jueves, 11 de octubre de 2007

Saberes





Dice Fernando Savater en su libro Las preguntas de la vida: "Una cosa es saber después de haber pensado y discutido, otra muy distinta es adoptar los saberes que nadie discute para no tener que pensar. Antes de llegar a saber; filosofar es defenderse de quienes creen saber y no hacen sino repetir errores ajenos".

Vaya introducción. Con la de "mesías", que han florecido, con la de "sabios", que tenemos en este país. Antes de que se produzca un suceso, ya lo pregonan y cuando no llega a ocurrir o acontece lo contrario, caramba, también lo sabían. Saben tanto que no tienen tiempo para detenerse a pensar y comprobar que sus saberes, fuera del ámbito de los corifeos que siempre les acompañan, son escasos o nulos.

Los ciudadanos de "a pie", a fuerza de vivir aturdidos por nuestras dilatadas obligaciones, hemos consentido, esta proliferación tan perniciosa. No tener tiempo para ocuparse de otras cosas en la vida cotidiana, hace que se apoltronen "cuatro oportunistas" a contarnos, lo bueno y lo malo, con un desparpajo inaudito. Para que contrastar lo que dicen, si ellos saben, que quienes leen u oyen "no tiene tiempo" para hacerlo; mientras las cosas sean así, nunca quedaran en mal lugar, nunca serán cuestionados.

Basta tener una tribuna disponible, para que de forma inmediata, se convierta en la plataforma para emitir profecías. Lo malo de esto es, que incluso eclipsan a los buenos profesionales, aquellos, cuya prudencia les lleva en demasiadas ocasiones a callar y no destapar. Esperan que seamos nosotros quienes los apeemos de su estatus. Principalmente, ignorándolos.

No me refiero exclusivamente a los profesionales de la información, incluyo también a los políticos y a directivos de empresas o de la alta administración del Estado, capaces de propiciar opiniones y con audiencia voluntaria u obligada.

Pero, claro está, este comportamiento no es baladí. Está principalmente motivado, porque cada uno de estos grupos, tienen sus "totems" y se ciñen a ellos como tabla salvadora en mitad del océano. Los profesionales de la información, con el baremo de audiencia o lectura, la premisa es siempre: "hagámoslo, aunque tengamos dudas, si vamos a subir algún punto". Los políticos, el señor D. voto y su emisor, aquí si que hay meollo, "aún sabiendo que no es cierto digámoslo para ver si le arrebatamos algún que otro voto a nuestro oponente", no importa que la acción no esté presidida por el juego limpio. Los directivos de empresa o alta administración del estado, por la necesidad de acumular mas poder o escalafón, ya lo decía mi abuelo "si quieres saber quien Miguelico, dale un carguico".

En fin, puestas así las cosas, solo cabe esperar, que las nuevas generaciones, sepan entender que esto no es saludable para nadie y de modo paulatino, vayan arrinconando en el fondo del armario, prácticas tan poco democráticas. Rompan, ordenadamente con el pasado y manejen como primera premisa de trabajo "la verdad", evitando cualquier tentación por el "ruido" en detrimento de la misma. Destierren en cuanto puedan el mesianismo y eviten así errores ajenos.

Tener criterios diferentes para enjuiciar acontecimientos, no significa estar en posesión de la certeza o sumidos en profundos errores, siempre se está, en las posiciones intermedias. No opinar igual, no significa tampoco, que se abre la "veda", para cualquier argumento con la aviesa intención de minimizar, a quien no esta alineado con nosotros. La diversidad es una riqueza para todos, potenciémosla y no nos empobrezcamos todavía mas... al menos en saberes.

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