seguir la evolución y constatar, que con nuestro empeño y con facilidad podemos transformar día a día, casos b) en casos a) y lógicamente c) en b).


Si ponemos constancia y empeño, comprobaremos como podemos mejorar nuestra vida y la de los que nos rodean, sin gran esfuerzo pero con efectividad creciente. Pero además nos percataremos también como se produce de modo incremental, que los demás lo apliquen respecto a nuestras acciones poco o nada acertada y por tanto la mejora sera exponencial... solo hace falta voluntad y deseo de contribuir a la convivencia feliz.

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