jueves, 14 de agosto de 2014

Minoría poderosa



Dice Charles. Wright Mills en su libro “La Élite del Poder” (1957: “Los individuos de la minoría poderosa no son gobernantes solitarios. Consejeros y  consultores, portavoces y  creadores de opinión pública son con frecuencia quienes capitanean sus altas ideas y  decisiones. Inmediatamente por debajo de la minoría están los políticos profesionales de los niveles medios de poder, en el Congreso y en los grupos de presión, así como entre las nuevas y viejas clases superiores de la villa, la ciudad y la región. Mezcladas con ellos de modos muy curiosos, están esas celebridades profesionales que viven de exhibirse constantemente, pero que nunca se exhiben bastante mientras son celebridades. Si esas celebridades no están a la cabeza de ninguna jerarquía predominante, muchas veces tienen poder para llamar la atención del público, o para brindar a las masas cosas sensacionales, o, más directamente, para hacerse oír de quienes ocupan posiciones de poder directo. Más o menos libres de compromisos como críticos de la moral y  técnicos del poder, como portavoces de Dios y creadores de la sensibilidad de las masas, esas celebridades y consultores forman parte del escenario inmediato en que se representa el drama de la minoría. Pero ese mismo drama está centrado en los puestos de mando de las grandes jerarquías institucionales.”

Charles Wrigth escribe sobre la realidad americana, pero creo que lo que describe puede aplicarse a nuestra situación actual. Es indudable que no nos “sonarán” extraños asesores, consejeros, consultores, tertulianos, medios escritos y visuales; que de modo insistente, nos explican reiteradamente todas las particularidades de cualquier asunto – sea cual sea el tema – y nos intentan mentalizar de que sus razones, son un análisis objetivo y desinteresado. Unos por continuar en el cargo y otros por seguir su rol, están dispuestos a “fabricar argumentarios”, que a fuerza de repetirlos, acaben calando en la opinión pública y consigan casi desvirtuar la realidad, para acoplarla lo más posible a su realidad virtual.

Estas circunstancias son más acusadas si cabe, cuando los asuntos se circunscriben a los territorios autonómicos, donde dada su acotada trascendencia, es más sencillo servirlo de la mano de lo que llama Wrigth “celebridades”. En estas ocasiones, se intenta influir mediante el apoyo de quienes son ampliamente conocidos y relevantes. Aunque el tema sometido a debate, no sea de su especialidad; lo más importante es hacerse oír, conseguir que los ciudadanos interioricen la argumentación deseada, aunque ésta no esté completamente en concordancia con el fondo de la cuestión sometida a debate.

Montado el entramado, debe resaltarse que quienes han participado y  facilitado este tipo de acciones, adquieren para si una cierta parcela de poder; pues aun no detentándolo, tienen la facultad de poder influir en la toma de las decisiones sobre los asuntos de interés, tanto para si, como para sus amigos. Con ello se cierra el bucle y se crean fuertes lazos de interés bifocal. Se devuelven favores o se agradecen actuaciones anteriores, con decisiones actuales o futuras, cumplimentando “recomendaciones o sugerencias” de quienes tienen cierto prestigio y son por ello, a su vez, imprescindibles creadores de opinión a través de sus argumentaciones o acciones mediáticas.

Los entramados de poder son extraordinariamente complejos y en ocasiones quienes aparecen como decisores, esconden tras de sí, a los verdaderos creadores e impulsores de algunas de los cambios o toma de decisiones de envergadura. No es de extrañar a este respecto, que quienes tienen la relación y la capacidad de influencia en algunos estamentos, estén organizados en despachos, cuyo cometido es “facilitar” el contacto o “mediar” en determinados temas. Tampoco es raro, que quienes ocupan cargos relevantes en los gobiernos, cuando lo dejan, sean ampliamente demandados en los Consejos de Administración de Corporaciones importantes. Seguramente no solo en atención a su capacidad de gestión, sino también, a la posibilidad de utilizar - si fuera necesario – los contactos adquiridos en atención a su pasado político relevante.

Quizás sería aplicable lo que dijo Jacobo Burckhardt de los "grandes hombres": "Son todo lo que nosotros no somos"."

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