viernes, 15 de agosto de 2008

¿Quienes somos... qué somos? II



Dice Luis rojas Marcos en su libro "La autoestima nuestra fuerza secreta: "La verdad es que todos enjuiciamos y explicamos nuestro mundo y el mundo de los demás a nuestra manera o, como asegura un viejo refrán, "cada cual cuenta la feria sengún le va en ella" . Nuestras experiencias pasadas, nuestros valores y nuestras expectativas moldean nuestras opiniones, especialmente sobre ideas abstractas o temas tan emocionalmente cercanos e importantes para nosotros como la propia valoración de lo que somos".

El pasado es la base mas sólida, que tenemos, para aproximar la conformación de nuestra verdadera imagen, ya que de esos hechos, hemos ido cimentando nuestra propia actitud de hoy. Quienes no utilizan este análisis para acumular experiencia, desaprovechan la fuente mas sólida para aprender a "moldearse" adecuadamente. Viven de modo impropio y difícilmente no repetirán errores y/o se ayudaran en los aciertos.

Somos - queramos o no - la imagen virtual, que acumula sobre nosotros el transcurso del tiempo y nuestra propia capacidad de síntesis. Debemos vivir el presente, pero no podremos conformar adecuadamente, nuestra voluntad para dirigirnos a las metas, que nos hayamos marcado, sin haber hecho una disección acertada de lo vivido. Aprender de dicho análisis, es determinante para saber, quien y que somos.

La vorágine, en la que nos viene sumiendo el ritmo precipitado del actual modo de vida, plantea un problema; no nos deja momentos libres suficientes, para replegarnos, recordar, pensar y extraer conclusiones. Tenemos tiempo para otras cosas, pero para ésto no, siempre nos lo planteamos para mas adelante y cada vez lo retrasamos mas, mermándonos con esta actitud, de una fuente ingente de información útil y necesaria.

La paradoja es: no debemos vivir sin rememorar los acontecimientos del pasado, de ellos obtenemos una fuente inagotable de experiencias, que podemos incorporar como bagage para atacar el futuro. Pero es también imprescindible, para poder seguir desenvolviéndonos con equilibrio, olvidar villanías, felonías y deslealtades propias o ajenas, para no atrapar la mente en bucles innecesarios y en ocasiones incapacitantes.
Aprendamos a perdonar y a disculparnos... es un buen antídoto.

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