miércoles, 1 de agosto de 2012

Poder político



Dice Victoria Camps en su libro “Virtudes públicas” (1993): “La crisis económica no justifica que las relaciones de convivencia se vuelvan inhumanas… Hay que redirigir la política, hay que inventar nuevas políticas públicas que no ignoren alegremente que su fin último debiera de ser la preservación de unos derechos humanos que todos los estados de derecho recogen en sus constituciones, y que corren constantemente el peligro de no dejar de ser puro formalismo. Los políticos deben cambiar y deben hacerlo asimismo las actitudes personales. No todos los problemas de nuestro tiempo tienen soluciones políticas, y es muy ingenuo esperar que la política emprenda derroteros distintos a los que ha seguido hasta ahora, si éstos no vienen exigidos de algún modo por los propios ciudadanos. Sin virtudes públicas, la democracia es una ficción, un asunto abandonado a unos políticos profesionales que, entre otras aspiraciones sin duda más dignas, se mueven por la inesquivable pulsión de perpetuarse en el poder.”

Éste es el verdadero problema; el objetivo fundamental  una vez conseguido el poder, es perpetuarse en el ejercicio del mismo; a partir de esta premisa, todos los demás proyectos quedan relegados a un segundo plano y solo son abordables si ayudan o no al objetivo principal. La segunda derivada de este planteamiento es “un todo vale”, lo que supone informar a medias de los acontecimientos y argumentarlos desde la perspectiva, que menos dañe la imagen del partido.

Pero eso lamentablemente no solo es una práctica de los partidos políticos, los medios de comunicación, también la ejercen, “ocultando” los desaciertos de los políticos afines y agrandando los  de los no afines. El resultado es toda una información sesgada, cargada de medias palabras y llena de argumentos precarios; es como si las acciones públicas debieran ser “hurtadas” a los ciudadanos y sus verdaderos efectos  “secuestrados” por una serie de argumentos espurios y carentes de todo rigor.

En ésto no hay rubor, lo malo es que se presenta como una defensa de la independencia informativa y con toda una serie de predicamentos para glosar la libertad informativa. Vaya ejercicio de la libertad, que a la primera de cambio, sacrifica la verdad, por medias verdades aderezadas de argumentos sesgados, para acabar resaltando u ocultando lo que no interesa poner en evidencia.

Cada vez la maraña es mayor, se trata de una madeja argumental completamente enredada, que como mucho acaba haciendo un resumen interesado carente de rigor informativo. De ahí el interés de los partidos políticos de controlar o influir en los medios de comunicación audiovisuales, porque con ellos la “propaganda” está asegurada. Lo malo es que los ciudadanos acabarán ignorando los sucesos reales o dudarán - con cierta razón - de quienes son los verdaderos responsables de los “desaguisados”.

Esta estrategia, produce cierto cansancio y hace dudar de la gestión o cuanto menos, levanta reservas sobre si las acciones tomadas han sido seleccionadas a través de criterios de eficiencia o simplemente de conveniencia. El resultado es un desprestigio creciente de la clase política, el alejamiento de los ciudadanos es creciente, como viene siendo reflejado en todas las encuestas de opinión.

Hacer lo contrario de lo que se dice o decir lo contrario de lo que se hace, es colocarse en un barril de pólvora con la mecha encendida…algún día te estalla bajo tus pies…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen artículo Luis.Es el mal de la llamada partitocrácia, donde ya no hay democracia ni dentro de los partidos,es más, dentro de los partidos los más retorcidos y con ganas de trepar desbancan a los verdaderamente válidos en política y gestión para su provecho personal.
Al final nuestra democracia se ha convirtiendo en un seguido de pequeñas dictaduras de partido de cuatro años.Sujetas a unos poderes económicos,donde ya ni siquiera se sabe donde está la independencia del poder juridico. Juan Coromina.

seriecito dijo...

Juan:

Me alegro mucho de verte por aquí y de tu comentario.

Escribí en Abril (12) una serie de tres posts, de los cuales el primero se llamaba precisamente partitocrácia.

Estoy de acuerdo contigo de que en los partidos no llegan los más válidos, siempre son desbancados por trepas y otras espécies.

Y estoy de acuerdo en que la independencia hoy en día es difícil de identificar, pero creo, que no solo en la política, también en la empresa.

Salu2:

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