martes, 31 de julio de 2012

Egoísmo



Dice Adam Smith en su escrito “Teoría de los sentimientos morales” (1759): “Por más egoísta que quiera suponerse al hombre, sin duda hay algunos elementos en su naturaleza  que lo lleva a interesarse por la suerte de los otros, de tal modo que la felicidad de éstos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga excepto el placer de presenciarla.”

Comparto la frase y creo que necesitamos en nuestro alrededor un nivel de felicidad, para poder disfrutar plenamente de la nuestra. Los escenarios de injusticia y dolor, aunque no nos atañan directamente, nos produce una merma de nuestro equilibrio y un sentimiento de tristeza. Somos vulnerables a las circunstancias desfavorables que acontecen a los que nos rodean y generalmente no nos quedamos impasibles ante las injusticias y los abusos de poder.

Simpatizar con los demás o sentir compasión, son unos antídotos naturales que nos permite ser menos egoístas. Tal es así, que cuando no podemos compartir nuestros sentimientos o inquietudes – por incapacidad propia o ajena -, apreciamos en nosotros mismo unas carencias, difíciles de suplir.  Buscamos la felicidad, pero necesitamos compartirla - una vez alcanzada -, para sentirnos en plenitud.

Saber comprender a los que nos rodean, no es tarea fácil. Tratar de aproximarse a las tribulaciones de los demás, con objeto de asumirlas, para que no dificulten nuestras relaciones; requiere de una delicadeza singular y  aflora un “saber hacer”, que nos acredita como personas socialmente relevantes. La amabilidad es una carta de presentación, que facilita los contactos y consolida nuestras amistades.

No obstante somos más proclives  a frecuentar aquellos ambientes más exentos de conflictividad o dicho de otro modo, preferimos a nuestro alrededor personas felices que con problemas. Esta tendencia natural, es uno de los impedimentos mayores para poder desarrollar en plenitud nuestra conducta tolerante y comprensiva. En muchas ocasiones sobreponemos a los sentimientos morales, nuestra tendencia selectiva, buscando el contacto con los que tienen éxito y no con los que fracasan.

En momentos como los actuales, llenos de desasosiego y falta de serenidad, donde el futuro es extraordinariamente incierto y las circunstancias negativas y de dolor, superan con creces a los momentos de felicidad; debemos aprestarnos a modificar algunas pautas de nuestro comportamiento. Es el momento de aflorar nuestra solidaridad y estar dispuestos a dar, sin esperar nada a cambio.

Cuando diariamente nos “quitan” nuestro futuro de bienestar, no tenemos mas remedio que avivar nuestra imaginación y soñar con circunstancias mejores. Que los mercados vacíen o hipotequen nuestros bolsillos, no nuestra mente…   

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