sábado, 21 de julio de 2012

SARD



Dice el profesor de  biogerontología Juan Hitzig, en su estudio: “Alfabeto emocional SARD”: “Cada pensamiento genera una emoción y cada emoción moviliza un circuito hormonal que tendrá impacto en los cinco trillones de células que forman el organismo. La conductas S (serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa) promueven secreción de Serotonina mientras que las conductas R (resentimiento, rabia, rencor, reproche, resistencia, represión) facilitan la secreción de coRtisol, una hormona coRRosiva para las células, que acelera el envejecimiento.
ü      Las conductas S generan actitudes A: ánimo, amor, aprecio, amistad, acercamiento.
ü      Las conductas R, por el contrario, generan actitudes D: depresión, desánimo, desesperación, desolación.
Con solo aprender este simple alfabeto emocional de cuatro letras: SARD desde edades tempranas lograremos que más gente viva más tiempo y mejor, porque la “mala sangre”  (mucho cortisol y poca serotonina) deteriora la salud, posibilita la enfermedad y acelera el envejecimiento. El buen humor, en cambio, es clave para la longevidad saludable.”

Con la machacona insistencia que buscamos la felicidad fuera de nosotros y resulta, que no solo se genera en el interior, sino que, además, la podemos inferir con nuestra conducta, o mejor dicho es nuestra conducta equivocada la que nos aleja del sentimiento de paz y sosiego, que son los precursores de la felicidad.

Ahora resulta también, que es la química la responsable de nuestro equilibrio y mas todavía, nosotros podemos generar los niveles químicos adecuados  de esos  componentes (oxitocina y vasopresina),  que nos alejen de la ansiedad y nos coloquen en posiciones receptivas de placer. Lo que nos hace sentir bien, potencia con sus efectos secundarios, que nos sintamos mejor y eso es una cadena, que una vez estamos instalados en ella, cambia nuestra vida y nuestras sensaciones a posiciones de gran bienestar.

Fácil de enunciarlo y seguramente difícil de conseguir, porque lo que nos rodea, no es precisamente un “valle de felicidad”, es más bien una escarpada montaña de insatisfacción. La competitividad que hemos asimilado desde muy pequeños, en la familia, escuela, universidad y trabajo, nos ha calado tan profundo, que solo somos capaces de “inventariar” lo que nos falta y tenemos una gran incapacidad de observar lo mucho que tenemos y disfrutarlo plácidamente. Somos como esos coleccionistas, que viven obsesionados con la “pieza” que les falta, sin darse cuenta, de que cuando la consigan, aparecerá otra, que reemplazará de modo inmediato a la anterior.

Tal vez nos falte serenidad y silencio y nos sobre rencor. La vida actual  impone un ritmo poco propicio a generar actitudes positivas, en la terminología que indica el  profesor Hitzig. Nosotros somos como somos, pero la sociedad en la que vivimos nos potencia,  con su planteamiento, todas esas actitudes nocivas. Las costumbres y los usos sociales, han ido transmitiendo signos y posiciones, más proclives con el resentimiento, que con la sonrisa. Quienes adoptan talante adusto y gesto serio y distante, como norma de relación con los demás, se hacen un flaco favor a si mismos, pero además, con esa actitud impropia, dificultan el equilibrio de las personas de su entorno.

Ser feliz, significa estar en equilibrio; estar en equilibrio precisa serenidad de ánimo; la serenidad de ánimo no se consigue alimentando el rencor; el rencor solo genera resentimiento; el resentimiento nos impide ser felices.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...