sábado, 1 de septiembre de 2007

Usos y Costumbres


Para ser calificado de “normal”, en la sociedad en que vivimos, hay que someterse a muchas servidumbres, algunas de ellas, francamente estériles. Los estereotipos que se ha fijado para cada grupo de personas, se espera, que se cumplan a rajatabla. Relacionarse en cualquier ámbito, está cargado de “tics” imprescindibles, para que uno no llame excesivamente la atención.

Es precisamente este tipo de leyes no escritas, este tipo de normas impuestas por la costumbre, lo que conforman la idiosincrasia de las sociedades actuales, dispuestas a ser poco tolerantes con lo no ortodoxo. Lo que se sale de la media, parece que pone en peligro el equilibrio. Cuanto más pequeña es la ciudad, donde uno vive, más acusado el fenómeno.

Si uno se detiene a pensar un instante, inmediatamente se percata, que muchas de las cosas que hacemos nos vienen impuestas por nuestro entorno. Cada vez somos más “prisioneros” de lo que llamamos civilización. Está uno tan acostumbrado, que la autocensura que practica habitualmente, para no salirse de la norma, le pasa desapercibida, la ejerce de forma inconsciente, la ha interiorizado totalmente.

La libertad que pretendemos tener, no es tal, aunque no estemos constreñidos por nadie en concreto, los usos y costumbres nos han atenazado y nos llevan por el sendero estipulado, sin que nosotros seamos capaces de cambiarlo.

Hasta los más jóvenes, que no están cautivados por la sociedad en que vivimos y quieren romper moldes, cuando se reunen en eventos multitudinarios, también tienen reglas no escritas a las que se someten sin darse cuenta. Siguen el mismo modelo fielmente, siendo finalmente tan “rehenes inconscientes” como sus mayores. De los que en definitiva huyen.

Este tipo de normas no tienen mas intención que proteger el status global, evitar que se rompan los equilibrios de fuerzas establecidos de modo espontáneo y perpetuar unas determinadas formas de actuar, que han sido reconocidas como adecuadas, aunque chequeadas levemente no tienen nada especialmente extraordinario ni relevante.

Todos formamos parte de una estructura compleja y estamos entrelazados por fuerzas invisibles, pero suficientemente robustas, como para que no tengamos facilidad de separarnos, en caso de disentir del modelo. Quizás sea, porque como dice Eduardo Punset: “Uno de los componentes del sentimiento de felicidad plena es el ansía de reconocimiento por parte de terceros y, particularmente, del propio gremio”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo ese análisis sociológico sobre lo "políticamente correcto", lo has efectuado mientras vas "al campo a trabajar"?
El Búho nocturno

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