lunes, 27 de agosto de 2007

Trabajo



La eficiencia en el trabajo, no está relacionada con el número de horas de permanencia. Se tiene la creencia, de que aquellas personas que dilatan su jornada laboral, son muy trabajadores y por tanto “buenos empleados”.

Recuerdo que un compañero mío de carrera, hizo una estancia de unos meses a través, de AISSEC, en un banco de New York. Al llegar allí, se entrevistó con su supervisor y le delimitó la tarea a realizar. Como mi amigo, no tenía otras actividades a las que dedicarse, en aquella ciudad, después de haber realizado las visitas turísticas de rigor; casi todos los días, permanecía en su mesa de trabajo, después de la hora de salida habitual; hasta que las personas de la limpieza, le hacían abandonar la misma para poder realizar su cometido.

Transcurridas unas semanas, su Jefe lo llamó y le dijo de forma clara, que si el trabajo que le había adjudicado, era excesivo. Él le contestó, que en absoluto, que lo podía resolver con toda facilidad y que se consideraba satisfecho con el mismo. Señalando además, que no le representaba una carga excesiva.

Su Jefe entonces le pregunto: ¿Cómo es entonces, que casi todos los días está mas horas del horario habitual en la oficina?, nosotros queremos, que nuestros empleados trabajen a rendimiento adecuado durante la jornada; pero cuando está acaba, marchen a realizar sus actividades personales. Entendemos, que cada cual tiene vida fuera de aquí y cuanto mejor coordinada esté, mayor es el rendimiento real. Así pues, esperaba que si su trabajo estaba resuelto, como el decía, no permaneciese tiempo extra en el despacho.

La norma no escrita de alargar los horarios de modo habitual, crea con el tiempo, una gran insatisfacción; ya que parece que en los días laborables no exista otra vida, que no sea trabajar, cenar, dormir, con ligero tiempo para colocarse delante del televisor y seguir pensando en el trabajo de mañana.

Al contrario de lo que se piensa, con ello no se es mas efectivo. En principio, como uno sabe, que estará hasta tarde, la resolución de los problemas los ralentiza, no aplica procedimientos de optimización del tiempo, ya que no le hace falta. Su tiempo es casi ilimitado y generalmente lo “pierde” con cosas poco trascendentes. Acaba no diferenciando lo esencial de lo accesorio, ya que todo cabe en su dilatada jornada laboral.

Recuerdo dos frases de dos jefes que he tenido, hace ya mucho tiempo. La primera decía: “ya que somos puntuales al entrar, no lo seamos al salir”. La segunda: “entre el día y la noche no hay pared, que impida trabajar”. Sin comentarios.

Trabajar es necesario, gratificante y positivo. Estar absorbido por el trabajo, es innecesario, frustrante y a la larga altamente negativo. Hay un tiempo para trabajar y otro para descansar, invadir en cualquier sentido, menoscabando uno ellos, acaba siendo mal “negocio”.

domingo, 26 de agosto de 2007

Líderazgo





Cuando terminé mis estudios, a pesar de que vocacionalmente me llamaba la enseñanza, me ofrecieron y acepté, trabajo como Director Financiero Administrativo, en una filial en Valencia de una empresa multinacional.

El director de la misma, que era "zorro viejo" en aquel grupo de empresas, a pesar de sus 36 años, al entrar a trabajar el primer día, me dijo en su impecable acento andaluz: "Martínez, aunque yo les diga a todos los administrativos de la empresa, cuando lo presente, que Vd. es el nuevo director financiero administrativo, Vd. no lo será fehacientemente, en tanto en cuanto, cada uno de ellos le otorgue y reconozca ese rango".
Como yo tenia la carrera recién terminada y en la cabeza, muchas "ínsulas de Barataria", no entendí muy bien el significado de su frase, mas bien pensé, dadas sus características, que era una manera de minimizarme, ya que su talante era algo prepotente.

Con el tiempo comprendí el significado, e incluso agradecí mentalmente, nunca de palabra, la frase de aquel entonces. Me hizo un gran favor y me libró de algún que otro "tropezón". Y es que el liderazgo no se obtiene por mandato, se gana día día.

Éste es quizás uno de los males que tenemos actualmente en las empresas. Directivos que ocupan sus cargos creyendo, que su tarjeta de presentación les otorga todos los poderes, sin darse cuenta, que son aquellos a los que manda, quienes deben de reconocérselos. Con el transcurso del tiempo se va produciendo una profunda separación entre unos y otro. La conclusión es la permanente mera ejecución de órdenes, en lugar de la asunción de objetivos a alcanzar, comunes para todos.

Si las cosas marchan bien, hay como una tregua y aunque se camina por senderos diferentes, todos se toleran. Pero cuando vienen mal dadas, florecen sobre todo las malas formas y exabruptos, que no conducen a mejorar la situación, muy al contrario la empeoran.

Ser líder en la empresa hoy, no es una ocupación fácil, muy al contrario es muy difícil. Conjugar las exigencias de los de "arriba" y saber motivar y poner en marcha a los de "abajo", es una tarea arduo costosa. Explicar con claridad y sencillez, porque hay que hacer las cosas de un modo determinado y escuchar las sugerencias de quien debe realizarlas, es casi tan importante como haber dedicado mucho tiempo en su planificación y estar seguro que es buen camino. Por contra, efectuarlo con una simple orden, aunque el trabajo acabe ejecutándose, es como verter agua en el océano, esperando que se dulcifique.

Nadie sabe mas de un trabajo que el que lo ejecuta cada día, pretender gobernar la empresa, sin que exista un flujo de información cualitativa, ascendente, es como manejar un coche sin cuenta revoluciones. No pasa nada, pero se puede gripar el motor con un esfuerzo desmedido. Las organizaciones también se agarrotan, si no se mueven por objetivos compartidos, en donde todos participan para su cuantificación, en la medida de sus posibilidades.

Objetivos


Sentirse satisfecho con el trabajo diario, es la antesala de la felicidad. Terminar los días con la sensación de vacío, acaba perturbando la paz y el sosiego. Nos parece, que los días no son relevantes si no hemos hecho algo extraordinario y enjundioso, cuando la realidad es que cada jornada, está conformada por la suma de pequeñas acciones, pero entrelazadas de tal modo, que sin ellas, las cosas cotidianas no funcionarían. Aunque esa habitualidad, se confunda en muchas ocasiones, con la monotonía.

Conviene, no tener una visión maximalista de nuestras propias actividades. Resolver cada día lo esencial, es mas que suficiente para ser efectivo, toda vez mas, si previamente se había hecho una priorización, según su importancia. Las metas a alcanzar deben de ser realistas, exentas de voluntarismo inconsciente y no forzadas por planteamientos poco probables. Un objetivo sólo lo es, si después de ser fijado, quien lo tiene que cumplir lo asume como suyo.

Ser exigente con nuestros proyectos forzándolos al máximo, suele ser casi siempre, tan frustrante, como caminar dejándose llevar por la corriente, es decir, no tener planes propios y vivir solo por imitación o por imposición. Debemos ser conscientes de lo que hacemos y hasta donde podemos llegar. Cada cual, debería ordenar sus tareas de acuerdo con su capacidad real.

Lo principal por tanto, es definir con claridad el objetivo racional a cumplir, sin esta premisa todo sobra. Cuando lo que se aspira no está delimitado, difícil es escoger el camino. La mayoría de los trabajos que no quedan bien resueltos, son casi siempre los que carecían de planificación y metas lógicas. Se dice, que el planteamiento de un problema es el 50% de la solución.

Decimos con gran énfasis que la vida es una carrera de obstáculos y puede que así sea, pero si no nos hemos detenido suficientemente a evaluarlos, ¿cómo nos vamos a pertrechar de lo necesario para superarlos?. Cuando las cosas no nos salen bien, tenemos tendencia a pensar en nuestra "endémica mala suerte" , cuando sería muy conveniente evaluar, en que medida también son fruto de imprevisión.

Recordemos que, "No hay ningún viento favorable para el que no sabe a que puerto se dirige"...

jueves, 23 de agosto de 2007

Sonreir


Tener sentido del humor, como para reírse de uno mismo, es esencial. Si hay algo que no nos debería faltar, es una interpretación lúdica de lo que nos sucede en la vida. Visiones serias y circunspectas no facilitan desenlaces felices, sea cual sea el tema que nos ocupa.

Sonreír con facilidad y limar distancias, produce un efecto relajante y gratificante a la vez. Ser proclive a hablar con cordialidad, facilita la vida propia y ajena y crea un clima positivo en las relaciones. Estar dispuesto a acortar distancias, aún a costa de perder parte de lo que consideramos nuestra razón, es mas efectivo que mantener la "cuerda tensa", firmes y sin ceder un ápice.

Todos los hechos, que nos suceden, son susceptibles de ser interpretados desde puntos de vista diferentes, porque en realidad la magnitud de los mismos, en buena parte, no es, ni mas ni menos, que lo que nosotros hemos conformado con nuestra mente. Los hechos, en si mismo, tienen una entidad menos tremenda, son nuestras vivencias mentales las que los extrapolan.

Tomar distancia para interpretarlos es lo mejor que podemos hacer, dejarnos conducir por la vorágine es siempre negativo. Cuando uno tiene motivos para estar preocupado, sobre cualquier asunto, nada tan tonificante, como hacer una evaluación de la situación, como si uno fuera un mero expectador. El efecto inmediato es la minimización de los acontecimientos analizados, sean del tipo que sean. Bien es cierto que el ejercicio no es nada fácil.

Empeñarse en anticipar acontecimientos futuros, en caso de que sean negativos, es "pagar" varias veces por ellos y hasta es muy posible que nunca tengan la magnitud imaginada, aunque para nosotros la habrá tenido en nuestra mente

Facilitar con nuestras acciones la vida a los demás, es construir un sendero que facilita indirectamente, también la nuestra. Crear a nuestro alrededor un clima de cordialidad es muy saludable. Seamos capaces de sonreír cada día y dar ponderada medida a los acontecimientos que vivimos, bueno... eso si los medios de comunicación nos dejan y si insiten en no dejarnos, volvamonos niños... seguro que entonces, no pueden.

domingo, 19 de agosto de 2007

Política




Decía Groucho Marx: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.

Vaya por anticipado, que dados los últimos tiempos y evitando la generalización, que siempre es injusta, cada vez tengo menos simpatía por los los políticos y por eso suscribo lo que decía Groucho con su humor ácido.

En un régimen democrático como el nuestro, son votados en base a un programa de acciones a desarrollar, evidenciando mejoras para los ciudadanos, que los demás no llevan en el suyo (no teniendo en cuente en este caso la ideología política)

Salvo excepciones, el contacto directo, que posteriormente, mantienen con los ciudadanos es casi inexistente, pero siempre que hablan, dicen que están actuando de acuerdo con el mandato recibido. A fuerza de vivir fuera de la realidad, o en otra realidad, acaban creyendo que ésta es la verdadera. Sin llegar a darse cuenta, que los problemas cotidianos que preocupan a la población, tienen poco que ver con las actividades en las que emplean su tiempo.
Bien es cierto, que esta circunstancia está, en relación inversa al tamaño de la población, cuanto mas pequeña es, el conocimiento de las necesidades, es mas profundo. En las grandes ciudades, la cuestión cambia y no digamos nada si hablamos de los gobiernos Autonómicos, hasta llegar al máximo con los Diputados del Congreso, el "gap" es cada vez mayor.

Lo que no se, es como se puede reconducir esta situación, o nosotros (votantes) buscamos cauces para hablar mas y ser escuchados, o los políticos bajan de su "pedestal". Difícil paradoja, ya que la primera propuesta implica perder la comodidad del dejarse llevar y lamentablemente la segunda representa un ejercicio de modestia...y eso si que es poco problable, ya que a todos nos cuesta mucho hacerlo.

No obstante me temo, que al final, el político de turno nos diría como Groucho: ¿ A quién va usted a creer, a mi o a sus propios ojos?. En fin... paciencia.

sábado, 18 de agosto de 2007

Felicidades Elena


Felicidades Elena, el tópico ya está. Escribo esta nota porque quiero hacerte notar, que realmente el Santoral de tu día está lleno de sugerencias, ahí van los Santos/as del día 18 de Agosto:



Agapito, Serapión, Hermas, Polieno, Filancia, Taciana, Eliana, Marciano, Floro, Marón, Crispo, Juliana, León, Alipio, Inan, Eonio, Fermín y Rustico.

Creo que has salido bien librada ¿no?

viernes, 17 de agosto de 2007

Preguntar


Decía Aristóteles que: "Cuando uno hace una pregunta estúpida, recibe una respuesta inteligente". Vivimos en una época, que el temor a no ser oportuno o hacer el ridículo, hace que, seamos extremadamente parcos con nuestras preguntas; baste asistir a una conferencia, para percatarse, de que al final de la misma, pocos o en ocasiones ninguno, se atreve a levantar la mano, para esbozar algún comentario o solicitar alguna aclaración.

Tanto es así, que en ocasiones, hay que tener pactado con alguien de la sala o el propio moderador, el planteamiento de alguna cuestión para "abrir el fuego" y al mismo tiempo animar a los asistentes. Preguntar lo que uno no sabe o conoce confusamente, en ningún caso es evidenciar la ignorancia, al contrario, es demostrar con toda claridad, la seguridad que tiene uno en sí mismo, que sin ambages está dispuesto a evidenciar sus carencias, pero al mismo tiempo, está también preparado, para acumular mayor conocimiento con la respuesta recibida.

Si no nos hiciésemos preguntas, el mundo no progresaría. Una parte importante de los grandes descubrimientos de la historia, han sido fruto de una pregunta "tonta" para su época. Con toda posibilidad, si el que se la hizo no se la hubiera planteado, se habría demorado el avance.

Estamos tan constreñidos por la sociedad y sus usos y costumbres, vivimos tanto de la apariencia, que todas aquellas acciones, que puedan revelar parte de nuestro interior discordante con la norma, es permanentemente censurada, por nosotros mismos, como si de algo turbio se tratase.

Los que son creativos, por contra, ni se plantean quedarse con una duda, si la pueden resolver con una pregunta. Al contrario, están en constante alerta, para recoger todas la ideas que ofrezca su entorno y utilizarlas si es aplicable para alguno de sus proyectos.

Quizás la única solución que nos queda es imitar a los niños, algunos de ellos, incluso, de tanto preguntar reciben con voz firme el clásico "niño calla", clara premonición del futuro de introspección al que se le avoca. Si fuésemos consecuentes, deberíamos reconvertirlo en "niño habla" en la edad madura, tal vez así, pusiéramos remedio a nuestra imprudencia, cercenando en su temprana intuición la fuente de conocimiento.

Entre los compromisos y proyectos que hacemos para cada día, deberíamos de incluir de modo determinante, preguntar algo, como mínimo una vez al día, sin inhibiciones, tal vez nos fuese mejor a todos. No preguntar es envejecer prematuramente. El cerebro necesita actividad si uno no quiere que vaya languideciendo.

martes, 14 de agosto de 2007

Cargos públicos


Paseaba con mi abuelo materno una mañana de verano, por Viver, que es un pueblo del Alto Palancia y al llegar a la Plaza, nos encontramos con una persona del lugar. Como es costumbre en las poblaciones pequeñas, al cruzarse en una calle y mucho mas en un camino, se dan alguna noticia, en suplencia superlativa de nuestro manido adiós.

Pues bien, éste al llegar a su altura le dijo: "Fernando (nombre de mi abuelo) sabes que me han hecho Alcalde, ¿que te parece?" (eran épocas en donde el alcalde lo designaba el Gobernador de la provincia). Mi abuelo, que a la sazón, como he dicho en otra ocasión, era hombre de pocas palabras, guardó unos segundos de silencio y le dijo "Pues que el pueblo no ha podido llegar a menos ni tu a más", se giró hacia mí y me dijo, vamos que llegaremos tarde. Aun hoy recuerdo la cara de asombro de aquel hombre. Aunque también tengo que decir, que el tiempo no le dió la razón, ya que el trabajo de Alcalde, no lo hizo mal.

Vaya frase. Con la única diferencia, de que ahora los cargos públicos no los designa nadie, sino que nacen por nuestros votos, tiene un contenido, que podríamos repetir, con toda certeza, en multitud de ocasiones. Aunque he dicho, que no los designa nadie, tampoco es tan así, porque efectivamente votamos, pero lo hacemos, sobre una lista, que ha sido designada por el partido de turno y en la conformación de la misma, también deben de haber decisiones omnímodas de los que lo dominan.

En eso no hemos cambiado gran cosa, los cargos públicos, se nutren de muchas personas que tienen una firme voluntad de servicio, pero junto a ellas, están los arribistas de turno, con la intención de que les sirvamos nosotros. Aunque creo firmemente que son menos, hacen tanto ruido que parecen todos y claro, la generalización está al alcance de las manos...

No estoy de acuerdo con las listas, creo en el voto a la persona y no ha un conjunto de ellas, porque puede que solo crea en una, pero sin embargo, junto a ella quedan incluidas otras, a quienes ni siquiera conozco. No me sirve el argumento de que votamos un programa, porque está incumplido de antemano, en una gran mayoría de casos, sino de modo absoluto, si con el consiguiente efecto de maquillado, que lo acaba desnaturalizando. Esto es así, dado que los votantes, tenemos tendencia a la fidelidad y seguimos concurriendo a las urnas, sin variar la intención de nuestro voto en función de las acciones de gobierno/oposición percibidas

Tal vez, lleguemos alguna vez a la conclusión, de que los partidos políticos, en muchos casos, con la posición que adoptan actualmente, lo único que hacen, es enmarañar el ambiente. Cuando están en el gobierno, con la intención de ocultar lo negativo de su gestión, otrora en la oposición con la exacerbación de la crítica. En definitiva muchas energías perdidas en absurdeces y vaciedades. Cuando lo verdaderamente interesante sería, que fueran aplicadas todas ellas en la gestión eficiente de lo público.

Creo que hizo bien mi abuelo, dijo lo que pensaba y a la cara, quizás con poco tacto. Eso solo es posible en personas sencillas, que no conocen o al menos no practican la hipocresía. Por muy doloroso que le resultase al interfecto, seguro que con el tiempo llegó a descubrir, que por el hecho de que lo designen a uno para una determinada responsabilidad, no quiere decir que sea el mas idóneo para ella, por muy relevante que sea el "designador". Son, por contra, los que tiene cerca, los que sí, pueden hacer una evaluación mas certera de su capacidad, dejando aparte, estados de opinión motivados por "malos rollos".

domingo, 12 de agosto de 2007

El error




Sea cual sea la actividad a la que nos dedicamos, todos, por muy expertos que seamos cometemos errores, como dice el dicho popular errar es de humanos.


El problema se plantea en la posición que adoptamos al cometerlos. Evidentemente, dado que hemos interiorizado que la Sociedad no es tolerante con los errores, en la mayoría de las ocasiones aún habiéndolos reconocido interiormente, somos muy remisos a hacer lo mismo, cara a cara con los demás.


Flaco favor nos hacemos, el reconocimiento de modo claro y evidente del error cometido ante los que nos rodean, tanto profesional como familiarmente, es una de las manifestaciones, que indica con toda claridad la seguridad, que tiene uno en si mismo. Por contra la posición evasiva o de escusa, cuando no de traslado hacia otros, no hace mas que corroborar nuestra falta de confianza en nuestras acciones. Es una evasión inútil y estéril, tal vez con el tiempo nos demos cuenta de ello.

Por si fuera poco, la mejor forma de aprender es analizando las causas que produjeron el error, si lo tapamos o tratamos de "endosarlo", difícilmente nos servirá para acertar en el futuro. Habremos decapitado de raíz, lo que llamamos aprendizaje, es decir, nos habremos anclado.

Hacer balance del resultado de las acciones llevadas a cabo, dando el mismo énfasis a las positivas como a las negativas, es una de las cualidades que define a los grandes profesionales, sean cual sean sus actividades. Por contra resaltar exclusivamente lo positivo con relevancia y tratar de "enterrar" lo negativo, poco a poco convierte a la persona en insegura e incompetente.

Es mas, tal como actuamos nosotros, debemos de esperar que hagan los demás recíprocamente. En algunas ocasiones pensamos, que los que nos rodean ignoran lo sucedido, pero no es así, por ello cuando lo cubrimos lo que hacemos es desprestigiarnos, por lo menos ante ellos.

Bienvenido el error de hoy, ya que es la antesala del acierto de mañana. Todos los aprendizajes tienen un precio a pagar. Lo importante es no demorar el pago, porque los intereses en este caso es el camino hacia la ignorancia.

jueves, 9 de agosto de 2007

Lectura


Estoy leyendo un libro que me he comprado recientemente. cada vez cuesta mas tener el suficiente sosiego para leer, acrecentado en mi caso, porque solo leo ensayo y exige, quizás, una mayor disposición a la concentración.


decir en una ocasión: "si quieres que una cosa no se sepa escríbela" en clara alusión irónica a lo poco que aplicamos a este menester. Leía mucho mas antes y hay periodos de sequía en los que únicamente lo hago con el periódico diario.

Pero siempre hay un punto de inflexión y acabo volviendo a pasarme por la librería para ver que es lo que se va publicando y casi siempre salgo con algún libro, a pesar del empeño disuasorio que representan los precios que tienen; en mi opinión injustificados.

Sin embargo, Hace ya algunos meses que tomé la iniciativa de no comprar ningún libro, si tenía mas de tres recientemente comprados y sin terminar de leer. Da buen resultado económico y obliga.

No obstante debo decir, que sin leer, es imposible mantener una mente independiente y serena. Los beneficios que reporta, compensa con creces la aplicación del tiempo. Leer es ganarle tiempo al tiempo. No hay nada comparable a un buen libro en una tarde de asueto, si es posible bajo una buena sombra de un pino.

La lectura tiene, cada vez, mas competidores, que exigen menos esfuerzo, cuando no absoluta pasividad, son mas fáciles de seguir y por tanto le ganan poco a poco todas las batallas. Por si esto no fuera suficiente, el enfoque de vida que tenemos, casi impide o deja tiempo "sobrante" y "sereno" para ello.

Al final de la jornada laboral, uno tiene tendencia a decantarse por actividades, que consistan en dejarse llevar. Y así nos va, cada vez tenemos mas faltas de ortografía y nuestro lenguaje se empobrece; quedando reducido poco a poco a un nivel de palabras exiguo. Acrecentado por el florecimiento de modismos muy extendidos que aún lo "ningunean" mas.

Creo que la lectura y su entendimiento es uno de los ejercicios de libertad, imprescindible para la buena salud mental. Leer asiduamente es un mantenimiento excelente del cerebro, evita rigideces y fomenta la tolerancia. Saber escoger lo que se lee es una de las razones para "perder el tiempo" en la librería, ojeando. Aunque cueste esfuerzo hay que buscar un momento al día y quedarse con la sola compañía de un libro... siempre nos será fiel.

martes, 7 de agosto de 2007

Vacaciones


Tal vez el verano sea "compás de espera", la actividad en general baja, uno toma habitualmente sus vacaciones en este tiempo y si puede se relaja; perdiendo de vista por algunos días, parte de los problemas, que habitualmente lleva consigo.

Pero como todo lo que tiene comienzo, también llega el final - me refiero a las vacaciones -, cuando menos uno se lo espera, retorna a la marcha normal y vuelve aflorar todo lo "habitual", como si se empecinase en no dejarnos. Por eso en realidad, lo mejor con diferencia de las vacaciones es la víspera.

Si, porque las esperanzas y las ilusiones están intactas, los proyectos de diversión, relajación, viajes, etc, a discreción de la imaginación. Todo es posible, no hay barreras, la expectativa es máxima. Todo está por hacer.

Pero después de la víspera, comienza la cuenta atrás, lamentando en ocasiones la pérdida del tiempo, la falta del cumplimiento de las esperanzas fundadas o de las expectativas creadas por nuestra mente. Casi nunca cumplimos plenamente nuestros propósitos.

Nada hay tan estéril, como intentar detener el tiempo, sin darnos cuenta que uno solo le gana la batalla, viviendo el presente con la mayor intensidad y plenitud. Las vacaciones son un paréntesis, que queremos tomar como una liberación. En realidad demasiado énfasis para tapar de algún modo nuestras insatisfacciones cotidianas.

Tenemos que concentrarnos mas, en ser consecuentes con lo que hacemos cotidianamente, sin tener que esperar unos días de vacaciones para emanciparnos. La vida plena no es la holganza, aunque se aproxima. No hacer nada, es casi tan pesado, como trabajar mucho. No depositemos tantas esperanzas en unos días o sepamos dosificar nuestra imaginación. Vaciemos la tensión y pensemos, que cada cual puede ser completamente feliz, si es plenamente consecuente con lo que hace.

Busquemos estar cada día - con la imaginación - unos minutos en "víspera de vacaciones" y seguro que cambia todo, pero si no cambia recordemos que al año que viene las tendremos de nuevo....

sábado, 4 de agosto de 2007

La Meta...



Para conseguir casi todas las cosas que valen la pena, hay que luchar por ellas. Tenemos siempre la sensación de que nuestra vida y nuestras acciones están cargadas de "cuestas arriba" y en ocasiones nos entristece e incluso nos desanima.


Pensamos también, que solo nosotros lo tenemos difícil, como si los demás tuvieran ángeles protectores, que les van facilitando el camino palmo a palmo. Nuestra "miopía" nos impide ver que no solo somos nosotros, los que tenemos, que luchar cada día por vivirlo.


No es posible obtener resultados positivos sin sacrificio, aunque este sea moderado. Al final de las clases que doy en la Universidad, siempre suelo terminar con una transparencia que dice: "En el único lugar donde éxito va antes que trabajo, es en el diccionario" (siento no saber de quien es). Produce perplejidad, pero solo hay que detenerse levemente a releer su contenido, para sacar conclusiones y validarla como cierta.


Nada hay, que tenga tan poco aprecio para nosotros, como aquello que nos es dado facilmente. A lo que no cuesta, le otorgamos poco valor intrínseco y tarde o temprano acabamos por apartarlo. No quiere decir que lo desechemos, pero tenemos tendencia a ponderar la importancia de nuestras acciones cotidianas, en función al esfuerzo aplicado a las mismas.

Cada persona escoge en la vida el nivel de esfuerzo que quiere aplicar en sus cosas, puede uno adoptar la posición de "mínimos", dejarse llevar y ver si el puerto al que arriba, le resulta adecuado a sus aspiraciones. También puede, emplearse a fondo, con toda ilusión y ahinco para conseguir sus objetivos, menos relajante quizás, pero sin duda mucho mas gratificante al terminar. Sentirse útil, es necesario, para manener un nivel de equilibrio interno adecuado.

La realidad de nuestra vida es que es una carrera de obstáculos, solo se ve el éxito, pero queda totalmente oculto, como en los atletas, las horas de entrenamiento, la dieta, el sacrificio, los fracasos, etc. Todo parece como tapado por un velo, pero lo que está claro, es que sin esos sacrificios, no hay carrera en el atleta, y en nosotros la vida es menos itensa.

En muchas ocasiones nos sentimos tocados por la sensación del abandono, ¿y por qué no dejarse llevar?, estamos "depres", creemos que todo será mejor si cogemos el atajo "cuesta abajo". Perdemos el tiempo, los que empiezan con un sentido determinado de la responsabilidad, difícilmente pueden dejarla en la cuneta como un equipaje viejo y roto, para intentar seguir mas livianamente.

Todos tenemos, en muchas ocasiones miedo al fracaso, pero la paradoja es que "para ganar hay que estar dispuesto a perder". Tal vez el reconocimiento del contenido de esta frase haga que se allane algo mas nuestra ruta... No es necesario ser el mejor, pero idefectíblemente hay que ser cuanto menos bueno, para llegar a la Meta por meritos propios.



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