Dice
Jonh Kenneth Galbraith en su libro “Breve
historia de la Euforia Financiera”: “… al día siguiente de la especulación, la
realidad será ignorada por completo… En primer lugar, muchas personas e
instituciones se han visto envueltas en el asunto, y en tanto resulte aceptable
atribuirlo a error, credulidad y exceso de una persona o incluso colectividad y
desde luego, a la comunidad financiera en su conjunto. Queda de manifiesto lo extendida
que está la ingenuidad por no decir la estupidez, pero mencionarla en esos
términos contradice radicalmente, claro es, la ya señalada suposición de que la
inteligencia se halla íntimamente asociada con el dinero. La comunidad
financiera, habrá que admitirlo, se encuentra intelectualmente por encima de
tan extravagante error.
La segunda razón de que el ánimo y la
manía de especulación estén exentos de condena teológica. En las actitudes y la
doctrina aceptadas de libre empresa, el mercado es un reflejo neutro y preciso
de las influencias externas. Se considera que no está sujeto a una dinámica de
error que le es propia. En esto consiste la fe clásica. Así pues, existe una
necesidad de encontrar alguna causa del hundimiento, pero alejada, o sea externa
al mercado en sí. O bien sucede que algún abuso del mercado ha inhibido su
normal rendimiento…
En nuestra cultura, los mercados son
un tótem, y no se les puede atribuir tendencia o fallo aberrante suyo.”
Bueno
ya sabemos algo más, el Mercado es D. perfecto, ni ríe, ni sufre, ni padece;
como una esfinge actual, arbitra su territorio con una neutralidad asombrosa.
Sus leyes son inmutables y como si se tratase de un “dios”, sólo admite
reverencias explícitas, dispensadas desde actitudes sumisas y llenas de reconocimiento
a su labor. Ni siquiera tiene subjetividad en la valoración de los hechos
económicos, su objetividad es de tal calibre, que cuando se quiebra su
equilibrio, siempre son agentes exógenos, quienes le inducen a ese tortuoso
camino.
Tanta
seguridad en las afirmaciones, le llevan a uno a pensar: ¿que sería de todos
nosotros - ignorantes ciudadanos - sin los Mercados?. En otro flujo de
información es bien conocido, que los Mercados, ganan más en tiempos de crisis,
que en momentos de bonanza; al menos los tipos de interés con los que se les retribuye
la deuda es muy superior; a lo cual aducirán los Mercados en su descargo, que
es en justa compensación al mayor riesgo, dejando, con ello, evidencia irrefutable de su necesaria neutralidad.
Pero
a los que de economía sabemos lo justo y tenemos tendencia a “retorcer” los
hechos en busca de interiores obscuros, nos asalta una preocupación creciente,
por esos razonamientos torticeros a los que estamos acostumbrados, para en el
fondo, atacar de modo “injustificado” a
los Mercados, según sus propias percepciones.
Nos
preguntamos – seguramente desde nuestras carencias - ¿sí los Mercados ganan más
cuanto mas crisis?, ¿tienen ellos posibilidades y medios para inducirla?; respuesta complicada, porque ya sabemos que
el tipo de interés crece principalmente por
el riesgo latente que plantea el deudor, pero cuando los Mercados “aprietan”,
con tipos de interés al alza en las adjudicaciones, ¿no están propiciando, al
mismo tiempo, más clima de inseguridad del deudor?. ¿se auto incrementan el
“precio de retribución”?. Por otra parte ¿cuánto hay de especulación y cuánto
de neutralidad?.
No
obstante, siguiendo a Galbraith, parece que hace falta nuestra colaboración
activa con los Mercados, fruto de nuestra reticente falta de memoria, según
dice él: “… la especulación se da cuando
la imaginación popular se centra en algo que se tiene por nuevo en el campo del
comercio o de las finanzas… a efectos prácticos, la memoria en asuntos
financieros debería considerarse que dura, como máximo, veinte años.”
3 comentarios:
Después de leerme todos los capítulos pendientes sobre la euforia financiera, se confirman todas las sospechas de esta pobre mujer de letras y muy ignorante en temas de números: ni la economía, ni los mercados, ni la especulación existen en realidad. Quiero decir, sí existen, pero se basan en la nada, y de ahí su gran riesgo (y sobre todo en según qué manos). El problema es que lejos de generar recelo, incita a la gente a participar de esa nada para sacar una tajada que muchas veces resulta que está podrida.
Entre unos y otros, estamos bien apañados.
Un saludo.
Venden humo y claro cuando hace viento...
Los deseos de participación, voluntarios o inducidos son muy numerosos, sobre todo en "este pasado de barbarie no todavía demasiado lejano", en donde nos habían hecho creer que eramos ricos.
Y como bien dice Galbraith, la memoria de anteriores "desastres", parece que está borrada y eso que él no ha conocido lo que nos acontece en la actualidad.
Salu2:
Venden humo y claro cuando hace viento...
Los deseos de participación, voluntarios o inducidos son muy numerosos, sobre todo en "este pasado de barbarie no todavía demasiado lejano", en donde nos habían hecho creer que eramos ricos.
Y como bien dice Galbraith, la memoria de anteriores "desastres", parece que está borrada y eso que él no ha conocido lo que nos acontece en la actualidad.
Salu2:
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