viernes, 3 de febrero de 2012

Estado del Bienestar II

Dice Fernando Savater en su libro “La tarea del héroe”: “Y es que el progreso ya no es una esperanza, sino un hábito: se ha desgastado por el uso. Perdida su primera ilusión, nos ha dejado sólo sensibilidad ante sus incomodidades, insuficiencias e injusticias. Sobre todo, nos ha inoculado un virus que ayer fue motor y hoy es intolerable agobio: la impaciencia… Aunque algunos, pese a estos vientos adversos, no quisiéramos renunciar del todo a un cierto progresismo de raíz ilustrada, que celebra lo conseguido sin autosatisfacción inmovilista y continúa creyendo que merece la pena esforzarse en lograr mejoras y corregir errores.

La vida humana es breve, insuficiente para alcanzar la perfección y el paraíso inmaculado: nacemos rodeados de males y moriremos rodeados también de males, eso es seguro. Lo único que podemos intentar es que los primeros no sean idénticos a los últimos…”

Pero no somos solo nosotros; quienes nos gobiernan, para comprometernos con el voto de modo permanente (como si fuéramos un contrato de teléfono móvil), nos han vendido cosas, cositas y cosazas, desprovistas de verdadera utilidad y pertrechadas de una gran carga superficial. Preferentemente para que pareciéramos lo que no somos y nos creyéramos ciudadanos del país de jauja.

El mal menor habría sido que lo hubieran hecho con los caudales públicos que tenían, pero no, lo han hecho también con lo que no tenían, lo han hecho también con recursos prestados, es decir, han vivido muy por encima de sus posibilidades, con actos grandilocuentes, para satisfacer su desmedida vanidad de reyes Midas y creerse grandes magnates, antes que, poner los pies en el suelo, dejando de levitar, para aplicar lo mejor posible los recursos existentes y vivir a tenor de lo que se dispone, aunque ello nos hubiese situado en una realidad menos rimbombante

Ahora parece, que quienes prestaban y prestaban, se han cansado de hacerlo. Se han dado cuenta que los límites de solvencia, habían traspasado todo lo imaginable y han decidido que no pueden seguir satisfaciendo las necesidades institucionales de créditos, desbocadas por imaginaciones grandilocuentes, exentas de todo criterio racional, sin pretender ni por un instante, mejorar verdaderamente el “habitat” de los ciudadanos. Hay que volver a la cordura. Sin embargo, las acciones que se toman para ello, viéndolas desde un punto de vista menos “ilustrado”, parezcan un desvarío de mayor calibre.

Quienes más saben, es decir, los responsables de la situación en la que estamos; dicen con boca grande, que “hay que apretarse el cinturón” y que ellos no pueden porque están entrados en grasas. Es decir, los excesos, despilfarros y suntuosidades, puestas en funcionamiento; acciones cargadas de poca utilidad práctica pero sí de mucha vanidad institucional; tenemos que “pagarlas” entre todos, es decir en lenguaje real, nosotros… los “curritos”… los de siempre…

Y mutis por el foro, hay que sacrificarse, ahorrar y gastar solo lo necesario, no vaya a ser que nos falte para todo el recorrido. Si esto es el progreso, casi prefiero estar menos “progresado”. Si la transformación llamada progreso no mejora la vida de la mayoría, es mejor dejar las cosas como están. Porque si por parecer unos años que somos ricos, hay que vivir en los siguientes como si fuéramos pobres de solemnidad, es mejor no emprender el viaje.

Quienes de forma desbocada indujeron una situación impropia, promoviendo suntuosidades para sentirse mas “grandes”, ahora se ponen de perfil, para ver si nadie se percata de donde estaban cuando todo esto se fraguaba. Y con gran descaro, acaparan salarios de mas del doble de cinco cifras, mientras piden con boca grande, que otros incrementen su jornada, limiten sus salarios, mermen sus derechos… y otras lindezas, para paliar el desaguisado que han provocado. Siguen mandando y disponiendo porque a ellos si que les va bien la fiesta. Van calle a bajo, mientras que los demás subimos cuestas. Francamente muy educativo… y alentador, pero francamente ¡que desverguenza!.

N.B.: Fernando Savater publicó el libro en 1981.


No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...