lunes, 22 de octubre de 2007

¿Cooperar o Competir?




Dice Eduardo Punset en su libro "El viaje a la felicidad": "El modelo educativo imperante consiste en encerrar en un espacio reducido a un grupo de niños de la misma edad... Este modo cerrado crea, irremediablemente, condiciones competitivas extremas. Los niños se comparan constantemente unos con otros. No aprenden a apoyarse, a colaborar ni a dividirse las tareas. Todos sirven para lo mismo, llevan a cabo tareas idénticas; no aportan nada específico al grupo, ni desarrollan sus cualidades personales, ni valoran las diferencias, ni se responsabilizan de su entorno, sus compañeros o su propio aprendizaje, y compiten por la atención del mismo profesor. Si se pretende formar adultos que sepan colaborar, éste es el peor sistema".

Vaya propuesta, cooperar o competir. Pero si estamos en el mundo de "yo mas y mejor", si solo buscamos como sobresalir, si solo tenemos ansias de ser mas importantes, sin meditar serénamente a costa de qué... El significado de la palabra cooperar, pronto será un "incunable". Desgraciadamente para todos, lo principal, lo primordial y lo cotidiano es competir, ¿para qué?, eso ya es otra cuestión, se soslaya y en paz.

Levantarse cada mañana con la necesidad de alcanzar una nueva meta, en la carrera desenfrenada de vida, que nos hemos dado como buena, es una absurda forma de no vivir. Tener el convencimiento de que hay que ir mas allá, solos, es cuanto menos una inconsciencia claramente peligrosa. No pensar en trabajar - mucho y mas si se quiere -, pero coordinadamente con los que nos rodean, compartiendo esfuerzos y méritos, sin que pase nada; es como intentar beber y mantener el agua en el vaso, simultáneamente.

Pero no debemos culparnos de como actuamos en este sentido, lamentablemente nos han educado así, nos han programado para esto, día a día con machaconería e insistencia y durante muchos años. Lo malo es que el modelo sigue y por tanto es de esperar, que las próximas generaciones repitan lo mismo.

Tener deseos de prosperar, alcanzar y superar metas, es en el fondo un planteamiento noble, hace que la persona esté "viva", actualizada e ilusionada. La cuestión se envilece, cuando se transforma en el objetivo principal, cuando pasa a ser el pensamiento obsesionante mas frecuente y cuando además, para conseguirlo, todos los métodos son buenos, sin importar grandemente, a cuantos dejamos en la cuneta, por cumplir nuestras aspiraciones íntimas de progreso; considerando este efecto como "daños colaterales", cuanto menos para tranquilizar nuestra propia conciencia.

La competencia con los que nos rodean, convierte a la sociedad en la que vivimos, en un inhóspito y egoísta lugar, donde el cumplimiento de nuestros intereses individuales, están por encima de todo y justifican per se cualquier tipo de acción. Es un camino sin fin, porque siempre hay un "mejor", en ocasiones innecesario, pero que agranda nuestras expectativas y azuza de nuevo nuestra innata competitividad.

El modelo educativo debe resolver esta incongruencia, formando desde la infancia, personas capaces de compartir y de intercambiar, implantando modelos de evaluación, donde el fondo sea la colaboración de cada uno, con aportaciones propias según sus aptitudes y no mediante pruebas excesivamente regladas, donde no cabe un átomo de imaginación y singularidad. Primando siempre, para evaluar, la respuesta correcta. Aunque en el fondo, quien la pronuncia no la entienda adecuadamente, por haberla memorizado para la ocasión. Lo de asimilar y entender ya vendrá... pero cuando.

Seamos, por tanto coherentes, ó nos sentimos satisfechos como somos, fruto de la educación recibida, ó presionamos, para que esa educación lleve, a los que nos siguen, a poder ser como nos gustaría. En definitiva, hagamos una "enmienda" a la totalidad y postulemos una educación desde la infancia, basada en el desarrollo personal no competitivo, donde sean reconocidas y potenciadas las cualidades personales intrínsecas de cada uno, en donde el objetivo principal sea el aprendizaje en la tolerancia como patrón de comportamiento y no principalmente dirigida a la acumulación memorística de conceptos, sin "calar" en profundidad en su comprensión y utilidad.

Los niños, cuando se les coarta su imaginación, se adocenan y acaban siendo intolerantes y egoístas y eso creo que no es lo que queremos... Dejemos volar su imaginación, aunque solo sea, para que sean mas felices.




.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...