Dice José Antonio Marina en su libro “El
aprendizaje de la sabiduría”: Para aumentar la posibilidad de ser feliz, el ser
humano debe ser capaz de realizar una serie de actividades: las cinco
principales son:
Elegir
las metas adecuadas, lo que significa establecer prioridades, saber
planificar, hacer revisión de la vida, atreverse a cambiar de proyecto si es
necesario, determinar la jerarquía de valores que van a dirigir nuestra acción,
etc.
Resolver
problemas, ser capaz de tomar buenas decisiones, de no refugiarse en la
pasividad o en la huida, saber reconocer lo que es o no es una buena solución,
soportar el esfuerzo para ponerlas en práctica, etc.
Valorar
las cosas adecuadamente y disfrutar las buenas. La capacidad de disfrutar
no es tan común como parece. Con frecuencia la ansiedad, el miedo, el
aburrimiento o la envidia nos impiden apreciar lo bueno.
Tender
lazos afectivos cordiales con los demás, ser capaces de querer, de
convivir; de colaborar, de comprometerse.
Mantener
la autonomía correcta y responsable. Se trata de acertar con la distancia
justa. Ni guión que anule la propia autonomía, ni desvinculación que rompa los
lazos sociales.
Podemos llamar “sabiduría”
a la capacidad de realizar esas actividades, o lo que es igual, de aumentar la
posibilidad de ser felices."
Vaya propuesta y nosotros con “el interior a medio construir”(1),
perdiendo mucho tiempo en aparentar, pero dedicando poco a lo que debería ser
nuestro norte, es decir, dotarnos de
suficientes mecanismos para perfeccionarnos internamente y que el resultado de
esa reestructuración, sea nuestra
tarjeta de presentación sincera y sin subterfugios inútiles. No habrá nada que
nos proporcione tanta felicidad y esa es nuestra misión principal en esta vida.
Salvar las relaciones, con actos vacíos, que confundan a los que nos
rodean, aún suponiendo que sean efectivos a corto plazo, devendrán en el sinsentido
que provoca la falta de autenticidad; sobre todo cuando involucramos a otras personas vendiéndoles
unas circunstancias ficticias y luego pretendemos recibir de ellas una “entrega
total”. Por coherencia, nadie debería esperar de los demás, lo no está
dispuesto a dar.
Por mucho esfuerzo que uno haga en ser el que es, mientras no termine el
edificio interno lo tiene muy difícil y eso más que un acto, es la consumación
de una serie de etapas decididas y firmes en el avance para cimentar nuestras
convicciones. Saber valorar lo que necesitamos, es un avance importante para
consolidar un estado de serenidad, porque la ansiedad y la inquietud las
provocan siempre la carencia de cosas superfluas.
Como vamos a querer a quienes nos rodean, sino hemos sido capaces de
construirnos a nosotros mismos, es
decir, querernos. Estar en paz internamente, es otra de las antesalas previas
al “salón” de la felicidad y nosotros, incautos empedernidos, buscándola de modo incansable fuera. Pero
todo esto, solo es posible comprometiéndose, de modo firme con nosotros primero
y luego con los demás, esa es la convivencia real. Pretender pasar de
“puntillas” por los temas y conseguir con ello intercambios de lazos firmes de
amistad o amor, es cuanto menos una
osadía.
Tener el interior a medio construir, es como conducir con malos frenos.
Conducir con malos frenos es correr riesgos innecesarios. Quienes corren
riesgos innecesarios, desafían continuamente a la naturaleza. Quienes desafían
a la naturaleza son en el fondo unos inconscientes. Casi siempre los
inconscientes tienen el interior a medio construir.
(1) Frase de Mercedes en su comentario en la entrada “Inmadurez” (7/7)
2 comentarios:
...Totalmente de acuerdo con cada una de tus palabras!
Me hace gracia cuando mucha gente se pregunta en plan esotérico o incluso científico por el sentido de la vida, y no se dan cuenta de que lo tienen delante de sus narices: construirse a sí mismos. Y la felicidad no consiste en que te adulen, ni en que consigas riquezas, ni en que tengas muchísimos amigos, sino en ver que la construcción de tu interior es una realidad, porque confirma que has cogido el tren correcto.
Un saludo... y gracias por la cita!
Mercedes:
Construirse a uno mismo, es la mejor aplicación de nuestro quehacer; lástima que no tengamos tiempo, ni ganas para aplicarnos a ello.
Pero es cierto que cuando las cosas nos salen mal, nunca pensamos en la falta de esfuerzo, siempre tratamos de disfrazarlo con "mala suerte".
La cita era obligada, me había "dado tecla".
Salu2:
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