sábado, 24 de noviembre de 2007

Usos y costumbres



Dice Derek Wright en su libro "Psicología de la conducta moral": "El término norma se utiliza descriptiva y dinámicamente. Descriptívamente significa una manera de conducirse, pensar, sentir o creer, que guarda relativa uniformidad entre los miembros de un grupo. No obstante, para el miembro individual, esta uniformidad con los otros se convierte en una fuerza que le obliga a mantener también el compás. Esto sucede porque la conformidad real tiende a generar la expectativa de conformidad. Dinámicamente, entonces, una norma es una fuerza o la presión producida para dominar a un miembro de un grupo, por el hecho de que el resto espera de él que se comporte de una determinada manera. aunque todos conocemos la realidad de esta fuerza, la evidencia experimental sugiere, que, a menudo subestimamos su intensidad".


Estamos demasiado condicionados por nuestro entorno, es como un corsé invisible, que nos impide movernos "al libre albedrío". Casi todas las acciones que llevamos a cabo, están en el fondo autocensuradas por el efecto, que pensamos, tendrán en los que nos rodean.

Aunque nos sorprenda, no somos conscientes de los filtros que hemos establecido en nuestro cerebro, para acomodar tanto la acción como la palabra, a las circunstancias, que creemos son mas adecuadas, según la situación. Hemos perdido de forma velada, la espontaneidad, somos casi esclavos de las costumbres y muy proclives a no ser "inconvenientes", aunque la situación lo merezca.


Vivir permanentemente en esta dicotomía interna, entre lo que nos gustaría hacer o ser y lo que debemos ser, de acuerdo con el grupo al que pertenecemos, produce en el fondo profunda insatisfacción, cuando no, agresividad o melancolía. Hasta quienes están en contra de cualquier norma de esta sociedad y viven al margen de ella, adoptando posiciones disonantes y extremas, entre los de su propio colectivo tienen los mismos condicionamientos, tanto en lenguaje, como en vestido, como en posturas. No hay quien pueda escapar a esta dinámica, porque escapar, significa en el fondo excluirse y por tanto, cosechar el rechazo casi general de inmediato.


Cuando uno hace un repaso interno, se percata con facilidad, que la distancia entre como le gustaría ser y lo que aparenta, es relevante. En la mayoría de las ocasiones , en detrimento de nuestro propio equilibrio personal.


La sociedad-entorno nos ha fagocitado, nos ha domesticado, pero sin ejercer acciones coercitivas, lo ha hecho con nuestro consentimiento tácito, de modo sibilino, de tal forma que ni siquiera podemos apelar, para tranquilizar nuestra conciencia, a la presión explícita ejercida para imponernos determinados comportamientos.


Lo verdaderamente sorprendente, es que todo se ha conformado, simplemente con la posición latente, de "pertenecer a" mientras "actúes así", o ser excluido, que no expulsado, mientras no lo hagas y digo excluido porque la práctica habitual, es la creación de distancia creciente entre el heterodoxo y el grupo. Quienes antes eran de "diario", desaparecen del mapa, casi somo si no existieran y pasan a situarse en posiciones de relación ciertamente frías.


No hay nada que perturbe tanto a los grupos, que la percepción del incumplimiento de las reglas no escritas, por alguno de sus miembros; como si en la uniformidad de la acción estuviese la posición mas sólida. Sin embargo, el enriquecimiento se produce con el contraste libre de opiniones exentas de condicionamientos sociales y planteadas con sinceridad, sin intentar agredir con la palabra al que no piensa igual (claro está que no hablo de los políticos, en ellos hay que hablar de lo contrario, ser educado, cortés y comprensivo esta como prohibido).


Nadie puede, ni debe vivir en soledad, salvo quien haya decidido dedicarse a la meditación y se haya retirado a una posición de ermitaño. Pero tampoco nadie merece tener medidos casi todos los pasos, que deba dar cada día. Ser feliz, es ser uno mismo, sin molestar a los demás; que no significa en absoluto, asumir como propios todos sus postulados.


La singularidad es necesaria, tener propia opinión en los asuntos, que se conocen con mediana profundidad es sano, vivir libremente de acuerdo con nuestras propias apreciaciones produce un gran equilibrio interno, ser real y no virtual es relajante... y nada de todo esto significa no respetar, que otro sea diferente... aunque pertenezcamos al mismo grupo. La homogeneidad extrema nunca ha sido buena, a la larga "empobrece".

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