martes, 8 de mayo de 2012

Euforia Financiera (V)


Dice Jonh Kenneth Galbraith en su libro “Breve historia de la Euforia Financiera”: “… al día siguiente de la especulación, la realidad será ignorada por completo… En primer lugar, muchas personas e instituciones se han visto envueltas en el asunto, y en tanto resulte aceptable atribuirlo a error, credulidad y exceso de una persona o incluso colectividad y desde luego, a la comunidad financiera en su conjunto. Queda de manifiesto lo extendida que está la ingenuidad por no decir la estupidez, pero mencionarla en esos términos contradice radicalmente, claro es, la ya señalada suposición de que la inteligencia se halla íntimamente asociada con el dinero. La comunidad financiera, habrá que admitirlo, se encuentra intelectualmente por encima de tan extravagante error.
La segunda razón de que el ánimo y la manía de especulación estén exentos de condena teológica. En las actitudes y la doctrina aceptadas de libre empresa, el mercado es un reflejo neutro y preciso de las influencias externas. Se considera que no está sujeto a una dinámica de error que le es propia. En esto consiste la fe clásica. Así pues, existe una necesidad de encontrar alguna causa del hundimiento, pero alejada, o sea externa al mercado en sí. O bien sucede que algún abuso del mercado ha inhibido su normal rendimiento…
En nuestra cultura, los mercados son un tótem, y no se les puede atribuir tendencia o fallo aberrante suyo.”

Bueno ya sabemos algo más, el Mercado es D. perfecto, ni ríe, ni sufre, ni padece; como una esfinge actual, arbitra su territorio con una neutralidad asombrosa. Sus leyes son inmutables y como si se tratase de un “dios”, sólo admite reverencias explícitas, dispensadas desde actitudes sumisas y llenas de reconocimiento a su labor. Ni siquiera tiene subjetividad en la valoración de los hechos económicos, su objetividad es de tal calibre, que cuando se quiebra su equilibrio, siempre son agentes exógenos, quienes le inducen a ese tortuoso camino.

Tanta seguridad en las afirmaciones, le llevan a uno a pensar: ¿que sería de todos nosotros - ignorantes ciudadanos - sin los Mercados?. En otro flujo de información es bien conocido, que los Mercados, ganan más en tiempos de crisis, que en momentos de bonanza; al menos los tipos de interés con los que se les retribuye la deuda es muy superior; a lo cual aducirán los Mercados en su descargo, que es en justa compensación al mayor riesgo, dejando, con ello,  evidencia irrefutable de su  necesaria neutralidad.

Pero a los que de economía sabemos lo justo y tenemos tendencia a “retorcer” los hechos en busca de interiores obscuros, nos asalta una preocupación creciente, por esos razonamientos torticeros a los que estamos acostumbrados, para en el fondo,  atacar de modo “injustificado” a los Mercados, según sus propias percepciones.

Nos preguntamos – seguramente desde nuestras carencias - ¿sí los Mercados ganan más cuanto mas crisis?, ¿tienen ellos posibilidades y medios para inducirla?;  respuesta complicada, porque ya sabemos que el tipo de interés crece principalmente  por el riesgo latente que plantea el deudor, pero cuando los Mercados “aprietan”, con tipos de interés al alza en las adjudicaciones, ¿no están propiciando, al mismo tiempo, más clima de inseguridad del deudor?. ¿se auto incrementan el “precio de retribución”?. Por otra parte ¿cuánto hay de especulación y cuánto de neutralidad?.

No obstante, siguiendo a Galbraith, parece que hace falta nuestra colaboración activa con los Mercados, fruto de nuestra reticente falta de memoria, según dice él: “… la especulación se da cuando la imaginación popular se centra en algo que se tiene por nuevo en el campo del comercio o de las finanzas… a efectos prácticos, la memoria en asuntos financieros debería considerarse que dura, como máximo, veinte años.”

3 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Después de leerme todos los capítulos pendientes sobre la euforia financiera, se confirman todas las sospechas de esta pobre mujer de letras y muy ignorante en temas de números: ni la economía, ni los mercados, ni la especulación existen en realidad. Quiero decir, sí existen, pero se basan en la nada, y de ahí su gran riesgo (y sobre todo en según qué manos). El problema es que lejos de generar recelo, incita a la gente a participar de esa nada para sacar una tajada que muchas veces resulta que está podrida.
Entre unos y otros, estamos bien apañados.

Un saludo.

seriecito dijo...

Venden humo y claro cuando hace viento...

Los deseos de participación, voluntarios o inducidos son muy numerosos, sobre todo en "este pasado de barbarie no todavía demasiado lejano", en donde nos habían hecho creer que eramos ricos.

Y como bien dice Galbraith, la memoria de anteriores "desastres", parece que está borrada y eso que él no ha conocido lo que nos acontece en la actualidad.

Salu2:

seriecito dijo...

Venden humo y claro cuando hace viento...

Los deseos de participación, voluntarios o inducidos son muy numerosos, sobre todo en "este pasado de barbarie no todavía demasiado lejano", en donde nos habían hecho creer que eramos ricos.

Y como bien dice Galbraith, la memoria de anteriores "desastres", parece que está borrada y eso que él no ha conocido lo que nos acontece en la actualidad.

Salu2:

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