sábado, 26 de mayo de 2012

Dar y recibir



Dice el Dr. Lair Ribeiro en su libro “El éxito y la prosperidad no llegan por casualidad”: “Se recibe cuando se da. Hay que arriesgarse para llegar a nuevos territorios, y hay que dar gracias para reforzar y elevar el funcionamiento de la vida. La gratitud es la madre de los demás sentimientos. Generalmente la gente reclama aquello que no tiene y le gustaría tener, o lo que tuvo y perdió. Rara vez encontramos a alguien que da las gracias por lo que tiene, o por aquello que no tiene y no le gustaría tener. La gratitud es escasa en el mundo, y por ello hay una falta de armonía e infelicidad en nuestra vida.
Agradezca diariamente aquello que tiene y le gusta, y el Universo continuará proporcionándole no solo eso, sino también lo que no tiene y ni siquiera sabe que le gustaría tener.”

La propuesta del autor es justamente contraria a nuestra disposición mental, primero estamos dispuestos a recibir, para iniciar la contraprestación, dando; pero no somos tan proclives a dar como iniciativa de anticipación. No es de extrañar, que este planteamiento tan egoísta, nos quedemos esperando, en muchas ocasiones, porque nuestros deseos no son cumplimentados.

Francamente, nunca había puesto a la gratitud, como origen de los demás sentimientos, pero pensando un poco más detenidamente; en realidad cuando se expande una posición agradecida entre nuestras relaciones, efectivamente, conseguimos una sensibilidad relacional francamente reconfortante. Todo parece que es más fácil  y además percibimos que quienes nos rodean, tienen mayor propensión a ayudarnos y a “dar”.

Lo que sucede es que estamos mucho más pendientes, de todos aquellos motivos de tirantez e insatisfacción, que de los que nos aportan o complementan y así nos va. Con esta actitud, nos tornamos taciturnos y estamos tan ensimismados en nuestros pensamientos “circulares” o “en espiral”, que no somos capaces de detenernos un solo instante; observar a nuestro alrededor y  darnos cuenta de que tenemos más motivos de satisfacción, de los que ponemos en evidencia, en ese diálogo reflexivo que mantenemos.

No es lo mejor para nuestras relaciones sociales, adoptar una posición taciturna y glosar de modo machacón, nuestra falta de suerte y nuestra desventaja crónica en satisfacciones, con muchas de las personas que nos rodean. Saber evaluar con equidad y equilibrio, aquellas “cosas” que tenemos, de modo que las saboreemos adecuadamente y hagamos partícipes a los demás de ese disfrute; es un punto de partida para obtener contrapartidas, que incrementen mucho más  nuestra felicidad.

Somos nosotros quienes tenemos capacidad para realizar nuestros sueños. Soñar es potenciarse, para lograr nuevas metas. Tener metas sin fecha fija, es como no tenerlas. No tener metas es vivir inmersos en la monotonía y el pesimismo. La monotonía y el pesimismo, nos merman mucho nuestra capacidad.

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