miércoles, 26 de noviembre de 2008

Intelectual





Dice Carlos Castilla del Pino en su libro "La alienación de la mujer": "Si no se dice la verdad, entonces el intelectual, cuya única tarea es decir la verdad, de palabra o por escrito, se torna de inmediato cómplice de los que mienten, demagogo y, por tanto, antiintelectual".


Decir la verdad en una comunidad, que vive alimentando mentiras o medias verdades, tiene el riesgo claro, de convertir a quien lo hace, en una persona poco sociable. La sociedad actual confunde - en ocasiones - la cortesía con la falta de sinceridad; cuando alguien nos interpela en conversación normal o en petición de consejo, somos muy proclives a "complacer", preferimos una opinión sesgada y "educada", a explicitar nuestra verdadera opción, sobre todo cuando intuimos que ésta puede ser incómoda.

Estamos cargados de autocensuras, provocadas mayoritariamente, por nuestra posición ambigua y llena de prejuicios. Expresarnos con espontaneidad y sencillez, en ningún caso debería ser motivo de molestia para nadie, quien no quiera oír nuestra opinión sincera, lo mejor que puede hacer es no demandárnosla. No debemos jugar permanentemente a limitarnos en el lenguaje y la expresión, para evitar enfados transitorios e incomprensibles de quienes nos escuchan.

Las expresiones motivadas por la buena voluntad, no deben buscar en ningún caso molestar, muy al contrario, han de procurar tratar de suturar heridas y evitar que se hagan crónicas. Hurtar a quienes nos rodean nuestras verdaderas opiniones, es cercenarles parte de nosotros mismos, es venderles una imagen no real y por tanto engañarlos. No podemos poner ninguna excusa, no hay nada que pueda avalar las frases sesgadas, incompletas, parciales y por tanto "vacías"; se puede guardar un respetuoso silencio, pero si se opta por la palabra o el escrito hay que decir la verdad, sin tono ofensivo, pero con firmeza y convicción.

La educación mal entendida, sobrepone las medias palabras en favor de la concordia, como si expresarse de modo incompleto o falso, pudiera asegurar relaciones duraderas y sólidas. Cuando no se evidencia nuestro pensamiento real, el efecto es doble, vendemos un personaje y confundimos al receptor - tanto con la palabra, como con la acción -, el resultado muy probable será provocar sorpresa primero e insatisfacción después.

Fingir no conduce a nada. Emitir mensajes segados por no "molestar", ser socialmente correcto con comportamiento "falso", sembrar incertidumbres y nimiedades, evitando esgrimir fundamentos sólidos; todo ello con la intención de agradar más, puede ser "reconfortante" a corto plazo, pero sin lugar a dudas, es sembrar para cosechar muy malos resultados en el futuro. Además de no conseguir nuestro objetivo, seremos apartados por ligeros y poco consecuentes.

Un antiintelectual es una persona difícil de soslayar, entre otras cosas, porque es muy complicado identificarlo. Hay que huir de él, si se puede; sacarlo de nuestras vidas con toda rapidez debe ser nuestro objetivo. Ignorar a este tipo de persona, solo nos reportará satisfacciones, caer en sus "redes" es un seguro de problemas en el futuro, no estamos con un amigo... estamos casi con un enemigo.



Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com

8 comentarios:

Nuria dijo...

¿Pero no es cierto que a veces les va mejor socialmente a los hipócritas, a los que fingen para no incomodar a los que buscan adulación, a los que no se mojan, a los que siempre se quedan en medias tintas a la espera del lado que más les convenga?

...y un largo etc....

Indudablemente en las relaciones próximas, personales e íntimas, mejor la verdad, pero en la selva de la vida diaria (y sobre todo laboral, comercial, etc), eso nnos crea muchos inconvenientes.

Luis, me alegro de que haya vuelto a encontrarte la inspiración con las manos en el teclado.

Un abrazo

seriecito dijo...

Nuria:
Tienes toda la razón, sobre todo en al parte laboral y comercial. En realidad, ahí tendría que decir, haz lo que digo y no lo que hago, porque gente que como te descuides, te aplica una pajita en la yugular y te chupa toda la sangres que puede... los hay, los hay y mas de los que parece.

Pero claro, eso son relaciones obligadas y no buscadas.

En la selva, la ley de la selva, no la podremos cambiar, aunque pongamos el mayor de los empeños. Y no debemos dejar que nos arrastre, hay que jugar con sus normas

Pero fuera de la selva...

Nuria: creo que ganar a cualquier coste es perder...

Salu2:
Luis

Nuria dijo...

Muy buena la metáfora de la pajita en el cuello, jejeje.

Estoy de acuerdo contigo, totalmente, ganar a cualquier precio, es perder.

Conocía a una persona a la que todo el mundo tenía (y tiene) por muy buena, jamás criticaba, jamás decía algo malo de nadie, jamás se mojaba, jamás te decía las cosas sin dar rodeos o con palabras tibias...

Llegó un momento en que yo me cuestioné si cuando a mi me decía algo bueno, era mentira, que simplemente aplicaba el mismo rasero que para los demás, es decir, todo el mundo es bueno, y mientras no me moje todo me irá bien...

Pero a mi esas personas tibias no me gustan. Incluso me incomodan e inconscientemente las ignoro.

Un abrazo

Nuria dijo...

Por tanto esa actitud mía (ignorarlas) es habitualmente confundida con agresividad, ser borde u hosca...

seriecito dijo...

Nuria:
Prefiero que me confundan, a confundirme a mí mismo.

Lo primero es subsanable y además, quienes están cerca de nosotros saben como somos vedaderamente y si no lo saben, no son tan cercanos...

Pero si uno se cunfunde a si mismo al final lo paga caro... muy caro.

Asi que no te moleste que te confundan. Compensa con la satisfacción que sentirás, supongo, al ser consecuente contigo misma.

Salu2:

Luis

Nuria dijo...

Sí, por supuesto, me siento mejor conmigo misma siendo así, pero no dejo de constatar que mi actitud no es nada "popular"...sobre todo en un mundo en el que ser así "no vende".

No lo digo en el sentido de que me arrepienta ni mucho menos, pero a veces, si somos honestos, eso nos cierra determinadas puertas.

Quienes me conocen y me quieren saben que soy así, para bien o para mal, no hay trampa ni cartón, y yo veo eso como algo positivo, porque saben que conscientemente no les engañaré.

Un abrazo

seriecito dijo...

Nuria:
Has pensado si ¿valen la pena las puertas que se cierran, a largo plazo?.

Sobre todo si para ello hay que perder la espontaneidad.

Salu2.
Luis

Nuria dijo...

Desde el punto de vista personal no, claro.
Pero desde el punto de vista social, laboral, comercial, etc...es otro cantar.

Siempre el dilema, la dualidad, la vida privada y la vida pública.

Un abrazo

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