lunes, 7 de mayo de 2012

Euforia Financiera (IV)



Dice John Kenneth Galbraith en su libro “Breve historia de la Euforia Financiera”: “en todos los episodios de especulación hay siempre un elemento de orgullo en descubrir qué hay de aparentemente nuevo  y  altamente remunerador  en el ámbito del instrumento financiero  o de la oportunidad de inversión. El individuo o la institución que así actúa se considera prodigiosamente por delante de la masa. Este planteamiento se ve confirmado cuando otros corren a explorar los efectos de su propia visión (sólo que ligeramente más retardada). El descubrimiento de algo nuevo y excepcional halaga el ego del partícipe, como se espera que halague también su cartera. Y durante un tiempo así es en efecto.
Mas para los instrumentos financieros nuevos, la experiencia estable ce una firme regla, y en pocas materias su comprensión es más importante y frecuente, claro está, más sutil. La regla en cuestión  dice que las operaciones financieras no se prestan a innovación. Lo que recurrentemente se describe y se celebra como tal es, sin excepciones, una pequeña variante de un esquema ya establecido, y debe su carácter distintivo a la ya mencionada cortedad de memoria en materia financiera. El mundo de las finanzas aclama la invención de la rueda una y otra vez, a menudo en una versión algo más inestable.”

Así que todos estos personajes fatuos y engolados, que con palabras grandilocuentes nos narran machaconamente las bondades de los nuevos “productos”, que nos permitirán participar de beneficios superiores a los que estamos obteniendo por nuestro ahorros, para que “piquemos” e invirtamos; hablan siempre de lo mismo, son las mismas añagazas pero presentadas con argumentos diferentes.

Lo malo es que ni siquiera, quienes nos hacen tales propuestas, son los verdaderos urdidores; no son mas que colaboradores indispensables, para que pueda ser montado el castillo de naipes, son quienes, con objeto de cumplir unos determinados objetivos, desbordan la confianza de sus clientes y les facilitan el acceso  a instrumentos que les multiplicarán – como los panes y los peces – sus dineros. Sin percatarse de que el “desaguisado” les alcanzará de modo personal, porque la gran mayoría contrata, no por la institución, sino por el proponente.

Cumplen su función - sujeta a salario -, y no voy a ser yo quien critique con ”acidez” esta actuación, porque cada cual en su desempeño profesional, tiene recuerdos que “tapar”, de acciones u omisiones, no totalmente acordes con  su ética personal. Porque el cumplimiento eficaz de las tareas encomendadas en el seno de la empresa, presenta la dicotomía, de que en ocasiones, la eficiencia está frontalmente contrapuesta a los principios personales de cada uno. En esta vida hay muchos mas peajes a pagar, que los de las autopistas y algunos no son pecuniarios

Aún siendo así, se produce una colaboración voluntaria e indispensable, es decir, el verdadero contenido del “producto”, se oculta deliberadamente, para no sembrar sombras sobre su bondad y propiciar la suscripción. La letra pequeña de los documentos; esa por la que se criticará a los afectados de modo firme, afeándoles  su gesto inconsciente al no haberla leído antes de firmar; se soslaya, no se si por ignorancia o con intención perversa.

Al final se produce una convergencia de intereses aparentemente espuria, la avidez por el mayor rendimiento, ajusta perfectamente con el objetivo “colocador”; ambos se dejan caer por una suave pendiente, asumiendo un riesgo desmedido; uno compromete sus ahorros, y el otro la confianza y su propio prestigio personal.

Pero como siempre, los verdaderos responsables de tan buena “idea”, quedan al margen, refugiados en sus poltronas y arropados por sus lujosos despachos, una cosa que ellos si que saben es, que la memoria es “flaca” – como señala Galbraith – y su paciencia inconmensurable, es decir esperarán expectantes su nueva oportunidad para comenzar de nuevo con otra genialidad, para acumular más aún, aunque eso sea a costa de muchos “pocos”.

Como dice el autor citado: “al día siguiente de la especulación, la realidad será ignorada casi por completo.”

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