sábado, 16 de agosto de 2014

Democracia



Dice Aníbal Romero en su libro “Aproximación a la política”: “La democracia corresponde a una realidad política que incluye, con variado énfasis, un conjunto de rasgos interconectados: derechos semejantes para los ciudadanos; libertad de expresión, de organización y oposición política; elecciones libres y limpias para decidir quién va a gobernar; plazos definidos y limitados de gobierno; una lucha política no violenta; el imperio de leyes comunes para todos y de un poder judicial independiente; así como la existencia de fuerzas armadas y policíacas no politizadas, comprometidas con la nación y el sistema de libertades como tales, y no con un determinado partido político. La sociedad democrática posee a su vez una serie de características, que responden a los rasgos políticos citados: es pluralista; centrada en los derechos individuales; anticonformista; descentralizada institucionalmente y en ocasiones territorialmente; innovadora; socialmente móvil;  no coercitiva; moderada  tanto en la manera de actuar como en las creencias políticas de la mayoría; igualitaria en espíritu y en alguna medida también en la realidad; legalista; abierta; competitiva, respetuosa del ser humano, de su vida y aspiraciones; y respetuosa también del argumento racional en las disputas.”

Creo que no había leído un párrafo tan descriptivo y denso a la vez. La verdad es que la enumeración es exhaustiva, sale bien librada la democracia, pero en nuestra realidad cotidiana quienes quedan mal, muy mal; son los que se llaman demócratas. Casi nada pide Romero; y nosotros pensando que lo que había que hacer es decir a boca llena “yo… yo soy demócrata de toda la vida”. En un entorno, que se ha perdido el sentido profundo de la palabra respeto, no le encaja ni por el forro esta descripción. El pluralismo solo cuenta para exponerlo verbalmente, pero en realidad lo que queremos es que los de siempre (vaya pluralidad), sigan en lo mismo y desde luego al margen de la parrafada del autor, que es clara y contundente. Nuestro quehacer parece que esté centrado, en intentar, cada vez más insistentemente, no alcanzar el equilibrio que se describe.

Desde luego violencia no hay en la lucha política, claro está, si no consideramos la verbal, porque si lo hacemos, pronto descubrimos, que ignoramos el sentido del intercambio de pareceres. Parece como si quisiéramos que los demás fueran “huevos de Pascua”; para ponerles sal y deglutirlos. Igualitaria en espíritu, creo que si, sin duda, pero solo a ese nivel teórico, tan distante en la realidad, que es imposible identificarla, porque la praxis es un desastre. Las posturas aparecen muy distantes e irreconciliables, tal como si quisiera escenificar, que poner distancia es la mejor postura para alcanzar el triunfo; como si en el entramado político, no fuera necesario en muchos asuntos relevantes, resolverlos una sola vez y con consenso; para no volverlos a remover en cada legislatura si se produce cambio de partido de gobierno; lo que representa en la práctica, una extraordinaria pérdida de tiempo y de recursos.

Las disputas no están basadas en argumentos racionales, con gran rapidez devienen en descalificaciones personales y se centran en poner en evidencia circunstancias - cuanto más sucias y reprobables mejor - del oponente con el que se debate;  aunque no tengan, nada que ver con el asunto. La consigna parece ser, “ensucia cuanto puedas verbalmente, porque de este modo neutralizas al contrario”. Sin percatarse que ciertos tipos de actuación, a quien más desprestigian es, a quienes los practican. Esta reprobable forma de hacer, a los ciudadanos nos produce un creciente sentimiento de vergüenza ajena y un alejamiento en rechazo por las malas formas, unido a la sensación de inutilidad y pérdida de sentido práctico en la argumentación.

Como dice Robert Wesson: “Los estados modernos son, en infeliz grado, poco responsables ante los ciudadanos, abusivos del poder, despilfarradores, explotadores, e ineficientes en la tarea de promover el bienestar colectivo… El problema es tal vez insoluble, pero debería ser considerado nuestro mayor desafío intelectual. Quizás sea mas reconfortante y otorgue una satisfacción más pura escudriñar los orígenes y el destino de muestro universo, pero esas investigaciones no avanzarán mucho más si no aprendemos de qué mejor manera organizar nuestras sociedades.”

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...