Dice Fernando Savater en
su libro “El valor de elegir”(2003):
“Todos los hombres somos “hombres de empresa” y cada uno en la medida de
nuestras fuerzas vivimos comprometidos con planes de futuro, que siempre
encierran alguna mínima o ambiciosa modificación de la realidad que nos hemos encontrado
y en la que nos encontramos. Ser conscientes del tiempo implica entender el
porvenir al menos en parte como diseño propio, no solo como repetición o como
fatalidad.”
“El porvenir como diseño
propio”, una frase que descarta en si misma, una posición estática y aceptante
de todos los acontecimientos de nuestra vida, como si fueran predeterminados; es
una llamada de atención para tratar de aproximar nuestro devenir en
convergencia hacia nuestros deseos.
Tenemos, en muchas ocasiones, poca capacidad para creernos nuestros propios
proyectos, somos especialmente pesimistas ante los retos y nos desanimamos con
gran facilidad o peor aún, permanecemos inmóviles y expectantes, poniendo
excusas de todo tipo, más para justificar nuestra falta de acción, que por las
dificultades reales.
Dejar para más adelante,
es darnos una oportunidad para meditar con cierto detenimiento, la “bondad” o
no, de nuestros planes de futuro; pero aparcarlos “sine die”, es en el fondo
una especial cobardía o falta de voluntad para motivarnos en conseguirlos. Sin constancia es difícil conseguir algo, nada
hay tan impropio, como abandonar antes de empezar repitiéndonos una y otra vez,
que era demasiado ambiciosa o inconsciente nuestra planificación personal. El
cumplimiento de la mayoría de nuestros deseos, impone creencia en la
realización y sobre todo voluntad firme para conseguirlos.
No tratar de modificar
la dirección de nuestra vida y dejarse llevar, es muy cómodo y exige poco esfuerzo; pero además, permite
lamentarse de nuestra fatalidad y poca suerte, cuando no progresamos satisfactoriamente.
Por el contrario, empeñarse en tomar el “timón” y tratar de fijar el rumbo
hacia donde deseamos, es de valientes; que creen en si mismos y en su
posibilidades, y que no piensan rendirse a las primeras de cambio, replegándose,
para seguir con “más de lo mismo”, aunque sigan insatisfechos. Visualizar
nuestro futuro, no es solo una posición de soñadores, es mucho más, es el
primer paso para aplicar nuestra voluntad y empeño en alcanzar lo que deseamos.
Si cuando corresponde,
no hacemos uso de nuestra libertad de acción; no nos lamentemos si los
resultados del “dejarse llevar” no son los deseados. Como dice Zygmunt Bauman,
en su libro “Libertad”: “La libertad nació como un privilegio y así
ha permanecido desde entonces. La libertad divide y separa. Separa a los
mejores del resto. Obtiene su atractivo a partir de la diferencia: su presencia
o ausencia refleja, marca y cimenta el contraste entre lo alto y lo bajo, lo
bueno y lo malo, lo codiciado y lo repugnante.”
2 comentarios:
No sé qué me pasa, que a medida que me hago mayor soy mucho más osada, más lanzada, y no le temo al fracaso o a quedarme a medio camino. Sólo me aterra el no intentarlo.
Es positivo centrarse en el presente para "sembrar" y tener la oportunidad de recoger los frutos más adelante, pero sobre todo con la ilusión de que lo mejor está "por...venir".
Que pases una estupenda semana. Un saludo.
La peor opción siempre es "no hacer". Dejar que nos lleven aunque no sepamos el rumbo, acaba teniendo resultados no deseados
Sin lugar a dudas lo mejor está por venir.
Gracias por tu comentario, que respondo tarde porque he estado unos días de vacaciones.
salu2:
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