miércoles, 28 de mayo de 2014

El mensaje de los votos...



Dice Antonio Muñoz Molina en su libro  “Todo lo que era sólido”: “Necesitamos que la actividad política esté sujeta de verdad a los controles simultáneos de la legalidad y de la crítica. La austeridad y la transparencia son tan necesarias como el rigor en la información y la libertad sin coacciones visibles o invisibles en los debates públicos. La vida de la inmensa mayoría será peor si acabamos perdiendo los logros fundamentales del estado del bienestar, pero para que haya alguna esperanza de conservarlos en un mundo cada vez más hostil a ellos hará falta un doble esfuerzo colectivo de vigilancia reivindicativa y de responsabilidad, de activismo público y honestidad privada, porque no hay nada que ya  podamos dar por supuesto y porque para salvar lo imprescindible puede que tengamos que renunciar a algo más que lo superfluo”.

Todo un conjunto de afirmaciones, que en realidad si se escucha a lo representantes políticos, que han intervenido en los mítines de las elecciones al Parlamento Europeo; son los oponentes los que carecen de estos principios, porque “ellos” son fieles defensores de las mejores prácticas en la gestión pública, para poner a disposición a los ciudadanos todo lo mejor, para hacer su vida más auténtica y feliz.

Vemos cada día, como la información, resulta tan dispar y distante, según el medio de comunicación al que uno atienda. Observamos también el sentimiento de descalificación del adversario de modo total; sin tener ninguna reserva en hacerlo, incluso en el plano personal, aunque no tenga relación con el debate en cuestión. Como si fuera posible la dicotomía de estar en posesión de la verdad siempre y los demás sumidos en el error absoluto.

Lo relevante es anular la opinión disidente, lo relevante es ocultar con artimañas poco  democráticas los argumentos discrepantes, buscando avales en la satisfacción de los corifeos de informadores, que en tertulias y otro tipo de “debates”, jalean lo propio y rechazan de plano lo ajeno y de paso, incluyen en el mismo “saco” a todos los que tienen argumentos u opiniones del mismo tenor, para luego reprobarlos de modo absoluto.

No es de extrañar, que una sociedad, que vive cotidianamente esta situación deplorable; al ejercitar su derecho a opinar, haya depositado un número de votos tan sorprendentes en alternativas no “previstas”; ni siquiera por aproximación remota, ninguno de los medios de anticipación de opinión instrumentados al respecto había intuido tal circunstancia. Sorpresa y asombro.

Es indudable que el debate electoral habitual, está preparado para el cambio de la significación de voto, que permite alternar con mayorías  más o menos cualificadas; pero no sabe digerir la fijación de voto en opciones “desconocidas”  y es lógico, porque esto lo que significa es un “órdago a la grande”. Independientemente de otras interpretaciones mucho más profundas, en principio es una “enmienda a la totalidad”.

Pero la costumbre arraiga como hábito de comportamiento recurrente y ni siquiera esta circunstancia insólita ha cambiado sustancialmente los discursos, más focalizados a evaluar quien ha ganado más o menos entre los adversarios y querer justificar, que ese “rechazo” a lo establecido no va con ellos en particular. Sin descartar la posibilidad de ningunear a quienes se han hecho acreedores de tal confianza de los electores. Para acto seguido, tomar la bandera de querer justificar lo improcedente del resultado, sin leer entre líneas y asumir el mensaje de  que hay algunos discursos, que parte de la sociedad no quiere escuchar, hay cansancio de “más de lo mismo”.  Hemos llegado a un punto de inflexión, las palabras deben guardar silencio y dar paso a la acción… sin rimbombancias, claro. 

Como dice Antonio Muñoz Molina: No hay sitio ya para la autoindulgencia, la conformidad, el halago”.  

2 comentarios:

impersonem dijo...

Estoy de acuerdo, sobre todo con lo de leer entre líneas. .. pero si no hacen la reflexión que cualquiera con sentido común haría, pues ya veremos qué pasa.

Saludos

seriecito dijo...

Esperemos que se imponga la Razón.

Salu2:

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