Dice Carl G. Joung en su libro "Los complejos y el inconsciente". "Cuando el pensamiento huye de nosotros y lo buscamos en vano, es cuando apreciamos hasta que punto dependemos de nuestras inspiraciones".
Pensar, no es un ejercicio sencillo, dejarnos fluir en busca de reflexión o análisis de cualquier asunto, se torna muy complicado, cuando por falta de concentración o acúmulo de estrés, nos abandona la inspiración; esta situación nos convierte casi en menores de edad, con necesidad de tutelaje. Recuperar nuestro estado normal, es cuestión de tiempo, paciencia y constancia.
No poder pensar con serenidad y sosiego, es una de las experiencias mas alienantes que existen, cuando por mucho que nos empeñemos, nuestra mente nos juega malas pasadas y nos abandona en el vacío, el vértigo que nos invade es sobrecogedor. Como además son procesos, que se producen internamente, ni siquiera son percibidos por quienes podrían ayudarnos y éstos sólo lo podrán hacer si les damos "entrada".
Difícil situación. Vivimos en compañía pero somos muy reticentes a poner de manifiesto nuestras verdaderas tribulaciones, lo haremos tarde, por etapas y mal; es decir, retrasaremos innecesariamente la vuelta al flujo positivo. Puede incluso, que nos invada poco a poco la soledad y entonces, lentamente, tomaremos consciencia de que nos hace falta ayuda externa.
La falta de inspiración, no sólo es un estado, es mucho más, es la constatación de que algo se ha quebrado, es la señal que algo no funciona adecuadamente en nuestro organismo. Saber percibir los mensajes subliminales de nuestra mente, es ganarle tiempo al tiempo, es como tener el "analgésico" adecuado en un fuerte dolor de cabeza. Porque los dolores del alma, no se curan con pastillas, las árnicas eficientes son otras y no se encuentran - habitualmente - en solitario. La soledad es muy buena para reencontrarse, pero cuando se han sobrepasado ciertos límites y ésta no resulta placentera, sino agobiante, hay que evitarla, socializando con los demás.
La continua carencia de inspiración, lleva al ostracismo, antesala de la frustración y la melancolía. ¿A que tensiones somos capaces de someter a nuestro cerebro, para que intente desconectarse, para que se vuelva "pasota"?. No seamos remisos en buscar los caminos adecuados, para recuperar el equilibrio perdido, con ayuda si es necesario, porque vueltas las aguas a su cauce, seguro que nuestra imaginación toma de nuevo el "mando" perdido y nos reconduce con rapidez a nuestro estado natural, el de siempre; el sencillo, el que dominamos...
Olvidemos las utopías y los grandes logros y volvamos al día a día y las cosas cotidianas y entrañables, que ahí es donde está la vida; si nos cuesta, no desfallezcamos, tarde o temprano lo conseguiremos y miraremos hacia atrás desde la distancia en el tiempo, pensando incluso, que no hemos pasado por ese trance negativo...
Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com
4 comentarios:
Hay personas que encuentran la "salida" a sus vidas en el "no pensar".
En cuanto a la falta de inspriración me gusta esta frase que recuerdo a veces cuando no encuentro qué fotografiar: "Si la inspiración no viene a mí salgo a su encuentro, a la mitad del camino" S. Freud
No pensar es no afrontar, bajo mi punto de vista.
Un abrazo
No pensar es siempre aceptar una derrota. No pensar es huir. No pensar es hacer un mal platemiento de nuestros problemas y con un mal planteamiento, muy difícil resolver.
Suscribo lo que dices en tu segundo comentario.
Salu2
Luis
El problema aparece cuando esa actitud arrastra a otras personas, no sólo a las personas que adoptan esa "huida".
Cuando uno es así, lo asume, y decide continuar ese camino, a solas, estupendo, pero lo malo es que esas personas no piensan nunca en su entorno, en las personas que les rodean... hasta que las cosas les van mal, y vuelven, a quejarse, a hacerse las víctimas "mira qué mala suerte tengo"...
Como tu dices Luis, así, los problemas nunca se resuelven.
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