sábado, 31 de marzo de 2012

Errores subsanables


Dice Luis Rojas Marcos en su libro “Convivir”: “Las buenas relaciones exigen motivación, flexibilidad, planificación y esfuerzo para escuchar, comprender, perdonar, y para armonizar las necesidades contrapuestas de dependencia y autonomía… Las personas que explican con estilo optimista los sucesos que les afectan, tienden a gozar de relaciones mas estables y duraderas que quienes aplican el modelo explicativo pesimista. La interpretación optimista, esboza originalmente el psicólogo estadounidense Martin E.P. Seligman, se caracteriza en primer lugar, por juzgar el suceso en cuestión como infortunio pasajero o un contratiempo transitorio. En segundo lugar, limita o encapsula los efectos de los desacuerdos o enfrentamientos y evita establecer generalizaciones fatalistas sin salida. Y en tercer lugar, la persona de estilo optimista no se sobrecarga de culpa por lo ocurrido, sino que sopesa su grado de responsabilidad junto con la contribución al problema de otros. En definitiva, cataloga los reveses como fruto de algún error subsanable que, a la vez, le sirve de aprendizaje. Por el contrario, la interpretación del tipo pesimista considera que los efectos del problema son irreversibles y los daños generalmente permanentes”

Para aprender con consistencia, hay que equivocarse, solo quienes tienen la facultad de analizar con cierto énfasis el fundamento de sus errores y tomar decisiones para aplicar en el futuro, son capaces de transformar un hecho socialmente negativo – el error – en una fortaleza de incalculable valor para remodelar sus pautas y dirigir sus actuaciones con acierto y efectividad.

Tener intención de rectificar, ya es un paso adelante cualitativamente muy importante. Quienes piensan que “están en posesión de la verdad” y ante cualquier dificultad en la vida, identifican las causas de los desencuentros, en acciones u omisiones de los demás, no solo dificultan la resolución de los conflictos, sino que provocan el “enquistamiento” estéril de los mismos, con el resultado práctico de demorar, cuando no impedir, el mantenimiento nuevos contactos.

En muchas ocasiones somos de naturaleza pesimista - en los términos que plantea el Profesor Rojas Marcos -, y de este modo, lo pequeño, lo hacemos grande y lo grande enorme; sobre todo cuando el asunto acarrea connotaciones negativas y dificulta la relación asidua y cordial. Nuestra tendencia es proclive a ver “maldad” ajena y buena intención propia, como si en un desencuentro, solo una parte tuviera la responsabilidad.

Por eso plantearse si nuestra interpretación de los conflictos es pesimista u optimista, puede ser la llave para minimizarlos e incluso erradicarlos. El contraste de opiniones, es proclive a crear fricciones, sobre todo cuando los temas tratados son muy sensibles a interpretaciones contrapuestas, pero de ahí a evaluar que la discrepancia desde el respeto, es la antesala del distanciamiento o la reprobación, hay un trecho muy largo… que además no hay que recorrer nunca.

El análisis abierto de los errores, nos ayuda a ser flexibles. La flexibilidad requiere un ejercicio de planificación cotidiano. La planificación, es en muchas ocasiones, una autocrítica formal. La autocrítica es una plataforma excelente para comprender a los demás. Para comprender a los demás es indispensable, un análisis desapasionado de errores.

Como dice Rojas Marcos: “la mayoría de las personas más que esclavos dependientes del destino, son realmente sus forjadores”.

2 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Tener una visión de los errores optimista o pesimista va un poco unido al carácter de cada uno...Pero para mí, el paso importante es reconocer el error cometido, cosa que últimamente parece que nadie hace, como si fuera algo horrible e inconfesable...Y no se dan cuenta de que ese es el comienzo correcto.

Un saludo.

seriecito dijo...

Mercedes:

Gracias por tu comentario.
Efectivamente, para resolver, lo primero es reconocer el error, pero la sociedad actual, la escuela y la familia, nos enseña que el error es la soledad, el suspenso, el desamor... y eso no nos gusta.

Por eso los ocultamos y perdemos una oportunidad inmejorable de progresar.

Salu2:

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