Dice
Guillén de Castro en su obra de teatro “Las
Mocedades del Cid”:
“Procure siempre acertalla
el honrado y principal;
pero si la acierta mal,
defendella y no enmendalla.”
Vaya,
vaya… este Guillén parece premonitorio, sobre todo porque ya intuía que cuando
un “currito” se equivoca, yerra; pero cuando eso le sucede a un “principal”, es
decir a un capitoste de entidad financiera u otra… lo que hace es que “acierta
mal”. Que sufrido es el lenguaje y que sutiles las palabras.
Los
datos no tienen ninguna responsabilidad, son los resultados prácticos de las estrategias
y objetivos en el seno de la empresa, quienes los propician. Las acciones u omisiones de los directivos, son los
verdaderos protagonistas del fiasco. Emplear “maquillaje”, para suavizar el
fracaso parcial o total, es caminar por el “filo de la navaja” descalzo y
pretender no cortarse. Las cosas en el seno de la empresa siempre son como son
y no pueden ser cambiadas con exhibiciones oratorias de altura o maniobras de distracción
impropias de buenos gestores. Demorar siempre es perder más.
Estamos
llenos de acontecimientos económicos muy relevantes, en donde todo el mundo
parece extraordinariamente sorprendido y mira hacia otro lado a ver si de este
modo despista y el asunto pasa de puntillas y él sale indemne. Demasiado tarde,
la herida que no se cura a tiempo, se infecta y deviene en muchas ocasiones en
una septicemia. Salvo que las “septicemias” son para los demás, ellos parecen
“vacunados” contra todo y habitualmente salen indemnes y con uno o dos
“riñones” bien forrados.
Vivimos
cada día sobresaltos mayores, me refiero
a quienes no desenvolvemos nuestras actividades en esos salones nutridos de
cuellos blancos, chaquetas cruzadas azul marino y corbatas de marca. Me
refiero, a quienes confiamos - no se por qué- en los gestores habitualmente ubicados en grandes despachos de edificios deslumbrantes y
depositamos allí nuestros ahorros, para recibir exiguos intereses y propiciar
de modo indirecto el “monopoly” al que se dedican algunos de esos altos cargos
con el dinero de los demás.
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