Siguiendo de nuevo el libro de Sam Deep y Lyle Sussman, "Motivar y convencer en los negocios", describen también los tipos de colaboradores o compañeros en el trabajo. Siguiendo la sugerencia de un comentario anterior, los resumo para vosotros, a saber:
El peso muerto.
Se siente especialmente preocupado por su propia carrera.
No soporta una parte justa de la carga de trabajo, sale del paso haciendo lo menos posible, y transfiere responsabilidades a usted y a otros compañeros.
Es poco fiable; casi nunca cumple las promesas de ayudarle o cooperar con usted.
No se puede confiar en que cubra el hueco cuando no está usted, o que le apoye cuando se encuentra usted bajo presión.
No es jugador de equipo. Cuando termina con su trabajo, no mira a su alrededor para ver quien necesita ayuda.
Crea un grave problema de moral entre los que trabajan duro.
Se queja a menudo de tener demasiado que hacer, lo que suele ser verdad, porque el peso muerto no se ha mostrado a la altura de las responsabilidades.
Acumula retraso en el trabajo y luego puede pedirle ayuda “por el bien de la oficina”.
Aprovecha todos los días de enfermedad, sobre todo los lunes y los viernes.
Convierte la hora de comida en 65 minutos, no lo suficiente para despertar las iras del jefe.
Aprovecha las oportunidades de “asuntos oficiales” fuera de la oficina para atender asuntos personales y para escapar de otro modo del trabajo.
Su frase favorita: “¿puedes volver a echarme una mano esta tarde?”.
El difusor de chismes.
Difunde chismes relativos a otras personas en la oficina.
Es mucho más probable que transmita información capaz de hacer daño, antes que positiva.
Le encanta traer malas noticias, sobre todo acerca de las opiniones negativas que otros pueden tener de usted. Lo hace disfrazándolo de un intento por ayudarle.
Le encanta conseguir información privada sobre otras personas. Utiliza esta información para ponerlas en evidencia.
Es el radio macuto de la oficina, el primero en conocer y transmitir cualquier clase de información, una buena parte de la cual se encarga de distorsionar.
Le jura que guardara el secreto…, y hace lo mismo con otras veinte personas.
Su frase favorita es: “Espera a escuchar esto…”
El sanguijuela.
Ocupa una parte del tiempo del que usted dispone hablándole por teléfono, en su despacho o de cualquier otra forma.
Puede hacerle pasar una hora del día hablándole de problemas personales, del jefe, de los deportes, ropas o cualquier otro tema tópico no relacionado con las prioridades actuales que usted tiene planteadas.
A menudo acude a verlo con excusas falsas (sus prioridades) y acaba por ponerse a hablar de cosas intrascendentes durante los últimos años.
Puede ser el típico buscador de consejos que raras veces escucha sus sugerencias, o cuya necesidad de consejo supera con creces sus disponibilidades de tiempo o su capacidad.
Disminuye la eficacia del trabajo que usted desarrolla al despilfarrar su tiempo y energía.
El sanguijuela priva a la organización de un recurso muy valioso: usted.
Suele ignorar las señales que usted le dirige para que abandone su despacho.
Su frase favorita: “No está usted ocupado, ¿verdad?”.
El traicionero.
Se apropia de méritos que le corresponden a usted.
Susurra tonterías maliciosas sobre usted a oídos de su jefe.
Le dice una cosa a la cara y hace a opuesta a sus espaldas.
Busca formas de socavar su influencia y credibilidad con los empleados y clientes.
Promueve su propia carrera a expensas de usted.
Puede sabotear su trabajo.
Puede difundir feos rumores sobre usted.
Su frase favorita: “Le haré al jefe un buen comentario sobre usted”.
El amigo preocupado.
Muestra una disminución del rendimiento debida a problemas en cualquiera o todos los ámbitos siguientes: matrimonio, hijos, salud, etc.
No admite que el problema personal le está afectando a su trabajo. Cree que el asunto no le incumbe a nadie, y no reconoce que la disminución de la productividad es preocupación de todos.
No se da cuenta del gran efecto que está teniendo sobre los demás, especialmente sobre los amigos que se preocupan.
Su frase favorita: “Mi vida personal no es asunto de esta empresa”.
Se siente especialmente preocupado por su propia carrera.
No soporta una parte justa de la carga de trabajo, sale del paso haciendo lo menos posible, y transfiere responsabilidades a usted y a otros compañeros.
Es poco fiable; casi nunca cumple las promesas de ayudarle o cooperar con usted.
No se puede confiar en que cubra el hueco cuando no está usted, o que le apoye cuando se encuentra usted bajo presión.
No es jugador de equipo. Cuando termina con su trabajo, no mira a su alrededor para ver quien necesita ayuda.
Crea un grave problema de moral entre los que trabajan duro.
Se queja a menudo de tener demasiado que hacer, lo que suele ser verdad, porque el peso muerto no se ha mostrado a la altura de las responsabilidades.
Acumula retraso en el trabajo y luego puede pedirle ayuda “por el bien de la oficina”.
Aprovecha todos los días de enfermedad, sobre todo los lunes y los viernes.
Convierte la hora de comida en 65 minutos, no lo suficiente para despertar las iras del jefe.
Aprovecha las oportunidades de “asuntos oficiales” fuera de la oficina para atender asuntos personales y para escapar de otro modo del trabajo.
Su frase favorita: “¿puedes volver a echarme una mano esta tarde?”.
El difusor de chismes.
Difunde chismes relativos a otras personas en la oficina.
Es mucho más probable que transmita información capaz de hacer daño, antes que positiva.
Le encanta traer malas noticias, sobre todo acerca de las opiniones negativas que otros pueden tener de usted. Lo hace disfrazándolo de un intento por ayudarle.
Le encanta conseguir información privada sobre otras personas. Utiliza esta información para ponerlas en evidencia.
Es el radio macuto de la oficina, el primero en conocer y transmitir cualquier clase de información, una buena parte de la cual se encarga de distorsionar.
Le jura que guardara el secreto…, y hace lo mismo con otras veinte personas.
Su frase favorita es: “Espera a escuchar esto…”
El sanguijuela.
Ocupa una parte del tiempo del que usted dispone hablándole por teléfono, en su despacho o de cualquier otra forma.
Puede hacerle pasar una hora del día hablándole de problemas personales, del jefe, de los deportes, ropas o cualquier otro tema tópico no relacionado con las prioridades actuales que usted tiene planteadas.
A menudo acude a verlo con excusas falsas (sus prioridades) y acaba por ponerse a hablar de cosas intrascendentes durante los últimos años.
Puede ser el típico buscador de consejos que raras veces escucha sus sugerencias, o cuya necesidad de consejo supera con creces sus disponibilidades de tiempo o su capacidad.
Disminuye la eficacia del trabajo que usted desarrolla al despilfarrar su tiempo y energía.
El sanguijuela priva a la organización de un recurso muy valioso: usted.
Suele ignorar las señales que usted le dirige para que abandone su despacho.
Su frase favorita: “No está usted ocupado, ¿verdad?”.
El traicionero.
Se apropia de méritos que le corresponden a usted.
Susurra tonterías maliciosas sobre usted a oídos de su jefe.
Le dice una cosa a la cara y hace a opuesta a sus espaldas.
Busca formas de socavar su influencia y credibilidad con los empleados y clientes.
Promueve su propia carrera a expensas de usted.
Puede sabotear su trabajo.
Puede difundir feos rumores sobre usted.
Su frase favorita: “Le haré al jefe un buen comentario sobre usted”.
El amigo preocupado.
Muestra una disminución del rendimiento debida a problemas en cualquiera o todos los ámbitos siguientes: matrimonio, hijos, salud, etc.
No admite que el problema personal le está afectando a su trabajo. Cree que el asunto no le incumbe a nadie, y no reconoce que la disminución de la productividad es preocupación de todos.
No se da cuenta del gran efecto que está teniendo sobre los demás, especialmente sobre los amigos que se preocupan.
Su frase favorita: “Mi vida personal no es asunto de esta empresa”.
2 comentarios:
Es curioso pero a todos estos personajes que pueden aparecer en la oficina, los conozco yo en la vida real: están por todas partes. La diferencia es que se tarda algo más de tiempo en tener la evidencia pero, fatalmente, llega.
Con tener a una sola persona de esa tipología, ya debe ser suficiente. Ahora digo yo. Ya tenemos el problema ¿cuál es la solución? Espero tu respuesta con interés. Puedes creerme, yo he conocido a un individuo que reunía todas esas divinas cualidades humanas para él solo: una auténtica delicia de persona.
Ha sido muy grato recibir tu visita en mi blog. Confío en que podamos entablar unas cordiales relaciones. De mi puedes esperar que cometa errores pero siempre hallarás tras mis palabras a una persona que quiere expresarse con sinceridad y libertad. Es así como funciono. No trato de imponer mis opiniones pero tampoco me gusta callarme cuando considero que debo hablar.
Franziska:
Muchas gracias por tu visita.
Cambiar los comportamientos de las personas, es una tarea ardua.
Creo que no hay recetas para resolver los problemas que causan estos personajes. Pero creo también, que conocer y tener presente sus características, puede ayudarnos a no caer en sus redes.
El mundo de la empresa, como la vida real, conlleva la necesidad de relacionarse y esa acción tiene el riesgo de exponerse a estos "especímenes".
No tengo solución para el problema, creo que hay que vivir con él, pero alerta.
Salu2:
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