domingo, 20 de mayo de 2012

Circunstancias externas


Dice Bernabé Tierno en su libro “Optimismo vital. Manual completo de psicología positiva”: “El arquitecto de su propio destino da un paso de gigante en su vida y en el trabajo que viene haciendo sobre sí mismo cuando descubre que la vida es demasiado valiosa y también demasiado corta para malgastarla preocupándose por todo y, lo que todavía es más estresante y tóxico, haciendo una lectura negativa y angustiosa de los acontecimientos que van jalonando la propia existencia…
Saber que las circunstancias externas, incluida la herencia genética, la educación recibida, el nivel de estudios, el lugar, el clima, etc., no condicionan el propio destino, la felicidad o la desgracia, los éxitos o los fracasos que se cosechen a lo largo de la vida… la influencia de estos factores rara vez llega hasta el 20 por ciento, y por lo general se sitúa en un nivel más bajo…
Las personas positivas son bien conscientes de que es la opinión sobre lo que les sucede lo que condiciona su estado de ánimo, no el hecho en sí mismo.”

Ser conscientes de que las cosas no son exactamente como nosotros pensamos que son; saber que nuestros condicionantes mentales “novelan” los hechos para acomodarlos a nuestra parcial y sesgada visión de los mismos y  acoplarlos así a nuestro punto de vista, de modo que acabemos conformando una realidad parcialmente distorsionada, pero cómoda; es un paso de gigante, para reordenar nuestro pensamiento y obtener de él mensajes positivos y gratificantes.

Ni siquiera tenemos la excusa de “agarrarnos” a  condicionantes, que nos permitan sumirnos en esa monótona sensación producida al asumir ficticias  impotencias para resolver nuestros conflictos, provocados por “circunstancias externas”. Como dice el autor, éstas rara vez superan el 20 por ciento de las razones objetivas, que podemos atribuir a nuestra infelicidad.

Empeñarse en encontrar condicionantes ajenos a nosotros mismos, que nos impiden realizarnos y ser felices, es una posición absolutamente desafortunada. Insistir de modo reiterado en analizar los acontecimientos, con nuestra particular lupa subjetiva, es un modo de enfrentarse a la vida lleno de cobardía y solo nos producirá desasosiego creciente. No son los hechos los que nos  “atormentan”, son esas interpretaciones nuestras, las que los “engrandecen”, cargándonos de una inquietud expectante absolutamente estéril.

Tratar de responsabilizar a los acontecimientos de nuestro infortunio, puede servir para nuestra propia autocomplacencia, consolidando una reiterada pasividad para afrontar las dificultades. Los conflictos no se resuelven solos, ni aplicándoles como premisa, un “foco” sesgado y poco objetivo. Para ser feliz, no hay que huir; hay que afrontar, analizar y resolver; aunque en este análisis debamos asumir acciones u omisiones desafortunadas, pero propias y no inducidas.

Percibirse “imperfecto” es  una antesala de felicidad… asimilando. Nuestro interior es el que manda, pero concedámosle “cancha” para discernir sin sesgos. No nos encorsetemos con contemplaciones obsesivas de lo que nos acontece. Tratemos de resolver cada día los problemas reales, porque los imaginarios son “fantasmas” creados por nuestra imaginación.

Como dice Bernabé Tierno: “… no es cuestión de cambiar las circunstancias, sino de mostrar la actitud más positiva… y convertir la adversidad en ventaja.”     

2 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

¡Qué fácil la excusa de la mala suerte para encontrar un culpable a lo que no nos gusta de nuestra vida! En el fondo, sigue muy vivo en nuestro interior ese niño que siempre decía:"el profe me tiene manía".
Cuánta ceguera y cuánta inmadurez...!

Un saludo!

seriecito dijo...

Buen ejemplo Mercedes. La verdad es que tu lo planteas bien, es falta de madurez. Aprovisionarse de argumentos, que vayan justificando mentalmente lo que en realidad solo es falta de trabajo propio para conseguir lo que verdaderamente nos interesa.

Salu2:

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