sábado, 23 de agosto de 2014

¿servir o mandar?



Dice Fernando Savater en su libro Política para Amador”: “Y es que estos partidos, que no son más que un instrumento para facilitar que todos podamos participar en cierta medida en las tareas de gobierno, terminan convirtiéndose en fines en sí mismos y decidiendo lo que está bien y lo que está mal: todo lo que se hace a favor del partido es bueno, lo que perjudica al partido es malo. Una creencia muy peligrosa, que debe ser combatida de tres modos:
a) aplicando con toda severidad las leyes y no dejando impunes los delitos de nadie, por alta que sea su situación en la jerarquía política del país;
b) procurando relativizar el papel de los partidos políticos, quitándoles privilegios e importancia, no aceptando los mecanismos autoritarios que impiden a las voces críticas que hay en ellos expresar y hacer valer sus opiniones;
c) desarrollando otras formas paralelas de participar en la vida pública de la comunidad, como colectivos ciudadanos, asambleas de vecinos, agrupaciones laborales, etc.
En una palabra, evitando que se forme una costra de inamovibles especialistas en mandar, bajo la cual todos los demás tengamos que ser resignados especialistas en obedecer.”

Savater publicó este libro hace 22 años, ha llovido mucho, pero todo sigue igual; es decir, su reflexión podría ser de anteayer y no haría falta cambiar ni una sola coma. Las cuestiones que se enquistan, siempre suelen ser muy difíciles de resolver y al parecer en este caso, se ha tornado en crónica. Cambiar el modo de actuar  de los partidos políticos de gobierno en nuestra sociedad, se está convirtiendo en una tarea casi imposible de instrumentar.

La “antigüedad” de nuestros políticos en los cargos, es de tal magnitud, que ellos mismos lo han asimilado como su profesión y por tanto lo viven como un estado permanente y no temporal, como deberías ser. Quienes en teoría llegaron para servir y cumplir sus programas de gobierno, que es para lo que fueron elegidos por los votantes; se creen con el “derecho” a olvidar con toda desfachatez lo planteado en su campaña electoral, alegar motivos siempre espurios y sin ningún sonrojo hacernos creer, que gracias a ellos no estamos peor.

Soplar y sorber al mismo tiempo es imposible. No explicar con claridad las acciones de gobierno y las circunstancias que impiden llevar a cabo lo previsto; que es un deber de los partidos y un derecho de los ciudadanos y pretender además, entusiasmo y aplauso es cuanto menos una desfachatez o un exceso de confianza. Explicar las desviaciones con respecto a la planificación, es el primer paso para tomar conciencia y resolver los problemas, sin este análisis cargado de autocrítica los asuntos se enmarañan y generan profunda decepción en los ciudadanos.

Como muy bien dice Fernando Savater: “…los gobiernos actuales en las democracias están formados por representantes elegidos por los ciudadanos, que se ocupan de resolver los problemas prácticos de la administración de la comunidad de acuerdo con la voluntad expresa de la mayoría y son pagados para ello. Lo malo es que tales representantes muestran una evidente tendencia a olvidar que no son más que unos mandados —nuestros mandados— y suelen convertirse en especialistas en mandar.” Y parece, por la tendencia, que se instalan con vocación de largo plazo… Salvo la emergencia de iniciativas revulsivas ciudadanas, que remuevan las conciencias y erradiquen, poco a poco, las malas costumbres.

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