Dice
Eugen Drewermann en su libro “Lo esencial
es invisible. El principito de Saint-Exupéry: una interpretación
psicoanalítica: “Si uno, siguiendo las huellas del Principito, literalmente
como venido de un planeta lejano con los ojos puros de un “niño”, se acerca a
este mundo que nos es familiar hasta la saciedad, éste se revela como una
galería de ostentación, la vanidad y la incapacidad absoluta para amar algo que
no sea uno mismo, como un calidoscopio de ampulosos egoístas, cada cual
habitante de su propio planeta, años luz alejados de los hombres y de toda
humanidad, seres que se tienen por importantes, por el solo hecho de que saben
transformarlo todo en números, mientras que ellos mismos no son más que
“esponjas” que lo absorben todo, sin transformarlo interiormente, con el mero
propósito de hacerse “serios” y “gordos” ante los demás”.
Creo
que hay una clave, que al menos para mí, es francamente importante y es esa
falta de transformación interna de lo que vemos, oímos y hablamos. Nos hemos
hecho consumidores de las noticias de la vida y nos hemos convertido en enormes
archivos donde caen los asuntos, más
para ser olvidados, que para otra cosa. Son tantas las opiniones “digeridas”,
que nos llegan, desde la Tv y la radio,
que casi hemos perdido nuestro sentido crítico y dejamos a un conjunto de “afamados
personajes” que nos moldeen la opinión.
Sin
darnos cuenta, otorgamos un crédito exagerado a “tertulianos”, que saben de todo
y no dejan títere con bonete; eso sí con poca objetividad y “arrimando el ascua
a su sardina. La información se ha
estructurado de tal modo, que todo debe ser revisado y reinterpretado, hasta el
mas mínimo detalle. Perdemos día a día la capacidad de interiorizar los hechos
y someterlos al dictamen de nuestro raciocinio, que no tiene ninguna intención espuria.
Tan
es así, que ya no necesitamos leer las noticias, hay quienes nos las cuentan;
pero no solo relato de los hechos, nos añaden el plus de su “entendida”
opinión, que sería cierta porque aparece estructuralmente bien dispuesta, si no
fuera porque saben de todo y mucho. En muchas ocasiones, cuando uno comprueba
las afirmaciones colaterales que han manifestado, se percata inmediatamente,
que únicamente son aderezos interesados, pero casi exentos de certeza, o expuestos de modo que avalen su tesis y
desvanezca la del opositor de “mesa”.
Tan
importante es salir aparentemente victorioso del debate, que cada vez con mayor
frecuencia este tipo de reuniones (radiofónicas o televisivas), se nutren de
miembros que se dedican únicamente a elevar el timbre de voz, cuando está en
uso de la palabra alguien con opinión discrepante, con la intención de que
desista o de que no lo acabemos de entender bien. Supongo yo, que debe de ser
porque han visto con frecuencia debates parlamentarios, con la diferencia de
que en este caso, no se dan abucheos aún.
Enriquecer
los hechos relevantes, mediante la concurrencia ordenada de pareceres diversos,
es una cosa deseable, pero otorgar roles discrepantes, solo con la disposición
de las mesas de debate, es propiciar de modo intencionado ese “mercadillo”, que
a nada conduce en realidad y además desvirtúa el planteamiento informativo.
Informar sí, pero manipular, siempre no.
2 comentarios:
El problema no es que los medios de "comunicación" (?) o la "información" (?) con la que nos bombardean no haya estado ya digerida (manipulada?), sino que la mayoría de la gente es incapaz de reflexionar sobre lo que oye y ve. La gente ha dejado de pensar por sí misma y de sacar sus propias conclusiones personales.
De los llamados "tertulianos", me voy a callar, porque si consideran que ese espectáculo bochornoso en el que participan es una tertulia, es que también se ha perdido el significado de la pobre palabra.
Un saludo
(PD: aunque parezca lo contrario, no soy una gruñona; es que no me gusta la evolución del ser humano).
Mercedes:
Estoy de acuerdo contigo. Aunque también noto a faltar, medios de comunicación que verdaderamente informen de los hechos y propicien debates serios y rigurosos.
Estar siempre predispuestos en las mesas de debate, a ningunear al discrepante y a defender la opinión "oficial" del grupo al que se representa, efetivamente, es un espectáculo lamentable.
Sin evolución, el ser humano, cada día es menos humano, si ello es posible.
Salu2:
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