domingo, 11 de mayo de 2014

¿Satisfacer necesidades?



Dice Ernie J. Zelinski en su libro “101 cosas que ya sabes, pero siempre olvidas. El Arte de vivir en un mundo complicado”: En el juego llamado vida, hay cosas que son importantes y cosas que no lo son, y es esencial que sepa como distinguirlas. El no ser capaz de hacerlo le ocasionará toda clase de agonías y desilusión. Gastar energía en adquirir lo que no se necesita es sacarla de aquello que se necesita realmente para experimentar más felicidad y satisfacción.
Con todo el oropel y la publicidad que hay por ahí, jamás tendrá bastante de aquello que no necesita o quiere en realidad. Los anunciantes lo saben mejor que nadie. Es así como hacen que usted siga comprando más cosas a pesar de que no ha tenido tiempo o motivación para disfrutar lo que ya tiene”.

No solo es la publicidad la que nos “invita” a comprar cosas. Son en mayor medida los usos sociales, quienes van atribuyendo una serie de signos externos (materializados en objetos), que le confieren a quien los posee de un determinado status social. Pero sorprendentemente, éstos no tienen límite, pareciera como si al haber satisfecho uno de ellos, inmediatamente emergiera otro de mayor relevancia y también imprescindible.

El consumo o el ansía de consumir, hace de nuestra vida cotidiana una especie de insatisfacción-satisfacción permanente; nos repone alternativas y cada vez en un campo más sofisticado. Somos objeto-dependientes y aunque lo disimulemos, esta forma de hacer nos quita nuestra tranquilidad y serenidad. Hoy en día son los signos externos y su ostentación, quienes nos definen y nos integran en el grupo social al que pertenecemos.

Vivir pendiente de lo “mayoritariamente nuevo”, promueve una carrera hacia el vacío. No es la necesidad la que cubrimos, no,  es la apariencia de necesidad impuesta por nuestro entorno. Somos capaces de sacrificar algunas cosas necesarias, en aras de algunas superfluas. Hay que sorprender a los demás con la rapidez en la posesión de nuevos “atributos”, que no alcanzan mayor satisfacción, que evidenciar  a los demás que somos poseedores de dichos signos externos tan singulares, exponiéndolos explícitamente para causar asombro y por qué no, también cierta envidia.

Vivir con lo necesario si, complacerse con caprichos mesurados que “endulcen” nuestra existencia también; pero estar pendiente cada día, de lo nuevo-superfluo, claramente no. Ya se que las prioridades cada persona las tiene desarrolladas de un determinado modo, pero aún así, suele ser evidente, cuando la posesión es innecesaria o poco útil. Es más, se observa como solo produce un segundo de satisfacción, para introducir  rápidamente el “más de lo último…”, porque en realidad lo que acabamos de comprar, hacía ya unos segundos, que lo habíamos superado.

Como dice Zelinski: “A medida que vaya siendo consciente de que anhelos son los suyos y cuales le condicionaron para que los aceptara, estará mejor preparado para ir en busca de sus intereses genuinos. Un aspecto de la libertad es el permitirse abandonar aquellas cosas de la vida que no le hacen feliz”.

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