sábado, 15 de septiembre de 2007

Robots


Tener la sensación de que todo lo que hacemos, nos viene marcado o impuesto por agentes externos a nosotros, es en cierta medida, un síntoma preocupante. Hay, desde luego, muchas acciones que ejecutamos cada día, que están sujetas a unas normas determinadas y/o deben estar resueltas, en el marco de unos cauces prefijados.

No me refería solo al cumplimiento de normas. La sensación que comento es mas amplia, esta centrada en como nos desenvolvemos en todos los ámbitos de nuestra vida. Trata de identificar la capacidad de libertad de hacer o no hacer, que conservamos, tanto en el trabajo como en nuestros momentos de ocio.

Sin darnos cuenta, hemos aceptado unos determinados roles dentro de nuestro ámbito cotidiano de vida. Estamos tan acostumbrados a ello, que ni siquiera reparamos, si es como nos gustaría hacerlo o bien lo hemos interiorizado, para ser consecuente con los ambientes en los que nos desenvolvemos; que sutilmente lo han ido imponiendo y nosotros aceptándolo.

Para desarrollarnos adecuadamente necesitamos un determinado grado de libertad. Nos hace falta tener conciencia de que ejecutamos acciones o nos expresamos, acorde con lo que pensamos o queremos hacer en ese momento y sin que no haya nada que nos lo imponga. Simplemente porque en ese instante y lugar es lo que “nos apetece”.

Incluso en el trabajo no es bueno, que nuestros pasos estén totalmente pautados, es mucho mas gratificante, que haya una aportación personal en la ejecución, exenta de norma rígida; es decir que podamos añadir algo de nuestro propio discernimiento. Siempre queda en todas las tareas a realizar, incluso en las más firmemente estructuradas, un “hueco”, donde uno puede “rellenar” con su propia cosecha.

La tendencia general a normalización y reglamentación, está convirtiéndonos en casi robots, que ejecutamos en automático la mayoría de las acciones, “porque es lo que hay que hacer”. No obstante, tal es la costumbre que, en muchas ocasiones incluso lo agradecemos, porque nos libera de la incertidumbre que representa la elección entre varias alternativas. Pero no nos damos cuenta que seguir este juego – fácil – nos lleva indefecctiblemente a “adormecer” nuestra propia capacidad de raciocinio, anula, en cirto modo, nuestra personaliad.

Seamos educados socialmente, cumplidores en nuestro trabajo, tolerantes con nuestro entorno; pero no sacrifiquemos por todo esto, nuestra capacidad de pensar y resolver de acuerdo a nuestra propia voluntad. Intentemos seguir siendo seres humanos y no computadoras…

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