Dice
John Kenneth Galbraith en su libro “La
cultura de la satisfacción”: “En cuanto gerentes y directivos han escapado al
control de los accionistas, han pasado a maximizar crecientemente su propios
beneficios. Lo han hecho en forma de salarios y opciones sobre las acciones;
beneficios de jubilación; utilización personal de activos empresariales excepcionalmente
caros y diversos, con cierto énfasis especial en los aviones; cuentas de gastos
y retribución en especies; paracaídas dorados que protejan de una pérdida de
poder; y otras recompensas financieras. En
1980, los principales directores ejecutivos de las trescientas empresas
más grandes del país tenían ingresos veintinueve veces superiores a los del
trabajador industrial medio. Diez años después, los ingresos de esos mismos
directivos eran noventa y res veces mayores.”
Se
refiere Galbraith en este libro a la realidad empresarial en EEUU y fue
publicado en España en 1992.
No
he sido nunca especialmente crítico con los errores de gestión, muy al
contrario; en mi trabajo en la empresa siempre fui extremadamente tolerante con
ese aspecto, no porque yo fuera intrínsecamente magnánimo, no; sino porque
entiendo, como he comentado otras veces, que el error es la antesala de la
buena gestión; aprendiendo y no repitiendo. En mi actividad docente en la
Universidad, siempre lo he expuesto así a los alumnos, cuando he explicado la
asignatura de Control de Gestión.
Pero
lo que sucede ahora es inaudito, se afloran desequilibrios de un volumen
inimaginable, se toman medidas urgentes, se habla de saneamientos de montante
casi imposible de creer, pero no hay nadie que deba asumir su incompetencia y
falta de administración diligente; nos quieren hacer creer que diversas
circunstancias desfavorables absolutamente imprevisibles - cuando no fortuitas
-, han devenido en esta lamentable situación, a pesar de los denodados esfuerzos
de los Administradores por impedirlas.
Es
decir, han sobrevenido de “golpe”, nos acostamos “sólidos” y nos levantamos “en
ruina” y además con cara de sorpresa; ¡cuanta desfachatez!. Si se entiende algo
de contabilidad, ya se sabe, que la cuantificación del envilecimiento del valor
de los activos, como consecuencia de cambios en las circunstancias económicas,
no es tarea fácil de estimar, de hecho esta problemática ha propiciado muchos
artículos y estudios, sobre todo cuando no hay referencias objetivas. También
es verdad, que cuanto mayor tiempo transcurre, más posibilidades para matizar
mejor cualquier valoración.
No
obstante lo dicho, concentrar riesgos; atender demandas de financiación de
acuerdo con instrucciones “políticas”; impulsar negocios inmobiliarios o
participar en los mismos de modo desmedido, guiados por la ambición; no
reconocer (estimar) el deterioro en deudores, bienes o sociedades participadas,
tirando “balones hacia delante” esperando seguramente que se recompongan solos;
unirse para ganar tamaño y convertirse en una entidad financiera de las
primeras, a base de fusionar bases “cenagosas” pretendiendo que con la unión se
tornen instituciones con cimientos sólidos; es al menos no actuar como un
“ordenado comerciante”.
Pero
en realidad todo da igual, a fuerza de “sorpresas” diarias, los ciudadanos de a
pie, casi estamos acostumbrados a perder cada día, lo malo de todo esto,
es que uno se pregunta ¿quedan muchas
más Bankias?. Porque si esta es la última “mala noticia”, bien venido sea el
error; a “aprender y no repetir”. Lo malo es que a uno le suena el tema, como
cuando entra en una habitación después de oír un ruido y se encuentra un jarrón
roto y un niño que dice “yo no he sido”…..
2 comentarios:
A ver, siempre he pensado que no tenía ni idea de economía, pero el sentido común me hace ver que muchas cosas no se han hecho bien en el pasado, que muchos se han aprovechado de las vacas gordas, que los responsables de los desaguisados se han lavado (y se lavan) las manos, que nos quieren hacer creer lo que no es, y lo peor, que NADIE sabe cómo solucionar esto...!
¿Será por todo esto que siempre he preferido las letras? :-)
Un saludo y buen fin de semana.
Bueno para no saber nada de economía describes muy bien lo sucedido... y lo que sucederá.
Has hecho muy bien en preferir las letras... son menos traicioneras, arribistas y ambiciosas.
Comunican y no engañan, salvo cuando la expresión está concebida en medias palabras para "iniciados".
Salu2:
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