Dice Anthony Robbins en su libro, Poder sin límites: "Para mí el poder definitivo consiste en ser capaz de crear los resultados que uno más desea, generando al mismo tiempo valores que interesen a otros. Es la capacidad de cambiar la propia vida, dar forma a las propias percepciones y conseguir que las cosas funcionen a favor no en contra de uno mismo. El poder verdadero se comparte, no se impone".
Caramba, caramba... a lo largo de mi vida profesional, he tenido distintos jefes; que pocos de ellos puedo recordar, que su estilo de dirección, estuviera presidido por el verbo compartir. Salvo para las "broncas", eso si que era compartido, tu las soportabas y ellos te las "largaban".
Pero claro la proposición no deja dudas, ejercer el poder de modo omnímodo, sin preocuparse para nada de las opiniones de los subordinados, ni del efecto real de las decisiones, parece que no lleva a buen puerto. Es decir, que la preocupación mayor, en cuanto ocupa alguien un cargo de relevancia, que es, ni mas ni menos, hacer notar su autoridad, ejerciendo el mando de forma unipersonal, es un camino equivocado.
Cuando se ocupan ciertas posiciones, se piensa de modo inmediato, que compartir puede ser interpretado como un signo de debilidad, cuando no de inseguridad. Por esa vertiente, fácilmente se llega a la imperiosa necesidad, de ejercitar las prerrogativas concedidas por el cargo con prontitud. Como consecuencia de ello, se inician acciones, sin estar bien "enterado" o "informado" de los asuntos sobre los que se decide. Con posterioridad, si se constata el error en la decisión tomada de modo tan prematuro, no se reconoce éste como una orden desacertada, mas bien, se inclinará la balanza hacía la consideración, de una inadecuada interpretación de las instrucciones emitidas.
Saber mandar, ejerciendo el poder recibido, no es inherente al nombramiento, requiere un aprendizaje, como cualquier otro oficio. Cuanto mas se apoye uno en los que le rodean, mas rápido y efectivo será, sin que por ello pierda un átomo de su autoridad y sin embargo si gane, de modo mas efectivo, el estímulo colaborador de todos. En una empresa los efectos de las primeras decisiones de un nuevo jefe, se expanden como las ondas, que produce una piedra, al caer en un estanque con el agua en reposo. Tanto para bien como para mal.
Deberíamos recordar con insistencia, que una de las fuentes mas importantes para consolidar el ejercicio del poder, es la comunicación, sin practicarla adecuadamente, fundamentándolo casi exclusivamente en la autoridad, éste se torna muy quebradizo... lo cual no interesa a nadie.
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