miércoles, 29 de febrero de 2012

Tópicos


Dice Aurelio Arteta, en su libro: Tantos tontos tópicos”: “Vivimos del tópico como del aire que respiramos, pero recibimos de mejor grado la noticia de la contaminación atmosférica que la de la intoxicación de nuestras letanías más usuales. Poner en solfa tan arraigadas mulilla sería como quitarnos nuestras andaderas: nos vendríamos al suelo. Son estos comodines del lenguaje ordinario los que nos aportan la seguridad de que no estamos solos. Contribuyen desde luego al gregarismo, tal como lo expreso Orwell: < Mi lema es “grita siempre con los demás”. Es el único modo de estar seguro >. Tal es la función primera de los tópicos: acomodarnos al grupo, arroparnos con < lo que se lleva >, vestimos a la moda verbal del momento a fin de llegar a “ser de los nuestros”. En una palabra, volvernos “normales”…Porque el tópico acostumbra ser hijo de la pereza intelectual y hermano del prejuicio”.

Es indudable que cuando uno “dice” lo que la costumbre del lugar aconseja, no hace mucho esfuerzo intelectual, pero es extraordinariamente eficiente para intensificar las relaciones; el grupo lo reconoce y lo aprecia. A fuerza de practicar este ejercicio habitualmente, nuestros pensamientos, preludio de nuestras opiniones, son cada vez menos. ¿Para qué queremos pensar y/o razonar, si la opinión ya está enmarcada?.

Creo que lo he dicho en otras ocasiones en este Blog, pero me repito. Vivimos en un entorno, que le molesta extraordinariamente la singularidad, en vez de acogerlo como un indubitado enriquecimiento y fomentarlo, lo neutraliza y lo aísla. La visión grupal es: ¿Cómo alguien apuesta por separarse de la “norma” y hacer por su cuenta lo “anormal”?.

Cuando uno propone o comenta temas, lo mejor para su fluidez relacional, es que sea lo que se trata mayoritariamente en el “grupo”, conviene recordar, que lo mejor es siempre monocolor. Separarse de estas pautas de conducta no escritas, pero evidentes, solo puede acarrear soledad. Aunque dadas las circunstancias no se si es mejor o peor, que sentirse solo en medio del “grupo”. Es decir, participar pero no sentir.

Nuestro destino inevitable de éxito social – si es lo que buscamos – conlleva la aceptación de las “normas”, que son: hablar y repetir siempre lo mismo, todos. Porque sin lugar a dudas acabará siendo la realidad oficial y cuando ya sea así, como nos vamos a negar a la evidencia. Discrepar, aunque sea en el tono mas respetuoso, produce en nuestro entorno una sensación agridulce con tendencia a la acidez. En muchas ocasiones no solo porque no es lo “oficial”, sino también porque no cohesiona al grupo e incluso puede indirectamente cuestionar “lo que se dice y como se dice”.

Las frases tópicas claramente gustan; son neutras y de una gran sencillez, corroboran sin argumentos y siguen en la dirección mayoritariamente deseada. Hablar uno mismo, con lo que siente y piensa, se sale de la norma, si se quiere estar socialmente “in”, conviene hacerlo solo en la intimidad y ceder a la “presión” social del entorno con comentarios concordantes y socialmente válidos.

Lo tópico es trivial, lo trivial es sencillo pero superficial, la superficialidad no es la mejor forma de abordar los asuntos importantes, los asuntos importantes requieren pensar bien lo que se dice, pensar bien es las antípodas de lo tópico.

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