viernes, 1 de junio de 2012

Malas noticias (III)




Dice John Kenneth Galbraith en su libro “La cultura de la satisfacción”: “En cuanto gerentes y directivos han escapado al control de los accionistas, han pasado a maximizar crecientemente su propios beneficios. Lo han hecho en forma de salarios y opciones sobre las acciones; beneficios de jubilación; utilización personal de activos empresariales excepcionalmente caros y diversos, con cierto énfasis especial en los aviones; cuentas de gastos y retribución en especies; paracaídas dorados que protejan de una pérdida de poder; y otras recompensas financieras. En  1980, los principales directores ejecutivos de las trescientas empresas más grandes del país tenían ingresos veintinueve veces superiores a los del trabajador industrial medio. Diez años después, los ingresos de esos mismos directivos eran noventa y res veces mayores.”

Se refiere Galbraith en este libro a la realidad empresarial en EEUU y fue publicado en España en 1992.

No he sido nunca especialmente crítico con los errores de gestión, muy al contrario; en mi trabajo en la empresa siempre fui extremadamente tolerante con ese aspecto, no porque yo fuera intrínsecamente magnánimo, no; sino porque entiendo, como he comentado otras veces, que el error es la antesala de la buena gestión; aprendiendo y no repitiendo. En mi actividad docente en la Universidad, siempre lo he expuesto así a los alumnos, cuando he explicado la asignatura de Control de Gestión.

Pero lo que sucede ahora es inaudito, se afloran desequilibrios de un volumen inimaginable, se toman medidas urgentes, se habla de saneamientos de montante casi imposible de creer, pero no hay nadie que deba asumir su incompetencia y falta de administración diligente; nos quieren hacer creer que diversas circunstancias desfavorables absolutamente imprevisibles - cuando no fortuitas -, han devenido en esta lamentable situación, a pesar de los denodados esfuerzos de los Administradores por impedirlas.

Es decir, han sobrevenido de “golpe”, nos acostamos “sólidos” y nos levantamos “en ruina” y además con cara de sorpresa; ¡cuanta desfachatez!. Si se entiende algo de contabilidad, ya se sabe, que la cuantificación del envilecimiento del valor de los activos, como consecuencia de cambios en las circunstancias económicas, no es tarea fácil de estimar, de hecho esta problemática ha propiciado muchos artículos y estudios, sobre todo cuando no hay referencias objetivas. También es verdad, que cuanto mayor tiempo transcurre, más posibilidades para matizar mejor cualquier valoración.

No obstante lo dicho, concentrar riesgos; atender demandas de financiación de acuerdo con instrucciones “políticas”; impulsar negocios inmobiliarios o participar en los mismos de modo desmedido, guiados por la ambición; no reconocer (estimar) el deterioro en deudores, bienes o sociedades participadas, tirando “balones hacia delante” esperando seguramente que se recompongan solos; unirse para ganar tamaño y convertirse en una entidad financiera de las primeras, a base de fusionar bases “cenagosas” pretendiendo que con la unión se tornen instituciones con cimientos sólidos; es al menos no actuar como un “ordenado comerciante”.

Pero en realidad todo da igual, a fuerza de “sorpresas” diarias, los ciudadanos de a pie, casi estamos acostumbrados a perder cada día, lo malo de todo esto, es  que uno se pregunta ¿quedan muchas más Bankias?. Porque si esta es la última “mala noticia”, bien venido sea el error; a “aprender y no repetir”. Lo malo es que a uno le suena el tema, como cuando entra en una habitación después de oír un ruido y se encuentra un jarrón roto y un niño que dice “yo no he sido”…..

2 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

A ver, siempre he pensado que no tenía ni idea de economía, pero el sentido común me hace ver que muchas cosas no se han hecho bien en el pasado, que muchos se han aprovechado de las vacas gordas, que los responsables de los desaguisados se han lavado (y se lavan) las manos, que nos quieren hacer creer lo que no es, y lo peor, que NADIE sabe cómo solucionar esto...!
¿Será por todo esto que siempre he preferido las letras? :-)
Un saludo y buen fin de semana.

seriecito dijo...

Bueno para no saber nada de economía describes muy bien lo sucedido... y lo que sucederá.
Has hecho muy bien en preferir las letras... son menos traicioneras, arribistas y ambiciosas.
Comunican y no engañan, salvo cuando la expresión está concebida en medias palabras para "iniciados".

Salu2:

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