Dicen Sam Deep y Lyle Sussman en su libro "Motivar y convencer en los negocios": "Cuando no se controlan las emociones, se deja de pensar con la cabeza y se empieza a pensar con la lengua o con los puños. Se hacen y se dicen cosas que luego se lamentan. Y la ironía mas trágica de todo es que, en su intento por convencer al otro, se crea precisamente el efecto contrario... Tiene usted derecho a sentirse enfadado, frustado o a tener cualquier otra emoción... No obstante, ni usted ni nadie debería permitir que ese derecho se transformara en un mandato para actuar sin pensar".
Tengo un buen amigo, que dice: la naturaleza nos ha dado dos oídos y una boca, para que escuchemos el doble de lo que hablamos. Justo al revés de lo que hacemos. Somos "forofos" de la palabra y remisos a los silencios expectantes. No podemos dejar de exponer nuestros argumentos y razonamos con una imparable espiral, tanto mas vehemente como sea la oposición, que intuimos. Para que escuchar, si nosotros ya estamos poseídos por la verdad en su estado puro.
Preconizamos el diálogo, pero en realidad, lo que queremos es que dialoguen los demás, porque nosotros ya tenemos postura y acción adecuada. La soberbia nos pierde, nos parece que asumir empáticamente los argumentos de los que nos rodean, es mostrar nuestra debilidad y por qué no, también ignorancia. Nada mas lejos de la realidad. Cuanto mas humildemente nos comportamos, mas peso tiene nuestra posición, mas receptivos nos hacemos y por tanto, menos "tiranteces" propiciamos.
Pero ni sabemos ni queremos, estamos muy predispuestos, en la sociedad en la que vivimos, a "cultivar" la intransigencia, como motor de nuestra relación. Como si con ello consolidásemos una posición mas respetable. Nada hay tan vacuo, como demostrar de forma flagrante nuestra indisposición para recibir cualquier argumento discrepante y por contra, nuestra inclinación a ser portadores de la verdad. Con nuestra ofuscación tenaz, ponemos en serio peligro nuestras relaciones.
Aún así, no tenemos suficiente, vamos mas allá, creada la distancia que ha motivado nuestra falta de tacto en cualquier intercambio de pareceres (discusión), somos incapaces, de pensar, templar y reconocer nuestro error y con presteza, acudir a quien hemos molestado y asumir sin ambages nuestra falta de sensibilidad. Una disculpa a tiempo es la mejor árnica, para cultivar relaciones estables, fuertes y duraderas.
Sí, sabemos lamentarnos de nuestra cada vez mayor soledad, pero somos incapaces de identificar cual es la parte alícuota, que nos corresponde en ese entramado. Por mas que nos empeñemos en achacar a todos los demás la responsabilidad, la realidad no cambia y suponiendo, que sea así, "sin dar pasos" las cosas no se reconstruyen. Tender puentes en relaciones perdidas es demostrar una grandeza de espíritu encomiable. Estirar las cuerdas, es ser mezquino y necio.
Se gana mas con una sonrisa que con un ceño fruncido, extender la mano no es perder. Buscar palabras conciliadoras no es en ningún caso, signo de debilidad. Quien no perdona no vive tranquilo, un buen amigo/a se tarda años en conformar y se puede perder en un minuto, lo peor es que casi siempre suele ser por algo baladí.
6 comentarios:
Creo que imprimiré este post y lo llevaré conmigo. Me hace cierta falta.
Magnifico post.
Fernando.
Estoy de acuerdo,
Y el refranero, que es muy sabio, corrobora tu pensamiento
"Habla poco, escucha más, y no errará".
"Quien habla siembra, quien oye y calla, recoje y siembra"
Estupendo, como siempre
luna
Totalmente de acuerdo.
Lo triste es que en esta sociedad en la que vivimos, se confunde humildad con "gilipollez" (perdon por la expresión) y asi nos va...
Creo que seria fundamental que educasemos a los pequeños en este sentido y para ello deberiamos de dar ejemplo...
Fernando.
¿por qué crees que lo esbribo yo?
pues para ver si al fin acabo aprendiendo a aplicarlo...
gracias por tu comentario
Salu2
Luna:
La clave está en oír... sin duda.
Gracias por tu comentario
Salu2
A dos bicos:
La clave la enuncias tu...el ejemplo ese es el camino y el fin, los cambios no se consiguen en una generación, sembrar es lo importante.
Gracias por tu comentario.
Salu2
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