miércoles, 7 de mayo de 2014

Decisión y Acción.



Dice Fernando Savater en su libro “El valor de elegir”: “… en lo alto del alambre donde hacemos equilibrios sin red o en el mar de corrientes traicioneras en que intentamos mantenernos a flote vienen bien la experiencia acumulada  y el recuerdo de los mejores maestros…, pero seguimos dependiendo del buen tino de nuestro ánimo, porque estamos solos”.

Estar solos… pero si vivimos en compañía casi las veinticuatro horas del día. Si vivimos rodeados de amigos, conocidos, familiares, vecinos…, etc. Nunca se han socializado tanto las relaciones, nunca se ha sentido tanta necesidad del grupo; bien sea para reafírmanos o para apoyarnos en momentos de incertidumbre. La característica esencial de la sociedad actual es la proliferación de la seudo-comunicación; las posibilidades de información son casi ilimitadas. Son de tal tenor, que es imposible tener acceso a todo lo que se publica o difunde, ni siquiera para completar el conocimiento en temas relativamente cercanos.

No es precisamente el estar rodeado de gente, la característica que identifica con claridad la comunicación; falla en muchas ocasiones el ambiente, que impide la conversación serena sobre los temas de referencia y sobre todo la carencia del tiempo necesaria para la buena comunicación.  El tono de sinceridad en la exposición, no es sinónimo de veracidad; priman las apariencias y sobresalen las pautas “educadas” de comportamiento, poco proclives a facilitar un “vaciamiento” interior. El foro de las reuniones sociales ha devenido poco a poco en el “intercambio” de las banalidades; esperar otra cosa es un alarde de ingenuidad.

En este marco, al final estamos en la posición que describe el autor de la cita; tenemos que decidir y actuar en consecuencia y para eso si que somos claramente dubitativos e inseguros. Creemos, que con el pronunciamiento mayoritario de los que nos  rodean, tenemos prácticamente resuelta la disyuntiva; sin darnos cuenta de que al final, quienes tenemos que instrumentar la estrategia, aplicarla y controlarla; somos nosotros y no los demás. Buscamos esa mayoría como certificado de éxito y nos equivocamos.

El éxito lo propicia nuestro empeño y constancia en la acción, para aplicar la planificación diseñada; el consenso con los demás, a estos efectos, es estéril. Tiene el mismo efecto, ignorar, que saber y no actuar. La pasividad y la inacción, en los asuntos relevantes, es la peor postura. Confiar en que el transcurso del tiempo, resuelve; es una inconsciencia, no exenta de riesgo. Cuando uno deja de actuar, por complicada que sea la encrucijada; por miedo al error o despreocupación inconsciente; se coloca en la peor posición posible, para hacer frente a las circunstancias de la vida. Decidir, siempre es mejor, que sumergirse en la duda para excusarse mentalmente de la pasividad.

Como dice Savater: “La acción no es una capacidad optativa de los humanos, sino una necesidad esencial de la que depende nuestra supervivencia como individuos y como especie. Se puede elegir cómo y cuándo actuar; pero es forzoso actuar: ahí no hay elección posible”

4 comentarios:

impersonem dijo...

No hay peor soledad que la soledad acompañada...

La comunicación social está llena de interferencias grupales e individuales, pues sintonizamos las frecuencias en base a intereses muy individuales y, además, competimos por la señal de forma cainita... ítem más, los ruidos mentales de cada cual, algunas veces, superan los decibelios aconsejables con los que se podría mantener una conversación o comunicacion conciente, atenta y comprensiva...

¿Tenemos que actuar? Sí... pero también el cómo lo hacemos es digno de reflexión...

Esta sociedad tan globalizada (controlada por una minoría) y tan individualizada (competitiva y cainita) a la vez, es hueca y modelada y actúa no por iniciativa propia sino impelida por una programación discutible dentro de un patronaje que deja en evidencia al sastre... ¿actuar? El mundo está lleno de actores, pero la película es mala de coj... (perdón por los puntos suspensivos)

Saludos.

impersonem dijo...

"consciente" quise escribir

impersonem dijo...

"La tragedia de la vida está en que nos hacemos viejos demasiado pronto y sabios demasiado tarde" (Bejamin Franklin)

seriecito dijo...

Impersonem:

Efectivamente, la comunicación sincera, es cada vez más difícil. Los interese sociales acaban primando sobre los esenciales para la persona.

Los condicionamientos que imponen los grupos y el entorno acaban dificultando la relación con los demás.

Las pautas de actuación están, por este motivo, llenas de limitaciones.

Gracias por tu partipación

Salu2:

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