miércoles, 21 de mayo de 2014

¿Innovar o vegetar?



Dice Patricio Morcillo en su libro “Competitividad Empresarial por arte de birlibirloque”: “Las empresas deben, de forma imperativa, almacenar nuevos e innovadores modos de generar ventajas competitivas porque está en juego su continuidad. Tal como recogen las leyes de la mecánica, todo lo que es estático está condenado a desaparecer y, en este aspecto, las empresas deben de ser dinámicas e inteligentes para aclimatarse a entornos cambiantes.
La empresa no puede ser una organización entregada al pasado, debe trabajar en el presente y tener la mirada puesta en el futuro prestando una atención especial a la innovación. Aquella empresa que no desee complicarse la existencia y no sea capaz de proyectarse hacia delante se verá, muy pronto, apartada del mercado por la competencia. El no aprehender el futuro como si fuera un reto motivador y quedarse anclado en el pasado supone cerrar las puertas a la esperanza”.

Estoy de acuerdo con el contenido de la cita, pero creo que no solo es aplicable en las empresas, sino también en las personas. En épocas de bonanza solo el flujo que producen los acontecimientos positivos y dejándose llevar, seguro que alcanzamos un buen destino. Son las épocas de “crisis”, como la actual, las que revindican una imaginación mucho más elaborada; con conformismo y poco talante innovador, poco se puede hacer en estos casos-

El fracaso habitualmente no es un acontecimiento súbito; es más bien un devenir lento pero inexorable en el inicio y muy veloz en las fases finales, que aboca a una situación irremediable. Cuando no se hace caso a los síntomas, acaba uno teniendo una dolencia o peor aún cronificando la sintomatología, que pasa a incorporarse en nuestra vida cotidiana, como algo que hay que soportar. Tratar de escudarse solo en la mala suerte o en infundados contubernios ajenos, es una forma fácil para soslayar nuestra verdadera responsabilidad en la canalización de los acontecimientos negativos.

Las situaciones difíciles, no se resuelven con más de lo mismo. Las acciones imaginativas para los problemas nuevos o antiguos, no están exentas de riesgos; muy al contrario, suponen una exposición a la incertidumbre, estado que no nos gusta a casi nadie. Parece, que es mejor permanecer como hasta ahora, en el refugio de lo anodino y cotidiano y esperar el reflujo de una buena corriente renovadora impulsada por otros. No nos damos cuenta que el verdadero cambio solo viene de nosotros mismos y no puede ejecutarse en el plano personal, sin nuestra colaboración y disposición positiva al cambio.

Sin complicarse la vida, es indudable  que se puede seguir caminando, pero cuando los acontecimientos llevan un ritmo vertiginoso, caminar acomodaticiamente, casi con desgana; es hacer bien poco por progresar, porque los que se amoldan al ritmo más  veloz que impelen todos los cambios, nos sobrepasan y nos van dejando muy atrás. Ni siquiera para permanecer donde estamos es buena la falta de acción. Quienes tienen la información o intuyen el cambio; sino actúan es como si lo ignorasen.

Una vida sin compromiso, es muy poco. La existencia sin tomar decisiones de riesgo en las encrucijadas, acaba tornándose en un devenir monótono. Como dice Patricio Morcillo en su libro: “Hay que transformar lo ordinario en extraordinario y lo cotidiano en insólito”.   

2 comentarios:

impersonem dijo...

¿Innovar? qué y para qué, ¿innovar para competir o innovar para compartir? ¿innovar para desequilibrar o para equilibrar? ¿cómo equilibrar con la competencia?

Yo no sé nada de empresa: producción, objetivos, márgenes, RRHH, etc. pero ¿no sería mejor primero renovar los conceptos de producción y distribución y después innovar para mejorar (cooperar) y no para competir? ¿por qué separar y no unir? ¿por qué los grandes oligopolios compran patente, que son una clara innovación, para que no compita con su producto? No sé, todo esto es una farsa comercial sumida en un conflicto de intereses permanente que lo único que hace es dividir los recursos y multiplicar las necesidades... creo que lo que habría que innovar sería el ADN de los humanitos a ver si de una vez por todas sabemos dónde estamos y donde coños queremos ir... tal vez seamos unos grandes tecnólogos pero no hay duda de que somos unos deplorables ideólogos...

Sé que te refieres a la estructura empresarial, pero es que se vende mucho humo y mucho ilusionismo y me cabrea... y además estoy un poco harto del mantra de los tiempos sobre la promoción de LOS EMPRENDEDORES... ¿qué coños van a emprender si no se vende una escoba?

Perdón por mi desahogo, pero me gustaría que la innovación sirviera para mejorar la vida de las personas no para jodersela a la gran mayoría...

Saludos.

seriecito dijo...

Creo que nosotros tenemos tradición de seguidores, entre otras cosas porque dediczrse a la innovación, salvo que se llegue muy lejos en los resultados, es de poco "relumbrón".

La competividad es algo que interiorizamos desde muy pequeños. Las propia calificaciones son siempre un motivo de competencia.

Gracias por tu comentario:
Salu2

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