sábado, 27 de junio de 2020

Error, antesala de la mejora.





Dice Eduardo Punset en su libro “Excusas para no pensar”: “Gran parte de las decisiones que tomamos todos los días son el resultado de haber querido justificarnos a nosotros mismos como sea; lo que no quiere decir que mintamos o que tratemos de excusarnos. Se nos repite desde pequeños que tendríamos que aprender de nuestros errores, pero ¿cómo vamos a aprender de nuestras equivocaciones si no admitimos nunca, o rara vez, que nos hemos equivocado?”


Éste es, en mi opinión, el nudo gordiano de nuestro quehacer diario, justificarnos. Nuestra conducta nos pesa mucho. No estamos preparados para vivir en desacuerdo entre lo que hacemos y lo que pensamos; de ahí, que en muchas ocasiones necesitemos obtener evidencia positiva de nuestras acciones; aunque para ello, hagamos un análisis sesgado de la realidad y nos quedemos en la superficie, es decir, con lo que creemos que son los acontecimientos y evitemos un análisis profundo, que revelaría lo que verdaderamente son; pero en este caso aflorarían, sin duda, algunos de nuestros errores.


Hemos interiorizado un modo espurio de análisis, pero no es ajeno a nuestro devenir cultural. Cuando estudiábamos el error significaba suspenso, aunque estuviéramos muy preparados y tuviéramos un conocimiento profundo de la materia. En esta visión “cortoplacista” preferíamos aprobar, aun sin tener suficiente pericia; como si la meta final fuera únicamente superar la disciplina, soslayando que el verdadero objetivo era “aprender”. Planteamiento equivocado, que descubríamos con posterioridad, cuando nos “adentrábamos” en el mundo del trabajo.


En la empresa (al menos la que yo conozco), los aciertos determinaban nuevas responsabilidades, prestigio, ascensos, mayor salario, etc. Por el contrario los errores podían llegar a sumirnos en el ostracismo, si eran repetitivos y en el caso de ser muy frecuentes, abocarnos al fracaso.


Con este bagaje, preferimos hacer una finta al error. Procurar encontrar circunstancias ajenas que lo suavicen e incluso implicar a terceros para diluir la responsabilidad. Somos remisos en acometer un proceso de: asunción, análisis y nuevo planteamiento en la acción para no repetirlo.  Esto es lo que verdaderamente nos aporta experiencia y nuevas capacidades, consolidando al mismo tiempo nuestra propia  estabilidad emocional. 


Para mayor abundamiento, como dice Punset: “Por no mencionar los beneficios de dejar de lado el codazo y la competición, por la empatía y la cooperación a la hora de resolver problemas, ya sean de matemáticas o de la vida”. En ese escenario, asumir y analizar el error, sería muy fácil y muy útil… cimentaríamos el  futuro, en lugar de anclarnos férreamente al pasado. Pensemos que, quienes no comenten errores, seguramente es, porque no intentan nada nuevo.


2 comentarios:

impersonem dijo...

Planteas un tema muy difícil que abarca muchas disciplinas del conocimiento: psicología, sociología, educación, economía... incluso religión (factor frecuentemente determinante en muchos comportamientos o enfoques)...

Punset tiene razón y tú tienes razón... en el señalamiento de lo que es y de lo que debería ser... pero el problema es de base... El sistema está edificado sobre cimientos de competitividad, falsedad, inhibición, nepotismo, despotismo y alguna que otra cosa más que ahora no se me ocurre...

Esa justificación de nuestra conducta, aunque se nos revele errónea, debe ser lo que se conoce como "hacerse trampas al solitario"... pues si, para no reconocer nuestros errores, nos instalamos en el sostenella y no enmendalla, lo que hacemos es perpetuarnos en el error y, por ende, llevar una vida (en el terreno que sea: familiar, laboral, social, etc.) totalmente errada y errática...

Nada más nacer cae sobre nosotros el molde de todos los dogmas que nos programan, verdades de sistema que no se permiten discutir so pena de que te excluyan de todos los ámbitos donde esos dogmas son religión... ¿Cómo podemos pensar por nosotros mismos dentro de esos moldes sin parecer "divergentes" y entrar en peligro de exclusión, pasando a ser, en el mejor de los casos, RARO, y en el peor, LOCO...

Creo que el sistema educativo es más selectivo, a través de los exámenes, que formativo, a través de la participación activa del alumnado (salvo excepciones)... y tienes razón en lo que dices de preferir pasar, que preferir aprender... pero es que el sistema aboca a eso... y el título certifica que en el momento del examen tenía conocimientos suficientes para pasar, pero no asegura que ese conocimiento se perpetúe... el sistema académico es de títulos, que se optienen aprendiendo de memoria y deponiéndolo en el examen de turno... no es un sistema de razonamiento, de innovación (hay profesores que se pegan 40 años dando la clase de la misma manera y por el mismo orden, lo único que cambian son los alumnos), de discusión sobre la materia... No sé, estoy opinando sobre temas complicados y yo soy el más ignorante de los mortales existentes... tan solo expongo mi pensamiento nacido de experiencias personales y de las conclusiones a las que he llegado después de intentar interrogar a la realidad en busca de respuestas... Supongo que lo que decía Kant de "que no vemos la realidad como es sino como somos" es totalmente cierto...

Creo que los errores, reconocidos prontamente y con tranquilidad, enseñan mucho más que los aciertos que nos hacen creer que somos infalibles...

La cita que haces de Punset en el último párrafo es el quid de la cuestión, pero vivimos en un sistema de codazos y de competitividad férrea... y con los tejes y manejes de los últimos tiempos vamos a un mundo caínita y distópico donde sobrevivir será difícil, y donde los que piensan por sí mismos, lo van a tener peor... Ya sabes lo que decía Quevedo: "En donde hay poca justicia, es peligroso tener la razón"...

Perdona por el rollo, he escrito mucho, seguramente que más de la cuenta y habré cometido algunos errores o erratas... no lo voy a releer para corregirlos...

Interesante tema y ojalá todos aprendiéramos a reconocer nuestros errores, pues es el único camino para poder corregirlos y avanzar hacia el acierto...

Abrazo

seriecito dijo...

IMPERSONEM:

Estoy de acuerdo contigo, se aprende de los errores, no de los aciertos.
El error no es un fracaso, es una oportunidad para mejorar, si de un buen análisis fijamos las pautas para no repetirlo.
Gracias por comentario.
Salu2:

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