Regalar algo, siempre es un proceso cargado de buena voluntad y concordia. Para quien lo entrega, porque ha pasado un tiempo pensando en la persona al que va dirigido, para acertar y/o sorprender sus gustos. Y para quien recibe, porque nada produce tanta satisfacción como constatar, que alguien se ha acordado de nosotros.
Pero como en todos los procesos, cuando la espontaneidad, se torna en obligación, las cosas cambian. Hacer un regalo, en cumplimiento de una costumbre establecida, lo trastoca todo; tener que comprar objetos, porque socialmente se ha abierto la "veda de regalar", supone en ocasiones, más que una satisfacción, una molestia. Ir de tiendas para dar cumplimiento a la norma no escrita, buscando algo, sin tener clara idea de como y donde encontrarlo, convierte la acción en un "hacer", poco relacionado con lo descrito anteriormente; lo que era un placer, puede acabar siendo un trabajo tedioso y cargado de absurdos.
La cumplimentación de esta práctica tan indeterminada y llena de alternativas dispares, despierta una nueva inquietud para el comprador, esperando espectante hasta identificar con la entrega, si se ha tenido éxito. Cuando dejamos a un lado nuestra intuición y damos entrada a los consejos publicitarios para agasajar a alguien, embargamos con esa acción, parte de nuestros sentimientos y nos dejamos sustituir de una forma muy estéril. Cambiamos efectividad por sinceridad, en definitiva somos menos naturales.
Un acto voluntario siempre resulta gratificante, pero cualquier acción incitada por las imposiciones sociales, tal como si fuera un ritual, produce aburrimiento y no ayuda a estrechar las relaciones con los demás.
La distinción de la marca o el coste, tampoco son suficiente aval; porque lo importante no es el precio sino el valor y este último contiene mas atributos que el dinero. La distinción que otorgan los objetos, es efímera y como tal tienen muy poco valor. A fuerza de regalarnos cosas, pensamos que nos conoceremos mejor y viviremos mas cerca los unos de los otros, sin percatarnos, que es precisamente esta sociedad basada en el consumo desproporcionado, la que nos está colocando en una situación casi de incomunicación.
Los objetos comprados con esa falta de interés real, acaban siendo abandonados y fuera de uso, porque nacieron de forma anómala y no despiertan sentimiento alguno.
7 comentarios:
Muchos regalos son importantes no po lo que son, sino por lo que los rodea, por lo que significan, o por el momento en que se hacen.
Esos son los inolvidables. Tanto los entregados como los recibidos
A mi, personalmente me gusta mucho regalar, casi más que me regalen.
Procuro acordarme de las aficiones o preferencias de las personas a las que tengo que obsequiar.
La música que le gusta, la lectura, el deporte, el perfume, los hobies...
En fechas preestablecidas como éstas, no tenemos más remedio que hacerlo, ya que parecería una descortesía recibir y no corresponder. A no ser que se llegue a un acuerdo.
Una buena cosa es el amigo invisible.... cuando el regalo es de un grupo grande.
Lo que tenemos es que hacerlo con tiempo. No ir el último dia, con tropecientas personas abalanzadas sobre todo.
Ir haciendo una lista. Pensar en la cara que vá a poner el que lo reciba...
Bien programado, puede ser muy ilusionante...Todo es darle el matiz....
Un beso
Hola Seriecito, espero que las fiestas hayan sido placenteras.
Veo que has escrito mucho en estos días y todo muy interesante, poco a poco lo leeré todo, te lo prometo.
No pensé estar ausente tanto tiempo pero se me fue de las manos y sí que me acordé mucho de ti y demás compañeros pero mi vida es así y tengo que aceptarla y pedir que me acepten con mis desapariciones repentinas.
Siempre que compro un regalo pongo en ello el mayor de los empeños y es que en el regalo elegido se ve el carácter, el interés, la generosidad del que regala. Me esfuerzo en encontrar el mejor regalo que puedo hacer con el presupuesto que tengo y a conseguirlo hay que dedicarle tiempo y cariño.
Lo hago siempre aunque a veces son regalos de compromiso, pero aún así hago todo lo posible por quedar bien. Seguro que tiene una explicación psicológica, no sé si es bueno o malo este interés en agradar, y en buscar lo mejor para la persona que lo recibirá.
Saludos afectuosos.
Nuria:
el tipo de motivos que tu señalas, lo suscribo, estoy pro esa posición y en ese caso, lo que menos importa es el precio y/o la marca.
Y viveversa cuando eres tú quien compra.
Salu2:
Luis
Luna:
También me pasa como a tí, disfruto mas buscando regalos, que recibiendo.
El amigo invisible no me satisface mucho. Pero no dejo de reconocer que es francamente divertido.
Salu2:
Carol:
Te echaba en falta, me alegro de tu regreso al mundo del Blog, ya he visto tu nuevo post.
El interés por agradar es propio de personas con un alto grado de sensibilidad, que unen a su vez, una vulnerabilidad elevada a los actos "poco considerados" de los demás. Es el "peaje" que hay que pagar por esa posición ante la vida.
Deseo lo mejor para tí en 2009, gracias por tu retorno.
Salu2:
Gracias a tí Seriecito, poder comunicar con una persona como tú es uno de los mejores regalos que me dejó 2008.
Te agradezco que me echaras en falta y la explicación que me das, estoy de acuerdo contigo, sí, creo que es así.
Saludos afectuosos.
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