Dice
José Antonio Marina en su libro “Aprender
a vivir”: “En Georgias, Platón distinguía dos clases de valentía: el coraje del
emprender y el coraje de perseverar. Atreverse y resistir son dos componentes
de la fortaleza. Quien vive huyendo difícilmente puede alcanzar la felicidad o
la dignidad. La fortaleza es también virtud de la libertad. Nos permite
realizar el tema del Aretino: “Vivere risolutamente”, vivir resueltamente, sin
enredarse, sin empantanarse en la circunstancia propia o ajena. Es también la
virtud del “ánimo”, palabra que alumbra – da a luz, pare – un profundo campo
semántico…
Está claro que la valentía no es un
sentimiento, aunque está acompañada, entorpecida o facilitada por el miedo, la
agresividad o la impavidez, que sí lo son. La valentía es una decisión y,
cuando se prolonga, un hábito, una virtud. No podemos dejar de sentir miedo.
Tan solo podemos no escuchar sus indicaciones si hay razones para ello. El
valor consisten no dejar de hacer algo bueno por causa de la dificultad que
entraña. La pereza, por ello, es un tipo de cobardía.”
¿Decidir?, si eso, que nos cuesta tanto. Somos una madeja de incertidumbres y no sabemos
cortar con nuestros pensamientos inseguros y avanzar. Como nos vamos a tachar
de valientes, si en realidad nuestra posición más habitual es la inacción ante
los problemas y hasta en muchas ocasiones la autocompasión.
No
podemos escudarnos en el miedo para justificar nuestra falta de iniciativa,
porque como muy bien dice la cita anterior, es un sentimiento y por tanto no es
una realidad intrínseca en si mismo; lo forja nuestra mente a través de
nuestras “fobias”, propias o adquiridas por la educación recibida, sobre todo
en los años de la infancia.
Estar
absorbido de modo permanente por el análisis de nuestras desfavorables circunstancias
o estar condicionados por lo que le ocurre a las personas más cercanas, por
afinidad o por familia; son dos maneras de provocar el mismo efecto, es decir,
de obtener “salvoconducto” mental para olvidarnos de resolver y avanzar.
Quedarnos parcialmente bloqueados, puede parecer una protección mental
reconfortante, pero en realidad lo que verdaderamente representa, es nuestra incapacidad
para afrontar y decidir.
Insistir
una y otra vez, en aquellos asuntos que queremos, es una forma muy gratificante
de sobreponernos a la comodidad de la pereza y “vacunarnos” contra ella,
facilitándonos a asunción de riesgos, que es de lo que se trata. Estar
convencidos de alcanzar nuestro destino y apuntar hacia él de modo firme, es
una de las condiciones necesarias para lograrlo, pero necesita la condición
suficiente de estar firmes en el empeño, sin darle nunca entrada al desánimo.
Por
arduo que sean nuestras expectativas, solo las lograremos, si no demoramos aplicarnos
en acciones para ello; aunque no tengamos total acierto en la primera ocasión.
Quien tras un revés, se repliega como las naves a puerto a la primera señal de
tormenta, nunca conocerá la satisfacción interior que reporta vencer las
dificultades.
Tener
serenidad de ánimo ante las dificultades es una buena palanca para vencerlas.
Una buena palanca, facilita levantar “pesos” con mucho menos esfuerzo. Sin
esforzarse se resuelven pocas cosas en nuestra vida. Para resolver no hay que
tener miedo. No tener miedo es tener serenidad de ánimo.
4 comentarios:
Decidir es complicado porque según el camino elegido habrá que aceptar sus consecuencias, y no todo el mundo está dispuesto a asumir ese riesgo. Pero estaría bien que no fuera por miedo.
Tenía un amigo que en los momentos malos siempre me decía: "¡Resiste, resiste, resiste!". Los años me han demostrado que a este grito hay que añadir otro: "¡Y actúa, actúa, actúa!".
Buena semana!
Mercedes.
Sin asumir riesgos, creo que pocas cosas se alcanzan.
Pero efectivamente, coincido contigo y así lo pongo de manifiesto, que nos gusta decidir, nos gusta más que decidan por nosotros y desde luego principalmente por no asumir responsabilidades.
en las clases que doy de Control de Gestión, suelo decir al comienzo una frase, para sensibilizar a los alumnos: "El conocimiento sin la acción es lo mismo que la ignorancia".
Salu2:
Elegir un camino supone que podamos equivocarnos, pero ello hace que crezcamos, no tenemos por qué sentirnos fracasados.
Un beso.
María:
Gracias por tu comentario.
El error es una fuente de progreso muy potente, si lo utilizamos para analizar y planificar un futuro "modificado", evitanto caer de nuevo en lo mismo.
Salu2:
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