sábado, 20 de junio de 2020

Singularidad.






Dicen José Luis Sampedro y Olga Lucas, en su libro “Cuarteto para un solista”: “Mi norma es no aceptar nunca lo que nos dicen; no asumirlo aunque lo diga una autoridad ni aunque se encuentre escrito en un libro donde alguien consiguió hace siglos su propia creencia. Hay que enterarse, comparar y elegir. Alguna de esas propuestas arraigará porque te convence. Si se acepta sin pensar no se vive la propia vida, sino la que otros dictan. En cambio con la verdad propia asumida, se está en el camino de llegar a ser quien se es”.

Ya lo he citado en otra ocasión. Sigo suscribiéndolo en su totalidad. No vivir “la propia vida”, ese es el camino no recomendable. Significa, en mi opinión, no dejarse llevar por la publicidad, por los medios de comunicación, por los tertulianos, por el argumentario de los partidos políticos, por las redes sociales, etc. Mantener esta posición tiene mucha complicación, se precisa - cuanto menos -  una voluntad muy férrea, para neutralizar el intenso “bombardeo” de mensajes, al que somos sometidos diariamente, con la intención de influir y homogeneizar nuestra opinión.  Abstraerse resulta casi imposible.

Pero además, desde cuando escribieron el libro (2011), hasta hoy; las cosas en este sentido han cambiado, a peor. En los últimos tiempos han florecido con gran profusión y tendencia creciente, las llamadas “fake news”, creadas - claro está - con ánimo de confundir e intoxicar al lector u oyente e incluso, desacreditar de forma selectiva ante la opinión pública a oponentes. Todo ello con derroche de medios y  presentándolas con identidades inexistentes en las redes. Creadas, no se sabe muy bien por quien; son en general, difundidas con la intención de alcanzar objetivos espurios por procedimientos impropios.

Si no fuera suficiente complicación, además;  no asumir los postulados mayoritarios y no dejarse llevar, solo nos traerá conflictos. La sociedad en la que vivimos, casi impone como norma, la uniformidad. Ser “singular” en este ambiente, significa de algún modo aislarse o cuanto menos, alejarse de la mayoría social. Los demás nos quieren como ellos; no interpretan con tolerancia, que no sigamos la conducta u opinión “socialmente admitidas”. Sin asumir, que potenciando las singularidades, lo único que hacemos es enriquecernos como grupo, todos. Por el contrario, postular la uniformidad es, cuanto menos, dificultar el  progreso.

4 comentarios:

impersonem dijo...

El texto que citas es magnífico, hace mucho tiempo que pienso así...

Estoy totalmente de acuerdo con lo que tú añades acerca del tema, es tal cual dices... y, lo sé por experiencia propia, aguantar el tirón de pensar por uno mismo es complicado, muy duro... pero merece la pena ser uno mismo, pensar por uno mismo aun a riesgo de quedarse solo ante un rebaño obediente del cencerro mediático y dogmático...

Buen post... para estos tiempos que corren en los que, como tú muy bien dices, la cosa ha ido a peor...

Abrazo

seriecito dijo...

Efectivamente mantener rasgos de singularidad en la sociedad actual es complicado.

Forjarte una opinión sobre los asuntos relevantes resulta cada vez más complicado. Muchas fuentes dispersas, pero en ocasiones poco objetivas.

Gracias por tu comentario.

Salu2:

Tardío dijo...

Si además le unes la falta de referentes fiables la cosa se complica. Los que nos dirigen están carentes de formación, la oposición está carente de formación y para colmo de males, los que sí que la tienen se pliegan a los dictámenes de los que mandan ( véase al omnipresente Simón diciendo una cosa y al poco tiempo la contraria )

seriecito dijo...

Tardio: Muchas gracias por tu comentario.
Vivimos un equilibrio muy inestable, me gusta tu expresión "referente fiables", creo que es una clave.
Salu2:

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