lunes, 5 de marzo de 2012

Fanático



Dice Fernando Savater en su libro “El valor de elegir”: “Ser tolerante es convivir con lo que uno desaprueba… ¡y con los que desaprueban a uno!... Hay que educar para prevenir tanto el fanatismo como el relativismo (llamado a veces “multiculturalismo” por algunos posmoderno despistados). En lo tocante al fanatismo, digamos que en modo alguno se trata de una forma de firmeza en las convecciones sino más bien de todo lo contrario, de pánico ante el contagio posible de lo distinto. Fanático es quien no soporta vivir con los que piensan de modo distinto por miedo a descubrir que él tampoco está tan seguro como parece de lo que dice creer. Por eso Nietzsche, en uno de sus destellos de maestría psicológica, estableció que el fanatismo es la única fuerza de voluntad de los débiles”.

Tolerancia una palabra grandilocuente que cada vez se demanda mas, pero que no se esta dispuesto a conceder. Claro está, porque los que están equivocados en opinión y/o acción son los que nos rodean. Se han investido de una actitud arrogante y poco reflexiva y por tanto ellos mismos han superado los límites de nuestra tolerancia, nos han exasperado de un modo pertinaz.

Este suele ser el razonamiento resumido de los grupos sociales, sobre las actuaciones de los otros; con mucha mayor firmeza, si se sienten mayoritarios, amparados por cualquiera de los procedimientos, que nos da la democracia para dirimir quienes deben de ejercer el poder. Lo primero que interiorizan – más, cuanto más mayoritario – es a comportarse con arrogancia e intolerancia. Entrever que cualquier opinión discrepante es fruto de malvadas tentativas para emponzoñar las decisiones y tratar de socavar los cimientos de la estructura.

También es verdad, que en ocasiones quienes cuestionan la forma de hacer de las mayorías, pueden tener un elevado grado de intolerancia, motivada por la falta de éxito en sus planteamientos y el poco apoyo social acumulado. Como alternativa, intentan evidenciar errores con la intención de “desmitificar” a los mayoritarios.

Sea como fuere estas actitudes enfrentadas, exentas de razonamiento sereno, propiciadoras de palabras y argumentos descalificadotes, nos están montando el entramado de una “falla”, donde los observadores pasivos, solo ven acciones impropias de quienes de modo “fanático” consideran excelente sus acciones y absolutamente desacertadas las de sus oponentes y que además emplean argumentos de respuesta precedidos siempre por el “y tu más…”. Como si ello produjera algún alivio a los ciudadanos de a pie.

Savater lleva el debate a un punto no exento de interés, descubriéndonos que estas posiciones tan radicalmente enfrentadas, es decir, tan fanáticas, en realidad corresponden a personas cuya reacción la motiva la inseguridad en las creencias, que defiende con tanta firmeza. La fuerza de voluntad de los débiles (Nietzsche), sorprende en primera instancia, pero esta afirmación puede que no ande muy distante de la realidad cotidiana. De ahí las desaforadas respuestas, más buscando el aplauso interno del grupo por el ingenio en el debate descalificativo, que la consolidación de unas fundadas razones.

El fanático cuanto mas locuaz menos razonable; cuanto mas razonable es un argumento, más mensurada es su defensa; para defender algo con tino y con responsabilidad hace falta estar convencido; estar convencido casi exclusivamente porque es un argumento mayoritario, puede llevarnos a la trampa del fanatismo.

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