La vida, no es ni mas ni menos, que un cúmulo de preguntas. Nuestra experiencia es la adición de las respuestas. Nuestra inquietud, es el conjunto, de las que aún no hemos contestado. Pero lo relevante, no es la solución, lo verdaderamente importante es la acción de cuestionarse asuntos. Dar un paso adelante, es formularse interrogantes, aunque no los resolvamos todos. Dejarse llevar por la vorágine, que representan las innumerables respuestas ajenas, es adormilarse pensando que siempre estaremos en el remanso del río en el valle.
No hay avance sin duda, no hay duda que no lleve a una encrucijada y para resolver necesitamos pensar, con libertad, paciencia y serenidad de ánimo. No decidir, por temor a no acertar, es la peor posición; ocultarnos por miedo o indecisión es dejar fuera de nuestro control las claves de nuestra felicidad. Quien no decide, no se equivoca nunca; pero no adquiere experiencia, se torna temeroso, dubitativo y falto de coraje. Con el tiempo se sumirá en el conformismo.
La sociedad actual, no quiere preguntas respondidas por uno mismo, no le gusta esa libertad. Prefiere ciudadanos "uniformados", con soluciones de recetario, basado en los usos normales y admitidos. No le va bien la imaginación, porque es difícil de domesticar, es complicada de manejar. No le gustan los "outliers", porque están fuera de la muestra y eso es un reto para el orden estipulado y asumido. Prefiere, con toda seguridad, la uniformidad machacona y mendaz, a la potencial acción de una imaginación creadora y revitalizante.
Por eso conviene ser fuerte, interesa no olvidar que nuestro raciocinio es tan válido como el de los demás y en ocasiones mejor. Que la mayoría, por muy numerosa que sea, no siempre está en posesión de la verdad y no puede imponer sus respuestas indiscriminadamente a todos. Debemos ejercitar nuestro pensamiento y capacidad de razonar... aunque solo sea por higiene y para no perder el saludable hábito.
Recordemos que sin preguntas y/o respuestas no "normalizadas", el mundo no habría progresado, aunque los que se las formulasen en su época fueran desdeñados. No cambiemos nuestro "yo", porque seguro que es mas consecuente y acertado con nosotros mismos, que el de los demás.
4 comentarios:
A veces, ¿no te invade la sensación de que defendías con más fuerza tu forma de ser y pensar cuando eras más pequeño (y por tanto con menos experiencia) que cuando eres más maduro? ¿Por qué con el paso del tiempo tendemos a relativizar, no solo todo lo que nos rodea, sino también nuestros propios pensamientos, nuestra propia forma de ser?
¿Es conformismo? ¿Quizás decepción por descubrir que con la edad no alcanzamos ese aura de conocimiento prometido?
Fernando:
Tienes razón, creo que lo describes muy bien, pero hace ya algún tiempo leí que: "Una vida grande es un pensamiento de juventud realizado en edad madura".
Lo importante es no olvidarse de nuestros pensamientos, hay que seguir insistiendo...
Gracias por tu comentario.
Luis
Quizás los golpes que te va dando la vida tengan parte de culpa, las experiencias, las batallas perdidas... no sé.
Pero sí es cierto que cuando somos más jóvenes la firmeza y el convencimiento en uno mismo brotan con más fuerza, una fuerza más "en bruto" por así decirlo.
Yo a veces lo echo de menos, bueno, muchas veces...
Un saludo a ambos
Puede que sea así, pero no debemos de olvidar, que vivir es aprender del pasado y adquirir experiencia, para aplicarla.
Con los años se pierde fuerza, pero se gana constancia y determinación.
Lo importante es no abdicar a nuestros proyectos, aunque no los hayamos logrado, aún...
Publicar un comentario