Dice Robin S. Sharma, en su libro "El monje que vendió su ferrari": "Todo suceso tiene su porqué y toda adversidad nos enseña una lección. He comprendido que el fracaso, sea personal, profesional o incluso espiritual, es necesario para la expansión de la persona. Aporta un crecimiento interior y un sinfín de recompensas psíquicas. Nunca lamentes el pasado. Acéptalo como nuestro que es".
Querer ignorar de donde venimos, es desperdiciar una oportunidad de oro de dirigirnos hacia el futuro con "mapa de carreteras". Nada sirve de mejor guia, que analizar lo que hemos hecho y los sucesos relevantes, que nos han sucedido, sean positivos o negativos.
Son los errores los que nos enseñan, el acierto de hoy, seguro que es, fruto de un buen aprendizaje o consecuencia de un fallo anterior debidamente interiorizado. Estimar que la vida es un camino de rosas, es tanto como inferir que todas nuestras acciones tienen "seguro" de acierto. No, no es así, somos racionales y humanos y hacemos todo lo que podemos en cada ocasión, pero en ningún caso eso implica certeza, de que resolvemos de la mejor forma.
Aceptar con el mismo talante el fallo y el acierto, sin hundirse o jactarse, según sea el resultado de la acción, es demostrar una madurez digna de encomio. Saber extraer las enseñanzas, que nos aportan nuestros fracasos e incorporarlos como bagaje, para nuestro desarrollo personal, seguro que nos "blinda" ante las adversidades y eso si que es hacer equilibrios con red, si caemos no habrán hematomas.
El sol sale todos los días, si hay nubes que nos impiden recibir su luz, nadie nos podrá quitar la ilusión expectante de esperar a que desaparezcan... porque siempre acaban desapareciendo y el sol triunfando con su destello... que los días nublados en nuestra vida, solo sean una transición y no un estado.
2 comentarios:
No pares de escribir.
Muchas gracias.
Isidro.
Comentarios como el tuyo animan, Isidro comenta mas veces, si puedes...
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